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Yes, my lord por AvengerWalker

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Notas del fanfic:

Antes que nada quiero decir que la idea del fic lo saqué de un doujinshi de Code Geass de Lelouch x Suzaku que me gustó bastante nxn Así que.. créditos a la creadora del doujin, ne xD? Que no sé su nombre D: y a Masami Kurumada por dejar que juguemos tan sexymente con sus caballeritos sin meternos denuncia [?] para mi que le gusta ewe...

Notas del capitulo:

disfrútenlo :3!

Un muchacho peliazul se acomodó en el largo escritorio de aquella habitación. Si bien la preparatoria no era muy grande, sí poseía un aula en donde el consejo de estudiantes pudiese planear las temáticas que incluían al instituto. El organizador de mayor edad era Saga, luego continuaba Camus, luego Atla, después Aioria y finalmente Afrodita.

Se suponía que tenían que organizar una actividad por el día de San Valentín... pero las ideas se reducían a: 0. El peliceleste carraspeó y entrelazó los dedos de sus manos. Todos dirigieron sus mirada hacia el.

- Estuve pensando... - comenzó, cuando le miraron con sorpresa - ¿Qué? Que no lo demuestre no significa que no piense - les gruñó. Tomó aire un par de veces antes de seguir - ¿Qué tal si celebramos San Valentín poniendo papelitos en una urna?

Todos se quedaron callados.

- ¿Una urna? - tiró Camus.

- Sí... ponemos los papeles de todas las personas de la prepa y que cada uno saque un nombre... la persona que saque el nombre de alguien tendrá a ese alguien de sirviente del amor -suspiró cursimente.

Se quedaron callados otra vez, algunos digiriendo lo que había pensado el peliceleste... otros pensando si aceptar.

- No entendí - admitió Aioria.

Afrodita suspiró.

- Por ejemplo, si yo saco un papel que tiene tu nombre tú deberás ser mi sirviente por un día.

- Ya entendí - se lamentó el leo. Por suerte solo estaba dando un ejemplo.

- Por mí está bien - aceptó Camus. - Siempre y cuando yo saque un papel.

Atla se levantó con una sonrisa y declaró que iría a buscar el listado de los seis cursos de la preparatoria. Regresó al cabo de unos minutos con seis hojitas diferentes, las cuales repartió a cada uno. Recortaron unos papeles y se pusieron a escribir los nombres de cada persona con una paciencia admirable. Cuando terminaron pusieron los papelitos en una caja.

Se escuchó el sonido de la puerta, y luego la silueta de un joven tras de ella.

- Etto.. -el muchacho no sabía si entrar, quedarse en donde estaba o volverse- Aioria, la profesora quiere que regreses al curso.

El castaño esbozó una mueca de desagrado. Miró a su pelilila compañero y negó con un gesto negativo de cabeza.

- Iré más tarde, estamos planeando el día de San Valentín, Mü.

El muchacho cerró la puerta y se acercó.

- ¿Qué van a hacer? -preguntó curioso.

- ¡Poner papelitos con nombres en una caja! Cada uno deberá sacar un papel y ver qué persona le tocó -saltó Afrodita. - ¡Jefe, saque un papel!

El aludido peliazul asintió y metió la mano en la caja. Miró el papel y entornó los ojos.

- ¿Miu? - preguntó atragantado al leer el nombre del gatito del director - Tiene que ser una broma...

El geminiano retrocedió deprimido, con un aura oscura tras de su espalda. Mü se acercó a Dita con curiosidad y le miró con una sonrisa.

- ¿Yo también puedo tomar un papel? - preguntó dulcemente. Afrodita asintió.

El ariano se acercó e introdujo su pequeña mano en la caja. Sacó el papel y lo desdobló.

"Saga Gemini"

Al final de las horas de clases del día Afrodita avisó a Mu que debería ir al curso de sexto para reclamar su premio de San Valentín. El inocente carnero no terminó de comprender pero asintió. Ya había pasado la hora dada para ir a buscar el presente, por lo cual iba a mil por hora. Abrió la puerta con tanto ímpetu que casi se cae.

-    ¡L-lo siento! – exclamó mirando al interior.

Si esperaba encontrar a Afrodita se equivocó estratosféricamente. Allí sólo se distinguía una alta silueta que observaba los ventanales. Volteó.

-    Mu – saludó el otro.
-    E-encantado… - jadeó el recién llegado intentando recuperar el aliento. Sus mejillas se encendieron. ¿Cómo pudo entrar tan patosamente frente al presidente del consejo? Se retorció los cabellos.

Saga sonrió y se inclinó frente al pelilila. Apoyó una rodilla en el suelo y tomó una de las frías manos del ariano.

-    Estaré encantado de ser tu esclavo.

El menor le miró con el rostro desencajado por la sorpresa. Hasta entreabrió los labios. El griego sonrió, aunque luego se puso un poco serio.

-    Sacaste… mi nombre de una caja – le recordó. El pelilila asintió.

-    Si pero… no sé… es algo… que Saga sea mi esclavo… - al pobre le parecía muy exagerado tener tanto semental a sus pies.

-    Tómalo como un mayordomo – sonrió el mayor.

-    Sí pero… que… ¿tú no sacaste el nombre de Mieu? – preguntó señalando al gato.

-    ¡Estarás de broma! En todo caso… también podemos usarlo a el – convino alzando al felino de la nada – Dame una orden. –pidió.

-    Esto…

-    No te preocupes… ¡empecemos por un regalo!

El ariano oyó los pasos del griego alejarse. Se quedó callado. Más ruidos. La puerta del aula contigua se había abierto. La escuchó cerrarse luego. Regresó Saga con algo en las manos que no pudo ver. Lo colocó en el centro del escritorio y obligó a Mu a sentarse.

Entonces destapó lo que había en la bandeja: se trataba de una torta de chocolate y una tetera, obviando la taza, plato y cuchara. El ariano agrandó los ojos.

-    ¿Lo hiciste tú? – preguntó estupefacto. La torta se veía exquisita.

-    Por supuesto – dijo orgulloso – el té es un Darjeeling, te gustará – prometió.

El menor se quedó callado sin saber qué decir. Saga se deleitó con las brillantes esmeraldas del pelimorado. Su rostro reflejaba duda.

-    Tú… - se quedó callado unos segundos- sabes qué día es hoy, ¿verdad?

El menor le miró fijamente. Se quedó largo rato observando la profundidad de sus s ojos, su rebelde cabello, sus apetitosos labios… su piel bronceada. Tanta belleza le hacía olvidar hasta su nombre.

-    Ah… claro… - logró decir cuando reaccionó – hoy es San Valentín… de seguro muchas muchachas te estarán persiguiendo y que nos vean sería raro.

-    No pareces muy entusiasmado – observó el mayor.

-    Ah… no es un día muy importante para mí, por eso siempre se me olvida. – Se quedó callado. Su mirada se perdió, aunque luego sonrió.

-    Pero… ¿la gente no te regala nada? –insistió el otro buscando su mirada. Notó la tensión y decidió alegrarle- Entonces… ¡utilizaré este brazo para hacerte feliz! – extendió el miembro diestro.

El ariano sonrió dulcemente. “Eres muy sensible” dejó escapar. El mayor sirvió una taza de té Darjeeling y se lo tendió. Mu observó el liquido y se lo tomó con una mueca de gusto que enterneció a saga. Cortó un trozo de pastel y pinchó un pedacito con el tenedor. Lo dirigió a la pequeña boca del menor quien atrapó el chocolate entre sus labios.

-    ¡Uaaaah! – exclamó - ¡está delicioso! ¿En tu casa comen cosas como estas?

El mayor asintió con una sonrisa mientras observaba comer con entusiasmo al otro.

-Comemos muchas cosas como estas… a mis padres les gusta cocinar y cuando era pequeño observaba.. –contó recordando el agradable aroma que solía `presentarse muy de vez en cuando en la mansión.

Mu le sonrió nuevamente. El geminiano dejó de hablar a la vez que extendía un brazo a el y con el dedo gordo quitaba unas migajas de tarta.

-    Tienes un poco de comida aquí… - explicó acercándose unos cuántos centímetros a su rostro.

El espacio personal de Mu comenzó a tambalear. No supo qué decir.

-    Ah… lo siento – casi se atraganta al ver aquellos penetrantes ojos sobre el.

Y antes de lo que ocurrió luego sus ojos se encontraron con intensidad. Saga comenzó el beso de manera suave, relamiendo la zona donde la comida se había adherido anteriormente. El ariano jadeó y dejó que sus párpados cayeran. Sintió la traviesa lengua de Saga abrirse paso por su boca, inspeccionando con recelo sus rincones.

-    Ahhh… ah… fu… - suspiró cuando se separaron. Un hilillo de saliva unía ambas bocas y ninguno se molestó en quitarlo.

-    sabes a chocolate… - comenzó ronco.

-    Eso es por el chocolate… -alcanzó a decir el menor.

Gimió en voz alta cuando las grandes y fuertes manos del mayor abrieron la chaqueta y camisa de SU uniforme. Sus dientes apresaron su cuello y bajaron a por su pecho. Solo rozó sus pezones, pero eso bastó para encender al ariano, quien temblaba del placer.

-    Espera… aquí… - saga paró de repente y se apartó – No puedo hacer nada.

El pelimorado le miró confundido y completamente sonrojado. Porqué se detenía?

-    ¿No recuerdas? Soy tu mayordomo, no puedo hacer nada si no me lo ordenas.

El lemuriano se puso aún más colorado. Era bastante tímido como para pedirlo, pero muy astuto como para desaprovechar esa oportunidad. Cuando habló su voz salió como un ruego.

-    Pe… pecho… - pudo decir.

-¿Pecho?... – Saga sabía lo que quería decir, pero esperó que lo dijera. Esa timidez suya le atraía exageradamente.

-    Pe… pezones… toca…

-    Sí, su alteza – Saga hizo una divertida y majestuosa reverencia y se pegó a su pecho desnudo.

Tomó sus pezones con la lengua y comenzó a succionar y estimularlos. Mu gimió de gusto. Estaba sentado en el escritorio y debido a eso no podía más que aferrar las uñas a la madera. Jadeó claramente cuando el otro comenzó a morder sus botones. ¿Acaso no sabía que ya estaban bastante erectos?

-    Ahnmmm… Saga… p-para… ¡ahhh!

No obstante el peliazul no paró: todo lo contrario; comenzó a bajar hasta su abdomen hasta bajar sus pantalones. El miembro del arianos e erguía orgulloso en el aire.

-    No va a tocar allí… - pensó mientras observaba como Saga acariciaba sus piernas y subía hasta sus muslos con morbo.

Acarició por zonas tan cercanas que ya le dolía. Pero si no le ordenaba, no lo haría.

-    Está duro aquí también, amo. – Oyó decir a Saga- ¿Qué hacemos?

-    ¿Podrías… tocar… me…? – el menor estaba que se moría de vergüenza. Quería que lo tocara fuerte, que le acariciara, que le hiciese suyo. Todo. Pero era muy tímido.

-    ¿Qué cosa? – otra vez esa tortura.

-    mi… pe… -Saga le miró con intensidad. Mu casi se desmaya de nervios – Pe…pe…pe…ne… -soltó.

Saga se quedó quito unos momentos hasta que repentinamente abrió las piernas del menor con fuerza, obligándole a recostarse. Tomó su miembro y lo agitó con fuerza a la vez que masculinos gemidos escapaban de los labios del otro. Recostado contra el escritorio, Mu miraba al griego.

-    Quiero que me lo haga… pero no puedo pedírselo… -pensó Mu.

-    Quiero meterla… pero no me lo va a pedir… - pensaba Saga acariciando aquel perlado líquido entre sus manos.

Mu se incorporó (o se sentó) con determinación. Miró a Saga fijamente.

-    Siéntate – ordenó – Justo así… -se bajó de la mesa y le empujó hasta una silla, donde le hizo sentarse.

Saga le miraba curioso. El menor se sentó en sus piernas, bajando de un tirón sus pantalones y ropa interior. El gran miembro de Saga salió a la vista. Mu comenzó a penetrarse, sentándose sobre él.

Saga entrecerró los ojos, cegado por el placer.

-    Está dentro… -pensó.

-    ¡Aaaah! Saga…

El aludido sonrió con lujuria. Tomó de las caderas a su amo y le miró.

-    ¿Quién se mueve, amo?

-    Y-yo… pero… t-tú también muévete… Nnghghj… - gimió.

Comenzó a saltar y cada vez que caía el mayor elevaba con rudeza sus caderas y se introducía con fuerza.

-    ¡Nghgh! Aaah… -susurraba Mu.

No oyó decir nada a Saga… ¿se estaría controlando? ¿Le daría vergüenza? Se quedó mirando el rostro del mayor mientras este le hacía el amor con brutalidad. Su nariz era perfecta, su piel era brillante y estaba ligeramente tostada, con un color atrayente hasta para un dios… sus ojos eran de un vívido verde… como para hundirse en ellos y no salir jamás.

-    Eres un príncipe… - susurró el ariano al mayor mientras le miraba perdido.

El griego se quedó callado.

-    Ja… -rió, entonces lanzó al ariano al suelo – Ya estoy harto de soportarlo.


Las pocas personas que pasaron frente a esa habitación fueron los únicos testigos de los excitantes gritos de placer que lanzaban los de adentro. Incluso podían jurar que se oían nalgueadas y golpes… Vaya que sí se había estado controlando.

Notas finales:

8D

Ave~


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