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Pequeño pervertido por LaDy YuRi YaOi

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Notas del capitulo:

Bueno, me demoré dos días en subir la continuación. Pero antes de decir algo o justificarme creo que quieren leer.

Como siempre, este fic está dedicado a mi pequeña. La que me roba todos los días mi corazón, Katsura.

¡Te amo!

Disfruten la lectura.

Capítulo 1
Pequeño pervertido.

 


No lo puedo creer, definitivamente no puedo.

—Entonces, ¿cómo es que saludarás a tu clase? –Escuché que decía por tercera vez en el día Yoshiki.

—Soy Akiharu Tsukiyama –Y junto a esa voz grave, en mis oídos retumbó aquella vocecita que había estado siguiéndome todo lo que quedó del día—, por favor, cuiden de mi. ¿Está bien así?

—Ah, claro. Claro que sí, ¿no crees, Takuya? –El programa que daban en esos momentos era interesante, hablaban de la historia de las guitarras. Deseé, por un momento, que en la escuela hubiera materias de ese estilo. Uh, sería genial, mi promedio subiría como todo…—¡Takuya!

—¿Eh? –Siento que siempre interrumpen mis reflexiones, chasqueé la lengua y me dirigí hacia donde estaban los dos nuevos integrantes de la familia conversando— ¿Qué ocurre? –pregunté desganado sentándome en una de las sillas.

—Miku-chan, ¿puedes repetirlo de nuevo para que tu hermano escuche? –Habló Yoshiki a la vez parándose con los trastos sucios que quedaban en la mesa.

—Si, pero, papá… –ambos miramos al pequeño— ¿Me das más pastel? –Oh, que lindo, mi padrastro sonrió bobamente y luego me miró a mi.

—El pastel es de Takuya –habló ya casi en la puerta de la cocina—, si quieres más pastel se lo debes pedir a él. –Ahora si que había desaparecido por la misma puerta en que minutos antes habían desaparecido mamá y mi hermano.


—Taku-chan –escuché la voz suave del pequeño llamar mi atención—, ¡Quiero más pastel! –Me pidió inflando sus mejillas.

—¿Esa es la forma en que pides las cosas? –Le contesté sirviéndome un trozo ante su atenta mirada.

—¿Por favor? –No lo puedo creer, un puchero apareció en su cara blanca y sus ojos brillaban pidiéndome más. Rápidamente le serví un trozo pequeño y ambos nos pusimos a comer en silencio. —¿Quieres escuchar lo que le decía a papá?

—Bueno. –Hablé ya por inercia y sin mirarlo.

—Mi nombre es… –Escuché sus primeras palabras y luego un silencio, no lo tomé demasiado enserio ya que mi pastel tenía toda mi atención, eso claro está, hasta que sentí como dos manitos tomaban mi cara y la jalaban hacia un costado— ¡No me estabas mirando! –Chilló con mirada de cachorrito triste.

—¿Para qué quieres que te mire? –Uh, creo que eso se me salió en voz alta y hasta un poco molesto. Sus ojitos brillaron furiosos y por un momento pensé que mi pastel se confabularía para vengarse de mí por mi actitud.

—¡Tienes que hacerlo! Ahora, escúchame –me pidió sin dejar de sostener mi rostro—. Mi nombre es Akiharu Tsukiyama, tengo 10 años y nací el 5 de enero, por favor cuiden de mí. –Terminó diciendo con una sonrisa.

—¿Para qué van a querer saber los demás cuando es tu cumpleaños y tu edad? –Pregunté de forma molesta, el sólo hizo un sonido extraño, como si quisiera decirme que ahí estaba lo evidente.

—Sólo quería que lo supieras –sus mejillas se pusieron rojas. ¿Qué estaba pasando?—. Para que no se te olvide mi regalo.

Ah, era eso. Sabía que tenía que tener un doble sentido sino esta conversación no tendría sentido. Pensar que hasta en la mañana era el hijo menor de esta familia… No puedo creer que la vida me castigue así.

Lo peor fue que todo el resto de la mañana hasta el almuerzo este mocoso estuvo pegado a mí. Si antes me quejaba por falta de atención ahora me quejo por tener atención excesiva.

“Boberías”, pensé por un momento pero luego me di cuenta que el pequeño se estaba acostumbrando al nuevo ambiente familiar.

Por incontable vez fui interrumpido de mis pensamientos pero no de cualquier forma. Abrí mis ojos sorprendido cuando miré a Miku ponerse de puntitas en el suelo con su rostro pegado al mío. No tuve ni tiempo para reclamar y sus labios se pegaron a mi rostro, muy cerca de mis labios. Sentí su pequeña lengüita recorrer los alrededores de mi boca por unos segundos y luego se despegó.

“Esto… Díganme que no pasó esto.” Me quedé quieto unos segundos y luego miré sus ojos que irradiaban ingenuidad. “¿Es posible que este mocoso sepa con conciencia lo que hace?” Temí darme una respuesta así que sólo trague duro y traté de que en mi rostro apareciera una expresión molesta.

—¿Por qué hiciste eso? –Le pregunté tratando de sonar duro, hasta alcé la voz.

—Quería pastel de Taku-chan –respondió colocando sus manitos detrás de su cuerpo—, tenías pastel en la boca.

Este mocoso quiere jugar conmigo lo sé. Su mirada inocentona no me va a hacer caer. Estaba a segundos de levantarme molesto hacia mi habitación cuando Yoshiki y mamá salieron de la cocina.

—Miku-chan, necesito que ayudes a Hiroshi en la cocina –habló aquel hombre—, ¿puedes? –Su hijo asintió, luego me miró una vez a lo que le devolví una mirada molesta, y luego desapareció por la puerta.

Quedé a la merced de los dos sujetos mayores que me miraban fijamente.

—Hijo, necesitamos hablar –escuché la voz de mamá en mis oídos—. Es sobre Miku.

¿Ahora viene la explicación del por qué su hijo es un pequeño pervertido? Ajá, no en vano en la mañana estuvo tratando de tocarme a todo momento.

Si aún la escena del baño, antes de que me cantara un feliz cumpleaños en la tarde, estaba en mi mente. Argh, si de sólo recordar el momento en que tuve que compartir la regadera con él, hace que me ponga de malas. ¡Ni si quiera respetó mi lugar en la ducha! Me obligó a que le lavara el cabello y su cuerpo. Lo peor fue cuando pasaba el jabón por su cuerpo, no puedo olvidar su pechito blanco, sus mejillas rosaditas, su mirada perdida en el techo, su respiración entrecortada cuando dirigía mis manos hacia otros lugares… ¿Eh?

—Akiharu es un niño muy especial –a lo lejos escuché la voz de Yoshiki—. Cómo no ha tenido a su mamá desde los 4, para mí ha sido difícil criarlo.

¿Pensé de forma lujuriosa con un hombre? ¿Hombre? “¡Pero si es un niño!”

—Para suplir su falta, siempre le he consentido en todo lo que me pida –de nuevo la voz de ese hombre estaba de fondo en mi cabeza—, por eso es que es un poco caprichoso.

¿Acaso estoy bien de salud? Comenzaré a cuestionarme mi salud mental seriamente.

—Y egoísta –me estoy mareando con esta voz—, no puede hacer nada solo y es un poco manipulador…

—Amor, no te sientas culpable –ahora la voz de mi madre—. ¿Ves la cara de Takuya? El entiende también por lo que pasas.

—Ah, tienes razón –su voz bajó y todo seguía dando vueltas en mi cabeza—. Sé que tienes mucho que estudiar pero, por favor, estaría muy agradecido contigo si aceptas cuidar a mi hijo para que sea un gran adulto…

Tengo que soportar los acosos de un menor de edad por siempre…

—¿Takuya? –¿Mamá, eres tú?— Takuya… ¿Estás bien?

—Sí… –Eso fue de mi más puro inconciente. Para cuando volvía a mi realidad me daba cuenta que ambos me miraban esperando una respuesta a algo. Creo que no debí pensar en esas cosas.

Un sonido nos desconcentró de aquel momento, el pequeño salía de la cocina, rodeaba la mesa y luego sin preguntar o decir algo, se acomodó sentándose arriba de mis piernas para luego mirarme fijamente.

—Tengo sueño, ¿a qué hora nos vamos a dormir, Taku-chan? –Unas risitas se dieron a escuchar por todo el lugar, sentí un calor terrible en mi cara y luego desvié la mirada hacia mi mamá.

—¿Esto trae algún beneficio? –Dije inocentemente mientras con mis brazos rodeaba el cuerpo de Miku, que me miraba extrañado y a la vez acercaba uno de sus deditos hasta sus labios.

—Claro que sí, aumentaré tu mesada –fruncí el seño. Aquello no era tan tentativo—, podrás salir un día completo y como bono de cumpleaños te compraré lo que quieras –sentenció—. Tú elijes.

—Ah, me encantan los niños –hablé convencido, sé que con eso solo logré atrapar a Yoshiki, mamá no era inocente sabía lo que tramaba—. Cuidaré bien a Akiharu.

Sonreí complacido. Esto no será difícil, el mocoso acosador este, se dejará llevar por todo lo que diga y si tengo paciencia -por todos los beneficios que tendré- en poco tiempo lo tendré dominado. Al menos eso tengo planificado.

Bajé un poco la vista y me encontré con esos ojitos redondos que me miraban con aquel brillo especial.

—Entonces, trato hecho –escuché la voz del padre de la casa—. No puedes arrepentirte, debes asumir todos los cuidados de mi Miku-chan.

Asentí con la cabeza lentamente para luego bajar al pequeño de mi regazo. ¿Qué tan difícil puede ser? Me levanté de la mesa luego de hacer una pequeña reverencia para después caminar hacia la habitación.

—Tengo la sensación de que cree que será fácil –fue una de las últimas cosas que escuché decir—, tengo un presentimiento.

—Ah, querido. No te preocupes.

Cuando llegué procuré ir hacia mi escritorio para ordenar los deberes que tenía que entregar mañana en la escuela. Sumido en mis pensamientos no me di cuenta cuando fue que llego Miku que estaba mirándome con su cabecita apoyada en sus brazos cruzados.

—No tienes que fingir –habló—, se que no me quieres –miré su rostro y aquellos ojos que minutos antes habían estado brillando por emoción, ahora reflejaban una tristeza difícil de descifrar—, esta bien sino quieres cuidarme.

¿En qué momento las cosas habían terminado así? Para cuado quise reaccionar racionalmente estaba apretando su cuerpecito sobre el mío.

—¿Por qué no habría de cuidarte? –Pregunté atento a los pequeños temblores que tenía.

—No te simpatizo.

Alejé su cuerpo de mí y tome su rostro en mis manos. Pasé mis pulgares por su mejilla limpiando unas pequeñas lágrimas. ¿Puede pasar que a pesar de que llevamos sólo unas horas conociéndonos los sentimientos salgan a flote tan rápido?

—Escucha, pequeño –Hablé de forma calmada. Por un momento pensé que chillaría como bebé pero se dejaba hacer por mis manos—, no tienes por qué comportarte así conmigo –se que esto iba a sonar duro pero poco entiendo por qué tanto drama con eso de que si quiero o no quiero cuidarlo—. Ni si quiera nos conocemos lo suficiente… –no alcancé a terminar cuando sentí como empujaba sus manos bruscamente de su rostro. —¡Oye!

Sus ojos esta vez adquirieron un brillo que se resumía en una cosa: molestia. Temí por mi vida, este niño era de temer, por un momento estaba feliz, luego triste y ahora molesto.

—Acaso… ¿Acaso no te acuerdas de mi? –Preguntó con voz baja.

—¿Perdón?

No me contestó, sólo se dio media vuelta y se encaminó a pasos agigantados hacia la cama. Sacó su pijama y me miró fijamente.

—Cámbiame.

—¿Qué? –Su voz fue tan fría que por un momento pensé que hablaba en broma. Casi, porque su pijama voló por los aires hasta estrellarse por mi cara.

—Que me cambies –volvió a pedir mientras yo seguía mirándolo—, para eso te van a dar beneficios.

Ah, no es que eso fuera mentira pero me molestó la forma grosera en lo que dijo eso, me levanté furioso del escritorio y caminé hacia donde estaba él. Creo que nos quedamos unos buenos minutos mirándonos fijamente. “Mocoso del demonio.” Quise mascullar en voz baja pero sólo atiné a sacarle bruscamente la playera y lo mismo pasó con sus mini pantalones.

—¡Ten más cuidado! —Sonreí de manera irónica. Claro que no, ¿no le gusta jugar con fuego? ¡Que se queme el mocoso!

—Me dan beneficios por cuidarte, no por tratarte bien –Oh no, mordió su labio inferior y sus ojitos se llenaron de agua—. Te aguantas.

Luego de que le terminé de poner su ridículo pijama de conejitos estampados, me devolví hacia el escritorio.

—¿No te vas a dormir? –Preguntó casi fingiendo inocencia.

—Eso no es de tu incumbencia –le respondí bruscamente—, tú preocúpate de dormir.

No escuché nada más que el movimiento de las cobijas y cuando pasó una hora me cambié para dormir también.

De todos los cumpleaños que he tenido en mis –antes 16- y ahora 17 años de vida, este sin duda era uno de los más bizarros. “No tiene caso pensarlo mucho” me dije acomodándome al lado del cuerpo del pequeño.

Me atreví a mirar su cara y pero esta estaba oculta por sus manos, no me calenté más la cabeza a si que apagué las luces y cerré mis ojos para poder dormir.

Estaba entrando al sueño más profundo de mi vida, por así decirlo, cuando sentí algo tibio posarse en mi cara. Entreabrí mis ojos tratando de ver algo pero la oscuridad completa poco me permitía hacer algo.

Un algo o algo estaba delineando mi rostro suavemente, desde mi frente hasta mis labios, sentí como mi rostro se acaloraba de forma agradable. En poco tiempo fui conciente que el único capaz de hacer eso, ya que era con el que compartía mi cama, era el enano. Estaba a segundos de decirle algo cuando sentí como se acurrucaba en mi pecho, provocando que mis manos lo abrazaran de forma delicada. ¿Aquello estaba bien?

—Takuya, quiéreme…

¿Quiéreme? No atiné a decir nada. Mis pensamientos volaron en cuanto sentí un leve contacto sobre mis labios. ¿Un beso?

Simplemente cerré mis ojos tragándome las palabras que iba a decir y me quedé helado. ¿Un niño de su edad tiene conciencia para hacer eso? “¡Maldición!” Quería lloriquear y patalear. Esto seguía siendo una broma de mal gusto.

¿Qué haré ahora?

Notas finales:

Bueno, desde anoche estoy haciendo lo que llamo 'Los tres días de Lune', ayer subí la conti de un fic que tengo en mi primer fandom, hoy subo la conti de Pequeño pervertido y mañana finalizo con mi Espiral.

Lean con tranquilidad que este fic tiene una trama completamente distinta a la que siempre ocupo.

De todas formas, gracias por leer hasta acá. Y por supuesto por los comentarios que están respondidos.

Sigan comentando si quieren pedir algo, sugerir, criticar o saludar.

Espero estén bien.

Besotes!


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