Capítulo único
En el cuartel de investigaciones, estaban las pruebas sobre la mesa, fidedignas de que Light Yagami, el compañero del equipo encargado de encontrar al peligroso genocida Kira, ha sido descubierto.
Y todo fue gracias a una trampa que L ideó. Ahora ya no tenía dudas. Light era un asesino. Se hacía llamar “el dios del nuevo mundo”… qué iluso y peligroso a la vez…
Pero Light, no podía sencillamente dejarse vencer.
Aunque todo estuviese en su contra, lucharía hasta las últimas consecuencias…
Sólo tenía algo en mente… dentro de esa mente perturbada, donde el crimen de unos pocos es la salvación de muchos y sólo aquellos que califican en un rango de pureza del corazón… qué ingenuo era… absolutamente nadie es tan puro y tan malvado. La death note, le había consumido su humanidad y principios cambiándolos por una gran sed de “justicia” que dista mucho de serlo… en el juicio de L, claro.
Así que permanecía encerrado en una celda con todas las protecciones de seguridad, para el peor criminal que hasta el momento, existía. Con su cuerpo bien atado a una camilla, y amordazado, seguía luchando por unos ideales que sólo traen la destrucción.
Sin embargo, para Light, no todo estaba perdido. Muy hondo, dentro de ese corazón lleno de resentimiento… había algo parecido al amor.
¿Difícil de creer?... pues créanlo.
Todo ese tiempo trabajando con el enemigo, sin saberlo, se convirtió en una persona sumisa y comprometida con la investigación. Pero no a todos pudo engañar con su teatro de buenas intenciones. Renunciar a la death note, claro, borra la memoria de todo el tiempo que el portador la usó.
Pero los daños continúan. Hay otro Kira y su obsesión crece.
Siguió engañándose a sí mismo. Sólo el día en que ese misterioso cuaderno negro, llegó nuevamente a sus manos, toda esa maldad disfrazada de “buena voluntad”, salió a flote. No obstante, en ese breve lapsus de tiempo, comenzó a observar de cerca… a L.
Y se sorprendió de todas las cualidades que halló. Su poder de deducción era muy superior, tanto que podría dar su propia vida para encarcelar a Kira. Sí, sin tener la conciencia de haberlo sido una vez, siguió en la carrera de un fantasma que no era nada más que su propia sombra.
¿Pudo engañarse a sí mismo?... tal vez.
L, no había detalle que escapase a sus ojos y su inteligencia.
Siempre supo, que nadie más que Light podía ser Kira.
Sólo que no tenía las pruebas suficientes para comprobarlo… hasta hoy.
Una grabación, donde él confiesa sus crímenes.
Aunque para ello, tuvo que seducirle… acercarse como una pantera que observa a su presa en la oscuridad. Con sus ojos bien abiertos y sus colmillos, sedientos y directos a dar el golpe mortal.
No fueron solamente besos. También durmieron juntos.
Sacrificó su cuerpo y hasta su corazón, en lo que él cree que es justicia. Tal vez, después de tanto tiempo, no le quedaba otra forma de jugar…
Pero cuando te expones en esas circunstancias, aunque sólo seas racional, poco a poco, el corazón va latiendo con más fuerza.
En ese breve lapsus de tiempo, su corazón le desobedeció.
Despertó de su letargo y latió. Tenía más vida que todos los detectives juntos.
En cada cita, en cada cena, en cada reunión, se presentaba la ansiedad de unir sus labios. De juntar sus cuerpos. ¿Puede ser que el corazón le haya ganado a la razón?... no sabría decirlo con toda certeza.
Bajo reclamos y peticiones de ejecución inmediata, Light sólo le quedaba el delirio y los cimientos de su nueva generación a la vista.
¿Dónde están sus seguidores?... nadie venía a salvarle.
Fue entonces… que perdió toda noción de razón. Aquel cuerpo, ya no era aquel altivo estudiante que tenía la más alta calificación y era el orgullo de su familia. Era un despojo humano que sólo anhelaba el ayer que le fue arrebatado.
Frente a todo esto, L decidió actuar por su cuenta.
Dejando encerrado sus propios sentimientos y por segundos le hicieron feliz, entró a la celda de alta seguridad.
Aquella habitación blanca, con una gran ventana con bordes de metal. Al medio de la habitación, unos ojos cafés, le veían distorsionado.
-Yagami-kun- dice L, mientras le acaricia los cabellos castaños- ¿qué haremos contigo?...- fija sus negros ojos sobre ese ser que parecía distante, perdido. Totalmente en otro lugar.
Light tenía unos destellos, pequeños recuerdos, sobre ese sujeto. A medida que iban apareciendo y fugándose con tanta rapidez, se retorcía en esa camilla, tratando en vano, alcanzar ese ser.
-Te daré algo que sólo aliviará tu dolor… pero no limpiará tus huellas- saca un frasco de pastillas- esto, te calmará tu depresión, pero pasado este punto, sólo tu cuerpo decidirá el final.
Retira la mordaza. Light sólo logra esbozar frases vacías.
Pero después todo fue un profundo silencio.
Tragó las pastillas junto con el agua. Eran tan amargas y el agua sólo aumentaba su mal sabor.
Litio, No quieras encerrarme
Litio, No quieras olvidar que se siente sin...
Litio, Quiero estar enamorada de mi pena
OH Pero Dios, Quiero dejarlo ir
Todas aquellas frases que salieron de sus labios, eran sólo para decirle… en pocas palabras… “te quiero”.
Dentro de todo ese abismo que es su cuerpo, su mente, ya no era la de un asesino. Ni siquiera sentía remordimiento por sus crímenes.
Tenía la firme convicción de que hizo lo correcto. Si existe el crimen, también existe el castigo…
Ven a la cama, no hagas que duerma sola,
No pude ocultar el vacío que dejas mostrar,
Nunca quisiste esto, para ser tan frío,
Has bebido demasiado para decir que me amas.
Mientras su cuerpo se retorcía y sudaba bajo esas amarras, ¿por qué sólo le veía a él?...
Sus manos ya estaban manchadas con sangre de los peores criminales… y las de L, con la suya.
¿Cuántas vidas vale un beso de L?... ¿cuántas mentiras vale su cuerpo?... ¿cuántas renuncias vale verle dormir, al fin?...
No puedo agarrarme a mí misma,
La maravilla está equivocada conmigo.
-No te irás- L lo desata como puede y Light sólo podía mantener sus ojos sobre ese ser.
Litio, No quieras encerrarme
Litio, No quieras olvidar que se siente sin...
Litio, Quiero estar enamorada de mi pena
Con un movimiento algo torpe, le robó un beso de esos labios que estaba seguro, volvería a matar. Si es que tuviese otra vida.
L, cierra sus ojos y rompiendo la gran ventana con la camilla, llevó el cuerpo del prisionero a cuestas.
No quieras dejarme posar esta vez,
Ahogan mi voluntad para volar,
Aquí en la oscuridad me conozco a mí misma,
No pude liberarse hasta que no me dejen ir.
-Si tú mueres… ¿qué clase de justicia he creado?- pensaba, siguiendo el camino, sin detenerse.
Querido, te perdono después de todo,
Nada es mejor que estar sola,
Al final creo que tuve que caerme,
Siempre encuentro mi lugar entre las cenizas.
A los pocos minutos, ambos quedaron rodeados. Los médicos abrieron el paso y se llevaron a Light a un hospital que estaba vigilado día y noche. Le hicieron un lavado de estómago. Aunque su organismo ya había absorbido varias pastillas, como si fuese un milagro, le salvaron la vida.
No puedo agarrarme a mí misma,
La maravilla está equivocada conmigo.
Kira ya no aparecería nunca más. Ahora sólo podía reinar dentro de su mente.
Fue allí, viéndolo desde el umbral de la puerta, que decidió internar a Light en un sanatorio.
Litio, No quieras encerrarme,
Litio, no quieras olvidad que se siente sin...
Litio, Quiero estar enamorada....
No habría mayor castigo, que anhelar sólo en alucinaciones tu mayor deseo.
Dio la orden y cuando Light se hubo recuperado de ese incidente, lo trasladaron a un sanatorio. Lo encerraron con una camisa de fuerza para que estuviese lo más tranquilo posible.
L le vio marharse y se encargó que todo el tema del connotado caso Kira, quedara fichado como cerrado.
Algunas veces iba a verle. Pero no era ni la sombra de lo que fue.
Ordenó que todos los días, sin falta le administraran litio.
Y así fue.
Desde ese entonces, cada vez que se hablaba de Kira, sólo se escuchaba que era un simple asesino… y L sólo podía pensar que ese asesino, le había arrebatado lo que más amaba en el mundo entero.
Pero Dios Quiero Dejarlo Ir.
FIN
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