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Demonio por Paz

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Notas del capitulo:

La letra en cursiva son conversaciones telepáticas que tiene Rukawa con una entidad desconocida, se sabrá más de ella más adelante.

Demonio

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo Único

 

 

 

Rukawa Kaede ha llegado a su nuevo colegio, debido a su accidente, estuvo a punto de entrar a su salón algunos minutos después que su profesor, sin embargo, un afortunado incidente con otros chicos le retuvo en el pasillo y él aprovechó para entrar y buscar un banco libre.

 

Vió uno junto a la ventana y hacia allí se dirigió.

 

Segundos después el profesor llegaba y tras presentarse comenzó a hablar, dando las normas y diciéndoles lo que esperaba de ellos.

 

Para él todo era palabrería, por tanto, dobló los brazos sobre su mesa de estudios y posó su cabeza en ellos, en pocos minutos la misma voz del profesor le adormeció, más antes de dormirse por completo una voz en su mente se dejo oír.

 

-¿Cómo te sientes?

 

-¿Por qué no me avistaste? –le reprochó mentalmente, sabía que siempre estaba dentro de él y le despertaba cuando se dormía sobre la bicicleta, evitándole así continuos accidentes.

 

-Yo también necesito descansar… -dijo a modo de disculpa- ¿Seguro que estas bien? –insistió.

 

-Si… -cerró su mente a su conciencia, no conocía otro modo de definir esa voz que le hablaba como si fuera parte de él.

 

Al segundo estaba dormido.

 

Hanata-sensei fue paseando su mirada entre sus nuevos alumnos, hasta que se posó sobre uno de ellos que dormía plácidamente ajeno a su discurso de bienvenida, sintió rabia, pero se contuvo, aquel también era su primer día en aquella preparatoria y no quería dejar una mala impresión entre esos adolescentes que estaban allí para que integrara sus mentes al pensamiento de la mayoría, para dar a la sociedad hombres y mujeres capaces de levantar imperios si ese era sus propósitos en la vida, hombres formados para regir el destino de sus compatriotas, mujeres para servir a sus padres o hermanos, para casarse y tener hijos, para saber estar en su hogar mientras sus maridos una vez cumplido su función de procrear buscaban alivio fuera de sus casas.

 

No, aquel no era el momento adecuado para enojarse porque un alumno se hubiera dormido en su primer día de clases. Pensó poniéndose en su lugar que tal vez estaba cansado por que vivía en un hogar donde todos tenían que poner el hombro, seguramente que en su segunda hora ya estaba despierto.

 

Con ese pensamiento prosiguió impartiendo sus normas, luego se acercó a su escritorio, se sentó tras él y tras encontrar el listado de sus alumnos levantó la mirada hacia las veinte caras que le miraban expectantes, bueno, solo diecinueve.

 

-Voy a ir leyendo vuestros nombres para ir conociéndoles, espero que cada uno me responda.

 

-Adachi Ryouhei… –levantó la mirada.

 

-Presente.

 

Observó al chico durante unos segundos evaluándolo, su primera impresión fue buena.

 

-Baisotei Saimei…

 

-Presente.

 

Apartó la mirada enseguida, pensando que ese chico no tenía posibilidades de alcanzar un puesto en la sociedad, llegar a ser alguien.

 

-Chishu Ushio…

 

-Presente.

 

Su impresión al fijarse en él es que también tenía posibilidades. La expresión de su rostro era de atenta solicitud.

 

-Deguchi Reiko…

 

-Presente, sensei.

 

La dirigió una mirada rápida, se sentía desconcertado por sus reacciones porque no comprendía a las mujeres y menos aún a las adolescentes.

 

-Erizawa Yoshimasa.

 

-Presente.

 

Se sorprendió al ver una cabellera rubia, y pensó que era un inconformista, un rebelde. Le ubicó en su lista mental de los desubicados para la sociedad.

 

-Funakoshi Sahoko…

 

-Presente, sensei.

 

Vió un rostro de perfil afilado, cuya mirada quedaba oculta tras una gafas de grueso cristal que impedía verla. Desistió de querer ubicarla en alguna de sus listas.

 

-Gushiken Naotatsu…

 

-Presente.

 

Se fijo en el chico, no era destacable entre los demás. Un rostro amorfo, le descartó, dejándole en el grupo de los perdedores.

 

-Hayakawa Yatsumi…

 

-Presente, sensei.

 

Se vió ante un rostro adorable, con una expresión de niña buena, pensó que ese peinado tan llamativo estaba cubriendo una cabeza hueca.

 

-Ichiyusai Teruko…

 

–Presente, sensei.

 

Entraba dentro de los cánones de lo que él consideraba que debía esperarse del comportamiento de una adolescente y se sintió satisfecho, ella podía llegar hasta donde él se lo propusiera.

 

Continuó leyendo la lista, alternando chicos y chicas según sus nombres hasta que mencionó uno y la respuesta fue el silencio.

 

-Rukawa Kaede… -repitió con impaciencia.

 

-Hanata-sensei… -dijo uno de los chicos, creyó recordar que se trataba de Chishu-san- Creo que es él… -su mirada se volvió hacia el chico que dormía tranquilamente, ajeno a lo que acontecía a su alrededor.

 

En latido de ira se vió en su frente, la irresponsabilidad de los chicos le molestaba, porque él se preocupaba por educarles y en cambio siempre encontraba alguno que ignoraba sus enseñanzas.

 

Después de Rukawa siguió leyendo la lista hasta concluir. Estaban todos, tal como se esperaba por ser el primer día, en su mano estaba mantener la atención de los jóvenes, iba a poner todo su empeño en esa tarea.

 

Enseguida comenzó a impartir las explicaciones de su primera clase, sabía que solo siendo interesantes e instructivas podía conseguir fácilmente conseguir que su atención estuviera presente en sus palabras, por ello, para lucirse ante sus alumnos, prefirió ignorar al chico que dormía, al terminar las clases tendría una conversación con él, amonestándole para quitarle las ganas de dormir durante el desarrollo de su asignatura.

 

Cuando se escuchó el sonido que avisaba que empezaba el primer receso de la mañana, Hanata-sensei se detuvo en mitad de una frase.

 

-Podéis salir todos. –aviso y su mirada se dirigió al chico que continuaba dormido, eso bastó para que todos comprendieran que debían despejar el salón. Cuando la puerta se deslizó, el silencio fue abrumador se dirigió hacia que muchacho que continuaba dormido. Ni el timbre que se escuchó en todos los salones, ni la marcha de los estudiantes perturbaron su sueño.

 

Al acercarse e inclinarse hacia él para gritarle al oído, quedo sobrecogido por la impresión que sufrió al ver su rostro, poseía una belleza casi femenina, si no fuera por el uniforme le hubiera confundido con una chica, hasta su nombre era femenino, se fijo en sus cabellos negros que tenían como un reflejo azulado y sus labios de un color rojizo se le antojaron deseables.

 

-Rukawa, despierte…. –le habló para librarse del influjo de su rostro- ¡RUKAWA!! –dio un grito al mismo tiempo que le zarandeaba del hombro.

 

Todo fue muy rápido, de pronto, se sintió sobrecogido cuando le vió alzarse ante él, dominándole con su estatura, pensó que necesitaba alzar su rostro para poder verle, su presencia le hacía sentirse disminuido ante él. Más ese inconveniente cesó en el mismo instante que se dio cuenta que sus pies no tocaban el suelo y que su mano se cerraba en torno a su ropa.

 

-No permito que nadie me despierte…. –dijo con una voz que sonó de ultratumba, su serena expresión había desaparecido, aún sintiendo que se ahogaba en su férrea sujeción, se fijo en su fría mirada y en el enojo que marcaba sus facciones, dio un paso retrocediendo, poco después se llamó cobarde por sentir como si una ráfaga de frío le recorriera de arriba abajo y pensó que ese chico necesitaba ser corregido con mano dura, si él pudiera lo haría gustoso, solo que el régimen de estudios impedía los castigos corporales.

 

-Suél…tame… -jadeó, sentía como sus pulmones de iban vaciando del aire vivificante, y aunque el chico parecía que no tenía intención de hacerlo porque ahora su rostro estaba por encima del suyo, temeroso de caer desde esa altura, se aferraba a su brazo pataleando en el vacío que se abría bajo sus pies- ¡Eres un demonio! –exclamó cuando la presión sobre su cuello cedió un tanto. Sabía que era el peor insulto que podía dirigirle, sin embargo, su rostro mostró una sonrisa macabra.

 

-Te mostraré lo que soy...

 

La perversidad que vió en su mirada le estremeció, quiso apartarse cuando vió como su mano libre se dirigía hacia su rostro, más el brazo que le sostenía se dobló acercándole y sintió como su mano se posaba alrededor de su nuca y presionaba para mantenerle próximo a él.

 

Vió como sus labios eran humedecidos al pasar su lengua por ellos, fue un gesto muy erótico y su mirada se quedo estática, fija en ellos como si la atracción que sentía por ellos fuera algo inevitable, supo que sí porque cada segundo que le veía acercarse el ansia de ellos crecía en él. Sentía como su corazón latía acelerado y que las pulsaciones eran atronadoras, oía el bombeo de su sangre en sus oídos como si fuera una bomba de fuerza, sentía como las venillas de su nariz reventaban y la sangre se deslizaba por su boca dejándole un sabor acre en la punta de su lengua.

 

Sus labios se posaron en los suyos con fuerza, presionando hasta conseguir que los abriera, sus dientes chirriaron negándose a la brutal caricia, un dolor profundo le llego cuando sus labios fueron mordidos con excesiva brutalidad, gimió estremecido, dando un grito de dolor, su lengua aprovechó ese instante para meterse sinuosa por su boca, se movió por todos sus recovecos, la sentía húmeda y al mismo tiempo como si un fuego abrasador le cortara el aliento, una agobiante sensación le invadió cuando atravesó su campanilla y alcanzó su garganta, la sentía como si reptara dentro de él, llegando hasta límites insospechados, sentía como si estuviera ahogándose y comenzó a respirar por la nariz resollando con fuerza.

 

Y fue entonces que su mente se llenó de imágenes.

 

Imágenes de sufrimiento.

 

Imágenes de dolor.

 

Imágenes de muerte.

 

Visión de Hanata-sensei

 

En un instante una angustia indescifrable, encogió su corazón, como si una mano tomara en sus manos su órgano y lo apretujara con fuerza, al tiempo que fue consciente que ya no estaba en el salón donde impartía clases. No estaba asustado, si bien sentía como si estuviera flotando en el aire, la ingravidez de su cuerpo era placentera, hasta que sentí que estaba apoyado en algo cálido, abrí los ojos y aterrado ví grandes llamaradas de fuego a mi alrededor, estaba recostado en un lecho de fuego, me levanté con la sensación que me abrasaba el cuerpo, no era así, con mi brusco movimiento caí rodando algunos metros más abajo, la vertiginosa caída me dio la sensación de nunca acabar.

 

Quedo encogido para protegerme, sin saber que allí no podía lastimarme, miré a mi alrededor al oír aullidos y gemidos, entonces ví las aullantes criaturas que se abrasaban en aquellos fuegos incandescentes, sus cuerpos eran lamidos por las crepitantes llamas y sus gemidos y lamentos iban in crescendo.

 

Quise llevar mis manos al rostro para no ver más, pero estaba como inmovilizado, incapaz de mover mis miembros y entonces le ví, estaba en la cima de una lengua de fuego, mirando hacia mí, sus ojos reflejaban la maldad, sus ojos llameaban con un maldad inherente a él, le ví levantar su mano señalándome y entonces, todas aquellas criaturas se lanzaron sobre mí.

 

Supe que era la muerte y que me enviaba sus huestes, salí de mi letargo de inmovilidad pero aquellos espectros cayeron encima de mí, mis gritos de terror quedaron apagados por el aullar que salía de sus gargantas si es que aún las poseían, eran cientos, miles y mi mirada aterrada veía rostros sangrantes, carnes putrefactas, dedos engarfiados que se clavaban en mis carnes, arrancaban mis cabellos, destrozaban mis ropas dejándome desnudo, manos pútridas me tocaban como hambrientas de sentir la suavidad de mi cuerpo, tocaban y rasgaban todo lo que alcanzaban a conseguir tras saltar por encima de cuerpos destrozados, de miembros arrancados de cuajo de sus putrefactos cuerpos. Todo mi cuerpo chorreaba sangre fresca, el dolor de las heridas que me habían producido lo sentía doblemente amplificado, y el fuego que las alcanzaba conseguía que alaridos de profundo dolor saliera de mi garganta dolorida.

 

El horror se cernía a mí alrededor, creía morir cada vez que sentía el tacto de esos muertos vivientes, grite y grite hasta enronquecer, gritos espeluznantes e inhumanos salían de mi garganta, hasta que sentí que las criaturas aullantes es apartaban de mi lado, retirándose, arrastrándose unas contra otras, mientras el fuego seguía consumiéndolas, veía como sus carnes y huesos se consumían, más al instante, volvían a estar ahí, repitiéndose en ellas una y otra vez el mismo proceso.

 

Todo mi cuerpo temblaba, espasmos de terror recorrían mi mente, dejándome exhausto por el más puro terror.

 

Fin visión de Hanata-sensei

 

Apartó sus labios de los suyos y le miró con fría maldad.

 

-A partir de este instante, me olvidarás, me dejarás tranquilo durante mi sueño, pero para que no se te olvide, todas las noches, recordarás lo que has visto en mi mundo y esa visión te acompañara para siempre. Solo la muerte te librará de ella, pero recuerda que entonces volveremos a vernos porque he visto la negrura de tu alma.

 

Le soltó dejándole caer sobre uno de los bancos, donde se acurrucó tembloroso,  decidió buscar otro lugar para seguir durmiendo.

 

La terraza era el lugar adecuado y hacia allí dirigió sus pasos.

 

-¿Que fue eso que hiciste? –una vez más escuchó la voz dentro de su cabeza.

 

-¿Hacer? ¿A qué te refieres? –Preguntó- Solo he estado durmiendo, el profesor me despertó de malos modos y me largue del salón.

 

De camino a la terraza se cruzó con un grupo de chicos, aunque no les miró directamente, percibió que había llamado su atención.

 

Les ignoró, si bien uno de esos rostros quedo fijo en su memoria. Sabía que acabaría enterándose de su nombre. Brest le había enseñado a tomar aquello que deseaba, aunque nunca antes había sentido la necesidad de poner en práctica sus consejos.

 

Con un último pensamiento para el chico que acababa de ver se quedo dormido tumbado en medio de la terraza.

 

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Hay muchos demonios por el mundo y no todos proceden del abismo, Hanata-sensei era una de esas personas en las que la envidia le corroía como un veneno y deseaba lo que los demás tenían y en cambio él carecía de ellas, cosas materiales que consideraba imprescindibles para un hombre de su temple, una casa grande, con un hermoso jardín donde relajarse, un coche último modelo, poder viajar continuamente, tener una esposa que se preocupara de su bienestar y mujeres a su alrededor para recrearse con ellas cuando quisiera liberar tensiones, sin embargo, nada de eso tenía y se sentía frustrado porque ni siquiera su trabajo le daba satisfacciones.

 

Aquella mañana, fue la primera de una aterradora visión, que comenzó a repetirse en sus sueños noche tras noche, hasta que una madrugada, llevado por la desesperación decidió acabar con ellas.

 

Cuando llevaba dos días sin acudir a sus clases y sin dar conocimiento de su ausencia el director de la preparatoria Shohoku envió a uno de sus profesores a investigar en su casa.

 

Al no obtener respuesta a las continuas llamadas a su puerta, buscó alrededor de la vivienda una ventana que le permitiera ver el interior de alguna de las habitaciones, al encontrarla, acercó su rostro al cristal haciendo pantalla con sus manos para ver mejor, una dantesca escena quedo fija en sus pupilas al ver el cuerpo colgado del profesor Hanata que por alguna extraña razón aún estaba tambaleándose y sus ojos muy abiertos parecían estar mirándole, retrocedió sobresaltado, quedando sentado en el suelo, después dio un salto y corrió hacia la calle, en busca de ayuda. Más tarde la policía aseguró que llevaba muerto más de veinticuatro horas.

 

Se había ahorcado.

 

Fue aquella una muerte que nadie encontró sentido.

 

La policía estaba desconcertada, pero no solo ellos, en el entorno del profesor se aseguraba que llevaba una vida tranquila, y que no tenía ningún tipo de problemas. Era un buen profesor, no tenía una economía saneada y tampoco tenía enemigos.

 

Era una muerte incomprensible.

 

Fin

 

28 de febrero de 2010

 

Paz


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