“Amor”
El tiempo pasaba rápidamente mientras que mi mente divagaba en los confusos recuerdos. Esos vientos gélidos de invierno eran los que me recordaban como la vida de la gente puede cambiar drásticamente.
Imagínenme a mí… La perfección era la descripción correcta…
Frío, calculador y tan lleno de sarcasmo son los adjetivos con los cuales me describían la mayo parte de la gente que me rodeaba.
Si, tan lleno de sarcasmo y tan falto de corazón.
Eso es lo único que mi mente puede pensar… después de todo la vida me había dado un mal concepto sobre sentir, me indicaba que los sentimientos solo eran una pérdida de tiempo, una debilidad, algo con lo que no podías salir adelante… que te destruía poco a poco de la manera más dolorosa arrebatándote las cosas que consigues mientras te vas abriendo paso dentro de la sociedad.
Si, vaya que me dejé llevar por aquellas enseñanzas, pensé que de eso se trataban los sentimientos pero gracias a “esa” persona me di cuenta de lo equivocado que estaba.
Miré hacia el cielo nocturno y solo pude ver el manto oscuro que cubría a la ciudad, dejando notar las luces de los edificios y de los automóviles, traté de no pensar mucho en él, pero como siempre todo resultaba en vano.
Patético, ¿no? Resultaba bastante irónico que la persona que nunca “amé” fuese la que me mostró la importancia de sentir… Si, ese niño patético, torpe y sin talento para hacer canciones pero tan servicial con las personas.
Oh… todavía recuerdo como me sentí al escuchar esas palabras tan extrañas pero a la vez tan llenas de júbilo, la primera vez que me dijo “Te amo”.
Mi alma se encuentra tan vacía al igual que una noche sin luna y sin estrellas; son ese tipo de noches donde me hacen saber lo mucho que se puede llegar a extrañar a una persona, extrañar esa calidez que le rodeaba y esas sonrisas que podían quitarte cualquier tristeza o cualquier dolor.
Pero la vida da muchos giros y justo cuando te puedes encontrar en la cima, el destino te da una apuñalada por la espalda quitándote todo lo que tienes y todo lo que quieres.
Eso fue lo que me pasó a mí, al perder a la única persona que mas amaba en este mundo, mi hermoso niño…
Él que siempre alegraba mi vida con las hermosas sonrisas que me brindaba, el solo hecho de saber que existía, sus hermosos ojos que transmitían tantos sentimientos a la vez, él que me mostraba todo el cariño y amor con una simple caricia o con una tierna palabra de ánimo.
Mi tristeza era demasiado grande como para poder contenerla e hice un intento en vano para no llorar, pero las malditas lágrimas salían de mis ojos como si tuviesen vida propia.
Y es que con solo recordar su voz diciéndome cuanto me quería hacía que la herida en mi corazón se engrandeciera.
Suspiré mientras secaba las pocas lágrimas que salieron de mis enrojecidos ojos por las noches en vela donde no puedía sacarlos de mis pensamientos ni de mi ya roto corazón.
Caminé dentro de mi departamento donde me resguardaba del frío y crudo invierno, tratando de no tropezarme con todas las cosas que arrojé al suelo. Donde intenté aplacar esa furia incontenible, aún sin poder creer que él se hubiese apartado de mi lado.
Logré llegar a mi habitación sano y salvo, y así como llegué comienzo a busca entre mis cosas un objeto verdaderamente especial para mi.
De nueva cuenta las lágrimas salieron de mis ojos y se resbalaron sobre mis mejillas hasta caer en mis brazos, que estaban ocupados buscando eso tan importante.
Solté un sollozo al encontrarlo, un álbum de fotos donde solo aparecíamos mi niño y yo.
Con la manga del suéter enjugo mis lágrimas, respiro hondo y lo voy abriendo poco a poco.
La primera imagen fue cuando él y yo nos habíamos ido de paseo a un parque de diversiones, ese lugar donde se respiraba el amor en todos lados y disfrutábamos la compañía mutua.
La segunda fue de nuestro viaje a unas ruinas al este de Japón donde los edificios arquitectónicos nos cautivaban.
Las demás fotos eran de días normales, comunes y corrientes... ¿Pero en qué cosas estoy pensado? Nunca fue un día normal cuando estaba con mi hermoso niño.
Sostuve el álbum y pasé página por página, tratando de recordar e imaginar todos esos momentos divertidos e inolvidables que pasé junto a él.
Las páginas del libro están a punto de terminarse, me detengo en la última foto… Es mi niño bello…
Despego la foto donde aparecía más hermoso de lo que ya era y me dediqué a observarlo durante algunos minutos.
¿Saben? Ahora que me doy cuenta… Nunca pude decirle lo que sentía por él de la manera más adecuada, yo no deseaba una simple una simple noche de sexo… Yo quería ser algo más que un simple amante, quería ser algo más…
Pero ahora el tiempo me lo ha arrebatado y ya no puedo hacer nada para recuperarlo, salvo intentar olvidarlo… ¡No! ¡No podría olvidarme de él! Si tan solo hubiera… No, el hubiera no existe y menos cuando tuve la oportunidad de confesarle mi amor.
Sonrío amargamente por las malas decisiones que tomé hacia con él y el no haber sido valiente como para expresar un sencillo “te amo” después de haber hecho el amor con tanta pasión.
Lo admito, le tenía envidia a ese niño tonto. ¿Por qué? Porque él si podía decirle a las personas con total libertad los mucho que las amaba y yo no, siempre viviendo con un sentimiento lleno de oscuridad.
Pero Shuichi era esa luz cálida que protegía a mi corazón… Y ahora esa luz que creía poderosa se ha extinguido y nunca regresará a mi lado, solo me queda aceptarlo y aunque no quiera… olvidarme eternamente de mi amor perdido.