Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pequeño pervertido por LaDy YuRi YaOi

[Reviews - 106]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hace frío. De hecho, se me congelan las manos.

En fin, este capítulo, explica muchas cosas. Creo que es una ante sala hacia lo que mi mente tiene para este fic.

Sin más que decir, por favor disfruten la lectura. Los comentarios estarán contestados pronto.

Pronto es en unos minutos más.

Capítulo 2 ...
Pequeño pervertido.


—Acá están sus almuerzos –mi adorada mamá me levantó las dos cajas frente a mis ojos y me miró seriamente—. Tienes que pasar al salón de Miku-chan a dejárselo.

—Está bien –respondí por inercia mientras mis ojos divagaban por el reloj de la casa, faltaba media hora para entrar a clases y agradecía al cielo vivir cerca del establecimiento—, ¿tendré que ir a buscarlo?

—Claro que sí, Yoshiki habló con la maestra de él para que lo acompañe mientras terminen tus clases –creo que mi mirada de incredulidad la hizo reír—. No tienes permitido desviarte a lugares extraños con el pequeño.

—¿Qué intentas decir? —Pregunté.

—Nada –miré como rodaba sus ojos —, sólo obedéceme y no tendrás problemas.

—Está bien –me dirigí hacia mi habitación para buscar a mi extraño hermanastro. Cuando llegué lo encontré mirando fijamente la ventana, sus ojitos brillaban con melancolía y no se había dado cuenta de mi presencia—. ¿Miku?

Logré captar su atención, aunque no fue del todo, lo cual me sorprendió. En su carita se dibujaba una pequeña sonrisa triste y tuve que aguantar mis ganas de preguntar por si se encontraba bien, a si que sólo me mordí los labios.

—¿Ya es hora de partir? –Habló pasándose las manos por sus ojitos.

—Eh, sí. –No me atreví a decir algo más. Salimos de la casa y comenzamos a caminar lentamente para ir a tomar el autobús que nos dejaría en la escuela misma. El tráfico estaba un poco lleno y el autobús pasaba cada vez más lleno, cuando ya estaba por ir caminando, alcancé a ver un espacio libre, tomé de la mano al pequeño que estaba a mi lado nervioso y fuimos empujados casi al final.

Traté de abrir la ventana del bus intentando no aplastar el cuerpo de Miku, podía sentir sus manitos sujetando fuertemente mi camisa mientras apoyaba su cabeza en mi vientre. Pasé un brazo sobre sus hombros procurando -inconcientemente- proteger su cuerpo de la gente que entraba sin parar.

Una vez que llegamos, en silencio, nos soltamos para ir a nuestros salones. Dejé a Akiharu con su maestra y me encaminé lentamente al salón.

—Buenos días, Takuya-san —Resonó la voz de una chica de falda un poco corta y coqueta, sonreí ampliamente.

—Buenos días –la chica contorneó sus caderas de forma insinuante "bastante interesante", creo que mi sonrisa boba desapareció en cuanto unos brazos me rodearon y una voz resonó en mis oídos.

—¿Qué hacías engañándome? –¿Ah? Abrí mis ojos impresionados por semejante declaración más no sorprendido. Cuando giré mi cuerpo aún con esos brazos blancos rodeándome miré la cara de aquella persona.

—Bou –solté un suspiro molesto—, ¿cuántas veces te he dicho que no te engaño? ¿Acaso no puedo ser un hombre libre? –Le seguir el juego mientras las chicas soltaban algunos suspiros.

—Ah, que mala persona eres Taku-chan –infló las mejillas haciéndose el ofendido—. Tú sabes que sólo puedes estar conmigo.

Un minuto más y nuestras risas se hicieron escuchar fuertemente mientras entrábamos al salón y decíamos “buenos días”, a todos en general. Siempre ha sido igual desde primara, Bou y yo de alguna forma logramos llamar la atención entre nuestros compañeros. Aunque todos sabían como éramos en realidad. Miré de reojo como mi mejor amigo corría hasta abrazar el cuerpo de otro compañero jugándole la misma broma.

Tomé asiento en mi banco, aprovechando de dejar los almuerzos a un lado, cuando Bou apareció con las manos atrás de su cuerpo.

—Me contaron que te llegó un pequeño regalo de carne y hueso en tu cumpleaños –sonrió ampliamente mientras se sentaba en el banco que estaba adelante del mío—. Oye, no me pongas esa cara.

—Es la única que tengo –respondí de mal humor—. Mataré a mi hermano por andar diciendo esas boberías.

—Ah, no te conviene –cuanto me arrepiento de haber dicho eso—. Si haces eso me aseguraré de hacerte la vida aún más imposible. –Habló entrecerrándome los ojos.

—¿No crees que ya es hora? –Hablé mientras el me miraba con extrañeza— De decirle a mi hermano lo mucho que lo amas. –Terminé diciendo en susurro, cerca de su oído. Poco después me reí de forma moderada mientras él se sonrojaba notoriamente.

—¡No me molestes con eso pequeño Taku-chan! –Agarró mi mejilla fuertemente, peñiscándola de arriba hacia abajo.

—¡Oye! ¡Suéltame! –¿Cuál es la diferencia de estar en mi casa y en la escuela? No sé que podía soportar mejor, si los constantes acosos del enano o los cariños de Bou.

Me sobé la cara a la par de que mi amigo soltaba un suspiro y miraba el suelo.

—¿Crees que debería decírselo? –Preguntó con desgano y tristeza. Oh, aquello si que me afectó.

—Ya sabes –dije seguro—, se llaman todos los días, se conocen desde hace tiempo, algunas veces salen juntos… Ya no pasas tiempo conmigo. –Dije sin pensar lo último, creo que –inconcientemente— fue hasta acompañado por un puchero.

—Ah, ¿me estás reclamando atención? –Al menos logré que su sonrisa volviera a su rostro— Pasaré ahora más tiempo contigo. Lo prometo.

—No prometas cosas en vano –le reclamé— , si cada vez que vas a mi casa lo único que quieres hacer es pasar tiempo con Hiroshi.

—Uy, trataré de ya no hacerlo sólo para que no te hundas en los celos. –Ok, ya basta cuando estaba por abrir mi boca para insultarlo se le ocurrió agregar algo:— Aparte de eso, creo que ya mi puesto me lo arrebatará un pequeño.

—¿Eh? – Se puso a mi lado y me codeó las costillas.

—Tus gustos si que han cambiado… Primero yo, luego las chicas y ahora un pequeño de 10 u 11 años. —¿Qué? Mi cara debió haber pasado por todo unos matices de expresiones y colores.

—¡De que demonios ha…! –No pude seguir con mi frase pues, el que se suponía era mi mejor amigo puso su mano en mi boca y me miraba de forma seductora. ¿Qué le pasa? Eso no funciona conmigo, sólo con los de menor grado.

—¿Acaso no recuerdas esa vez en que nos besamos? –Preguntó tirándome un beso al aire. “Tranquilo, Takuya, tranquilo. Cuenta hasta diez... Uno, dos… ¡Cien!”

—¡Eso fue un accidente! –Reclamé mientras sujetaba su brazos y el reía sonoramente— ¡Ni si quiera me gustabas!

—¿Estás seguro? –Me volvió a preguntar una vez que terminó de reírse— No es el momento para decir estas cosas.

Maldición, quería decir algo más, pero simplemente llegó el profesor. Bou se sentó a mi lado y las clases dieron comienzo.



No es que… De verdad, no es que sea un gran alumno. O quizás sí y eso es motivo para que la mitad del salón mi mire con admiración y la otra mitad me mire con odio –fingido— absoluto. ¿Verdad que si? Mi vista se ocupó entonces, en mirar la hoja que estaba entre mis manos, era un 100 con todos sus ceros y su único uno. La mejor calificación de los exámenes que habían comenzado hace ya una semana.

—Takuya… —Escuché la voz de mi compañero del banco de adelante— ¿Cómo te sacas siempre esas calificaciones?

—Ah –escuché la voz de Bou responder por mi—, vieras el pequeño incentivo que tiene ahora para que sus calificaciones se mantengan.

¿P-pequeño incentivo? No se estará refiriendo a…

—¿Cuál pequeño incentivo? –Preguntó al aire mi compañero.

—Llegó a su casa ayer y… — “¡Y eres hombre muerto!” En mis oídos resonó el timbre que indicaba la hora de almuerzo.

—¡Salvado por la campana! –exclamé en voz alta mientras me levantaba con los dos almuerzos.

—¿Eh? Takuya, ¿A dónde vas con eso? –Escuché la voz de mi amigo de nuevo hablarme— Nos vemos luego, Kanon. –Observé desde la puerta como le guiñaba el ojo y luego corría para llegar a mi lado. La cara de Kanon era un poema épico, el siempre había estado enamorado de mi mejor amigo. Aunque nunca ha sido capaz de confesarse y creo saber porque. —¿Vas a dejarle eso a tu hermanito?

—No hace falta que seas sarcástico –murmuré entre dientes—. Voy a dejarle su almuerzo antes de que se ponga a llorar o algo. –Terminé diciendo. Las imágenes de su rostro, de hoy en la mañana, llegaron como pequeñas fotos a mi mente.

—¿Qué te pasó? –¿Mmm? Miré a mi amigo con confusión— Pusiste un rostro de preocupación que me preocupaste.— Dijo mientras sonreía. Acto seguido me tomó del brazo y seguimos caminando en silencio.

Cuando pequeños, solía agarrar de la misma forma el brazo de Bou. Siempre era lo mismo y nunca a él le molestó que esas cosas pasaran.

—Ahm, ¿recuerdas? –Habló mirando los árboles que formaban el pasillo para ir hacia el edificio de primaria.

—¿Qué cosa? –Apoyó su cabeza en mi hombro— ¿La vez en que nos dijeron que parecíamos novios? ¿O la vez en que nos preguntaron si éramos amantes?

—No digas esas cosas –habló escondiendo su cabeza en mi cuello—, eso es para cuando estemos en privado. –Terminó diciendo mientras depositaba un besito en mi cuello.

—¡No seas aprovechado! No quieras tentar el demonio –nos reímos fuertemente—, pero bueno, ¿qué era lo que tenía que recordar?

—Ah, no importa. Se me olvidó cuando me cortaste la inspiración.

No seguimos hablando, estábamos en frente de la maestra que nos miraba amistosamente.

—¡Maestra! –Gritó Bou entrando para abrazarla— ¿Dónde estaba? ¡La he extrañado! –Ambos reímos ante la actitud de él.

—Bou-kun, ya estás grande para decir esas cosas –rió mientras ordenaba unos papeles—. Aparte ya estás a meses de salir de clases. Qué cosas son esas de donde he estado.

—Qué genio tiene, sigue igual. –Fue lo último que quise escuchar de sus labios, me alejé de ellos para buscar a ese enano que esta mañana había estado extraño.

—Takuya-kun –la voz de mi maestra resonó en mis oídos—, si buscas al pequeño debe estar seguramente en el baño –giré mi cuerpo para mirarla fijamente y antes de abrir mi boca para decir algo ella interrumpió—. ¿Sabes si le ocurre algo? En la mañana llegó casi a punto de llorar y ahora se volvió el niño más amistoso del salón.

—Ah, si se refiere a lo bipolar que es… –De nuevo fui interrumpido pero esta vez por la llegada del rey de roma.

—Con permiso… –Entró al salón y se detuvo al lado mío— ¿Ese es mi almuerzo?

—Claro –le tendí su parte—, toma.

—¡Oh! –La voz de Bou resonó como un chillido— ¿Eres Akiharu? –El pequeño desvió su mirada hacia mi amigo y su vista se afiló.

—Sí… —Su voz sonó apagada, por un momentos ambos se quedaron cruzando miradas y pensé que se podían ver los pequeños rayos que se formaban— ¿Tu eres…?

—¡De verdad! Mi nombre es Saito, pero me llaman Bou, mucho gusto pequeño –habló animadamente mientras se volvía a colgar de mis hombros—. Takuya, ¿nos vamos? Quiero almorzar luego antes de que empiecen las clases.

¿Qué teatro era ese? Todo me lo dijo mientras colocaba ojos de cordero degollado y hacía pequeños pucheros con sus labios. Me quedé sin habla mientras trataba de averiguar que se traía entre manos.

—Quiero almorzar con ustedes, ¿puedo? –Al ver que nosotros no contestamos dirigió su vista hacia la maestra— ¿Puedo, maestra?

—Ah, sí. Como Takuya es tu hermano y es alumno antiguo de la escuela puede estar acá –recogió sus cosas—. Los dejo.

Luego salió mientras los tres nos despedíamos haciendo la correspondiente reverencia.


—Bou –hablé mirando la puerta.

—Dime –respondió mirando el mismo punto que yo.

—Estás muy pegado a mi –lo miré de reojo—, apártate. –Luego de eso solté su agarre molesto, y sin pensarlo mucho sujeté la mano de un distraído Miku que miraba la escena sorprendido.

—¡Hey! ¡Takuya! –Gritó una vez que nos alejamos.

—¡Argh! ¡No entiendo por qué es tan molesto! –Dije una vez que llegamos a uno de los árboles gigantes que se encontraban en la primaria, había soltado la mano de Miku y este se acomodaba al un lado de mi.

—¿Es tu novio? –Preguntó con falso interés mientras soltaba el nudo de su comida.

—Claro que no. ¿Acaso me crees tan bobo? –Seguí reclamando molesto— ¡Si tuviera novio, definitivamente, no sería él! –Le insté al pequeño a que abriera su boca mientras le daba un bocado de la comida.

—Claro, pero sí serías novio de un mocoso de diez años –Y ahí estaba el causante de mis problemas—. Por eso lo estás alimentando –Lo observé tomar con molestia los cubiertos de mis manos y luego se los tendió a Miku—. Puedes comer solo, ¿verdad?

“Lo que me faltaba.” Akiharu movió su cabeza de un lado a otro y cuando Bou abría su boca para hablar de nuevo, él sorpresivamente me abrazó.

—Takuya es mío –habló con enojo mientras apretaba más mi cuerpo al suyo—. Sólo quiero que él me de mi comida.

Creo que mi amigo y yo nos quedamos unos momentos en silencio. El pequeño se aferró más a mí y de sus ojos se comenzaban a asomar algunas lágrimas. ¡Por favor, no! Rápidamente le tomé los cubiertos a Bou y pasé mis brazos sobre mis hombros. Creo que no podía seguir evitando lo que al pequeño le pasaba en esos momentos.

—Bou, ¿nos puedes dejar un momento? –le dije mirándolo fijo, él asintió y se alejó unos cuantos metros. Luego de eso miré al enanito secándose las lágrimas con la manga de su camisa. Suavicé mi mirada y traté de hablarle calmadamente:— ¿Ocurre algo? –Él asintió repetidas veces.

—Quiero que me recuerdes –habló con sus ojitos llorosos—, ¿tanto te cuesta hacerlo? –Sentí crujir mi corazón de forma extraña.

—Intentaré hacerlo –dije luego de unos segundos de silencio—. Sólo prométeme que no llorarás más.

—Sólo si me prometes que me tratarás bien. –Mencionó copiando mis palabras.

—Es un trato. –Le ofrecí mi dedo meñique y el lo aceptó.

—¿Puedo incluir que él se aleje? –Preguntó apuntando a Bou.

—No. –Infló los cachetes, molesto, y luego esbozó una sonrisa.

—Dame comida –habló abriendo su boquita—, tengo hambre.

—Enseguida. –Tomé los cubiertos y le di otro bocado mientras le hacía señas a mi amigo para que se acercara. Creo que el pequeño es muy voluble, creo que me agrada no verlo triste.

Ya luego de unos minutos ambos discutían porque quería que les diera comida. Aquello me dio risa. Hum, espero que nos comencemos a llevar bien con el enano, aunque no lo puedo recordar… ¿Qué será?



—¿No lo recuerdas? –Preguntó por décima vez en mi oído.

—Te digo que no –respondí ya molesto—. ¿Debería recordarlo? –Mi amigo paró en seco a uno de los costados, su vista se desvió y uno de sus dedos fue a dar a sus labios.

Oh, no. Conocía esa expresión perfectamente, fue la misma que me dio cuando me pidió ser su amigo, cuando me dijo que le gustaban los chicos y la misma que cuando me dijo que estaba enamorado de mi hermano. ¿Acaso él también conocía al pequeño?

—Es que…—Mi paciencia se perdió. Lo tomé del brazo y lo arrastré hacía la azotea del edificio principal. El frío golpeó nuestros rostros pero aún así no dude en saber que era lo que me trataba de decir.

—Dime que es lo que ocurre –le exigí—, quiero saber, ¿También lo conoces? –El asintió y luego me miró.

—Hiroshi también lo conocía de antes –agregó—. De seguro esperaba que también lo reconocieras.

—No me importa mi hermano –hablé agresivamente—, dime.

—¿Recuerdas el día en que tu papá murió? –Abrí mis ojos sorprendido por aquella pregunta, ¿cómo olvidar aquel día en que se destruyó parte de mi vida?— Ese día le salvaste la vida a un niño de más o menos siete u ocho años –De a poco recordaba lo que creí perdido en mi memoria—. Ese niño era Aki-chan. –Terminó diciendo mirando cada una de mis reacciones.




Takuya, papá…—¿Papá? – Papá murió. –Negué con la cabeza todo lo que pude antes de mirar su figura con odio.

¡Mientes! –Grité exaltando tanto a mi hermano como a Bou— ¡No puede ser! –Volví a gritar apenas terminé de girar mi cuerpo para salir corriendo lejos de ahí. Puede suponer como Hiroshi que no dejaba de llorar iba a ir corriendo detrás de mi pero mi amigo lo detuvo y sólo atinó a abrazar su cuerpo fuertemente.

Corrí como desesperado hasta llegar a un parque, una vez que me senté en una banca, mis lágrimas continuaron bajando lentamente. Mi papá, aquél que tanto daño le hizo a mamá y a nosotros estaba muerto. ¡Pero no sabía como reaccionar! ¿Acaso me sentía feliz? ¿O sentía tristeza?

Miré hacia el cielo nublado mientras cantaba aquella canción que papá solía cantar esas tardes de invierno. Mamá hace poco se había divorciado de él y desde entonces mi vida y la de mi hermano había cambiado constantemente. Cuando lo visitábamos lo veíamos como un buen hombre, trabajador, comprensivo pero visiblemente agotado. ¿En que momento…?

Disculpa… —Un rostro se posó al frente del mío— Quizás no deba preguntarte esto. ¡Es que estoy desesperado! Y lo peor es que se ve que pasas por un mal momento… En fin, ¿Te ocurre algo? –Preguntó el sujeto algo mayor sentándose a mi lado.

Yo sólo me quedé en silencio, no estaba bien hablar con extraños, pero el me inspiraba una confianza algo extraña.

Entiendo que no quieras hablar. ¿Sabes? –Siguió hablando— Soy un mal padre.

¿Por qué lo dices? –Le pregunté sacando mi voz finalmente.

Perdí a mi pequeño hijo –sonrió tristemente—, discutí con mi pequeño y se me perdió. Ahora no puedo encontrarlo. ¿Soy lo peor no crees?

Aún puede encontrarlo, de seguro no debió haber ido lejos –un copo de nieve cayó en su cabello—. De seguro debe estar cerca.

Eso pensé, es un bebé, apenas tiene siete años. Lo malo es que mi esposa falleció hace tres años –se mordió el labio—. Desde entonces ha cambiado mucho.

Debe ser mucho trabajo. Yo… —suspiré antes de proseguir:— Perdí a mi padre hoy. –Una mano se posó en mi hombro.

Tranquilo, de seguro debió haberse ido pensando que eres un buen hijo. –Aquello me sacó una sonrisa.

Gracias, si veo a su hijo…

Estaré en el parque dando unas vueltas más –sonrió tranquilo.

No eres mal padre si no abandonas a tu hijo –aquello que dije le sorprendió—. Te ayudaré a buscarlo.

El asintió y luego nos separamos en caminos. Comencé a mirar en todas las direcciones posibles donde podía ver a un pequeño niño más no podía encontrar nada. Lo que si encontré fue a mi hermano y a Bou buscándome desesperados.

¡Takuya! – Y antes de que mi hermano pudiera hacer algo, el cuerpo de mi amigo me alcanzó para abrazarme.

¡Que bueno que estás bien! –Soltó el agarre mientras me regalaba una sonrisa— ¿Eh? ¿Qué hace ese niño cruzando donde no está permitido? –Cuando di vuelta mi mirada, observé al pequeño que mencionaba en la mitad de la avenida.

De lo que también fui conciente fue de ese auto que alcanzaba toda la velocidad sin darse tiempo para frenar.

Luego sólo escuché a lo lejos un grito. Mi cuerpo se movió con vida propia y todo pasó en cámara lenta.

Cuando abrí mis ojos de nuevo estaba tirado en el piso con gente que me rodeaba y mis brazos sujetaban firmemente el pequeño cuerpo que me sujetaba como si su vida dependiera de ello. Pestañeé unas veces más, el cuerpecito que estaba arriba de mi se movió inquieto hacia mi pecho y luego unos ojitos grande me observaron.

¿Estás bien? –Habló esa vocecita que luego fue acompañada por los chillidos de mi hermano y mi amigo.

¡Taku-chan! ¿Estás bien no te pasó nada? –Dijeron al unísono una vez que llegaron a mi lado. Me levanté con su ayuda mientras sujetaba al pequeño que había comenzado a llorar mientras se sujetaba en mi ropa.

Estoy bien, no llores más. ¿Tú estás bien? –Le hablé mientras acariciaba su espalda. El niño me miró y luego trató de esbozar una pequeña risa, para después caer desmayado en mis brazos.

¡Akiharu! –Gritó el mismo hombre que hace algunos minutos atrás había conversado conmigo. La gente había comenzado a caminar normalmente mientras yo me ponía de pié, el auto había seguido su avance sin prestar atención al atropello que pudo haber y el niñito seguía en mis brazos. —¡Hijo mío! –Sin meditarlo mucho abrazó nuestros cuerpos— ¡Muchas gracias, chico! –Dijo una vez más calmado— Le salvaste la vida a mi hijo.

¿Este era el pequeño que buscaba? Sonreí con amabilidad y le entregué a su hijo.

No tengo como agradecértelo.

No es necesario que haga algo. Sólo que sea un buen padre supongo. –Esas palabras salieron del fondo de mi corazón. El volvió a sonreír y miró a su pequeño antes de sonreír e irse después de una despedida.

Oh, ¡que valiente! –Escuché que decía mi hermano— Y eso que tienes algunos golpes.

¡Fue genial Taku-chan! ¡Eres mi héroe! –Dijo Bou agarrándose de mi cuello mientras yo y mi hermano lo mirábamos y nos reíamos.




—¿Era él? –Pregunté mientras recordaba todo de golpe.

—¿Lo habías olvidado? ¿En qué piensas? –En el dolor de estómago que me llegó de golpe.

Mis ojos vieron todo negro y creo que mi cuerpo cayó pesadamente en el suelo.

—¡Takuya! –Escuché uno de los típicos chillidos de mi amigo. Pero no quería abrir los ojos, creo que tanta información saturó mis sentidos.

Notas finales:

Creo que mi Takuya es un héroe...

Tengo muchas ideas disponibles y poco tiempo para hacerlas, ¿pueden creer que tengo mi espiral casi terminado en mi mente pero no el word? 

Creo que mi imaginación funciona más en periodos de exámenes. En fin, gente, muchas gracias por los comentarios.

Como siempre el capítulo está dedico a mi pequeña y linda revoltosa, Katsuu. ¡Te amo montones!

¿Algo más? Ya saben donde me pueden encontrar. 

Besitos y gracias por leer hasta acá.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).