Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Destino por Terry

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

los personajes de Vocaloid no me pertenecen solo los tomo prestados

Notas del capitulo:

Bueno espero que les guste nada mas eso.

Destino

 

Hace algún tiempo ya que el reino azul se consolidó, la familia real guiaba al país con benevolencia, buscando igualdad y paz, los ciudadanos admiraban q la familia azul sin saberse observados desde las profundidades de la oscuridad.

 

Así el tiempo pasó, la reina preñada quedó y con ello la alegría del reino creció… el rey ponía toda su fe en que varón fuese.

 

Día con día su majestad hablaba al bebé que se formaba de la grandeza del reino, de lo que le esperaba al nacer.

 

Al fin el día llegó, todos en el reino con ansias esperaban… cuando las campanas del reloj marcaban las tres de la mañana acompañados de los fuertes llantos del recién nacido.

 

Nadie podría haber imaginado lo que le esperaba a ese bebé… todos sonreía, todos menos una vieja mujer quien a las puertas de palacio exclamó “El príncipe bajo maldición nació, mala fue la hora de su nacimiento, que consagrada al demonio es” la reina preocupada abraza a su hijo mientras el rey manda a que esa mujer fuera llevada de vuelta a su casa.

 

Muchos súbditos de bruja la acusaron otros solo de senil, aun así las palabras de esa mujer se fueron olvidando conforme los días pasaban.

 

El príncipe de blanca piel y un único mechón de azul cabello, comienza a verse cada vez más vivas.

 

-Kaito te llamaras-dijo la madre el día de su bautizo mientras el sacerdote dejaba caer el agua en su frente, en cuanto las primeras gotas le tocaron el infante pegó un chillido mientras que en su frente una marca carmesí se distingue como marcada a fuego.

 

El llanto del príncipe no cesa y las luces de la iglesia se apagan de repente cuando una suave melodía llega a oídos de los congregados, solo así el infante cesó su llanto quedándose dormido cuando la marca desaparece.

 

El hecho a muchos dejó consternados aunque el rey para calmarlos la culpa se echó.

 

-Lamento haberlos asustado pero no pude evitar contratar a un virtuoso pianista pero que es algo particular, no se deja ver y hace espectáculo como este-dijo al ver a su mujer asustada.

 

Ante esa respuesta la calma volvió y ante la extraña marca el rey a su amada le dijo que solo fue una ilusión, que el príncipe jamás la tuvo.

 

Los años pasaron y el bebé un niño de cinco ya era, inquieto y alegre, quien tenía por manía escapar de la escolta real.

 

El día anterior a su sexto cumpleaños Kaito en el bosque solo se internó, por perseguir  una hermosa ave.

 

El sol ya se había ocultado cuando el pequeño cuenta se dio que estaba extraviado, por primera vez el miedo sintió y sentándose en el pasto de un claro comenzó a llorar.

 

El cielo se oscureció más de lo usual y una repentina lluvia comenzó a caer lo que hizo al príncipe correr en busca de un refugio.

 

Lo halló bajo las raíces que sobresalían de un viejo y gran árbol, empapado y cansado se recargó en el tronco quedándose dormido.

 

La noche pasó, a la lejanía se oye el repicar de las campanas anunciando las tres de la mañana.

 

-Feliz sexto cumpleaños-susurró una voz suave y melodiosa al oído del nene quien abrió sus ojos lentamente encontrándose con unas verdes esmeraldas que le miraban.

 

-¿Feliz? ¿Ya es mi cumpleaños?-preguntó aun adormilado.

 

- Sí, ya tienes seis años pequeño Kaito-dice al tiempo que le carga en brazos.

 

El pequeño sonríe ampliamente ante esa confirmación dejándose cargar por ese desconocido.

 

-¿Eres del pueblo?-pregunta Kaito recargándose en el hombro del mayor.

 

-No, no lo soy, aun así te conozco muy bien-dice acariciándole el rebelde cabello azul.

 

-Ahora entiendo porque nunca te había visto-dice tomando entre su manita un mechón del lila y largo cabello.

 

-¿Y aún así estas tranquilo?-le pregunta el pelilargo con una sonrisa viendo esa carita redonda.

 

-Sí, eres bonito ¿Cómo te llamas?-pregunta el nene sin preocuparse por nada.

 

-Mi nombre no importa por ahora, lo sabrás después-dice el mayor acurrucándolo en sus brazos para hacerle dormir.

 

-No es justo… tú si sabes… como me llamo-reclama el nene antes de quedarse dormido.

 

-Todo a su tiempo mi pequeño-susurra antes de besar sus rosados labios.

 

Cuando el príncipe despierta en su cama  ya se encontraba, se frota los ojos y descalzo del cuarto salió.

 

-Mamá ¿Cómo llegué a la cama?-pregunta el nene cuando a la reina encontró.

 

-Los de la escolta en la entrada del bosque te encontraron, por suerte nada malo te pasó-responde ella al tiempo que a su nene abraza.

 

-¿Y el chico de cabello lila que conmigo estaba?-pregunta algo confundido- “Tal vez él a la entrada me llevó”-piensa esperando respuesta.

 

-Contigo ningún chico estaba, solo tú en ese lugar te hallabas-ella responde con algo de extrañeza.

 

Kaito le miraba contrariado no podía creer que él no estuviera, todos en el lugar convencieron al menor  de que ese chico producto de su imaginación era.

 

El tiempo su camino siguió, Kaito creciendo estaba  borrando a ese bello chico de sus memorias. Doce años el príncipe tenía cuando otro encuentro inesperado tuvo, ante las puertas de la iglesia donde bautizado fue estaba una anciana la cual ya rosaba los noventa.

 

Su apariencia hacía pensar que en verdad las brujas existir podían; cabello blanco y largo llevaba y en sus cuencas sus ojos como mármol gris eran. El chico curioso la mira, acercándose con cautela.

 

-Buen día príncipe-dijo ella asustando al valiente.

 

-Bu… buen día-dice después de caer de sentón.

 

-Jajajajaja ¿acaso una estatua me creía?-burlona preguntó.

 

-Ciertamente anciana-dijo aun desde el suelo, ella una carcajada dio y con trabajo se levantó.

 

-Me sorprende que a esta edad llegue-dijo examinándole.

 

-¿A qué se refiere?-con seño pregunta ante el escrutinio de la mujer.

 

-A nada en particular-dijo la pregunta evadiendo-Solo esto le diré, cuidado tenga cuando la luna en alto esté y las campanas repiquen la hora tres-añade en un lúgubre tono dejando en confusión al príncipe.

 

El joven de ojos zafiro la marcha emprendía cuando su olfato percibía una dulce fragancia la cual sin reparo comenzó a seguir.

 

A la entrada del bosque llegó, un vago recuerdo le golpeó aunque como necio que era lo ignoró comenzando a tratar al bosque entrar.

 

-Aquí tu estar no debieras-una voz al oído le advirtió; cuando este volteó solo el viento se hallaba-Regresa por donde viniste aun el tiempo no es, vuelve mi pequeño, vuelve hasta que por ti vaya-de nuevo le susurran.

 

Pese a que la voz de la nada venía el corazón del príncipe en paz se mantenía, una sonrisa se dibujó en su rostro, al voltear por segunda vez en el tronco del árbol cercano atorada por una daga de plata colgaba una cadena del mismo material con una bella cruz gravada en lo que parecía una lengua extraña.

 

A todos lados mira antes de tomarla, sus blancos dedos el grabado recorrieron mientras su mirada se iluminaba.

 

-Esa voz yo la conozco, de eso seguro estoy, aunque de quién es no lo sé-se dice mientras en el cinto la daga guardaba y con ansias la cadena de su cuello colgaba.

 

La marcha de regreso a casa emprendió sintiendo el frio metal contra su pecho chocar.

 

De todo lo recibido ese día nada se comparaba con esa perfecta cruz la cual no quiso mostrar a sus padres para cuestionamientos evitar.

 

Conforme el tiempo pasaba el príncipe rompía corazones, el género de quien le acompañaba sin cuidado le tenía, hombres bellos le gustaba tener a su lado.

 

A las fiestas nunca faltaba y de ellas solo nunca salía, cosa que a quien de lejos le miraba ninguna gracia le daba.

 

El joven príncipe nunca solo estaba, jugando con sus amores, dándose a desear y cuando alterados los tenía la marcha emprendía.

 

Ante esa actitud el joven Kaito en peligro constante se hallaba, aunque eso la verdad lo pasaba por alto, ya que envalentonado se ponía por la daga que portaba.

 

A los dieciséis años un atentado contra su integridad llegó, un grupo de chicos con los que había estado coqueteando decidieron que con ellos retozaría.

 

El plan en marcha pusieron los muchachos, en base a engaños a un solitario lugar lo llevaron.

 

-¿Qué les pasa?-fue la pregunta cuando dentro de ese cuarto lo lanzaron.

 

-Que el príncipe seas no te da derecho a que de nosotros te burles-dijo uno de ellos, que conde era.

 

-Sin escolta viajar te gusta ¿no es así?-la burla de otro sonó cuando de su daga despojó.

 

Tres sus atacantes eran, las amenazas ignoraron y al príncipe algo inyectaron.

 

-Juro me lo pagaran-Kaito pronuncio cuando la vista borrosa empezó.

 

Las carcajadas de los otros resonaron al tiempo que improperios susurraron, al príncipe le aseguraron que olvidaría el rostro de aquellos que le atacaron solo las marcas de su cuerpo serian testigos de los hechos.

 

El príncipe inmóvil estaba,  a la cama atado con paños de seda como burla a su nobleza… los bribones girones de la ropa hicieron, comenzando a morder y lamer esa inmaculada piel, Kaito sentía algo de dolor ante las descuidadas caricias.

 

Seguro de su destino fatal estaba… esos barbajanes de él harían lo que deseaban… sintió su costados arder… no tenían piedad… arañones propinaron mientras en su interior un dedo penetraron.

 

El alarido del príncipe escapo y  se esparció, la burla de los otros ahogó ese grito pues nadie a su rescate vendría.

 

Las lágrimas corrían, no de dolor sino de rabia contenida… mirando a unos tipos sin rostro los actores de su dolor… el segundo dedo en sus entrañas ya estaba, el dolor insoportable se volvía.

 

Solo una fracción de segundo bastó cuando el príncipe sus ojos cerró… al instante siguiente los agresores inconscientes y sus extremidades desatadas.

 

Tambaleante se levantó cuando a la puerta miró… una alta figura esbelta y cuidada.

 

-¿Tú mi salvador eres?-inquirió cuando en sus brazos cayó.

 

-El día de hoy suerte has tenido…-susurró la voz que en brazos le llevó.

 

Entre sueños el suave colchón sintió, cuando los ojos abrió una rosa lila encontró, con cuidado la tomo y su perfume reconoció.

 

- Este es… el perfume de la entrada al bosque… pero… ¿cómo es que hasta mi lecho llegó?-incorporándose se preguntó, logrando con ellos sus heridas vislumbrar-Entonces fue verdad…-musitó el rostro cubriendo.

 

Los recuerdos de la noche anterior vagos eran… la rabia y la ira lo inundo y con puños apretados se juro que de esos se vengaría, como lo haría aun no lo sabía.

 

El tiempo pasaba su mirada aguzaba… sus sentidos como gato erizado eran, daría con ellos… de eso seguro estaba… ¿cómo? Una corazonada.

 

Los meses pasaron… la venganza no llegaba… hasta que el destino le regaló una sonrisa… tres tipos que en un baldío hablaban… risas, burlas, esos jamás lo olvidó… en su mente resonaron como un eco interminable…

 

-Hey es una lástima ¿no creen? ¿Que al príncipe no lo follamos?-uno de ellos burlón mencionó             las carcajadas resonaron jamás imaginaron que el príncipe burlado ante ellos estaba.

 

-Así que obra vuestra ha sido…-la voz del príncipe resonó, algo fría y más gruesa de lo habitual.

 

Los congregados sin habla se quedaron, habían sido hallados… y sin duda alguna no había modo de negarlo… miraron pues anonadados como un imponente príncipe se acercaba a ellos…

 

 

 

El miedo general se apodero de sus cuerpos… pues en el rostro del hermoso príncipe una marca hecha a fuego de nuevo aparecía, un aura oscura envolvía al peli-azul mientras la espada desenfunda.

 

-Ahora os hare pagar por todo…-sentenció su espada en el aire batió, ni siquiera había acercado a los malhechores y éstos ya estaban heridos.

 

-Es verdad… el rumor era verdad… es el príncipe del demonio…-susurró uno de ellos, quien había llegado oír rumores sobre el día del bautizo del príncipe.

 

Esas palabras irritaron al ojiazul, en verdad no parecía él mismo… aun así decidió que matarlos no sería una buena venganza… solo la paz les daría…

 

 En un abrir y cerrar de ojos los tres chicos en el suelo estaban con graves heridas en todos su cuerpo.

 

Los ojos del príncipe inundado de lágrimas estaban… ellos… esos tres que sus amigos se decían… todo habían planeado para humillarlo y violarlo.

 

-Ya no más… eso es verdad… yo ya no necesito a nadie a mi lado-se dijo el príncipe dando media vuelta, con unas gotitas de sangre salpicando su rostro.

 

Esos tres se habían encargado de destruir gran parte del mundo del príncipe… haciéndole ver que en nadie podía confiar… que su destino era el solo vagar… a partir de ese día el príncipe no volvió a sonreír y una fría mirada sus zafiros cubrió.

 

En su habitación las horas pasaba mientras que esa rosa que no se marchitaba miraba… tal vez era verdad esas palabras… y el príncipe del demonio era…

 

Dos años pasaron… en los que en ese tiempo a los que se acercaban como marionetas manejaba… usándolos en todos los sentidos… ¿Cuántos amantes había tenido el joven príncipe? ¿A cuántos no había dejado descorazonados, llorando porque los dejaba a la primera noche?

 

Si… el dulce y alegre príncipe se había convertido en alguien despiadado… sólo en soledad volvía a ser quien era… encerrado en su habitación recostando en la cama con esa rosa eterna en sus manos.

 

-¿Acaso solo en ti puedo confiar? ¿Sólo tú no me lastimaras? ¿Quién eres? ¿Porqué no apareces?-se preguntaba noche a noche mientras tras llorar un rato el sueño lo atrapaba… ese sueño que muchas veces parecía más real que su vida.

 

Un sueño del cual nunca quería despertar… sueño que le hacía sonreír de felicidad… ahí, de pie… en el bosque siempre se encontraba… con las ropas raídas, su cuerpo intacto… la cruz a su pecho y la daga a su cinto… mirando a la oscuridad del bosque donde alguien se acercaba… lentamente… percibiendo ese dulce aroma…

 

Esperando con ansias… a verle… pero siempre era igual… siempre tenía que despertar antes de ver el rostro que tanto anhelaba… solo las palabras… “Poco tiempo falta… ten calma” era lo único que en su cabeza resonaban.

 

El día de su cumpleaños número dieciocho la frase que resonó en su cabeza no fue la misma de todos los sueños… “La hora a llegado…” esa era la frase con la que había despertado.

 

-¿La hora ha llegado?-se preguntaba mientras de la cama se levantaba… desnudo, mirando hacia la escena del pueblo… su mirada dirigiendo al bosque… deseando salir corriendo en busca de “eso” que por años había estado esperando.

 

Con su más elegante atuendo se atavió, sin mirar a nadie salió, ignorando las palabras de su madre que el desayuno le recomendaba… nada en ese día le importaba… solo una idea en su mente circulaba.

 

-Solo al bosque debo ir… ahí esta… ahí me espera… ¿no es así?-se preguntaba mientras andaba, ignorando todo a su paso, sus amantes de detenerlo trataron pero una helada mirada les dedicó siguiendo así su marcha.

 

Abriéndose paso entre la concurrencia al inicio del bosque llegó, la mano en su pecho estaba, su corazón palpitaba cual caballo desbocado.

 

La carrera inició, aunque no era consciente de a donde lo llevarían sus pasos, mas nada lo detendría, ese día sería… ese día.

 

-Al fin te veré-susurró internándose más y más en el frio y espeso bosque, si se perdía en el no le importaba, sabía que si eso pasaba no tendría el temor sentir.

 

Lentamente las copas de los árboles se cerraban, haciendo que la luz fuera cada vez menos, entre penumbras a una gran roca lisa llegó, y sobre esta a quien tanto ansiaba sentado estaba.

 

-No has tardado nada…-esa melodiosa voz dijo mientras la mano le extiende para que el príncipe se acerque-Veo que te han llegado a corromper mi puro príncipe.

 

Kaito se adelantó como bajo el influjo de un hechizo, sus zafiros se clavaron en esa larga cabellera lila, un leve recuerdo de infancia a su mente golpeo, extendió el brazo para que sus dedos fueran los primeros en rozar los del  bello chico delante de él.

 

-Muchos años han pasado, bien los has soportado, tu soledad ha acabado-dijo el pelilargo quien al sentir los dedos del peli-azul a sus brazos le jaló-Al fin…

 

El príncipe en su pecho se recargó, olvidándose del mundo… ese dulce aroma… ese aroma que tanto conocía.

 

Sin palabra decir el príncipe el rostro le tomó, ansioso, sediento estaba… nada le importó solo sus labios en un beso fundió.

 

A su nuca se había aferrado mientras sus labios en una danza pasional se entregaban, el desconocido de la cintura lo tomó a su cuerpo apegándolo, mientras sin permiso ni aviso su lengua en la boca del otro penetró.

 

Un gemido del príncipe se ahogo mientras su cuerpo se re-pegaba, había la razón perdido, el deseo aumentaba pese al chico no conocer…

 

-Cu… ¿Cual tú nombre ser?-inquirió Kaito en un momento que tuvieron que separarse.

 

-Esa pregunta de nuevo-una sonrisa en los labios del otro se dibujó mientras que sus finos dedos en el cabello azul se perdían.

 

-¿Otra vez?-con un carmín en las mejillas preguntó.

 

-Buen trabajo han hecho para que de mí te olvides…-respondió con diversión al tiempo que en sus brazos le cargó.

 

Como una repentina ola azota la costa así sus memorias volvieron, memorias de solo un pequeño de seis años… los zafiros se encontraron con las esmeralda mirándolo con expresión anonadada…

 

-Al fin me has recordado-dijo antes de otro beso robarle, antes de que sus manos en la espalda del otro se perdieran aferrándolo para ya nunca soltarlo.

 

Lo que una eternidad pareció en ese beso tuvo que terminar, el príncipe agitado mirando a ese caballero… que elegante y sensual era.

 

-A tu lado siempre quiero estar…-fueron las palabras que el príncipe prenuncio antes de en su hombro recostarse-Se mi caballero… no me dejes nunca…-en una súplica añadió.

 

-Tu caballero seré, tu amante también mi hermoso príncipe-el otro respondió-Yo Kamui Gakupo a tu lado estaré.

 

 -A fin tu nombre sé-dijo Kaito al tiempo que sus labios de nuevo atrapaba en un beso intenso y demandante.

 

No sabía qué era lo que pasaba, pero ese sabor… ya antes lo había probado, ese embriagante sabor… el cual lo hacía derretirse cual helado… hacerlo tan adicto como si fuera la más potente droga.

 

Entre besos y caricias el príncipe recostado en la roca fue, mientras el caballero de largo cabello quitando los listones de las ropas empezaba, besando el cuello, lamiendo las clavículas, haciendo que el carmín adornaran esas mejillas.

 

-Kamui-susurró entre suspiros esas caricias no las quería detener, esta vez no se resistía… su cuerpo se lo exigía, sus manos correspondían y al mayor comenzó a desvestir.

 

Incorporándose ansioso lo besó mientras sus manos la espalda le acariciaba, lentamente en un torbellino de pasión arrastrados eran, no había más en ese lugar, solo sus cuerpos y su amor.

 

-Tú destinado a mí has sido… desde el instante mismo que nacieras…-dijo Kamui a su oído mientras una mordida en el cuello le propinaba.

 

El menor una leve queja profirió y su cuerpo se estremeció, aferrado a la espalda de ese hombre arrastrar se dejaba… nada más le importaba que lo que Kamui pudiera hacerle.

 

-¿Entonces esto un castigo es? ¿Por meterme con otros que no eras tú?-el joven príncipe preguntaba mientras sentía como un cálido liquido de su cuello emanaba.

 

-¿Un castigo? No amado mío, solo es el inicio de la eternidad juntos…-fue la respuesta que dio antes de besarlo con sus labios manchados de la sangre del príncipe.

 

Sin dudarlo le besó percibiendo el metálico sabor, mientras las manos y las filosas uñas de su caballero le pasaban por todo el cuerpo; finas heridas en el cuerpo del menor eran hechas, hilitos de la roja sangre manchaban la piel blanca, mientras soltaba débiles gemidos.

 

-¿La eternidad has dicho?-sonrojado el príncipe había preguntado, mientras que acariciaba ya el desnudo cuerpo de su amado.

 

-Sí…la eternidad, con sus luces y sus sombras, con sus oscuridades y resplandores…-Kamui respondió mientras otro beso salvaje le daba sin importarle si los labios del príncipe cortaba… ese beso se tornó sangriento.

 

Los besos de Kamui por todo el cuerpo del menor se desperdigaban, mordiendo, succionando… marcando esa piel ahora inmaculada… ahora solo de él… ahora nadie más tocaría a ese descarriado príncipe… que en su corazón solo había habitado la soledad.

 

Su boca del arma del príncipe se apodera, lamiéndola y succionándola, logrando erguirla… metiendo completa para probar el sabor de la intimidad de su amado… masajeando su retaguardia mientras el ojiazul con gemidos respondía, arqueando la espalda y moviendo las caderas al ritmo que succionado era.

 

-Para… para ya…-pedía extasiado el príncipe aunque aferrado de esos lilas cabellos era, temblaba y se estremecía… pedía el alto pues al clímax iba llegando-Ah… ah… Kamui…

 

El apuesto caballero detuvo su trabajo oral para dirigir su boca ahora a una zona más baja y oculta… lamiendo; los gemidos altos eran mientras el deseo iba en aumento, por primera vez deseaba tanto invadido sentirse, separaba por propia voluntad sus piernas, dejándole espacio para maniobrar.

 

-Es hora amado mío…-dijo al tiempo que su miembro de una sola en el príncipe penetraba, arrancándole un leve grito que en menos de un segundo se volvió gemido.

 

-Si es contigo… todo está bien…-gimió el príncipe mientras sentía como el otro le embestía cada vez más rápido, cada vez más pasional, respondiendo con sonoros gemidos mientras a la espalda del otro se aferraba.

 

Ahora era él quien las uñas en esa tersa piel encajaba… causando unas leves heridas en su caballero… quien soltó un ronco gemido mientras las embestidas se volvían más potentes, chocando con ese punto exacto en el interior de su amado.

 

La entrega era total por parte de ambos… tanto así que el príncipe movido varias veces fue… puesto en distintas posturas para ser penetrado sin compasión mientras sus mejillas el rojo predominaba y de sus labios no salía más que sonoros gemidos.

 

-Ka… Kamui…-gemía cuando ya sobre el otro se encontraba… ambos sentados, su caballero de la cintura tomándolo mientras de esos fuertes hombros se aferraba-No… no me mires así…-dice apenado ante la intensa mirada del otro, causándole los ojos cerrar.

 

La mirada de Gakupo era de cierto grado lujuriosa, apasionada y penetrante… por ello el joven príncipe no podía mantenerle la mirada… acababa apenado.

 

En esa postura estuvieron durante un buen rato… hasta que ambos chicos no pudieron contenerse más… Kaito manchando el abdomen de ambos con su semilla y Kamui llenando el cálido interior de su amado, quien al sentirse así se aferro y gimió sonoramente.

 

Ese acto fue sellado con un apasionado beso, mientras las manos de Kamui acariciaban una vez más el bello cuerpo de su príncipe, mordisqueándole los hombros.

 

-A partir de ahora nadie pondrá una mano sobre ti… me perteneces…-el pelilargo susurraba mientras salía lentamente del menor, quien aun jadeante le miraba… llenando de besos el pecho del otro.

 

-Si yo te pertenezco… eso quiere decir que tú también me perteneces… ¿No es así?-preguntaba agitado mientras descansaba un momento en la piedra, mirando la sonrisa de su acompañante, quien acercándose lento dejó sus rostros a distancia mínima.

 

-Por supuesto que sí mi amado príncipe-la respuesta salió dulcemente antes de besarlo con renovada pasión-Ahora amor mío te daré el mayor regalo que podría darte…-le toma con fuerza de la cintura acercándolo.

 

-Es… espera…-con un jadeo dice mientras una expresión seria en el rostro del otro se marca.

 

-¿Acaso no deseas que te dé la inmortalidad?-inquiere algo irritado.

 

-No es eso…-el sonrojo se marca en sus mejillas, ese hombre tenía un efecto tan profundo… tanto que no podía controlar del todo sus acciones.

 

-¿Entonces qué es?-soltando ese perfecto cuerpo.

 

-Sólo… quiero que seamos uno de nueva cuenta…-dice recostando al pelilargo en la roca mirándolo con amor, deseo, pasión-Quiero…-la frase no terminaba cuando sus labios comenzaban a dejar mordiscos por todo ese cuerpo.

 

Una sonrisa divertida en los labios del mayor se dibujaba, ahora entendía… aunque era la primera vez que alguien se atrevía a siquiera pensarlo… mientras los mordiscos suaves y sensuales de Kaito bajaban por su cuerpo, soltando suaves suspiros, aun sin el gusto darle de oírle gemir.

 

Pero eso problema no fue para el descarriado príncipe, quien comenzó a hacer una lenta y desesperante felación, consiguiendo que el caballero se aferrara, comenzara a jadear, sintiendo un deseo como nunca antes lo había sentido.

 

-Mi príncipe-dejó un leve jadeo escapar mientras esa húmeda boca de su miembro la tregua no daba.

 

EL ojiazul lentamente su boca guiando a la entrada de su amado fue, mientras que su mano de ese miembro alterado se encargaba, masajeándolo y atendiendo la punta principalmente… mientras su lengua un íntimo rincón exploraba… lentamente preparándolo fue, para al poco uno de sus dedos en su interior tener.

 

Kamui las mejillas rojas tenía, sintiendo el placer por todo su cuerpo… y sabiendo que eso apenas comenzaba, la espalda arqueaba y sus labios mordía… mientras veía a su amado con pasión y lujuria, lentamente ese joven hermoso entre sus piernas se posicionó.

 

-Te amo Kamui-susurraba el príncipe al tiempo que en esa estrecha entrada penetraba, cuidando en todo momento la integridad de su amante… besándolo, acariciándolo, mordisqueándolo de sensual modo.

 

El ritmo lentamente fue encontrando mientras sus labios en besos apasionados se fundían, Kaito embistiéndole apasionado mientras Kamui los gemidos ya no podía contener, aferrado a ese cuerpo blanco, arañando la espalda del placer sentido… gemidos, jadeos, era la única música que en ese perdido bosque se oía.

 

-Mmhh Ka… Kaito…-en un jadeo sus labios mordió para un beso sangriento disfrutar mientras su cuerpo comenzaba a contraerse… espasmos y contracciones, aprisionaban aun más ese mimbro en su interior, mientras gemía con pasión-Ya… ya más no puedo.

 

Y tras esas palabras cortadas por la pasión el vampiro en un sonoro gemido su semilla dejo escapar, agitado, mirando a su amado quien a los pocos instantes de ese caliente liquido lo lleno… mientras su hombro mordía…

 

-Pero que delicia…-susurra el inmortal mientras siente de su cuerpo esa arma escapar… jadeando un poco pues aun por lo sensible de su cuerpo.

 

-Te amo… ya nos pertenecemos… nada… nada me separara de ti-fueron las palabras que el jovencito se atrevió a pronunciar.

 

-Sí es verdad, ahora nada ni nadie te alejaran de mí-dice el pelilargo incorporándose, jalando al príncipe con brusquedad para después sus labios devorar.

 

Un gemido de la boca del peli azul salía mientras sus manos a su nuca se aferraban, estaba aun delirante de placer… aun con el corazón acelerado…  sintiendo las manos del mayor apretarse contra su cintura.

 

-Eres lo más bello de este reino… así que tu belleza he de hacer eterna… esto dolerá… pero veras que valdrá la pena-dice recostando al menor en la roca de nueva cuenta, besando sus labios para después una herida abrirse en su muñeca y darle la roja sangre a beber al menor-Bebe, bebe sin temor alguno.

 

Kaito la muñeca toma, comenzando a beber ese caliente líquido… sintiendo el sabor metálico en su boca… lentamente ir pasando por su garganta percibió, por un momento no sabía que pensar… pero después la ansiedad de beber más… sorbía como si fuera liquido vital.

 

El príncipe de beber dejó al sentir unos fuertes dolores su cuerpo invadir, temblando, sudando, mirando a terrado a su amado… articular palabra trató más en vano fue; la marca en su frente de nuevo se miró y el dolor aumentó, un par de lágrimas rodaron, no sabía qué era lo que en él le pasaba.

 

-Tranquilo amor mío, solo es el saludo de la muerte… para venir después una eterna existencia-pausadamente dijo mientras el cabello le acariciaba, mirando como la muerte se apoderaba de su amado, rogando, deseando que todo saliera bien.

 

Un instante… todo parecía salir mal… Kaito los ojos no abría y el nervio a Kamui invadía… hasta que al fin el príncipe una bocanada de aire tomo… abriendo sus zafiros… enfocando primeramente a su amado… lanzándosele al cuello y susurrándole al oído.

 

-Ahora… ahora jamás nos separaremos…-para tras esto un apasionad beso darle el cual fue correspondido con la misma pasión.

 

Una sonrisa se dibujo en los labios del caballero, comenzando a vestirse ambos, por lo menos una larga temporada en el castillo pasarían, hasta que los mortales comenzaran a darse cuenta que a partir de ese día su príncipe no envejecía más.

 

Así pues la marcha ellos emprendieron… Kaito a su amado como su fiel caballero  a la corte presentó, ninguna queja aceptó y tras ello a su recamara partió en su compañía, las habladurías poco le importaron ya al príncipe, solo con su amado deseaba la vida pasar.

 

Los meses comenzaron a pasar, la gente comenzaba a sospechar… que el caballero que al príncipe acompañaba no era otro que el mismo diablo… con el cual un pacto había hecho pues el ojiazul ya no envejecía.

 

-El tiempo ha llegado…-una noche Kamui dijo cuando descansaban de una caliente noche-Es hora de marcharnos y el viaje comenzar.

 

Y tras esas palabras ambos hombres salieron del reino cobijados por la luz de una luna menguante, tomados de las manos, el eterno camino comenzaron… ¿A dónde? Esa era la pregunta que nadie podría responder… ni siquiera ellos mismo, solo lo que realmente importaba era el juntos siempre estar.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).