Un día, mientras Sendoh estaba dando un paseo vio a un chico muy guapo que iba en bicicleta. Los dos se miraron fijamente y de repente Rukawa se chocó contra una farola y se cayó de la bici. Sendoh, aguantándose la risa, fue a ayudarlo:
- ¿Estás bien? – Preguntó preocupado.- Vaya golpe te has dado.
-Sí, solo me duele un poco la cabeza, pero ya se me pasará. Adiós – dijo el chico poniéndose rojo.
A la semana siguiente los del Ryonan tenían un partido amistoso contra los del Shohoku. Sendoh, que no sabía quien había entrado nuevo en el equipo contrario, le pregunto al entrenador Taoka:
-¿Quiénes son los nuevos del Shohoku?
-Kaede Rukawa de la secundaria Tomigaoka, Hanamichi Sakuragi del Wakou y otros más cuyos nombres se me han olvidado.
- No sé quiénes son.
Empezó el partido y se anunció el cinco inicial del Shohoku y del Ryonan. Cuando Rukawa salió del vestuario, Sendoh se quedó mirándolo y pensó:
-Ese es el chico del otro día tan guapo.
Durante el partido Sendoh y Rukawa no paraban de mirarse con disimulo y Sendoh se dio cuenta de que le gustaba Rukawa.
Acabó el partido y ganó el Ryonan por un punto. A Rukawa le sentó fatal perder ya que no estaba acostumbrado a que alguien le hiciera sombra. En cambio Sendoh se reía al ver la cara de enfado de Rukawa. Se acercó a él y le dijo:
- ¿Quieres que quedemos mañana para jugar al baloncesto en la cancha que está cerca de tu instituto?
-Vale, a las 5 – dijo Rukawa yéndose.
Al día siguiente Sendoh llegó un poco tarde a la cancha y Rukawa ya estaba allí esperándolo. Sendoh, que se sentía un poco culpable por hacerle esperar le dijo:
- Siento llegar tarde, es que había mucho tráfico.
- No pasa nada, mientras he estado practicando los mates – dijo Rukawa con un tono frío.- ¿Nos ponemos a jugar?
Estuvieron jugando hasta que se puso a llover y los dos se quedaron empapados. Rukawa le dijo a Sendoh:
- ¿Quieres venir a mi casa hasta que pare de llover y te pones ropa seca?
- Vale, porque estamos empapados – dijo Sendoh encantado de poder estar más tiempo con Rukawa.
Llegaron a casa de Rukawa y él le dio ropa seca suya. Sendoh no paraba de mirar a Rukawa mientras se cambiaba. Él, que no se dio cuenta, siguió cambiándose. Como no paraba de llover le dijo a Sendoh:
- ¿Quieres quedarte a cenar? Solo estamos mi hermana y yo porque mis padres están de viaje.
-Me parece bien. ¿Pero, tu hermana tiene algún inconveniente?
-A mi hermana le da igual, casi nunca se queda a cenar en casa – dijo sentándose en el sofá.
Estuvieron conversando hasta la hora de cenar y Rukawa empezó a experimentar sentimientos que nunca antes había sentido por un chico, y no entendía por qué.
Mientras Rukawa estaba haciendo la cena llegó la hermana. Cuando entró en el salón vio a Sendoh sentado en el sofá y le pregunto extrañada:
-¿Quién eres tú? Nunca te había visto antes.
-Me llamo Akira Sendoh. Tú debes de ser la hermana de Rukawa, ¿me equivoco?
-Soy la hermana pequeña de Kaede, mi nombre es Ehime y tengo 14 años - se presentó ella.- Tu apellido me suena de algo, pero ahora no caigo.
-Quizás te suene de mi hermana, que también tiene 14 años. Su nombre es Sakura.
-Ah claro, si vamos a la misma clase. Nos llevamos muy bien. ¿Cómo no había caído antes?
En ese momento apareció Rukawa en el salón y dijo:
-¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Es que te quedas a cenar?
-Sí, porque está lloviendo y Shido no va a salir.
-Bueno, pues la cena ya está lista. Ponte ropa seca y ven a la cocina.
-Pero no voy a cenar con vosotros, me hago un bocadillo y me voy a mi habitación - dijo yéndose hacia las escaleras- así que os dejo solos.
La hermana de Rukawa se fue a su cuarto y los dos chicos se pusieron a cenar. Cuando acabaron se pusieron a ver la tele esperando a que la lluvia cesase, pero no cesaba, cada vez llovía con más fuerza. Rukawa le dijo a Sendoh:
-Si quieres te puedes quedar a dormir, porque no para de llover.
-Vale, ¿pero dónde duermo?
-Pues mi cama es muy amplia, puedes dormir conmigo o en el sofá, pero es muy incómodo así que puede que te cueste pegar ojo y te dolerá la espalda.
-Prefiero dormir contigo, que no quiero que me duela la espalda para el entrenamiento de mañana – dijo Sendoh un poco sonrojado por la idea de dormir con Rukawa.
Los dos chicos se fueron a dormir a la cama de Rukawa. Rukawa se puso nervioso cuando se metieron los dos a la cama y pensó:
- “¿Por qué me sonrojo y me pongo nervioso cuando estoy con Sendoh? Si a mí no me gustan los chicos, ¿por qué con él es diferente?”
Rukawa nada más meterse en la cama se quedó dormido. Sendoh se quedó mirando la cara de Rukawa mientras dormía.
Al día siguiente, se despertaron porque oyeron un ruido que provenía de la planta de abajo y vieron que estaban muy juntos. Los dos, sonrojados, se levantaron y bajaron al ver qué había producido el ruido. Era Ehime. Estaba preparando el desayuno y se le cayó la sartén al suelo. En ese momento llamaron al teléfono y Rukawa fue a cogerlo, eran sus padres que decían que ya venían de camino.
Se pusieron a desayunar y cuando estaban terminando, llegaron los padres y vieron a Sendoh. La madre, que era muy curiosa, le preguntó a Sendoh:
-¿Tú eres el nuevo novio de Ehime? Eres aún más guapo de lo que había dicho ella.
Ehime se rió por lo bajini y siguió desayunando, pero Sendoh dijo:
-No señora, soy amigo de su hijo. Me llamo Akira Sendoh – dijo con una sonrisa.
- Qué raro que Kaede traiga un amigo a casa – dijo la señora Rukawa un poco sorprendida.
Rukawa que estaba mosqueándose un poco dijo:
-Bueno Sendoh, será mejor que te vayas ya.
Sendoh se extraño un poco por la actitud de Rukawa, pero se cambió, cogió sus cosas y se fue. Después Rukawa se sintió un poco mal por haber echado así a Sendoh, pero pensó que ya se disculparía cuando lo viera.
Los días pasaron y Rukawa no volvió a verlo. Desde que estuvo con Sendoh no paraba de pensar en él y, ante su sorpresa, se había enamorado de él. Un día decidió ir al Ryonan para hablar con él y disculparse por el comportamiento que tuvo cuando llegaron sus padres. Cuando Sendoh lo vio llegar se extrañó, pero también se alegró de verlo. Rukawa se acercó a él y le dijo:
-Perdóname por haberte echado así de mi casa el otro día, pero es que mi madre me cabreó con sus comentarios.
-Te pusiste un poco borde, pero acepto tus disculpas.
-Bueno, pues ya que está el asunto arreglado, ¿quieres jugar un uno contra uno? – dijo más contento.
-Eso suena muy bien.
Estuvieron jugando durante mucho rato y quedaron para el día siguiente en la cancha del Ryonan.