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-{Legacy}- por Reiko-chan

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Notas del capitulo:

Bueno, como lo prometido es deuda... aquí tenéis el capítulo 2 de Legacy!! Espero que os guste tanto como el primero... y os deje igual de intrigados... jejeje... ^^

¿qué decidirá hacer nuestro Sasuke con ese curioso muchacho rubio...? ¿cómo reaccionará éste el verle...?

lo sabréis leyendo!! que lo disfrutéis!! nya!! =^0^=

PD: de nuevo... dedicado a mi Neko-chan personal! gracias por tu apoyo!! ^^

 

Capítulo 2: Resolution.

 

-          No puede ser… eres… eres…-Sasuke tragó saliva. No podía terminar de creérselo.- eres Kitsune… el zorrito que encontré…

Desde luego… no podía ser otra persona. Si le podía llamar persona, porque lo de las orejas y la cola… no era normal. Además… el zorrito que él había salvado… era eso: un zorro. Y ahora, tenía forma humana. Pero es que tenía que ser él: esos ojos azules que le helaban la sangre y le transmitían todo lo que sentía… su corazón se había saltado un latido al verlos. Y eso sólo le había pasado… con Kitsune…

-          ¿qué te ha pasado…?-susurró el azabache… como si alguien más pudiera oírle. Obviamente, el chico no le contestó… estaba K.O.- la última vez que te vi eras un maravilloso zorro de cuatro colas del tamaño de un caballo o algo más…

Sasuke depositó al zorrito recién bautizado en el suelo. El pequeñín lo miró extrañado en lo que el azabache cruzaba la habitación y se arrodillaba en el suelo dejándolo a él ahí.

-          ¡vamos! Eres un patoso. Tienes que practicar y aprender a andar bien.

El zorrito le miró… y negó con la cabeza. Sasuke rió. Lo rápido que había aprendido el canijo a decir que no… así que no se movió. Se palmeó las rodillas para insistir… y el zorrito le hizo caso. O al menos eso intentaba… ver al Kitsune pelear por ponerse de pié… era un show. Se cayó de morro tres veces, se liaba con las patas, se pisaba las orejas… y al cabo de diez minutos al fin consiguió mantenerse sobre sus cuatro patas.

-          ¡ju! Muy bien…-le dijo Sasuke, aguantándose la risa. Jamás había pensado que un zorro pudiera ser tan torpe.- venga… ahora ven aquí.-el zorrito le miró con cara de “¿estás de broma, no?”, y aplanó las orejas hacia atrás para respaldar su negativa.- vamos, pequeñín… que cuando lo consigas… esto… te daré de comer.

Al zorrito se le iluminaron los ojos. Irguió las orejas y las orientó hacia Sasuke, como si de un timón de tratase. Luego levantó la cola hasta dejarla prácticamente en vertical para no tropezarse con ella… y poquito a poco, muy despacio, empezó a caminar. Al principio iba muy inseguro… daba la impresión de que iba a caerse en cualquier momento… pero según fue avanzando y ganando confianza… aceleró. Cuando había cruzado media habitación ya caminaba bien y con soltura.

Entonces se detuvo y miró a Sasuke con determinación. El azabache levantó las cejas, extrañado… a saber qué se proponía… El zorrito tomó aire… y echó a correr tan rápido como pudo, sin tropezarse ni una sola vez, directito hacia el niño que le miraba con la boca abierta sin poder creérselo. Fue cuando llegó que se dio cuenta… de que no sabía frenar… y se dio de morros con las rodillas del chico rebotando hacia atrás y cayendo de culo.

-          ¡Ah! Kitsune, ¿estás bien? ¿pero cómo se te ocurre echar a correr?-le reprendió Sasuke, preocupado y cogiéndolo en sus manos. Sin embargo el zorrito levantó la cabeza, aturdido… y le miró, sonriendo.

-          ¿nyaaa?

A Sasuke le dio un vuelco el corazón… ¿cómo iba a enfadarse con un bichejo así…? El zorrito le miraba, feliz por la hazaña que había logrado… y feliz por haberle alcanzado tan rápido. Entonces… le sonaron las tripas… y agachó las orejas hacia los lados.

-          Nyaaaaa…

-          Claro… ¡tenías hambre! Por eso has venido tan rápido, ¿verdad?... está bien… espera por aquí, y no hagas ruido… que voy a buscarte un poco de leche.

El azabache dejó al Kitsune en el suelo y salió corriendo cerrando la puerta tras de sí. Al cabo de unos minutos volvió con un platito con leche. Cerró de nuevo la puerta… y no veía al zorro por ninguna parte.

-          Hey… ¿no decías que tenías hambre? Sal, que soy yo.-dijo el muchacho según dejaba el platito en el suelo.

En el momento en que el plato rozó la madera… el Kitsune salió corriendo de bajo la cama, lleno de polvo y pelusas, en dirección al plato. Sasuke abrió los ojos cuanto pudo y aguantó la respiración, dispuesto a agarrar al zorrito si no era capaz de frenar… pero no le hizo falta. Cuando quedaba nada para chocarse contra el plato… una de las pelusas que llevaba enganchadas en los bigotes se movió, se le metió en la nariz… y estornudó. Con tanta potencia que le frenó y le sentó en el suelo justo delante del plato.

El zorro se miró… sacudió la cabeza para liberarse del exceso de pelusas y miró a Sasuke con orgullo. El niño estaba alucinado…

-          ¿No me digas… que acabas de inventarte un método de frenado…?-murmuró el muchacho, incrédulo.

-          ¡nya!

Y con esas… el zorrito se dispuso a comer.

Sasuke sonreía tras recordar esto. Era graciosísimo. Pero la tontería no le duró demasiado… al día siguiente tenía el doble de tamaño y corría a velocidades supersónicas persiguiendo ratones por todo el ático.

-          Ju… en dos días teníamos la casa limpia de ratones… mi padre no se lo creía, llevaba años intentando exterminarlos y de repente desaparecen…

Entonces el chico se giró. Sasuke se tensó. “es verdad… ¿y ahora qué hago con él?” pensó. Esta vez no era como la última... no podía meterlo dentro de la aldea en el estado en que se encontraba sin que le llamaran la atención… por no mentar que no era una persona normal. 

En ese momento… el rubio abrió los ojos con pesadumbre. Se había quedado boca arriba y el único rayo de sol que llegaba al suelo a través de la red de ramas que tenían sobre la cabeza le dio directo en los ojos.

-          Nnnn….-se quejaba, cubriéndose los ojos con el brazo.

Sasuke se apartó un poco y le dejó espacio. Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas bien lejos de su arco, para que el otro no lo tomara como una amenaza, y se dispuso a ver el espectáculo. Porque seguro que montaba uno… visto lo visto.

Entre tanto, el rubio se estiraba bajo las ropas que le había echado el azabache por encima antes… y de repente se quedó paralizado. Abrió los ojos como platos, sus rasgadas pupilas se empequeñecieron… y se llenaron de lágrimas. Su rostro se contrajo en una mueca de dolor… y como impulsado por un resorte, se encogió sobre sí mismo y se agarró la pierna de la herida.

-          ¡¡¡Ññññggggghh…. Gyyyaaaaaaaaahhh!!!-farfullaba en una mezcla de humano y zorruno, quejándose del dolor que había sentido y que le había recorrido toda la pierna hasta los dedos de los pies como un calambrazo.

“Pobrecito… pero no puedo intervenir ahora… es mejor que me vea cuando se tranquilice. Ahora mismo soy invisible para sus ojos…” pensó Sasuke, observando desde lejos. Mientras… el zorro se miraba con curiosidad, sin saber exactamente lo que le había pasado. Luego se fijó en que estaba tapado… y acarició las ropas con las manos. Sus ojos se oscurecieron un momento y se entornaron… pero al segundo se tensó. Miró alrededor… y vio al azabache.

A Sasuke le dio un vuelco el corazón y se empezó a sentir nervioso. Aguantó la respiración. Era el momento de la verdad. El rubio por su parte se le quedó mirando fijamente, con unos enormes ojos azules… pero en tensión. Ninguno de los dos se movía. Entonces, los ojos del rubito se posaron en el arco que estaba en el suelo… sus pupilas se contrajeron en terror al recordar la herida… y por instinto saltó hacia atrás. Obviamente… se tropezó consigo mismo y cayó de culo, por lo que retrocedió arrastrándose hasta que su espalda topó con el tronco del árbol.

Sasuke suspiró y algo en su interior se derrumbó cuando el rubio le clavó una mirada aterrorizada y suplicante. “¿qué ocurre…? ¿Seguirá en estado de shock?” pensó, en lo que decidía qué hacer. Por si acaso siguió sin moverse, no fuera que el otro se asustara aún más. Aunque estaba helado de frío… aunque hiciera sol su calor no llegaba hasta allí… su cuerpo se empeñaba en querer temblar y tiritar… pero se contuvo con todas sus fuerzas.

En ese momento… el rubio se fijó en que tenía tapada la herida. Se puso serio y alargó la mano, agarró la camisa que se había quedado a sus pies al retroceder… y la miró. Sus ojos se posaron en el vendaje improvisado, luego en la camisa y finalmente… en Sasuke. Le clavó una mirada inquisitiva y dudosa… que permitió al azabache relajarse. Perecía que había entendido que no iba a hacerle daño. Eso sí, no le quitaba la vista de encima, como si estuviera analizándolo.

-          ¿Ny…aa…?- se atrevió a murmurar el rubio.

-          Ju…- sonrió Sasuke. Definitivamente… era Kitsune. Y le seguía entendiendo igual, después de tanto tiempo.- sí… he sido yo, yo te he curado la herida… no tienes por qué tener miedo de mí… no voy a hacerte daño…

El Kitsune levantó las cejas… e hizo amago de acercarse a Sasuke, pero se arrepintió y se quedó donde estaba. Estaba mareado. Sasuke decidió tomar la iniciativa, ya que el otro parecía que no se encontraba bien todavía. Se levantó despacio y se acercó al muchacho. El rubio se pegó aún más al tronco y se encogió.

-          Vamos… no me tengas miedo… soy tu amigo.-susurraba el azabache en tono tranquilizador sin dejar de aproximarse.

Pero el muchacho no paraba quieto. Se revolvía intentando retroceder aún más, completamente pegado al árbol y resbalando contra el suelo. Sin embargo Sasuke no se detuvo. Se acercó hasta acuclillarse a su lado… y le puso la mano en la cabeza. En ese momento el rubio se quedó paralizado. Cerró los ojos con fuerza y apretó la mandíbula. Su pecho subía y bajaba con rapidez y no paraba de temblar.

Entonces Sasuke le empezó a acariciar. El rubio dejó de temblar… y abrió un ojo, mirando arriba, viendo cómo Sasuke movía el brazo. Poquito a poco se fue calmando… y abrió los dos ojos, clavándolos en Sasuke.

-          ¿lo ves…? No voy a hacerte daño…-susurró el azabache sin dejar de acariciarle.- ¿no me recuerdas… Kitsune?

El rubio abrió los ojos cuanto pudo y sus pupilas se contrajeron. Se tensó de nuevo… y de repente su rostro se contrajo con una mueca de dolor. Se llevó las manos a la cabeza y se encogió, gimiendo. Le dolía tanto…

-          Nyaaa… ññññgggh…-Cuando se calmó de nuevo levantó la vista y miró a Sasuke con ojos cansados y respirando con dificultad.

-          Oh, no… ¿has… perdido la memoria…? No puedes… recordar…

-          Nyaa…-respondió el otro, bajando la vista, apenado.

A Sasuke algo se hizo pedazos en su interior. Pensar que su querido Kitsune se había olvidado de él… le dolía muchísimo… Habían pasado tantos ratos buenos juntos que podría escribir un libro entero sobre ello… y lo más importante… llegaron a ser muy amigos, muy cercanos… “al principio… era por responsabilidad… o eso pensé… pero luego me di cuenta de cuánto te necesitaba… al echarte de menos…”

-          Madre mía… ¿pero cómo has podido crecer tanto…?-le decía el joven Sasuke al zorrito tamaño perro grande que le miraba con curiosidad sentado en el suelo.- fíjate… en sólo dos días… ¡dos! En sólo dos días has crecido tanto que le llegarías a mi padre por las rodillas… ¡ya ni me hace ni falta agacharme para acariciarte! Además… ¡te ha crecido otra cola!

-          ¡Nyaaa!-respondió el Kitsune, sonriendo.

-          ¿cómo que nyaaa? A este paso no vas a caber en casa… mañana mismo vamos a ir al bosque a buscar un escondite secreto donde te puedas quedar.

-          ¡¿nyaaa?!

-          ¿Qué por qué? Pues porque si mi padre te encuentra aquí… te matará… y eso no lo soportaría, ¿entiendes?...

Sasuke se quedó mirando al zorrito un momento… y se le llenaron los ojos de lágrimas. Sin darse cuenta se había puesto a llorar a mares. Solamente imaginar que le podía pasar algo… le entristecía sobremanera y le dolía el corazón. El zorrito le miró fijamente y tragó saliva. Se acercó a la cama, donde Sasuke estaba sentado y le dio con el hocico en las rodillas.

-          Ñiuuu…-murmuró Kitsune, sin quitarle la vista de encima.

-          ¿eh…? ¿qué?-dijo el niño al escuchar ese nuevo sonido mientras se secaba las lágrimas.

-          Ñiuuu…-repitió el zorrito, dándole de nuevo con el morro.

-          Soy… ¿yo?-preguntó Sasuke, con cara de incredulidad y señalándose a sí mismo con el dedo.

-          ¡¡Nyaaa!!-dijo el bicho, feliz.

Sasuke no podía creérselo… le había… puesto nombre. Como no sabía hablar había desarrollado un sonido sólo para él. Se agachó y abrazó al zorro con todas sus fuerzas. Definitivamente… no podía dejar que nadie le hiciera daño.

“ya me prometí a mí mismo entonces que te protegería… aunque no me recuerdes” pensó Sasuke, volviendo a la realidad e ignorando esos sentimientos tan dolorosos que se habían apoderado de él… en la medida de lo posible, claro. Después, miró al rubio a los ojos, a esos intensos ojos azules que había echado tanto de menos…

-          Escucha… no te pido que te creas todo lo que te cuente. Solamente tienes que confiar en mí, ¿vale? En las condiciones que estás… no puedes sobrevivir sólo, y menos en el bosque.

-          Nyaa…

-          Veo que lo comprendes… mira… como por lo que veo ni siquiera tú sabes lo que te ha convertido en humano… ni lo que te ha hecho perder la memoria… no sabemos tampoco cuánto tiempo vas a estar así. Peeero… me voy a arriesgar: te voy a llevar a la aldea conmigo.

-          ¿Nya?-dijo el otro, mirándole sin entender.

-          Sí… te voy a llevar conmigo. El problema… es que tal y como estás ahora va a ser imposible. No se van a tragar que he ido a cazar y me he encontrado contigo, desnudo, y amnésico. Así que esta noche la pasaremos aquí. Mañana te traeré algo de ropa… y ya veremos cómo me las apaño para colarte… los controles son muy estrictos, al menos con desconocidos. Pero por ahora… concentrémonos en esta noche.

De repente Sasuke se levantó y se estiró. Estaba congelado… pero en esos momentos no podía preocuparse por eso. Miró a su alrededor para orientarse mientras pensaba en el escondite más cercano y cubierto que había por allí… aunque el que verdaderamente le vendría bien en esos momentos… estaba bastante lejos… en unas cuevas de la Montaña Jadeante. Nadie más sabía de su existencia porque estaban lejos de los caminos habituales y bien dentro del bosque… y la gente no se atrevía a explorar por esas zonas. Además esas cuevas… el zorrito ya debía conocerlas.

-          ¡Venga! Conozco el sitio perfecto para pasar la noche sin congelarnos… dame la mano.-dijo Sasuke, con entusiasmo, alargando la mano para ayudar al rubio a levantarse.

El rubio miró la mano… y negó con la cabeza. “mira por dónde… eso no se ha olvidado…” Sasuke repitió el gesto, insistiendo… pero el zorro se negaba a darle la mano… miró a Sasuke a los ojos y el muchacho lo entendió todo. Era como entonces, se sentía inseguro… tenía miedo de caerse… y de quedar en ridículo. Entonces se le ocurrió una idea.

-          Ju… venga… que si te levantas… te prometo que te daré algo de comer.

Al rubio se le iluminó el rostro. Miró a Sasuke con decisión en los ojos y le dio la mano. El azabache tiró hacia arriba para ayudarle a levantar, el rubio se puso en pié, sonriendo… pero le falló el equilibrio y se cayó de culo de nuevo al suelo. “hum… va a ser difícil levantarle.”

-          Vamos a probar otra cosa… es que necesito que por lo menos sepas cómo mantenerte en pie tu solo. Yo te voy a llevar a cuestas hasta allí… pero si por el camino nos ataca algún animal… te tendría que dejar en el suelo, si no, no podré pelear. Así que tienes que saber mantener el equilibrio…

-          ¡Nya!-asintió el rubio, decidido a aprender. Todo fuera por algo de comida que llevarse al cuerpo…

-          Pues vale… escucha: vamos a hacer igual que antes. Yo te ayudaré a levantarte con la mano. Pero en cuanto estés de pié… agárrate a mis hombros y yo te sujetaré de los brazos… hasta que le cojas el truco.

El rubio le miró poco convencido… pero no le quedaba otro remedio. Al fin y al cabo… el humano era él. Sasuke le tendió la mano de nuevo y el Kitsune se la dio. Todo fue de maravilla, como antes, se puso en pié... y perdió el equilibrio. Sólo que esta vez… se fue hacia delante. Por acto reflejo pasó los brazos por la nuca del azabache y se abrazó a él para no caerse. El pelinegro, por su cuenta, le pasó los suyos por la espalda y le abrazó fuerte para sujetarle. Tuvo que retroceder un par de pasos para no caerse… pesaba más de lo que creía.

-          Nyyyy… Aaaaaa… -murmuraba el rubio en su oído, temblando.

-          Tranquilo… -dijo Sasuke, sujetándole bien fuerte.- yo te sujeto, ¿ves? No te has caído… aunque por poco me tiras a mí… ahora intenta sujetarte tú solo. Cuando te sientas seguro, suéltate.

El Kitsune asintió. Se quedaron así abrazados un buen rato… aunque en el fondo lo agradecían. Con el frío que hacía ambos estaban entrando en calor. Sasuke se relajó y hundió la nariz en el pelo del otro, cerrando los ojos. Olía tan bien… que le entraban ganas de no soltarle nunca. Por su parte, el rubio se esforzaba en mantenerse de pié por sí solo… aunque notó algo raro en su interior. Como un sentimiento de familiaridad… extraño. De repente se sentía feliz…

Al cabo de un rato, el rubio se separó de Sasuke un poco. Apoyó las manos en sus hombros como debería haber hecho antes… y Sasuke lo alejó de sí a regañadientes. Con lo a gusto que estaba… rápido había aprendido a sostenerse… igual que de canijo. “La comida hace milagros…”

-          ¿Ya está? ¿seguro?

-          ¡Nya!

-          Muy bien… pues te voy a soltar a ver si es verdad… tengo que recoger mi arco y mis flechas… y taparte con la camisa para que no te hieles. Tienes que ser capaz de aguantar tú solito.

El rubio asintió… y soltó a Sasuke, que se alejó de él y se dirigió a sus armas. Pero no se caía. Se quedaba de pié, tambaleándose un poco de vez en cuando, pero recuperaba el equilibrio solo. Sasuke, entre tanto, miraba de reojo no fuera que de repente le fallaran las piernas. Tenía una herida, al fin y al cabo…

Cuando terminó de engancharse el carcaj al pantalón, cosa difícil, ya que el suyo era de llevar a la espalda… recogió la camisa y se dirigió al Kitsune. Le levantó los brazos y le puso la camisa. Perfecta. Tenía la misma talla que él. Además era lo suficientemente larga como para cubrirle hasta la mitad del muslo. Luego le puso el chaleco sin atárselo y recogió el arco.

-          Vamos… arriba.-dijo Sasuke, agachándose delante del rubio y echando las manos hacia atrás. El otro le miró sin entender.- que subas… es la mejor manera de llevarte a cuestas. Además, si tuviera que soltarte, caerías de pié sin problemas.

El rubio asintió y tragó saliva. No estaba muy seguro de todo aquello… con mucho cuidado se las apañó para subirse a la espalda de Sasuke, que le sujetó por las piernas y se levantó. El Kitsune se asustó y se abrazó al cuello del azabache con cuidado de no ahogarle.

Entonces, el pelinegro echó a andar, con decisión. El rubio se sorprendió de la fuerza que tenía… hace un momento casi no podía con él… y ahora caminaba como si no llevara nada encima.

-          Escucha… Kitsune. Fíjate bien por dónde vamos, ¿vale? Nadie más sabe cómo llegar a donde te estoy llevando, por lo que este escondite es único. En cualquier momento que lo necesites… por lo que sea, que no pase nada, pero por si acaso… quiero que vayas allí, ¿entendido?

El Kitsune asintió y comenzó a memorizar los detalles del terreno que le llamaban más la atención. Entre tanto a Sasuke ese camino hizo que su mente volviera a alejarse de su cuerpo… y a llevarle al tiempo en que descubrió las cuevas.

A la mañana siguiente, el joven Sasuke se levantó deprisa y corriendo, desayunó todo lo rápido que pudo y subió al desván. Ese día… tendría que volver solo al bosque para encontrar un lugar seguro para su amigo. Bueno… solo, no. El Kitsune iría con él. Que a saber cómo le sacaba de su casa, por cierto… si había crecido más le sería difícil.

 Al llegar arriba abrió la puerta de golpe… y se chocó con el zorrito nada más entrar. Cerró la puerta y se le quedó mirando. Exactamente, había crecido de nuevo, aunque no demasiado. Y seguía teniendo dos colas, cosa buena, porque era más fácil de ocultar.

-          Kitsune, escucha… se me ha ocurrido una forma de sacarte de aquí… pero tienes que hacer lo que yo te diga y nada más.

-          ¡Nya!-respondió el zorro con entusiasmo y sentándose en el suelo a sus pies, clavándole una ilusionada y excitada mirada.

-          Mira… te tienes que hacer pasar por muerto. Te meteré en un cesto y enrollaremos las colas para que no se note. Como ayer heló pondré el cesto en el trineo y engancharé al caballo para que tire. Si alguien pregunta… voy a entregar unas pieles de zorro de parte de mi padre.

El zorro asintió y Sasuke empezó a revolver por el ático en busca de un cesto lo suficientemente grande para que cupiera el bichejo. Una vez lo encontró, el Kitsune se metió dentro y se enrolló de tal forma que verdaderamente parecía un montón de pieles. Luego salió otra vez y miró a Sasuke sonriendo, orgulloso de sí mismo.

El pequeño le acarició la cabeza y bajó corriendo a enganchar al caballo al trineo. Era un caballo de tiro viejo que le habían regalado para aprender a montar, por lo que era un bicho buenísimo y obediente. No era muy grande, así que podía manejarlo sin problemas desde el trineo.

Entre tanto… su hermano se marchó corriendo porque le esperaban sus amigos, su padre se fue refunfuñando al herrero porque le debía dinero de la última vez que le invitó a copas y su madre salió con una cesta en cada mano a hacer las compras del día. Así que la casa se había quedado vacía…Sasuke aprovechó para subir corriendo al ático y coger el cesto mientras el zorro le seguía con cuidado. Salieron a los establos por la puerta que los comunicaba con la casa, donde Sasuke colocó el cesto en el trineo y se aseguró de que no se moviera… con el zorro bien acurrucado dentro.

Un rato más tarde ambos estaban atravesando las puertas de la aldea y se dirigían al bosque. Una vez adentro, pero sin salirse del camino principal, dejaron el trineo y echaron a andar, pues ya era peligroso ir por allí con el caballo. Además, ya no había peligro de que nadie los viera.

Caminando y caminando… encontraron un claro con una roca enorme en medio. Los dos se pusieron de acuerdo en que ese sería el lugar donde se encontrarían todos los días a partir de entonces. Pasaron de largo el claro… y empezaron a ascender a la montaña. Era horrible… en verdad, el nombre de Montaña Jadeante le venía que ni pintado…

-          ¿sabes?... dicen que la llamaron así… porque todo el que pasa por ella… sea hombre o bestia… acaba… jadeando… de agotamiento… la leyenda dice que… hasta la propia montaña… se asfixia de vez en cuando… y se… la… oye… jadear… esos días… nubes negras… como ceniza… cubren el cielo… y la Cordillera Carbonada… cambia de color al llover de esas… nubes raras…

Sin darse cuenta habían ascendido mucho trecho y se habían desviado del camino. Al rato delante suyo aparecieron un montón de cuevas escondidas en las paredes más escarpadas de la montaña. Los dos se miraron… y asintieron. Ese era el lugar idóneo para esconderse.

-          Al fin… hemos… llegado…-farfulló Sasuke, luchando por llegar a la primera cueva. Le dolían las piernas de subir cargado con el rubio a la espalda, y le costaba respirar. Ya se había olvidado de lo difícil que era llegar hasta allí… como había pasado tantos años sin subir…

Cuando al fin lo logró, dejó al Kitsune en el suelo y se sentó con la espalda contra la pared. Estaba sudando a chorros… tenía que seguir moviéndose o se quedaría frío... pero antes era necesario recuperar el aliento. El rubio, sin embargo, se sentó a su lado y le clavó una mirada suplicante. Sasuke le miró, inquisitivo. Y al momento al otro le sonó el estómago.

-          Nyaaa…

-          Tienes hambre, ¿eh? Normal… nos ha llevado todo el día llegar hasta aquí… se está poniendo el sol.

-          ¡Nyaaaaaaaaaaa…!

-          Ju… está bien… voy a cazar algo. Lo prometido es deuda. ¡Estate aquí quietecito y sin moverte! Como mucho practica el caminar agarrado a la pared, ¡pero ni se te ocurra salir de aquí!

El zorro negó con la cabeza y le miró con ojos llenos de inocencia, como si no fuera capaz de matar una mosca. “ahhh… había olvidado esa mirada…” pensaba Sasuke, mientras se levantaba de nuevo, con cansancio, y salía de la cueva con el arco cargado con dos flechas a la vez.

Al cabo de media hora, volvió con un jabalí a la espalda y varios troncos de madera bajo el brazo. Estaba realmente agotado… subir a esa cueva era un verdadero suplicio… iba a dejarse caer con jabalí y todo, cuando un par de manos se lo quitaron de encima y lo depositó a su lado. Se giró con los ojos como platos: era el rubio, que le miraba sonriente. La misma mirada de orgullo personal que le daba siempre cuando era pequeño y había logrado algo importante para él.

-          ¿No me digas… que has… aprendido a andar?

-          ¡nya!-respondió el rubio, asintiendo con entusiasmo, y dando vueltas alrededor del azabache… que se esforzaba por encender una hoguera.

Cuando lo hubo logrado, sacó el cuchillo y descuartizó al jabalí, echando unos pedazos de carne al fuego. Al rato los sacó… y el Kitsune se abalanzó sobre ellos, comiendo con ansias. Sasuke se dedicó a comerse su pedazo también, pero con más tranquilidad… era como si el rubio llevara días sin comer, impresionaba. Y así con la tontería… se comieron el jabalí casi entero entre los dos.

Al caer la noche el pelinegro se asomó afuera: no se veía ni una sola estrella en el cielo… estaba cubierto de unas nubes extrañas… moradas… Sasuke nunca había visto nada parecido en toda su vida, pero decidió no darle mucha importancia. Si a la mañana siguiente seguían allí… daría la voz de alarma. Pero solo después de haber infiltrado el Kitsune en la aldea y haberse asegurado de que se encontraba sano y salvo.

Al cabo de unos minutos volvió adentro… fuera hacía un frío helador, y él no llevaba nada de abrigo encima al dejárselo al rubio. Al entrar vio que el Kitsune estaba tumbado el lado de la hoguera, dormido. Sasuke sonrió para sí y volvió a sentirse melancólico. Sacudió la cabeza y se tumbó a su lado, boca arriba, con los brazos en la nuca y mirando al techo. “espero… que recuperes la memoria… Kitsune.” Pensaba.

Y de repente, el rubio se giró en sueños y se le abrazó. Apoyó la cabeza en su hombro izquierdo y le pasó el brazo derecho sobre el pecho, arrebujándose contra él, murmurando algo. Sasuke aguzó el oído mientras le miraba sorprendido y sin saber qué hacer. Entonces… cuando se quedó quieto del todo… el Kitsune suspiró y susurró: “ñiuuuu….”

A Sasuke le dio un vuelco el corazón. Se quedó helado un momento y después miró al rubio con ternura y sonrió. Pasó el brazo izquierdo por la espalda del otro y lo atrajo hacia sí mientras con el otro le acariciaba el pelo delicadamente. Hundió de nuevo la nariz en su rubia cabellera y respiró hondo. Luego suspiró y miró de nuevo al techo, sonriendo y viendo cómo el fuego hacía sombras en la piedra.

-          Espero que…-susurró el azabache, lo más bajo que pudo.-… al menos estés soñando conmigo…

Y con esas se quedó dormido, pensando en cómo al día siguiente… iba a romper casi todas las normas de su aldea… y en cómo haría para colarle en ella sin que les descubrieran. Porque una cosa tenía segura… no volvería a separarse de él.

 

¡¡Continuará!! ^^

 

Notas finales:

¿qué tal...? ¿os gustó...? ^^ no os hacéis idea de lo que me está costando escribir este fic... tanto flashback... me cuesta mucho meterlos! y los que quedan... ufff...

bueno... espero que lo hayáis disfrutado... y que os haya engatusado para seguir leyendo!!

gracias por leer, nyaaa!! dejen reviews, onegai!! hasta el capítulo 3!! ^^


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