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Dear Bossu por AvengerWalker

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Notas del fanfic:

Todo Saint Seiya world pertenece a Masami Kurumada. Si fuesen míos sería todo menuda orgía.

Notas del capitulo:

:D este fic fue creado especialmente para el evento "Bajo la misma Piel" :3 completamente Sagamuísta y lemonesco (L) para aquellos que se atrevan:

 

http://www.my-forum.org/B_Eventos_de_Clubs_de_Fans_324652/Bajo_la_misma_piel_10796.html

Todo el mundo se pregunta siempre… ¿para qué cruza la calle cada signo? Y cuando se empieza por Aries se dice “para pelear” y cuando se llega a Piscis este ni siquiera sabe que hay calle.

Y era verdad.

En ese momento un joven pelilila cruzaba la calle hecho una fiera. Llevaba el cabello suelto y unos lentes sobre los ojos. Se detuvo frente a aquella puerta y comenzó a aporrearla como si de eso dependiese su vida.

Estaba harto de que ponga su música al tope todas y cada una de las putas noches. El otro tardó en abrir pero lo hizo. Era lo contrario a lo que esperaba: iba bien vestido, como si fuese la mismísima realeza… pero cuando observó su sonrisa de lascivia supo que no se había equivocado en un principio. Le miró algo enfadado y comenzó a hablar:

-    Disculpe, ¿es usted Saga?
-    Sa.

“Sa”. ¿Qué corno se suponía que era eso? Soltó un gruñido y miró de manera fija al otro. Entonces se dio cuenta de que no iba tan bien vestido: a la camisa que tenía le faltaban algunos botones y el cierre de su pantalón estaba bajo. El pelilila enrojeció y sintió entonces que su personalidad ariana salía a flote. Si no hacía nada rápido terminaría violado.

“¿Puede bajar la música?” y se fue rápido sin poder quitarse de la cabeza los ojos verdes de aquel peliazul.

Afrodita le miraba curioso desde la casa. ¿A qué había ido su amigo? Lo último que se acordaba era que Mu se había levantado de golpe y había cruzado la calle apretando los puños. Le oyó entrar y maldecir en todos los idiomas.

-    ¿Qué pasó? –inquirió.
-    Nada Dita… por favor, continúa tocando tu cello.

El pisciano asintió confundido y continuó con su mini-concierto.

Mientras tanto, Saga se había quedado plantado en la puerta. ¿Cómo podía ese niñato pedirle algo a él? Encima con el tono utilizado… ¡cualquiera diría que era su jefe! No, no lo permitiría. Cerró la puerta de un porrazo y echó a su amante de la casa.

¿Has oído decir a alguien “eres un pendejo? Pues ahora bien, los de Aries son los más pendejos. No solo pendejos, sino LOS pendejos… los únicos pendejos y los más pendejos de todo el zodíaco.

Pendejo, pendejo, pendejo.

Eso pensaba Saga al día siguiente, arrepentido de haber echado a su amante de la casa… ¡y todo por culpa de ese enano! Se dio un baño de agua fría para “calmarse” y se vistió elegantemente para ir a trabajar.

Cuando se sentó en la silla de su oficina sonrió: en el trabajo, al menos, no iban niñatos enojados por la música que ponía. Ni iban niñatos que le pusieran de mal humor. En su trabajo él era el jefe y él daba las órdenes.

Alguien tocó a la puerta y él, haciendo gala de la majestuosidad que tenía escondida por ahí, abrió la puerta con una sonrisa educada. Pero su sonrisa se desarmó y su ceño se frunció al ver del otro lado… ¡al chico que le había aporreado la puerta el día anterior!


Qué verga…

-    ¿Me estás siguiendo? – fue lo único que pudo decir con bronca.
-    ¿Usted es mi jefe? – preguntó en cambio el menor, arrepintiéndose al instante de haber pronunciado esas palabras.

Se callaron. Saga se hizo a un lado y le dejó entrar. El pelilila entró todo parsimonioso y clavó su mirada en el mayor.

-    Vaya… ¡lo que son las vueltas de la vida! –comenzó el geminiano- Ayer tirándome la puerta abajo y hoy a mi merced.
-    ¡Oiga! –protestó Mü mirándole exaltado. Y es que lo acepte o no había dado en el blanco- ¡Que yo no estoy a su merced!
-    Ah… ¿no? – caminó su jefe hasta él. El ariano se pegó contra la puerta y observó cómo colocaba sus brazos a ambos lados de su rostro. Escapatoria: 0. - ¿Y ahora? ¿No estás a mi merced?

Todos los colores adornaron el rostro del carnero, cuya expresión era todo un poema: la boca entreabierta, los ojos como platos y las mejillas exquisitamente encendidas. Frunció el entrecejo y le empujó.

-    ¡Yo no estoy a su merced! ¡Sólo me contrataron como…! – y se calló.
-    ¿Como…? – Saga sonreía. Disfrutaba de la situación como un niño disfruta de un dulce. ¡Pero vamos! Claro que sabía de qué iba a trabajar ese muchacho. - ¿Como qué te contrataron? – insistió con voz suave.
-    ¡Como su secretario personal! – soltó el otro atropelladamente.

Boom… oh, sí.

-    Osea… ¿tienes que hacer lo que yo te diga, no? – ¡Cómo le encantaba jugar así con su próxima víctima! El otro vaciló. - ¿Es un sí o un no? – pero no obtuvo respuesta- El que calla otorga… ¿Recuerdas cuando viniste ayer? Interrumpiste mi nada romántica velada –acusó.

Sus fuertes y grandes manos acariciaron el rostro del joven adulto. ¡Esas expresiones masculinas pero suaves y esos gestos tan tiernos le estaban enloqueciendo! Miró sus labios: pequeños pero apetecibles. Miró entonces su pecho: bajaba y subía con rapidez… quizás porque estaba nervioso.

-    ¿Cómo te llamas? – Sí. Saga al fin recordó que no sabía el nombre del enano. Pasó sus dedos por los cabellos lilas del otro.
-    Mü – pronunció el otro mirando fijo al suelo. Evitando su mirada. Ignorando sus caricias. Simulando que no pasaba nada.
-    Ayer… -repitió Saga- Ayer viniste a mi puerta mientras estaba ocupado a punto de poseer a una mujer – el menor agrandó los ojos ante la declaración – Arruinaste mi atmósfera, mi humor y por lo tanto: mi noche.

Y Mu comprendió. Sobretodo cuando sintió los cálidos labios de Saga en su cuello. La mirada del ariano lo decía todo: “Tómame” y la de Géminis respondía: “oh, sí”.

El menor bajó y desabrochó su cinto. Sus pantalones cayeron pero no sus boxers. Descubrió un gran… gran bulto, lo cual le intimidó. Bajó la ropa interior finalmente pero se encontró con “alguien” semidormido. Tembloroso se lo acercó a la boca y dio una lamida; todo Saga se estremeció. Soltó un jadeo pero no pudo evitar gemir. Tomó a Mü de la nuca y le obligó a engullirlo todo. Con la boca ocupada el ariano boqueó; chupó con fuerza y dejó mordidas alrededor. Acarició sus testículos con media sonrisa. Su lengua se movía con velocidad; quería inspeccionar todo aquel rincón, tomarse su tiempo, hacerle sufrir por obligarle a recompensarle y luego aprender de él. Sintió que su jefe vibraba con violencia. Entonces salió ese líquido espeso blanco que se alojó en su lengua. El líquido esperado. Lamió la zona con expresión de confusión, sin saber qué más hacer. Hasta ahí terminaba su conocimiento y empezaba el de Saga.

El geminiano le arrancó la camisa haciendo saltar y volar todos los botones, los cuales terminaron en el suelo luego de tintinear por escasos microsegundos. La tela cayó a jirones al mismo lugar mientras Mü internamente se lamentaba… ¡era una de sus mejores camisas! Pero lo olvidó en cuanto Saga apartó todas las cosas de su escritorio para sentarle allí. No se dio cuenta cómo pero de alguna manera el mayor se las ingenió para quitarle los pantalones de un tirón. Se veía la punta de su miembro asomarse por encima de la tela que quedaba… tanta excitación excitaba a Saga.

Jugó el jefe con el glande del pene del empleado un rato hasta que el muchacho comenzó a gemir de dolor. Sí… porque era exquisitamente delicioso… pero cuando estaba por tocar el cielo sentía que un tirón le mandaba de vuelta a la tierra. Maldijo en voz alta. Saga rió. Introdujo tres dedos en la boca del ariano los cuales este lamió, chupó y se atrevió incluso a morder con fiereza.

-    Sí preciosura… me encanta que sean así, machos, para domarlos para mí mismo… -pronunció en su oído como un poeta.

Separó sus nalgas e introdujo un dedo en su interior lentamente. El menor sintió sólo una pequeña incomodidad la cual se volvió indudablemente el dolor cuando ingresó el segundo dedo. Los sintió moverse y no pudo evitar hacer una mueca de inconformismo. Pero al rato ya gemía, totalmente desenvuelto.

-    Sí… sí… mmm…

El geminiano se mantuvo todo el tiempo mirándole fijamente mientras sus dígitos se movían de un lado a otro de forma circular… Le fascinaba ver aquellas orbes cerrarse y apretarse con fuerza. Se inclinó y mordisqueó los pezones del joven mientras que quitaba los dedos del interior. Le abrió las piernas sin pudor y comenzó a adentrarse lentamente, alimentándose de la divertida expresión de dolor.

-    Creo que me gustará trabajar contigo, Mü…

Y comenzó a moverse. Sintió todo su interior vibrar y sintió como algo se rompía en su interior. Clavó las uñas en los hombros del mayor, pidiéndole en silencio que esperara. Así lo hizo el otro… y cuando estuvieron listos comenzaron un movimiento acompasado. Mü sentía excitadísimo aquel pedazo de carne moverse en su interior… saliendo… entrando… Luego con mayor rapidez. Entrando… saliendo un poquitito y volviendo a arremeter con todas las fuerzas. Los choques entre ambas pieles producían.

-    ¡Aghhh Saga! ¡Duro! ¡Duro! – pedía el niño.
-    Usa tu… ¡Nnghghj! Aire para… ¡AGHGHH RESPIRAR! – exclamó el otro.

Y se cayó. Solo se oían los gemidos y el sonido de ambos cuerpos removerse. Quizás… solo si se tenía un muy buen oído se podían sentir las gotas de sudor deslizarse en cámara lenta por ambas pieles, mientras el miembro del mayor penetraba sin reparo alguno el cuerpo del otro. Luego de una última embestida ambos se estremecieron violentamente.

-    Mu… - pronunció Saga apenas terminó – Tu amigo todavía no recibió atención…

El ariano se apegó a su cuerpo y comenzó a frotarse.


En el exterior, Defteros, uno de los ejecutivos de Saga, oyó todo el escándalo que se armó a continuación.

- Mierda… se ve que no le gusta perder el tiempo.

Notas finales:

Espero les haya gustado ^.^ tomatazos, quejas, ideas, sugerencias a: aries.empire@hotmail.com

Ave ~


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