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Cita a ciegas por PrincessofDark

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Notas del fanfic:

Disclaimer: los personajes de Saint Seiya pertenecen a Masami Kurumada. 

Notas del capitulo:

¡Hola! 

Esta historia había empezado a escribirla hace un tiempo pero me había olvidado por completo (quien me mandó a guardarla fuera de mi carpetita de fics, si no la veo me olvido) y justo buscando cosas del trabajo la encontré y la terminé.

Intenté que quedara gracioso y me basé justamente... en una cita a ciegas que me tocó vivir (las locuras que hace uno) jajaja. 

Espero que les guste. ¡Nos leemos pronto! 

Shun caminaba al lado de Seiya de regreso a la Mansión Kido. Los dos jóvenes finalizaban sus estudios en la preparatoria, aprovechando el tiempo de paz que se había inaugurado después de la derrota de Hades.

Ikki había partido, un tiempo después de asegurarse que Shun estaba bien, mientras que Shiryu había ido por un tiempo a los Cinco Picos a ver a Sunrei. Hyoga había quedado también en la mansión Kido con ellos, pero iba a la universidad para estudiar biología marina.

Realizaban el regreso, en un cómodo silencio, ambos agotados de la jornada hasta que el celular de Shun sonó con suavidad y el joven de cabellos verdes lo sacó de su mochila para leer. Al cabo de cinco minutos su rostro era un verdadero poema teñido de un fuerte rubor, lo que no dejó de llamar la atención de Seiya.

-¿Qué pasó Shun? – preguntó Seiya, con interés.

Shun se limitó a pasarle el celular, enseñándole un mensaje que arrancó las risas de Seiya: hola, no he podido dejar de pensar en ti desde que te conocí. Me gustaría mucho que me dieras una oportunidad. Por favor, contéstame.

-¡¡Un admirador!! ¡¡Tienes un admirador!! – gritó Seiya a todo volumen, dando saltos a su alrededor - ¿Qué esperas? ¡Respóndele!

-¡No! Como le voy a responder. ¡Estás loco! – exclamó Shun, sin perder un ápice de rubor.

Seiya fue más rápido que Shun y le arrebató el celular, dándole responder y escribiendo un sencillo mensaje: Hola, ¿quién eres? No me dijiste tu nombre.

Shun lo retó y se molestó un poco por lo que se dirigió corriendo a la Mansión dejándolo atrás.  Entró a la Mansión y prestándole ninguna atención a Hyoga se metió en su cuarto justo a tiempo de escuchar como el celular sonaba nuevamente.

Leyó el mensaje y volvió a quedarse ruborizado: Mi nombre no importa, prefiero que lo sepas cuando nos veamos. ¿Me darías una cita? Te cuento que sé a qué clases vas, con quien vas y vuelves del colegio, es más hace una semana yo estaba frente a la heladería en la que Seiya y tú estaban comiendo. ¡Me gustas mucho!

Shun miró el celular de nuevo y lo dejó, sin contestar el mensaje. Se tiró en la cama, leyó un rato y regresó al celular, volvió a leer y regresó al celular, se levantó, corrió las cortinas y volvió al celular y lo tomó con un poco de nervios y confusión: Se ve que me conoces mucho, y yo no tengo la menor idea. Soy un poco o bastante despistado. ¿Cómo eres? Me gustaría que me contaras algo sobre ti.

El jovencito se sintió un poco torpe, pero bueno, no podía negar la emoción y la incertidumbre que tenia encima. Era la primera vez que alguien decía que estaba interesado en él y eso aunado a la curiosidad de no saber cómo era la persona que estaba interesado en él le ponía ansioso.

La respuesta tardó menos de cinco minutos en llegar: Soy más alto que tú, de buen cuerpo, rostro pálido, ojos negros y boca fina. Me gusta salir a caminar, nadar, practico deportes. ¿Tu hermano está en la Mansión?

Shun se sorprendió al leer la respuesta, imaginándose a todos sus conocidos que tenían esas características físicas pero los fue descartando. Por lo que recordaba ninguno de sus conocidos era así. Otra cosa que le generó inquietud es que preguntara por su hermano, eso demostraba que conocía mucho acerca de su vida. Contestó con rapidez: No, mi hermano no está aquí. ¿Cómo sabes que tengo un hermano?

Ya te dije que te conocía, aunque parece que tú sigues sin darte cuenta de quién soy. ¿Lo pensaste? ¿Saldrás conmigo? Prometo que no te arrepentirás.

Shun demoró bastante rato en contestar esta vez, pero cuando se decidió creyó que había hecho lo mejor: Está bien. No perdemos nada por salir una vez para conocernos. ¿Cuándo y dónde?

Si no quieres que sepan en tu casa, intenta conseguir la casa de algún amigo, me pasas la dirección y yo te recojo el sábado a las diez de la noche. ¿Te parece?

Sí, está bien. Hablaré con un amigo y te paso la dirección mañana. Saludos.

Saludos para ti también y si me lo permites un beso.

Al otro día, Shun habló con uno de sus compañeros de la secundaria que sabía vivía solo en un pequeño apartamento y le preguntó si podían ir a buscarlo allí. El joven se prestó enseguida para el asunto y terminó hasta sugiriéndole que ropa usar, nada de ropas de niño tontas fueron sus palabras.

El joven de cabellos verdes, hizo caso de su consejo y el sábado por la mañana se dedicó a revisar por entero su ropero. Ropa tras ropa fue dejada a un lado, algunas por ser demasiado viejas, otras por no ser muy de moda, otras porque le quedaban demasiado ajustadas, etc. Que piense que soy un muchacho respetable, que no soy un ligue de una noche fueron sus pensamientos mientras revisaba y tiraba sus prendas-

Mientras tanto, en esos días, su admirador le había contado mucha más cosas acerca de él, que tenía 21 años, que tenía gustos sencillos, que lo había visto muchas veces en las últimas semanas, que había roto hacia un par de meses con su antiguo novio porque éste lo había cambiado por otro, etc. Shun a su vez le contó cosas sobre sí mismo, pero desconfiado por naturaleza, omitió muchas cosas que prefería contar a medida se fueran conociendo. Sin embargo, al conejito le gustó mucho que su admirador se mostrara sumamente respetuoso con él, sin hacer jamás alguna pregunta de índole más íntima que él no podría responder y que le hubiera parecido muy ofensivo.

Así que el sábado llegó por fin y un rato antes de las nueve de la noche, Shun bajó las escaleras de la Mansión Kido y cruzó por el living rumbo a la puerta. Seiya que estaba mirando unos dibujitos de anime se quedó sorprendidísimo y no digamos Hyoga que estaba leyendo un libro que cayó de sus manos y golpeó el suelo, mientras su boca se abría estupefacta.

-¡¡Shun!! – gritó Seiya repuesto pronto y acercándose a su amigo - ¡Si estás guapísimo!

Shun sonrió un poco y preguntó tímidamente.

-¿Lo crees?

-Pero claro. ¡Díselo Hyoga!

El rubio que seguía con su mirada de niño desconcertado asintió y cerró la boca.

-Me tengo que ir, se me hará tarde. Nos vemos – Shun se iba a despedir pero Seiya sumó dos más dos y gritó.

-¡Aceptaste! ¡Qué bien! ¿Y a dónde van a ir? ¿Tiene auto? ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo se llama?

Hyoga un poco más repuesto preguntó con sorpresa.

-¿Tienes una cita?

-Sí, pero no le digas a mí niisan, ¿sí? – pidió Shun bien ruborizado y apenado.

-No, claro que no. Pero ¿te parece que esa ropa es la adecuada?

-¡Claro que es la adecuada! ¡Si se ve súper sexy! – exclamó Seiya.

Shun revisó su ropa y dudó un momento de estar llevando lo correcto, un pantalón negro no justo pero tampoco demasiado suelto, una camisa verde esmeralda con un par de botones  desprendidos y una chaqueta de cuero negra.

-Sí, esta ropa me gusta – contestó decidido - ¡nos vemos!

Shun salió de la Mansión Kido y Seiya se volvió con una sonrisa a ver a Hyoga.

-¿Verdad que está guapo? ¡Si no me gustara tanto Saori! Ojala tenga suerte.

-¿Dónde lo conoció? – preguntó ásperamente Hyoga.

-Le mandó un mensaje al celular. Creo que no se han visto en persona.

-¿Y cómo consiguió su número?

-No sé, Hyoga.

-¿Tiene la misma edad que ustedes?

-Por lo que me comentó Shun creo que tiene 21.

-¡Es demasiado mayor para Shun!

-No, son sólo cuatro años.

-Un cuerno, es un viejo, puede querer hacerle cualquier cosa.

Seiya rió abiertamente.

-Shun no es una doncella en apuros. Sabe perfectamente cómo cuidarse.

-No digo que sea una doncella en apuros. Shun es… Shun.

Seiya volvió a reír.

-Cualquiera que te oyera diría que estás celoso.

El pegaso salió corriendo antes de que Hyoga lo atrapara para asesinarlo.

Shun caminó con rapidez al apartamento de su amigo y a las diez en punto esperaba que apareciera su cita. Dieron las diez y diez y su celular sonó avisando que estaba llegando por lo que salió al exterior y aguardó. Sus pensamientos fueron levemente negativos, él odiaba la impuntualidad y su cita ya llegaba con diez minutos de retraso, un punto en contra a su entender.

Cortó sus pensamientos cuando vio llegar y estacionarse frente a él un auto rojo. Auto del tiempo de Maricastaña, pequeño, cuadradito, medio desvencijado y ruidoso. De inmediato miró al lado del conductor y su corazón se fue al piso. Que no sea él, que no sea él, no, no, no, fueron sus pensamientos. Sin embargo, Zeus no estuvo de su lado y el conductor salió del auto y se acercó con una sonrisa a él.

- Hola, ¿cómo estás? – saludó el conductor poniendo una horrenda sonrisa en su boca que hizo que Shun echara para atrás pronto para disparar.

- Hola, bien. ¿Tú cómo estás?

- Muy bien, gracias. ¿Sorprendido?

- Si, la verdad que sí. No esperaba que fueras tú, Kasa.

Kasa de Leunades sonrió de nuevo y a Shun se le aflojaron las piernas.

-¿Nos vamos? – preguntó el antiguo general marino.

-Sí, claro.

Shun subió al auto sin permitir que le abriera la puerta y se sentó mirando con cierta incomodidad a su alrededor. No podía creer que de todas las personas del mundo hubiera aceptado salir con Kasa de Leunades, el más feo de todos los caballeros que había visto en su vida.

Kasa subió al auto y arrancó al instante, su rostro giró para preguntarle a Shun.

-¿Damos una vuelta?

- Claro, porqué no.

- Shun, te agradezco que hayas aceptado mi invitación. Para mí fue sumamente difícil decidirme a enviarte un mensaje y casi ni podía creer cuando me lo respondiste y aceptaste que charláramos - Kasa tomó muy pronto una de las vías más importantes de Tokio, que conducían al pleno centro de la ciudad.

-Por favor, no me agradezcas – contestó Shun incómodo.

-Estos últimos tiempos han sido tan difíciles para mí.

-¿Por qué?

-Es que yo tenía una relación con Isaac de Kraken. Estuvimos juntos casi dos años y medio y me había acostumbrado. Él me presentó a sus amigos, ellos se volvieron mis amigos, conocí algunos familiares que también formaron parte de mi vida. Íbamos juntos a todas partes: al fútbol, a la playa, etc., etc., hasta que lo conoció a ese… ese… ¡idiota! Y en quince días me dice todo tranquilo que ya no quería salir conmigo y que se iba a vivir con Bian el general del caballo marino.

-Lo lamento mucho – Shun ya no estaba incómodo, sino aburrido porque Kasa ni siquiera se decidía a estacionar en alguna parte, sino que se limitaba a dar vueltas en círculo por las mismas calles céntricas.

-Gracias. Y una vez que me dejó pues me encerré en mi Templo, sin ganas de hacer nada, ni de salir porque en todas partes los recuerdos parecían seguirme. Estuve así como ocho meses hasta que mi buen amigo Sorrento me animó a conseguir otra cita y me preguntó si no había estado interesado en alguien más que en Isaac. Tu nombre llegó a mis labios casi enseguida porque eres tan parecido y tan diferente a la vez de Isaac. Tienes el mismo color de pelo pero tú lo luces más cuidado, creo que porque las sales de mar dañaban el de Isaac, sus ojos son muy lindos, bueno, aunque él tiene un solo ojo y los tuyos también son bellos. Eres más joven que Isaac, tienes la edad que tenía él cuando comenzamos a salir juntos y eso significa que debes tener poca experiencia y por tu carácter no creo que quisieras engañarme con alguien más y…

Shun planeaba mentalmente como tirarse del auto o cómo hacer para cambiar de tema hasta que finalmente dijo lo primero que se le cruzó.

-¿Y estás trabajando en algo ahora? ¿O estás en tu Templo?

-No estoy trabajando ni tampoco en el Templo. Me he pasado las últimas semanas desde que salí del reino de Poseidón conociendo todo lo posible acerca de ti.

-¿Cómo? – Shun ya estaba aterrado a esas alturas.

-Claro. No quería arriesgarme a que algo saliera mal en nuestra cita, por eso te seguí a todas partes para conocer tus horarios y uno de tus compañeros de la escuela me pasó tu número de teléfono cuando le dije que era un primo lejano tuyo que quería sorprenderte. Después de que lo conseguí fue que me atreví a mandarte un mensaje. ¿Te dije que me dio una alegría enorme que me respondieras?

-Sí, algo así me dijiste.

-Porque es cierto. Tú eres mucho más bello que Isaac, ya quiero verle la cara cuando me vea pasar contigo.

-¿Qué cosa?

-Lo lamento. Me estoy precipitando. Es que tenía muchas ganas de que pudiéramos ir al Templo Marino esta noche, así te presento a mis amigos.  Está noche es noche de apuestas, quizás y hasta podríamos ganar un dinerito.

-Lo siento mucho, Kasa. Pero no puedo regresar muy tarde, aunque no esté mi hermano tengo tareas que hacer mañana por la mañana.

-Sí, sí, claro. Pero bueno… ¿no quieres que nos sentemos un rato aquí?

Shun miró por la ventana y distinguió el puerto de Tokio, aunque no precisamente la zona más iluminada del mismo sino la más oscura y peligrosa. Las advertencias de su hermano de que nunca anduviera solo por allí le vinieron a la mente y negó con la cabeza.

-Este no es un buen lugar. Es peligroso.

-Bueno, no importa. Sigamos dando vueltas.

Una hora y media más tarde, después de escuchar una hora hablar acerca de Isaac de Kraken y la media restante acerca de lo difícil que había sido para Kasa superar el engaño y abandono de Isaac de Kraken, Shun se dormía literalmente en el asiento y se moría de hambre. ¿Por qué tenía hambre? Porque pensó que su cita lo llevaría a cenar tan siquiera un hot dog en un carrito de comida rápida y por eso no había comido nada en la mansión Kido. Pero Kasa no le había invitado ni siquiera un vaso de agua y ya no sabía cómo estar sentado tras dos horas y media dando vueltas en auto.

-¿Podrías llevarme de regreso a casa de mi amigo?

-¿Tan temprano? ¿No puedes quedarte un poco más? – la sonrisa empalagosa le puso los pelos de punta a Shun que negó vehementemente con la cabeza – está bien, es una lástima, pero bueno.

El viaje de regreso fue en silencio, cortado de cuando en cuando por el general marino hasta que finalmente llegaron y estacionó frente a la casa del amigo de Shun.

-Estoy muy feliz, Shun. Espero que podamos vernos de nuevo muy pronto ya que disfruté mucho esta cita. Creo que tú y yo tenemos mucho en común y que podríamos iniciar muy pronto una relación en serio… me encantaría que te mudaras conmigo a mí templo y quizás hasta podríamos lograr que Ikki viviera con nosotros.

Shun se estremeció visiblemente, convencido de que su hermano se moriría de la risa al saber que había aceptado salir con Kasa de Leunades aunque después terminaría castigándolo de por vida.

-Qui… quizás… sí. Yo te mando mensajes… ¿sí?

-Perfecto, entonces. Buenas noches. Que descanses.

Shun salió del auto, rogando que Kasa no saliera también pero éste salió tras él hasta que los dos estuvieron parados frente a la puerta.

-Buenas noches, Shun.

Shun lo vio acercarse con lentitud a su cara y antes de que sus labios pudieran encontrarse dio vuelta la cara y recibió un beso en la mejilla, metiéndose dentro del apartamento de su amigo velozmente, sin importarle dejar parado a Kasa.

Shun esperó hasta que sintió arrancar el auto y disimuladamente salió rumbo a la Mansión Kido. Eran más de la una de la mañana cuando llegó a su casa, pero apenas atravesó el umbral se encontró con sus dos amigos esperándolo. Seiya con cara de impaciencia por saber cómo se la había pasado y Hyoga con una cara de mil demonios que no alcanzaba a comprender pero que le hacía acordar a la cara de su hermano.

-¿Y? ¿Y? ¡¡Cuenta, cuenta!! – el grito fue de Seiya que se le vino encima y lo arrastró al sillón – ¿cómo era? ¿Era guapo? ¿Quién era? ¿Dónde te llevó? ¿Qué hicieron? ¿Te besó o te abrazó? ¿Hiciste algo más que eso? ¿En qué quedaron?

-¡Basta! – gritó un muy molesto Hyoga, cortando la verborragia de Seiya que parecía no tener fin - ¿quién era tu cita, Shun?

-No me van a creer.

-¿Por qué? ¡No me digas que era Brad Pitt!

-¡Seiya! – Hyoga le da un zape y lo hace callar antes de insistir - ¿Quién era, Shun?

-Kasa de Leunades.

Shun nota que Hyoga y Seiya se miran entre sí y luego de un momento rompen a reír con tanta fuerza que puede sentirse desde toda la casa.

Quizás la cita haya sido horrible, pero para Shun fue útil… le demostró que cierto caballero de los hielos podía ser terriblemente celoso. 

Notas finales:

¿A que nunca sospecharon que la cita de Shun era Kasa de Leunades? ^_^

¡Saludos! 


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