Teoría
Por
Aurora
Kaiba, libro de economía en mano, se acomodó en su puesto mientras observaba, no con muy malos ojos, los mimos que Yugi le hacía a Yami mientras le limpiaba las miguitas de las galletas de la cara. No que fuera un remilgoso puritano, pero le molestaba la desfachatez con que se trataban en público. Consíganse un cuarto. Yugi no parecía tener ojos para nadie más que no fuera el faraón y Yami había resultado ser bastante dominadito por el chiquito de grandes ojos violetas. Ver a su antiguo recio rival de juego convertido en un pelele obediente le causaba una retorcida gracia, y por dentro reía mientras memorizaba cada letra. Mientras no fuera Moki, quien viera la escenita estaba todo ok.
-¿Alguien le habrá dicho a Kaiba que es un maldito mirón envidioso?.- Dijo Joey, a modo de saludo, sentándose a su lado con un lápiz entre sus dedos que golpeteaba contra la cubierta de la mesa. No podía estar quieto mucho tiempo, mientras Yugi besaba las orejas a su novio, Kaiba cerraba su libro, las manos juntas sobre su regazo y los ojos azules aclarecidos por la luz del medio día.- A que no se ven lindos! Si hasta parecen dos hermanitos! Ewww.
-Wheeler- Advirtió Kaiba, con un gesto de la mano deteniendo justo a tiempo el rumbo del comentario de Joey.
-¿No te dan un poco de envidia?- Preguntó con los ojos brillantes.- Sólo míralos. ¿No te gustaría estar así con alguien? No sé, alguien que tú quieras.
Seto rodó los ojos abriendo el libro en la página sesenta y seis, ya suficiente tenía con hablar sin insultar ni una sola vez al cachorro, bajo la sabia amenaza de su hermanito Mokuba de convertirse en un muchachito rebelde si no accedía a tener amigos, pero ese tipo de conversaciones?. Que bah.
Joey bajó el libro hasta la mesa junto al lápiz y lo miró a los ojos azules dilatados relampagueantes en una rabia fingida. Joey humedeció el gesto seco con una sonrisa nerviosa. -¿Y?-
La voz de Joey era ansiosa, sin una pizca de temor. Con las semanas había aprendido que Kaiba no era una persona de temer. Era frío, pero justo. Severo, pero paciente. Silencioso e inteligente, pero se aburría en clases. Joey conocía gestos y los movimientos de Seto llegando, incluso, a saber cuando estaba cansado o hambriento. Como ahora.
-¿Y qué?- Preguntó de vuelta. Joey lo vio ir al libro y lo lanzó al mesón del frente.
-Hay veces que es mejor querer como ellos, a querer y no poder sentir- Agregó, la voz apagada, sus pequeños ojos mieles humedecidos inesperadamente como con nostalgia y luego la sonrisa brillante y calida como el sol.- Tengo dos teorías, si me dejas comprobarlas te devuelvo tu libro y prometo que te dejaré tranquilo… por hoy. Joseph Wheeler siempre cumple sus promesas.
-Apresúrate Wheeler, cualquiera sea tus ideas absurda.
-No eres un hielo, Kaiba. Hay alguien. Debe haber alguien, de eso estoy más que seguro.
-Te equivocas perro- Joey hizo un mohín, las cejas fruncidas antes de sonreír. Estaba sacando de quicio a Kaibita. –No hay nadie especial. ¿Conforme?
- No del todo.- Joey rió.- lamentablemente, soy porfiado. Hoy no tengo ganas de perder. Lo digo porque lo sé. Tú y yo somos… parecidos, más de lo que piensas.- agregó, mirando a la pareja de enamorados lanzándole miraditas.- La segunda, creo que me quieres. Que me quieres.- Repitió. Esta vez mirándolo a los ojos.
-No vuelvas a decir eso, no te compares conmigo. Si hablamos es porque mi hermano lo pidió. Kaiba apretó los labios en una línea muy fina- Sólo por eso.- luego al ver a Joey nervioso, lleno de un no se que, se relajó. Sus ojos azules enternecidos en un gesto extraño en él. - ¿Qué te hace pensar que sería feliz contigo? Yo no podría aguantar tu cara de perro atropellado cinco minutos. Tu charla barata y un sinfín de cosas que no hace falta mencionar. Desaparece Wheeler.
-Ni yo tu cara de trucha mal congelada, no te preocupes me iré cuando haga lo que vine a hacer.
-Tus dos teorías son basura. BASURA ¿entendido?
Los ojos entrecerrados de Joey brillaron, traviesos. Dos gotas de miel al sol-¿Cuándo te tocas, porque lo haces, piensas en ti, Kaiba?- Lanzó Joey, en una ataque Kamikaze. No llevaba semanas siendo amable por nada. No, sabía que tenía razón, sólo debía hacer que Seto se diera cuenta. -¿Qué tan grandes son tus espejos? No más grande que tu ego, supongo.
Seto abrió la boca para reclamarle, gritarle un severo cállate, pero no pudo. La boca de Joey cubrió la suya y una lengua tibia y dulce buscó la suya dentro de su boca en un juego exquisito, arrebatador hasta casi rozar la garganta, el paladar suave, húmedo. Joey abrazó con fuerza ese cuerpo altísimo que se le escapaba de las manos, sintiendo las fibras de la espaldas de Kaiba tensarse tanto que pensó que se rompería, mientras hundía su boca con hambre y pasión que sabía que estaba ahí. Que siempre estuvo ahí, esperando… a salir.
Kaiba abrió los ojos, sus pupilas contraídas como dos puntos por la sorpresa, furioso empujó a Joey, pero parecía una pequeña mosca en la telaraña.
Joey ondeó su lengua y sus manos viajaron por su espalda hasta su nuca, hundiendo los dedos entre el pelo castaño suave como seda.
Seto jadeó, con un suspiro, haciendo que Joey sonriera y murmurara en ese beso caliente. Sus manos bajando suavemente mientras ambos cerraban los ojos y se dejaban acariciar por el otro. El cuerpo de Kaiba presionó a Joey con la fuerza justa contra la sillita de colegio.
Joey lamió los labios rojos e inflamados por el beso robado sonriendo- ¿Podrías al menos reconocer esta vez que tengo la razón?
Kaiba le rozó la nariz con la suya.- Cuando me toco, Wheeler. No lo hago pensando en mí.-
Joey se dio la vuelta, Kaiba secandose los labios con sus dedos. Un calorcito especial ahí, en el cuello. En el vientre.
-Touche.