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-{Legacy}- por Reiko-chan

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Notas del capitulo:

Hola a todooooooooos!! owo KYAAAAAAAAAAAAH!! *se esconde bajo la mesa ante las cosas que le tiran los lectores* por favor, perdonadmeeeeee!! xS*sacando bandera blanca* lo siento mucho, sé que pometí actualizar más de seguido Legacy, incluso volver a esa maravillosa costumbre de tener un capítulo cada dos semanas, pero no he podido, no he podidoo!! *saliendo de bajo la mesa con un taco de hojas* lo siento, de verdad... en la cabeza tengo una cantidad de historias que pelean por salir... que no tenía inspiración alguna para este capítulo. por qué? porque tiene una cantidad de cosas idiotas y chorras que no me salía! ^^U asi que me centraba en desarrollar el resto de mis fics. gomeeeeen... pero he vuelto, no? ya es algo! ^^

Esta vez, me enorgullece decir... que mi inspiración para con Legacy ha vuelto. Así que, si nada me lo impide, intentaré actualizar más a menudo. Aviso, tengo que actualizar la hueva de fics, asi que tardaré. Pero no tanto, que esta vez me he pasado mazo. -.-

Bueno... volviendo al tema. ^^ Recordemos que teníamos a la panda echa unos zorros y acababan de llegar a la aldea de las apuestas en busca de la Hechicera. Bien... pues al fin veremos quien es del todo, qué ha pasado con esta panda locos y una sorpresa: qué le pasó a Itachi para que tuvieran que ir a buecarle. ^^

Espero que os guste y no me odiéis por tardar tanto... feliz lectura! :3

 

Capítulo 9: Healing.

 

-          Shizune, trae agua fría.

-          ¡¡Sí!!

Naruto no sabía dónde se encontraba. Le dolía todo, le pesaba el cuerpo… y escuchaba voces que no conocía a su alrededor.

-          ¿ny….a…?

-          ¡Se está despertando! ¡rápido, anestésiale de nuevo!

-          Pero… qué…

Y nuevamente… dejó de escuchar nada.

Al rato, despertó, iluminado por una tenue luz azul, abriendo los ojos con pesadez. Miró a su alrededor y se encontraba en una cama mullida, tapado hasta arriba… sin saber dónde estaba o qué le había pasado.

Al poco de preguntárselo, flashes comenzaron a recorrerle la cabeza, haciendo que le doliera. Y así… recordó la carrera… lo de Itachi… la batalla… y los esfuerzos por llegar a la Hechicera esa… la Hechicera… ¡¡Sasuke!!

Como atacado de los nervios, miró por toda la habitación: nada. Estaba él solo. A saber dónde estarían los demás. Trató de levantarse para ir a buscarlos, pero le dio un tirón en la espalda y se quejó, tumbándose de nuevo.

-          Ah…-jadeó, sintiéndose fatal por no poder hacer nada así… pero no iba a detenerle un simple dolor de espalda.

Haciendo acopio de las pocas fuerzas que tenía, se incorporó de nuevo y, agarrándose a la mesilla se levantó. Se sorprendió a sí mismo vestido con un pijama blanco y cubierto de vendas, pero pasó olímpicamente de ello y caminó, como buenamente pudo, hasta la puerta, ayudándose con los brazos de cualquier mueble que pillara por el camino.

Al fin, alargó la mano para abrir la puerta… y… ¡PAF!

-          ¡¡waaah…!!

-          ¿Pero qué…?

La puerta se abrió desde fuera, golpeándole en las narices y haciendo que se tambaleara. Tanto que… cuando quiso ver quién era la mujer rubia que le había dado con ella… cayó encima. Ella le sujetó, solo para darle un tortazo a voz de “¡GUARRO!” y agarrándole de la parte de arriba del pijama, le llevó de vuelta a la cama, tirándole, dando gritos sin parar.

-          ¡¿Puede saberse qué hacías?!

-          …- Naruto, en un principio, se quedó en blanco. Esa mujer… imponía bastante… pero su desesperación por no haber visto a Sasuke aun se hizo con él.- ¡déjame! ¡quiero ver a Sasuke!

-          ¡tu amigo está hecho polvo! ¡deja que descanse!

-          ¡no voy a molestarle! ¡deja que me quede a su lado!

-          ¡tú de aquí no te mueves!

-          ¡pues pienso ir!

-          ¡¿Osas contradecirme?!

-          ¡¿y qué si lo hago?!

-          Esto…

En ese momento, ambos callaron y miraron a la puerta, donde una muchacha de pelo negro les miraba con cara de no saber qué hacer. La mujer de pelo largo y rubio le miró y suspiró hondo, haciéndola gesto de que se marchara, momento que aprovechó Naruto para levantarse en un estallido de dolor y salir corriendo, empujando a la morena a la pared, y recorriendo el pasillo, buscando el olor de Sasuke en el aire.

Lo localizó justo al escuchar la voz furiosa de esa mujer resonando tras él y sus pasos al perseguirle, pero no se detuvo y comenzó a seguirlo, pasillo adelante hasta una habitación cerrada. La abrió… y se paró en seco. Sasuke… su querido Sasuke, estaba tumbado bocarriba en una cama, tapado hasta el pecho con las sabanas blancas, dormido, respirando con tranquilidad.

El Kitsune no lo dudó. Se acercó a él, despacio y se arrodilló en el suelo a su lado, apoyando los antebrazos en la cama y acariciándole el rostro con la mano derecha, con ternura, respirando hondo al ver que estaba bien y quedándose así, mirándole, no queriendo separarse de él.

A los pocos minutos, las dos mujeres entraron atropellándose en la habitación, la morena antes, tratando de calmar a la otra, y en cuanto vieron la escena quedaron calladas mirando.

-          Señora…

-          Sí… dejémosles solos un rato. Seguramente al chico le venga bien su compañía…

Y dicho esto, ambas mujeres se marcharon, dejando al joven Naruto solo con el azabache, sin haberse dado si quiera cuenta de que entraron y se fueron. Al poco rato, cruzó los brazos y se repanchingó en el suelo, sentado de lado y apoyando la barbilla sobre sus manos, quedando dormido sin remedio.

Unas horas más tarde, Sasuke entreabrió los ojos. Miró a su alrededor, y se sorprendió de ver a su lado la cabellera rubia del otro, que estaba plácidamente dormido. Se incorporó y le miró de arriba abajo, chequeando que estuviera bien, antes de mirarse a sí mismo y ver que estaba como nuevo, solo algo cansado.

En ese momento, escuchó unos golpes provenientes del piso de abajo, reconociéndolos al instante. “ju…” pensó, sonriendo de medio lado y cerrando los ojos. “… como se nota que no lo conocen… Sharingan no soporta estar encerrado en boxes.”

Así, se levantó por el lado contrario al que estaba apoyado Naruto, levantando a este en brazos con dificultad y metiéndolo a él en la cama en su lugar para, una vez asegurado de que seguía dormido, salir de la habitación a hurtadillas y bajar las escaleras. No le fue difícil orientarse allí dentro, gracias a los golpes que estaba dando el caballo contra las paredes de su box y siguiendo el sonido.

Se detuvo cuando llegó a la sala de estar y vio a dos mujeres, una rubia y otra morena, cada una tumbada en un sofá, la rubia con un vaso medio vacío en la mano y la otra abrazando a un tierno cerdito que dormía en su regazo. “Deben de ser las que nos han cuidado…” pensó, atravesando la sala de puntillas y dirigiéndose a la puerta de atrás, en la cocina, que seguramente diera a los establos.

Se alarmó cuando le cascaron los tobillos y escuchó a la rubia gruñir y girarse, sin soltar el vaso ni derramar su contenido. Estaba claro que tenía costumbre de dormirse así… Suspirando hondo, siguió su camino y salió fuera. Era de noche… así que no le vería nadie.

Con cuidado, siguiendo un tremendo relincho por parte de Sharingan, el azabache entró en los establos. Eran enormes… y el animal estaba apartado, solo, en un enorme box con reja para que no se asomara ni mordiera. El chico se acercó y se asomó, riendo. el animal estaba al fondo del todo, dándole coces con una pata a la pared, mirando al suelo con cabeza gacha. Cuando le vio, levantó la vista hacia él y le enfocó en su mirada escarlata, acercándose con las orejas rectas.

-          Pooooobrecito… aislado del mundo… qué pena…

Por respuesta, Sasuke solo obtuvo un bufido por parte del animal. Sintió cómo el bicho trataba de meterse en su cabeza, pero no lo lograba. Entonces, Sasuke se extrañó. Nunca le había visto tan cansado. Preocupado, el chico metió la mano entre la reja, haciéndole signo de que acercara ese enorme cabezón suyo. El caballo obedeció y se sobó contra la mano, resoplando por los ollares entre sus dedos.

-          Oh, vamos… no te pongas melancólico ahora. Pronto podrás darme dolor de cabeza, no te preocupes.

-          Jrun, jrun…

-          ¿ves? Te haces entender perfectamente a base de sonidos raros.-le  dijo entonces, guiñando un ojo al caballo, el cual le miró mal.- no me seas gruñón. ¿Seguimos vivos, no? Date por feliz.

A partir de aquí, tanto caballo como amo quedaron callados, solo acariciándose, estando el uno con el otro.

Entre tanto, dentro la casa, una persona más abría los ojos. Itachi, el mayor de todos, en otra habitación, se desperezaba como si llevara durmiendo una semana entera. En cuanto se dio cuenta de que no estaba en su casa, se sentó en la cama y se concentró, cerrando los ojos, en qué había pasado para tener que estar en una casa ajena y estar tan dolorido. No recordaba nada… nada en absoluto.

Frustrado, decidió que seguramente al ver dónde se encontraba y hablar con alguien un poco recordaría lo que le había pasado. Así que, más animado, se levantó y, despacio, sin hacer ruido, salió de su habitación. Iba a recorrerse la casa entera en busca de su hermano (si estaba allí, no sabía si quiera eso…) o de quien quiera que pudiera ayudarle.

Fue en ese momento que cayó en una cosa al ver la oscuridad del pasillo. Era de noche. Y si era de noche… todo el mundo estaría dormido. Y no era cuestión de ponerse a fisgar al prójimo…. ¿o sí?

-          No creo que me digan nada si abro alguna puerta que otra en busca del baño… -dijo bajito para sí mismo, riendo, pillo.

De ese modo, Itachi siguió los pasos de Sasuke y bajó abajo. Se notaba hambriento, y su instinto le decía que la comida estaría en una cocina, y la cocina abajo. Pero lo que se encontró… fue la misma escena de su hermano: las dos mujeres y el gorrino dormidos a pierna suelta en los sofás. Sin embargo, como él no era su hermano, no pasó de largo, sino que al ver la copa inacabada en las manos de la mujer, no pudo resistirse a acercarse a hurtadillas para quitársela cuidadosamente… y dejarla en la mesa. Eso sí… no sin antes terminársela él.

Luego, sí que se fue a la cocina, donde encontró unos bollos en un armarito y una botella de cristal de leche. Así que, no dudó en coger un bollito y servirse un vaso. No fue hasta que terminó de “desayunar” que salió de la cocina y se quedó mirando más fijamente a las mujeres… que le vino un flash.

-          ¡Itachi! ¡Vete a buscar a la Hechicera, rápido! […] ¡Hazme caso, es una urgencia!-gritaba Sasuke, histérico.

-          La Hechicera… es ella…-dijo Itachi en voz baja, con los ojos fijos en la rubia, que dormía  pierna suelta, algo sonrojada por el alcohol, roncando de tal forma que cualquiera diría que era una treintañera.

Entonces, el azabache empezó a subir las escaleras, confuso. Si había que ir a por la Hechicera, alguien estaba enfermo. Pero no recordaba quién ni qué le pasaba. “Bueno… si estoy aquí eso es porque tuve que ir a buscarla. Y no sé por qué me da que me ha curado a mí… algo raro pasa aquí…” pensaba el mayor, abriendo la primera puerta que se encontró en el pasillo y entrando, sin darse cuenta de que esa habitación no era la suya.

Era… la habitación de s hermano. Es decir, en la que dormía plácidamente el Kitsune, arropadito hasta las orejas, hecho una bolita y sin hacer ruido alguno, haciendo uso del sigilo propio de los zorros, incluso durmiendo.

No fue hasta que se sentó en la cama y fue a entrar que sus ojos, cansados, desconocía la razón, se posaron en el bulto que yacía a su lado y se asomó al ver una pelambrera rubia.

-          ¿Pero qué…?

Itachi retiró algo las sábanas… y se encontró de frente con el lindo Naruto, que no se había dado cuenta de su presencia. El mayor se quedó obnubilado un rato, mirándole. Ese era… el muchacho que parecía ser el nuevo capricho de Sasuke.

-          Me pregunto qué pasará si…-murmuró, haciéndose a sí mismo un hueco y metiéndose en la cama, al lado del rubio.

Estaba casi seguro que esa cama era la de Sasuke. Quería ver qué cara ponía al verle abrazado a su adorado rubito… y la del rubio en cuestión. Lo que no esperaba… era que se dormiría antes de que el uno se presentara allí o el otro se despertara… y guiado por la respiración tranquila del Kitsune, volvió al mundo de los sueños.

Itachi se encontraba galopando sobre un caballo marrón de crines negras con una mancha blanca en los cuartos traseros tan rápido como podía. Maldito cuervo blanco… menuda paliza le estaba pegando. Le dolía todo ya. La aldea de las apuestas no es que estuviera lejos, pero aun a caballo, se tardaba lo suyo en llegar, y él, entre la panzada a caminar antes por la aldea y el cansancio añadido de mantener el vínculo con Mangekyou, estaba que se caía. Por no hablar que ya llevaba un rato así… más le valía a esa Hechicera saber hacer conjuros para teletransportarse o  sea lo que fuera lo que tenía a Sasuke tan preocupado, no llegarían a tiempo para curarlo.

Entonces, al cruzar un puente, escuchó un ruido entre unos arbustos. Y…

-          ¡Socooorroooo…! ¡que alguien me ayudeeeee…!

… la voz de una chica resonó en sus oídos, taladrándole los tímpanos, desde el interior del bosque. Azuzó al caballo para que girara en esa dirección y se metiera entre la maleza, siguiendo los gritos, que no cesaban. No podía dejar a esa muchacha a su suerte en ese lugar, ya que a esas horas no pasaría nadie más. O la ayudaba él, o moriría… ya que por la histeria en la voz, corría serio peligro.

El caballo obedeció a la tercera, bufando en desacuerdo por meterse ahí. Y cuando parecía que estaban al lado de ella, cerca de un claro, por la luz que veía frente a él, el animal se encabritó y empezó a relinchar como loco, a dar saltos y a tratar de darse la vuelta.

Itachi, trató de manejarle como pudo, manteniendo el equilibrio a duras penas y esquivando las ramas de los árboles, que amenazaban con darle en la espalda y la cabeza cada vez que el bicho pegaba un salto. Hasta que no pudo más y cayó al suelo, golpeándose contra el tronco de unos de ellos y quedando mareado apoyado contra él, en lo que el caballo le miraba un momento con cara de histeria y luego se fue galopando por donde habían venido, saliendo de esa foresta.

-          Nnn… ¿Pero qué le habrá pasado…? Si solo es un claro…-murmuró el chico para sí, poniéndose en pie a duras penas y llevándose la mano derecha a la cabeza, sujetándose, por si acaso, del tronco para no caerse.

Cuando se recuperó, echó a caminar, olvidándose por un momento de su misión principal y de la necesidad de su hermano de ver a la Hechicera. La voz de esa muchacha cada vez sonaba más cerca, más alto, más histérica por el peligro en el que se encontraba. Hipnotizó a Itachi y se le metió en la cabeza, impidiéndole pensar en nada más que en ayudarla.

Así que el muchacho aceleró el ritmo, echó a correr en cuanto el mareo se lo permitió, luchó contra la maleza con sus propias manos al haber salido con tantas prisas que no llevaba arma alguna encima, y al fin alcanzó el claro, enfocando sus ojos la horrible escena: una muchacha, joven, de unos veinte años de edad, se encontraba en el centro del pequeño claro, de rodillas, con la ropa desgarrada, despeinada. Por sus brazos, cuello y tobillos tenía numerosas mordeduras de serpiente, y estaba sangrando por estas a borbotones, sobre todo de una que tenía en la yugular. Y, por si fuera poco, las serpientes no se habían ido. Se encontraban enroscadas por todo su cuerpo, impidiendo que la pobre pudiera moverse, huir o taparse las heridas. Negras, con ojos brillantes, siseaban cada vez que una gota de su sangre las tocaba, como si se regocijaran por ello.

Itachi se quedó en blanco. No sabía qué hacer. La joven levantó la cabeza un momento, para gritar, y sus ojos recayeron en su presencia. Fue cuando la chica empezó a hiperventilar. Abrió mucho los ojos y sus pupilas se contrajeron en un intento de reaccionar ante la posible ayuda. Pero no le quedaban fuerzas… y las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas para disfrute de las serpientes que se enroscaron con más energía.

Entonces, Itachi no pudo soportar esa imagen por más tiempo. Por impulso, se lanzó corriendo, a trompicones, hacia la chica, para ayudarla como fuera. Aunque le mordieran, daba lo mismo, si conseguía librarla de ese sufrimiento siempre podía cargar con ella hasta donde se encontraba la Hechicera. Si llegaba a tiempo… aun podría salvarse.

Pero cuando estaba punto de tocarla… un barullo de cosas se sucedieron muy rápido una tras otra.

Primero, escuchó la voz de Tsukiyomi en su cabeza, retumbando de tal manera que el grito le hizo detenerse en seco y llevarse las manos a la cabeza.

-          “¡¡¡DETENTE!!! ¡¡¡ES UNA TRAMPA!!!”

-          ¡¡¡AAAAARRG…!!!

-          “¡¡ES UNA ILUSIÓN, IDIOTA, CORRE, SAL DE AHÍÍÍÍÍÍÍ!!”

Sin embargo, el intento del cuervo blanco que lo guiaba por ayudarlo, no salió como le gustaría. Semejante potencia había dejado agotado al chico, que si ya estaba antes agotado por estar tanto tiempo vinculado a ellos, ahora no podía ni moverse, arrodillado en el suelo, encogido y temblando, mareado de la velocidad que habían adquirido sus pupilas por el subidón de adrenalina.

Lo único que pudo hacer fue levantar el rostro solo para ver, entre los gritos del cuervo cuyo eco se mezclaba aun con las voces que le daba ahora, que efectivamente, acababa de caer en una horrible trampa.

Simultáneamente a todo esto, la chica que tenía a escaso metro y medio de distancia de donde él se encontraba, le miraba, llorando… pero una aterradora sonrisa se pintó en su cara, simulando una media luna, mostrándole unos dientes afilados. Sin dejar de llorar, empezó a reír. Sus pupilas se volvieron rojas y después puso los ojos en blanco. Y ante los aterrados ojos del muchacho, aturdido por las advertencias del cuervo que no cesaba en intentar que reaccionara, las serpientes se movieron por el cuerpo de la chica, quedando enredadas en sus extremidades, todas ellas, cubriéndolas por completo, empezando a apretar como si de un torniquete se tratara. Otras, hicieron lo mismo en su cintura. Fue cuando el cuerpo de la chica empezó a hincharse, como si la presión que hicieran los reptiles sobre sus miembros estuviera reventándola.

-          “¡¡¡HUYEEEEEEEE…!!!”

-          Pooooooobre jovenzuelo… apuesto a que esto no te lo esperabas…-salió una voz de la sombra.

Los ojos de Itachi buscaron en las sombra de los árboles a su alrededor de dónde provenía esa voz, pero el sonido de algo resquebrajarse le llamó la atención. Casi vomita cuando se dio cuenta de que ese sonido eran en realidad los huesos de la chica, que se estaban partiendo en su interior por la presión ejercida… y también de la carne cortarse cuando las costillas de la chica empezaron a taladrarla.

Al minuto siguiente, coincidiendo con un grito desgarrador por parte de Tsukiyomi, la muchacha empezó a reír a carcajadas, sin dejar de llorar ni una sola vez… y explotó. Reventó, esparciendo sus restos por todo alrededor, salpicando a Itachi, que gritó, aterrado.

Pero lo peor… aun estaba por llegar. Lo que había ocasionado la hinchazón y muerte de la chica, no habían sido las serpientes negras, sino una enorme, morada, que emergió de su interior, claramente invocada por un conjuro, rodeada aun del brillo de la energía mágica, chorreando sangre… de la muchacha.

Itachi quedó petrificado, mirando el enorme reptil, que aumentaba de tamaño conforme pasaban los segundos, mirándole con pupilas rasgadas, mostrándole sus colmillos y sonriendo, pérfidamente.

-          “¡¡¡ITACHI!!!”

-         

-          “¡¡¡¡ITACHIIIIIII!!!”

-         

-          “¡¡¡REACCIONAAAA…!!!”

Y junto a ese último grito por parte de su cuervo, le llegó un pulso de energía que casi le hace desmayarse, parándole incluso el corazón unos segundos y dejándole sin respiración.

Gracias a eso, el azabache pudo levantarse tan rápido como pudo y, trastabillando, retroceder, obedeciendo al fin al pájaro y tratando de huir. Sin embargo… fue demasiado tarde. La serpiente se abalanzó sobre él, lanzando la cola de tal manera que le hozo caer al suelo de morros. Itachi siguió gateando tan rápido como pudo hacia el margen del claro, pero el ofidio le agarró de ambas piernas y tiró de él, atrayéndole hacia sí, siseando.

Luego, le elevó así agarrado en el aire y le lanzó contra los árboles, golpeándole así en la cabeza y haciendo que se mareara. Su vínculo con Mangekyou se fracturó, disipándose poco a poco la voz del ser en la mente del chico.

Sin dejarle sin un minuto para reaccionar, la serpiente se enroscó  alrededor de Itachi y le cubrió entero, apretándole, impidiendo que pudiera respirar. El chico gritó de dolor… abrió los ojos como platos, enfocando la enorme boca de la bicha que se alzaba sobre él, mirándole… y notando como la imagen se le volvía negra por momentos. Ya no oía al cuervo… no lo sentía. No sentía ninguno de ellos… se había desvinculado y se estaba quedando ciego, como imaginaba.

-          Enhorabuena… chico. Vas a contribuir a la captura del famoso…-comenzó a decir la voz que había escuchado antes, a la vez que el sonido de sus pasos en la hierba llegaba hasta él.

Pero no escuchó nada más… todo se había vuelto negro… y su cuerpo dejó de responderle, llevándole a un dulce e indoloro estado de inconsciencia… haciendo eco en su cabeza la voz del chico, terminando la frase “… famoso Zorro de Nueve Colas…” aunque Itachi ya no pudiera oírla ni registrarla.

Sasuke se alarmó, pegando un bote en el sitio y casi metiéndole el dedo en el ojo a Sharingan, que estaba tan tranquilo dejando que el muchacho le sobara un poco. Estaba convaleciente, después de todo… pero ese grito, hasta a él le había asustado. Así que el animal relinchó e instó al chico a que se fuera a base de gestos.

El muchacho asintió, diciéndole que se tranquilizara, que en cuanto supiera que había pasado y que todo estaba tranquilo volvería a bajar para informarle de ello.

Cuando echó a correr, varios gritos más llegaron a sus oídos desde la casa. Primero el de un chico, reconociéndolo al instante: el Kitsune. Luego el de una mujer, que se puso a despotricar al instante a voces, y después de otra. Curiosamente, lo último que escuchó fue el chillido de un cerdo y luego muchos pasos.

Así que, cuando entró en la casa, el salón donde antes las mujeres dormían plácidamente, estaba vacío. Los cojines por los suelos y la copa rota. Esquivando los cristales, subió al piso de arriba, siguiendo las voces de desconcierto que llegaban a sus oídos desde allí. Y lo que vio… del dejó igualmente confuso.

Todo se estaba desarrollando en su habitación, es decir, en la que había dejado a Naruto durmiendo. Al entrar, lo primero que miró fue la cama. Naruto no estaba dentro, sino su hermano, el cual estaba sudando a chorros, sentado y temblando, con los ojos desorbitados. En el suelo, asomándose por el otro lado de la cama, estaba el rubio, que se conoce se había caído por culpa del mayor y lo miraba sin entender. Y algo alejadas de la cama, estaban las dos mujeres, calmándose, mirando también a Itachi y susurrándose qué hacían con él.

Naruto, por su parte, en cuanto vio a Sasuke salió disparado corriendo, por muy dolorido que estuviera y se le abrazó a la nuca, asustado al no haberle visto en la cama, sino a su hermano. El azabache le pasó los brazos por la cintura y le besó en la mejilla sin pensar, susurrándole para que se tranquilizara, mirando por encima del hombro de Naruto a Itachi… que parecía estar en shock por algo.

Itachi… parecía no ver a ninguno  de ellos. Era como si su mente se hubiera ido a un lugar que temía muchísimo y se hubiera anclado ahí. Temblaba como una hoja, hiperventilaba… no parpadeaba. Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas lentamente y sus manos se cerraron sobre las sábanas, aferrándose a ellas. Entonces, la voz de la rubia llegó a los oídos de la pareja, que la miraron.

-          Parece estar en shock. Ha recordado algo.

-          ¿Usted cree, Señora Tsunade…?

-          Sí… pero el problema ahora… va a ser sacarlo de ahí. Se ha traumatizado, está histérico,

Tsunade… ese nombre… Fue cuando Sasuke reaccionó. Él no conocía aun a la Hechicera, era nueva en su cargo, y como siempre desaparecía sin avisar nunca había tenido la oportunidad de hablar con ella, ya que la nombraron e hicieron la ceremonia cuando él estaba de caza. Solo sabía… su nombre.

-          ¿Usted es la Hechicera, verdad?-preguntó, mirándola.

La mujer asintió sin mirarle… y Naruto se encogió. Esa mujer… si había visto su sello… si sabía lo que era… ¡y él la había gritado!

-          Ayúdele, por favor.-le sacó la voz de Sasuke de sus pensamientos.

-          No puedo hacer nada.

-          ¡Pero usted…!

-          ¡Tiene que despertarse él solo! Aunque le veas así, aun está dormido. Como un sonámbulo. Si le despertamos a la fuerza, en el estado de nervios en el que está podría quedar traumatizado para siempre, histérico, podría hacernos daño a todos. Tiene que superarlo antes en el sueño para poder hacerlo en la realidad.

-          Entonces…

-          Está recordando algo.

Sasuke entonces cayó en la cuenta. Su hermano estuvo vinculado con Mangekyou… y de repente le pasó algo, que fue lo que le alarmó a él y provocó todo aquel jaleo. ¿Y si debido al vínculo perdió la memoria de lo que le pasó… y lo está recordando ahora…?

De repente, Naruto se separo de él. Despacio, y ante la atónita mirada del resto, se acercó a la cama y se sentó de rodillas en ella, frente a Itachi, el cual le miraba fijamente sin si quiera verle. Sasuke trató de detenerle, pero una mano le agarró del brazo.

-          No, quieto… déjalo. Veamos qué pasa…-dijo la Hechicera, seria, atenta a la escena. Ese chico era distinto y ella lo sabía. Capaz… que podía hacer algo interesante ahí mismo.

El azabache la miró, sin poder creerlo. ¿No decía que sacar a Itachi del sueño podía hacerle daño? Aunque Naruto… “Ha demostrado tener un gran poder… ¿y si…?” Pensó, sin terminar de hilar sus pensamientos y deteniéndose, asintiendo y confiando en el chico, con el corazón en un puño… como todos los demás.

El Kitsune, entonces, cerró los ojos. Actuando por instinto, levantó ambas manos y cogió a Itachi del rostro suavemente, atrayéndole hacia sí de tal forma que pegó la frente del mayor con la suya.

Fue en ese momento, que Itachi se calmó del golpe. Dejó de respirar incluso durante unos instantes… y después gritó. Se apartó de Naruto, parpadeando de nuevo y alejándose de él, balbuceando cosas, entre las cuales decía:

-          ¡¡El Zorro de Nueve Colas, el Zorro de Nueve Colas…!!-repitiéndolo todo el tiempo.

Sasuke corrió hacia ellos, alarmado por ello y agarró a Naruto tirando de él hacia atrás, viendo que sus pupilas azules se habían contraído al escuchar ese nombre. ¿Le había reconocido…? ¿Qué demonios había…?

-          Tranquilo, chico… -dijo Tsunade, con voz calmada, acercándose por detrás con los brazos cruzados, seguida de la otra.- respira… ¿qué pasa con el Zorro de Nueve Colas…?

Naruto y Sasuke se miraron a los ojos, preocupados. ¿Y si resultaba que en ese tiempo Itachi había descubierto… o los enemigos le habían dicho que el joven rubio era…?

Se hizo el silencio. Todos notaban sus respectivos corazones latiendo a más no poder, tan rápido y tan fuerte que hasta les dolía, en lo que Itachi respiraba hondo y se tranquilizaba, cerrando los ojos un momento, ordenando sus ideas… para abrir la boca lentamente y decir.

-          Están buscando… al Zorro de Nueve Colas…

 

Continuará. :3

 

Notas finales:

Bueno... ¿qué os ha parecido? ¿Me he ganado vuestro perdón...? ^^U no creo, supongo que hasta que no lleve algo más escrito no me perdonaréis del todo, pero en serio que no pude! xS

Luego, para ser sincera, tuve un problema: como había pasado tanto tiempo, había olvidado ciertos detalles de la historia que llevaba ya escrita pero que me salen improvisando y luego resulta que me influyen demasiado en la historia. o-o es decir, que me tocó releer mi PROPIA historia. ^^U

En fin... espero que os haya gustado, que os haya enganchado de nuevo, y espero que no me abandoneis... por favor. T.T con lo que yo os quiero...

para el próximo cap... Itachi contará lo que recuerda. Tsunade contará un par de leyendas... y la panda locos mas extras volverán a la aldea. ¿qué ocurrirá? próximamente en... Legacy. xP

nos leemooooooooooos! 


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