Como si pudiera evitarlo por Hime chan

_Oe.

 Watanuki siguió caminando, sin pensar en contestarle.

_Oe. Watanuki.

 Camino unos pasos más, con la esperanza de que el otro se cansara ante su evidente desinterés en hablarle, y desistiera de su intento.

_Oe!

 "¡Qué terco es!" fue lo ultimo que alcanzo a pensar el ojiazul antes de que el otro sujetara su brazo impidiéndole seguir.

_Qué quieres.- le espeto al voltear con un gesto que intentaba ser arisco, pero que un incontrolable sonrojo transformaba casi en un puchero.

 Doumeki lo miro directo a los ojos, y watanuki pudo percibir, sorprendido, el leve brillo de molestia e ira en su mirada.

_ ¿Es cierto?

_ ¿El qué?

 Doumeki frunció el ceño, casi imperceptiblemente. Pero el lo notaba.

_Lo que dijo ella. ¿Es cierto?

_ ¿Ella?

_Yuuko-san.

 Watanuki se lo quedo mirando. Yuuko-san había dicho muchas cosas ese día. Muchas mas de las que el recordaba. Muchas más de las necesarias. Y, definitivamente, muchas mas de las que a Doumeki le hubiese gustado oír.

 Pero... ¿Que podría haberlo molestado?

_Yuuko-san dijo muchas cosas hoy. - la mirada de Watanuki se volvió cansina y escéptica, como si estuviese hablando con un niño caprichoso.

 El agarre de la mano de Doumeki sobre su brazo se hizo más fuerte, mientras su rostro se acercaba al del ojiazul.

_Lo de la sashiki-warashi. ¿Es cierto? - especifico ahora evidentemente molesto.

_Ah! idiota! me haces daño! -se quejo el menor tratando de liberarse.

_Contéstame.

_ ¿De que estas hablando? Suéltame. -alego Watanuki forcejeando, hasta que consiguió soltarse. Cogió su muñeca con la otra mano y apoyo ambas frente a su pecho, retrocediendo para alejarse del moreno hasta que la pared a su espalda lo detuvo.

 El golpe de la palma de Doumeki a un lado de su cabeza le hizo pegar un respingo de la impresión.

_Tu sabes de qué estoy hablando.

 Era la primera vez que Doumeki insistía tanto en algo, y Watanuki no pudo menos que sorprenderse. Y ponerse a pensar. ¿La sashiki-warashi...? Ah. Claro. Doumeki debía de haberse molestado por la manera amigable en que la había tratado, aun a pesar de sus acciones. Seguro, eso debía ser. Vaya, además de idiota, rencoroso. Watanuki compuso un gesto de enfado antes de responderle.

_ ¿Que? ¿No esperarías que la atacara o algo, no?

 Doumeki lo miro alzando una ceja, sin comprender.

_ ¿Es eso, no? Estas molesto por que fui amable con ella. Pues déjame decirte que es una buena chica, y nunca tuvo intenciones de...

 Pero antes de que Watanuki terminara, el moreno se aparto un poco, suspirando.

_Idiota.

_ ¡¿Eh?! ¡¿A que a venido eso, grandísimo....?!

_Tu le gustas.

 No era una pregunta, era una afirmación. Y, en gran parte e inesperadamente, eso parecía molestarlo de sobremanera.

_ ¿eh?

_A la sashiki-warashi. Tú le gustas. -repitió Doumeki, acercando su rostro al del ojiazul, que parecía no entender absolutamente nada.

_... ¿Que hay con eso?

_ ¿Te lo dijo?

_ ¿eh? No...No lo hizo. Sólo...

_ ¿Sólo?

_Ahh! No tengo por que hablar de esto contigo!!! Exploto de pronto el menor, sonrojándose.- ¡¿Además, no te lo contó ya Yuuko-san?!

_¿Que le dijiste?

_¿A ella? Pues...nada importante. Tampoco es como que se me haya declarado o algo así...-mientras hablaba, el ojiazul bajo la cabeza y desvió la mirada hacia un lado, como perdido en sus pensamientos.

_¿Querías que se te declarara?

_Baka! ¡No es eso!

_¿Ella te gusta?

_Claro que no. -el ojiazul se calmo, pero siguió sonrojado.- Apenas la conocí hoy.

_Pero no le dijiste nada.

 Watanuki bajo el rostro, confundido.

_¿Por que te molesta tanto?...

_Sabias lo que sentía, y aun así no le dijiste nada.

_No había nada que decir.

 Doumeki lo sujeto por el mentón, levantándole el rostro para mirarlo directamente a los ojos. Y el anterior sonrojo de watanuki pareció palidez frente al rojo intenso que se apodero de sus mejillas, mientras sus ojos se abrían de golpe.

_¿Que...?

_¿No le dijiste que estabas ocupado?

 El rostro del moreno parecía estar igual que siempre, pero en su interior, junto a la ira que lo venia carcomiendo desde que escucho las palabras de Yuuko, percibió una extraña emoción al ver el rostro del ojiazul.

_¿Ocupado? - repitió el menor confundido, mientras alzaba una ceja. - ¿Por que tendría que haberle dicho algo como eso?

_Por que lo estas.

 Y antes de que Watanuki pudiese hacer el amago de responder, antes siquiera de que pudiese reaccionar, la repentina sensación de otros labios sobre los suyos dejo su mente completamente en blanco.

 Durante los segundos mas extraños de su vida, lo único visible para Watanuki fueron los cortos cabellos de su compañero, inclinado sobre el. Pero, a pesar de su confusión general, fue capaz de sentir, por sobre todo, la calidez que le brindaban sus labios. Una dulce y embriagante calidez.

 Cuando Doumeki se incorporo, separándose de el, Watanuki aun tenia los ojos abiertos de la impresión, y el sonrojo latente en las mejillas. El moreno lo miro durante unos instantes antes de acercarse nuevamente.

_No lo olvides. -susurro a centímetros de sus labios, antes de atraparlos de nuevo.

 Esta vez, el beso fue demandante. Watanuki, lentamente, comenzó a acostumbrarse al contacto, entrecerrando los ojos hasta conseguir cerrarlos del todo, justo en el momento en que Doumeki decidió profundizar en su boca, lamiendo sus labios para indicarle que los abriera. Y Watanuki se lo permitió, entreabriéndolos de una forma extrañamente natural, para permitirle el paso al interior de su boca. Las manos del moreno cubrieron las mejillas del ojiazul, acercando sus rostros hasta conseguir fundirse, mientras las de este se aferraban inconscientemente a la chaqueta del uniforme del mayor. Su agitada respiración se volvía insuficiente por momentos, pero, atrapado en el calor envolvente del cuerpo de Doumeki, de su boca que parecía quererlo todo de él, de sus brazos capaces de sostener la masa inconsciente en que se había convertido su cuerpo, no era capaz de pensar en nada. Sofocado, confundido, sonrojado y agitado como nunca, Watanuki se entregaba sin un mínimo de cordura. Sin conciencia. Sin remordimientos. Sin barreras. Sin ninguna otra percepción que la de los agitados latidos del corazón de Doumeki, coordinados con los suyos, que era capaz de sentir a través de la chaqueta.

 Y el torbellino de sensaciones que se había apoderado de su cuerpo siguió aumentando, intensificándose, hasta embotarle todos los sentidos, hasta que la necesidad de aire se hizo tan imperiosa que los obligo a separarse.

 A pesar de lo extrañado y avergonzado que estaba, Watanuki no pudo dejar de mirar a los ojos de su compañero apenas tuvo oportunidad. Doumeki, por su parte, lo miraba, completamente fascinado con sus hermosos ojos entrecerrados y empañados.

 El día ya se había oscurecido completamente, y en la calle desierta, iluminada intermitentemente por los pálidos focos de luz, sus siluetas se destacaban junto a un poste, rodeadas de un extraño ambiente, una burbuja de tiempo, que les daba un aspecto casi irreal. Aun sin normalizar del todo su respiración, Watanuki intento hablar. Pero el cúmulo de sensaciones le había hecho perder todo rastro de pensamientos, y más aun, todo intento de poner en palabras las dudas que se agolpaban en su cabeza. Por suerte, antes de alcanzar a balbucear la primera palabra que se le viniera a la mente, cayo en la cuenta de que, ante algo como eso, no había nada que agregar.

 En ese momento, la mano de Doumeki sobre su mejilla comenzó a desplazarse lentamente, para luego volver a su posición inicial. Volvió a moverse, y solo entonces Watanuki fue conciente de la caricia que el otro ejecutaba en su rostro. Lenta, lentamente, el pulgar del moreno fue moviéndose, dibujando pequeños arcos, hasta toparse con los pequeños labios del ojiazul. Entonces se detuvo, por unos instantes, y comenzó a repasar suavemente su labio inferior. Sin poder despegar su mirada de él, Watanuki pudo observar como su rostro, comúnmente serio e inexpresivo, adquiría una extraña expresión, mientras acariciaba sus labios, mirándolos fijamente. Como si, hace segundos, no hubiese estado pegado a ellos.

 Como si fueran algo inalcanzable.

 Y esa especie de adoración produjo un repentino escalofrió en el ojiazul, por que comprendía un sentimiento demasiado grande, demasiado poderoso, demasiado...sobrecogedor. De pronto, se sintió desnudo ante la inmensidad de las sensaciones que le transmitía Doumeki. Ante la inmensidad de su figura alta, fuerte, protectora. Ante su entrega total y completa a sus pies. Por que nada que el tuviera, nada que el sintiera en ese momento, era capaz de hacerle el peso. Por primera vez, se dio cuenta del papel que ejercía el moreno en su vida, y de como su imponente presencia, su fuerza y su grandeza podían resumirse a algo minúsculo por uno solo de sus tontos caprichos. Simplemente por verlo sonreír, por disfrutar de su desagradecida compañía, Doumeki era capaz de darlo todo.

 Y el....¿Que debía hacer?

 Un segundo escalofrió lo recorrió, y al percatarse, el moreno rompió al fin el confuso silencio. Fue solo un susurro, pero hizo al ojiazul estremecerse aun mas, mientras lo invadía una extraña ansiedad al escuchar su voz.

_¿Tienes frío?

 Era una buena excusa. Pero antes de que Watanuki pudiese contestar con alguna tontería que revelara por obviedad lo que en realidad lo hacia estremecerse, Doumeki se quito su chaqueta y la puso sobre los hombros del otro, sin esperar respuesta. A pesar del fresco que hacia. A pesar de que Watanuki ya llevaba su propia chaqueta. Aun a pesar de que,  con las mejillas así de encendidas, más daba la impresión de tener calor.

"Darlo todo..."

 Sin pensarlo, sin detenerse a evaluarlo, sin dudarlo, Watanuki levanto lentamente sus pálidas manos, hasta cubrir con ellas las mejillas del moreno. La acción tomo completamente desprevenido a Doumeki, que lo miro sorprendido. Entonces se levanto, empinándose en las puntas de sus pies hasta conseguir la altura del otro. Y lo beso, cerrando los ojos. Fue un beso simple, dulce y corto. Al separarse, volvió a su postura inicial sin dejar de mirarlo a los ojos.

_No lo olvidare. -susurro, riéndose dulcemente en su interior al notar en leve sonrojo en el rostro de Doumeki.

 Entonces decidió cortar el contacto visual, y cruzando sus brazos , cogió cada lado de la chaqueta con una mano y las junto en su pecho, acurrucándose en ella gracias a lo grande que le quedaba. Y se quedo mirando el suelo, tratando de apaciguar el fuerte tono rojizo que ya llegaba hasta sus orejas.

 Fue en ese momento que sintió como los brazos de Doumeki comenzaban a rodearlo, hasta atraparlo entre ellos y apretarlo contra su pecho, enredando una mano entre sus cabellos.

_Watanuki...

 Y mientras se apoyaba en el, dejándose mecer en su dulce calor mientras cerraba los ojos, termino de comprender. 

 El problema no era tratar de recordar.

 El problema era que ni siquiera seria capaz de quitárselo de la cabeza.