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Destino por maiikaulitz

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Notas del fanfic:

Es un fic que se me había ocurrido hace un tiempo y quise compartirlo con ustedes, disfruten :D

Notas del capitulo:

Es largo, para ser mi fic XD jajaja

bueno dejen reviews para ver como me fue ;D

a leer!

Capítulo 1: Un accidente 


 


 


No de vuelta. Pensó sofocado. Sus estúpidos “compañeros” de 3er grado. Esos tipos habían nacido para molestarlo. Todos y cada uno de los días escolares, a la salida, se veía acosado por ese molesto grupo de bravucones. Siempre se burlaban de su estatura, de sus facciones afeminadas, de cómo se vestía, e incluso de su homosexualidad. Ridículo. Pensó. No entendía por qué se burlaban de su homosexualidad si en varias ocasiones habían querido abusarlo sexualmente. Eso significaba que ellos eran bisexuales y no eran muy machos que digamos.


 


Sigilosamente se escabulló por los pasillos desiertos de la escuela. Una vez llegó a la salida echó a correr lo más rápido que podía, que de echo era bastante por su poca contextura, y la inagotable energía de un chico de 16 años. Sostenía firmemente sus cuadernos contra su pecho, pues no quería que se le caigan. Dobló a media cuadra, ya con las mejillas sonrojadas por el calor. Espero que no me de otro ataque de asma, sería lo último. Se apoyó contra la pared, aliviado de que ese infierno aya terminado por hoy, pero poco grata fue su sorpresa al notar la mano de uno de sus victimarios en su hombro izquierdo. Sorprendido y asustado se dio la vuelta. Rápidamente se sacó la mano acosadora y echó a correr nuevamente.


 


-¡No lo dejen escapar!-Gritó uno de los bravucones a sus compañeros, quienes de inmediato se echaron a correr detrás del lindo jovencito.


 


Gruesos lagrimones corrían por sus mejillas, un par de cosas se le habían caído ya, pero no le importó demasiado y siguió corriendo como si su vida fuera en ello. El aire empezaba a faltarle en los pulmones. La vista casi nublada no le permitió ver que el semáforo de la esquina alumbraba el color verde, y siguió corriendo.


 


A partir de ese momento, todo pasó muy rápido, yo estaba conduciendo a al menos 60 kilómetros por hora. El semáforo próximo estaba en verde, así que no disminuí la velocidad. Justo en el momento que estaba cruzando, un pequeño niño corriendo se interpone en mi camino. Desgraciadamente no pude frenar a tiempo. El grito general de los peatones esperando a cruzar, e incluso el de mi victima.


 Apreté el freno como si mi vida fuera en ello, pero de todas formas toqué una de sus piernas haciéndolo caer al suelo, adolorido, de inmediato.


 


Automáticamente me bajé del coche, para socorrer a la victima. “¡Llamen a una ambulancia!” Le grité a una mujer a mi lado, mientras tomaba al niño entre mis brazos. “-AAH!”- Gritó de dolor. Tomé su pierna con cuidado, pero el jadeo de dolor. Era una quebradura expuesta. “Vendrá en unos veinte minutos” Me anunció la misma mujer, mientras intentaba mirar a otro lado, conmocionada. “Es demasiado” No lo dudé un segundo, rasgué la manga de mi camisa y la amarré a la altura de su rodilla, para detener la hemorragia. Lo tomé en mis brazos, y rápidamente lo acomodé en el asiento de atrás  de mi auto nuevo. El chico jadeó y me tomó la mano. “No..no tengo aire…el..el inhalador…” Inmediatamente lo tomé de su mochila, me costó un poco encontrarlo, pero lo logré. Lo acomodé en sus labios carnosos y lo apreté, pero no tenía oxígeno. “-Está vacío-” Le dije preocupado. Me miró con sus hermosos ojos mojados. Apoyé mis labios sobre los suyos y le dí el aire que necesitaba. Sin que me hubiera dado cuenta, la mujer nerviosa que manejaba mi auto llegó al hospital. “¡Traigan una camilla!” Grité desesperado mientras un enfermero me ayudaba a colocar su delgado cuerpo sobre esta. Lo llevaron al quirófano rápidamente, le dije a una mujer que iba a ocuparme de los gastos, y me senté en uno de los asientos de la sala de espera.


Busqué en su mochila su teléfono celular. Debía comunicarme con algún pariente. Busqué en la agenda “papi” Lo seleccioné y apreté el botón de llamar.


 


¿Qué demonios le iba a decir al padre de la persona que había atropellado?


 


……………………………………………………………………………………………………


 


Sebastian Michaelis, un empresario millonario. 38 gloriosos años. Apuesto. Ojos carmín y cabello negro lustroso. Alto, y con esbelta, pero musculosa figura. Separado de su familia por elección propia, soltero, dueño de una exuberante casa. Egoísta, avaro, solitario, malhumorado, arrogante, dueño de medio Londres, lleno de mujeres y hombres ¿Qué más podía pedir? ¿Un hijo? No, era mucho stress para el. Hasta tenía un gato persa de 10 kilos. Pero la vida y el destino no se conforman con eso, no para nada, un suceso le esperaba, que iba a dar vuelta su vida completa como una tortilla.


 


 El destino ya tenía alguien para interponer a su vida, una pequeña personita con menos de dos décadas de vida, toda una vida por delante. Una personita que iba a demostrarle que sin amor no tenemos nada.  


 


……………………………………………………………………………………………


 


Era un día ocupado, nuevamente, para Vincent Phantomhive. Empleado de una oficina, con un sueldo bueno, para mantener a su hijo y a el. Viudo, su mujer había fallecido al dar a luz a su primer y último hijo, Ciel Phantomhive. Un niño de 16 años de edad. Sus problemas de salud, a menudo eran un obstáculo, pero a Ciel no le importaba, el vivía su vida cargada de sueños feliz. La muerte de su esposa había sido algo horrible y hermoso a la vez, porque al consumarse la vida de la persona que más amaba le había dejado el regalo más precioso que la vida podía ofrecerle: Un hijo, un nuevo comienzo, para ambos. A pesar de tener algunos altibajos de vez en cuando, tenían una relación bastante sólida de padre a hijo y la convivencia era muy buena.


 De pronto, su teléfono móvil comenzó a vibrar. Miró el identificador de llamadas: Ciel. Miró preocupado la hora, debía haber llegado a casa hace al menos una hora.


 


-¿Ciel?-Contestó. ¿Así que así se llama?, que lindo nombre. Pensó el hombre al otro lado de la línea.


 


-Buenas tardes, soy Sebastian Michaelis…-Respondió algo dudoso.


 


-Si, ¡¿Le pasó algo a mi hijo?!-Preguntó un poco acelerado.


 


-En realidad, el fue atropellado hoy en la calle…-Lágrimas comenzaron a caer de los ojos claros del joven padre. De repente todo su universo había cambiado en un segundo…


 


-¿Qué? ¡¿Esta bien?!-Sebastian se aclaró la garganta.


 


-Si, bueno ahora esta en el…-El padre lo interrumpió.


 


-¡¿En que hospital se encuentra?!-


 


-En el central-


 


-Voy para allá.-La línea se cortó.


 


Genial. Pensó mientras tomaba su cabeza entre sus manos. ¿Por qué a mí? ¿Qué hice mal? Mmm...  Bueno, muchas cosas, pero…


 


-¡Señor Michaelis!-Lo llamó ya por cuarta vez la enfermera. El hombre reaccionó.


 


-Si, si, disculpe.-La mujer rodó los ojos.


 


-El paciente que trajo hoy…Bueno, acaban de terminar la operación…Los doctores hicieron lo posible…-


 


-¿Qué pasó?-Exigió el excéntrico hombre.


 


-Afortunadamente todo salió bien señor, ya puede ir a verlo…-


 


-¿Yo?-Preguntó sorprendido. La mujer miró para todos lados.


 


-Si, usted.-


 


Sebastian se paró y a paso lento se dirigió a la habitación mientras pensaba lo ocurrido.

Notas finales:

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