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Tiempo de hacerte mía por Bella Kagamine

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Sentía su respiración en mi oído y sus ávidas manos recorriendo mi cuerpo con ansia. Ya había esperado mucho tiempo, al fin se decidió a hacerme suya y sin rechistar me entregué completamente a ella. Me apoyó contra la fría pared y siguió acariciando cada parte de mi piel.


 


-Bésame...


 


Fue la única palabra que logró salir de mi boca. Ella accedió y acerco sus finos labios hasta juntarlos con los míos en un cálido beso en el que el único manjar a degustar fue la saliva de la otra. Su lengua se abría paso entre mis labios para poder explorar mi boca, y, aunque accedí con algo de timidez luego me fui soltando. Repasaba cada parte de su pecho con mi dedo índice mientras continuaba con nuestro beso, ahora con algo de lentitud puesto que nos faltaba el oxígeno. Me cogió de la cintura y me atrajo mas hacía ella mientras se acercaba a mi oído:


                       


-Te haré mía, me da igual si nos descubren o no...por hoy me perteneces...


 


Susurró provocándome un leve escalofrío que recorrió cada centímetro de mi piel. Sonrió lobuna, tenía ganas de mí y lo hacía notar, repasaba todo mi cuerpo con la mirada a la vez que se relamía. Agarró mis muñecas con fuerza y comenzó mordiendo mi cuello suavemente. Eché la cabeza hacía atrás y suspiré. Había deseado esto desde hacía tanto tiempo...


Bajaba con besos y mordiscos hasta mi pecho en el que se entretuvo bastante tiempo, sonsacándome gemidos cada vez mas ruidosos.


Entre lametones llegó al comienzo de mis jeans, que desabrocho rápidamente. Con mi ayuda consiguió quitarme los pantalones pudiendo así estar más cerca de lo que quería. Me colocó contra la pared de forma algo brusca y besó mis hombros a la vez que me acariciaba por encima de la ropa interior. Reprimir los gemidos no era tarea fácil puesto que sabía donde encontrar mis puntos débiles. Ahogué un grito de dolor al notar dos de sus dedos introduciéndose en mi, me apoyé con mas fuerza en la pared, me dolía esa intromisión. Se acercó a mi oído de nuevo:


 


-Shhh...vamos...se que te gusta...-susurró mientras seguía jugando con sus dedos dentro de mi, haciendo que me retorciera del dolor. Me mordí el labio intentando ahogar los quejidos pero era inútil.


 


Después de un tiempo de leves gritos  y sollozos logré acostumbrarme a ello. No estaba tan mal al fin y al cabo. Ahora solo gemía del placer...


Ella se entretenía en lamer y morder mi cuello dejándome marcas rojizas por todo él. Me cogió de la cintura y siguió saboreando mi piel...


 


Sentí su último gemido en mi oído. Ambas estábamos exhaustas y caímos rendidas en el suelo del baño. De pronto alguien llamó a la puerta:


 


-¿Se puede?-dijo. Ambas nos miramos y sonreímos.


 


-¡Ocupado!-exclamamos las dos a la vez.


 


Una vez, solo una vez podía complacerla, estar entre sus brazos y aspirar su dulce aroma. Ahora nos despediríamos en las puertas del recinto y volveríamos a esperar los trescientos sesenta y cuatro días del año para volver a vernos. Y entre tanto nos extrañaríamos la una a la otra. Aunque ¿Quién sabe? El tiempo lo cambia todo...


 


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