‘’Don’t Forget Me…’’
Era una plaza comercial muy concurrida, había gente que iba y venia de aquí para allá con bolsas de las distintas tiendas que componían el lugar y otras tantas que hacían una parada rápida para después volver a sus labores diarias, como era el caso de aquel joven de traje elegante que rondaba las tiendas por un momento a la hora que había tomado para poder comer en ese día tan atareado que tenia.
Mientras aquel chico observaba sin mucho interés las tiendas, otro andaba totalmente de compras, cargado con bolsas de distintas tiendas muy caras y de mucho prestigio, con varias de las tarjetas de crédito que tenía a su nombre gracias a la generosidad de su actual pareja, con la que ya llevaba casi un año, totalmente ajeno a lo que pasaba a su alrededor iba hablando por teléfono con una de sus amistades con las que tenían una cena esa misma noche y estaba pactando la hora para llegar.
Iba tan absorto en su conversación y acomodándose las bolsas en las manos que no noto cuando pasaba frente al escaparate de la tienda de música y chocaba de frente contra una persona que, casi igual de distraída, miraba tras el cristal los discos de moda que habían salido ya en esos días.
-. ¡Hay!… ¡perdón! –Se disculpo el chico de las bolsas-
-. Descuide… -le excuso el joven que amablemente recogía una de las bolsas que se había caído-
Al disculparse le miro, el chico medio castaño de ojos miel, sus facciones delicadas y varoniles, ese porte que exponía su galanura a la vista de cualquiera, noto la mirada interrogante que le dirigía, y esa débil sonrisa de medio lado que le obsequio, no podía ser otro que…
-. ¿Tom…? –Pregunto colgando automáticamente y dejando a quien fuera con la palabra en la boca- ¿Tom, eres tú?
El chico le miro extrañado, le dirigió una mirada minuciosa como estudiando su cara para tratar de recordarlo pero al final negó con la cabeza.
-. Soy Tom, pero no te puedo recordar… Tu eres… -pregunto dudoso-
-. Bill –le sonrió- soy Bill ¿No me recuerdas? –Le miro añorante-
Tom le analizo, su cabello negro, lacio, delgado, alto, con una sonrisa encantadora, ojos miel, y piel blanca y al parecer suave, vestido con ropas caras, envuelto en accesorios igualmente de altos precios…
-. Me temo que no le recuerdo… -se disculpo Tom-
La mirada de Bill se ensombreció ¿Cómo podía olvidarle?
-. Tom, soy yo, soy Bill, fuimos novios hace ya algún tiempo… -hablo algo cortado- nos amábamos mucho, bueno… -le miro sonrojándose-
Tom lo miro haciendo una pequeña expresión de incredulidad y le dirigió una sonrisa con tinte de duda.
-. Vamos, recuérdame, nos queríamos mucho, me llegaste a implorar que no termináramos… -se acerco y lo tomo de la mano- éramos el uno para el otro…
-. ¿Perdón? –dijo Tom algo sorprendido- discúlpeme, pero yo hace mucho tiempo que no tengo a nadie –le sonrió dulcemente- y la última vez que tuve a alguien conmigo, bueno… es solo un borrón en mi vida.
-. ¿Hablas en serio? –le miro tristemente-
-. Con permiso… -les llamo una chica que quería entrar a la tienda de música, pero ellos estaban en la mera entrada-
-. Pase –dijo Tom asiéndose a un lado.
Bill resoplo ante la interrupción y giro los ojos con desdén, Tom le miro interrogante.
-. ¿Por qué no me recuerdas? –Hablo el pelinegro, tomo una de sus manos y Tom lo miro extrañado- se que te dolió mucho cuando me fui, me llegaron a contar que… -pauso un momento- que te metiste un tiempo en el alcohol… siento mucho eso Tom, pero si te lastima mi presencia solo dímelo, pero no me digas que no me recuerdas.
-. Es que no se dé que me habla… yo ya le dije que… -trato de explicarse-
-. Por favor Tom… -imploro- sé que me fui, que te hice daño, pero… la verdad es que aun te quiero, nunca deje de quererte pero… -bajo la mirada- desgraciadamente tu no me podías dar las cosas que yo quería… -lo miro con los ojos cristalizados- Tom…
El rubio lo miro, le sonrió y estrecho sus manos por un instante sin despegar sus pupilas, después las soltó y con delicadeza separo sus manos mirándole fijamente.
-. Discúlpeme, no quisiera contrariarlo, quizás lo que me está contando es verdad, espero no lastimarle, pero… no sé quién es usted –dijo con voz firme sin ser brusca-
Bill sintió que el mundo se le vino abajo, el mayor error que había tenido en su vida, y lo supo solamente en menos de diez minutos de haber dejado ir a Tom, ahora, tenía la oportunidad de volver a verlo, y él no sabía quién era.
-. Ah de disculpar mi mala memoria, pero después de todo, en esta vida y siendo un caballero, es necesario no tener buena memoria… -le miro sonriendo- para que no sufra uno mismo, ni la persona que deja libre.
Bill sonrió con nostalgia y dolor, era su culpa después de todo, así era Tom, tan sensible como el primer día que le conoció, solo le quedaba reírse de su estupidez, se recargo en el respaldo de la silla y se cruzo de brazos tratando de contener las lágrimas que querían salir y que hacían que su garganta le doliera, dejo al amor de su vida, a uno incondicional y sincero, por dinero, ropa cara y un estatus social, lo dejo por alguien rico, ya que Tom no le podía dar lo que él, según su propio ver, merecía.
-. ¿Está bien… Bill? –escucho la voz preocupada de Tom, y el escuchar su nombre de nuevo con su voz de hizo sentir escalofríos-
-. Si… -alcanzo a decir en un hilo de voz, que aun así dejo notar su quebrada voz-
-. Bueno… -dijo el rubio mirando su reloj de pulsera- ah sido un placer platicar con usted, lamento no ser la persona que usted busca, le deseo suerte para que lo encuentre… -se puso de pie-
El rubio se puso de pie y camino hasta estar al lado de Bill, aparto un mechón de cabello de la cara del pelinegro y le miro, puso una mano en su hombro, Bill le miro extrañado y al mismo tiempo esperanzado de que quizás ya quisiera hablar de lo que habían tenido.
-. Te deseo mucha suerte en tu vida… y ojala consigas todo lo que te has propuesto… -le regalo una de las mas sinceras sonrisas que hacía mucho ya no recibía-
-. Tom… -alcanzo a decir-
Observo como aquel joven de traje, medio rubio, de sonrisa inigualable y ojos seductores se alejaba por aquel pasillo lleno de personas extrañas, con sus manos en los bolsillos, y ese porte que tanto le había gustado siempre, una persona realmente especial, bella y sobre todo…
-. Un caballero… -musito por lo bajo para sí mismo con un roce de ironía-
No es que Tom realmente le hubiese olvidado, no es que le hubiera dejado de querer, no es que le odiara por cambiarlo por dinero, simplemente… realmente no reconocía a la persona que ahora se presentaba como Bill, envuelto en ropa cara, con esa mirada tan triste y esa sonrisa bacía, además, no quería arruinar la vida que tanto trabajo le había costado tener, ya había sido un obstáculo una vez, no lo seria dos veces, sabía que su vida no era lo que hubiera esperado, y sintió una terrible tristeza por observar la mirada tan triste que manaba de las pupilas del pelinegro, estaba solo, no tenia amor, ni amistades verdaderas, solo se refugiaba en tratar de tener una vida de porcelana que no se rompiera chocando con la realidad.
Miro para atrás y vio a Bill parado en el mismo lugar, el cual le sonrió tristemente al medio comprender lo que había ocurrido, Tom le devolvió la sonrisa y le dijo adiós con la mano, volviendo a caminar el solo por aquel frio pasillo, como lo hacía desde aquel día en el que su único amor se fue, solo y sin dar oportunidad a su corazón de volver a amar, porque ya no tenía caso intentar algo que no sucedería. El amor de su vida se había ido, quizás en alguna otra se reencontrarían, pero no guardaba muchas esperanzas….
-. Hasta nunca… pequeño Bill… -musito para sí mismo bajando la mirada-
Quito con sus dedos la lagrima que se le había escapado y mirando sus propios pies siguió caminando, alejándose cada vez más de aquel dolor, de aquel pasado. Mientras, Bill no le quitaba la mirada de enzima y le siguió hasta que Tom se perdió entre la multitud.
-. No me olvides… que no sabemos cuándo nos volveremos a encontrar…