18 de octubre de 1980
Hola Renee
¿Cómo estas? espero que bien hace esactamente cuatro meses que no hablamos.
Se que odias que te llamen Renee, pero es la costumbre tu sabes…, últimamente he pensado mucho en ti, sé que me llamarás mariquita por eso pero es la verdad.
Al inicio yo también estaba enojado contigo, creo que lo notaste, pero simplemente ya no puedo, pasó mucho tiempo. Es como si el enojo se me hubiera congelado…, sé que no me entiendes.
Desde que me dijiste que te irías de la ciudad por cuestiones de trabajo supe que probablemente ya no te volvería a ver.
Mierda. Eres mi mejor amigo ¿cómo no querías que me molestara?
Hace un rato estaba estudiando ¿sabes? Mañana tengo un examen, seguramente si estuvieras aquí me estarías fastidiando con que estudiar es malo para la salud, que deberíamos conseguir algunas cervezas e irnos a destruir propiedades ajenas, y ese tipo de ideas que no sé de dónde demonios sacas.
Quizás, muy en el fondo, te sientas orgulloso de saber que me aceptaron en la Universidad de Michigan, valla noticia, mi madre casi lloraba de gusto y mi padre prometió que el próximo año me compraría un auto, algo así cómo un especie de premio por mis logros.
¿Recuerdas ese vehículo que tanto te gustaba cuando teníamos 12? ¿El impala? Yo te decía que era un modelo muy viejo pero siempre insististe que en un futuro lo comprarías y yo te rogaría para que me lo prestaras.
Fue hace mucho tiempo.
Tengo sueño, he estado toda la tarde estudiando para el dichoso examen pero decidí no apagar la luz de la lámpara porque quería escribirte esta carta, supongo que piensas que soy un idiota por eso… yo también creo que lo soy.
¿Recuerdas esa vez que me dejaste en ridículo en mi primer día de clases? Acabábamos de pasar a secundaria, yo recién me había mudado a la ciudad y no tenía amigos, entonces tú me insultaste cuando traté de hablar contigo y todo el salón empezó a reírse de mí. Así nos conocimos.
Te odiaba por eso, pero obviamente en ese entonces no sabía quién eras, siempre te veía solo en los recesos, la gente no se te acercaba porque tu los mandabas directamente al diablo.
Cuando tus padres murieron nadie notó que estuvieras triste, de hecho nadie supo lo que pasó, nadie los conocía por culpa de su trabajo.
El mismo trabajo que tú heredaste, el mismo trabajo por el que no te he visto en tanto tiempo.
¿Sabes? Desde que nos conocimos y conforme pasaban los días dejaste de desagradarme, no te hablaba pero secretamente me di cuenta de que había algo en ti que me hacía sentirme atraído, no sabía si era tu aura solitaria, tu apariencia hermosa aunque un poco andrógina, o cualquier otra cosa. Sólo sabía que quería conocerte. Y lo logré.
Cuando supe lo que eras no me importó, pues yo ya entendía porqué siempre fuiste tan frío con todo el mundo: por tu trabajo.., tu maldito trabajo.
¿Recuerdas esa vez en tu casa poco después de que tus padres murieran? Fue la primera vez que te vi sin esa máscara de frialdad que le mostrabas a todo el mundo: aunque casi no nos conocíamos estuviste llorando en mis brazos hasta quedarte dormido. Fue entonces que comprendí lo mucho que sufriste en tu corta vida.
Je… recuerdo que al día siguiente no querías hablar conmigo por culpa del “incidente”, estabas avergonzado lo sé, durante los siguientes días me insultabas sin motivo y te alejabas de mi. Pero era obvio que ya no había vuelta atrás.
Con el tiempo nos empezamos a llevar mejor, hasta el punto que me di cuenta de que eras mi mejor amigo, y yo el único amigo que tuviste.
Creo que se está haciendo tarde, debería irme a dormir o no me levantaré temprano para hacer el examen…
Mierda, al diablo el jodido examen diré que estaba enfermo y lo contestaré otro día. Es increíble como eres una mala influencia aún estando ausente
De hecho, siempre has sido una mala influencia y un idiota de primera, je, tu y yo nunca nos hemos parecido mucho.
Luego de que nos hiciéramos amigos me di cuenta de que podías hacer muchas estupideces por diversión, como la vez que me engañaste para que fuera contigo a la casa del profesor de literatura, teníamos 15 años. Le averiaste el motor del automóvil, no tengo idea de cómo, recuerdo que se fue a la escuela en el metro subterráneo por las siguientes dos semanas.
¿O recuerdas la vez que Patrick Harrington te llamó homosexual porque siempre estábamos juntos? Tu conseguiste que las señoras de la cafetería te regalaran las sobras del día anterior en una cubeta y se la echaste encima cuando él estaba sentado en su mesa, junto con los otros miembros del equipo de fútbol, recuerdo que el olor era tan fuerte que tuvieron que llevárselo a su casa y a ti te suspendieron 3 días (valla castigo). Cuando regresaste eras el héroe de media escuela y de paso te convertiste en el mayor enemigo de Harrington… el tipo era un cretino pero tu eras un idiota.
Je, estoy seguro de que aún lo eres.
La verdad es que yo era como la cabeza del dúo, siempre fui el nerd del salón, un buen estudiante, un buen hijo y un buen amigo, aunque no tenía muchos. Yo era quien te detenía en tus locuras (o en casi todas) y quien te hacía que pensaras las cosas antes de hacer algo realmente idiota que pudiera costarte una expulsión, la verdad es que siempre fuiste alguien a quien le valían todas las normas, Renee, pero estoy seguro de que en tu trabajo eras muy precavido…
¿Sabes? Aquí en la universidad hay una chica que me agrada, se llama Brenda Deabler y la invité a una pequeña fiesta que hubo en el campus la semana pasada, pero me dejó plantado para asistir con un miembro del club de música.
Tú nunca tuviste una novia aunque siempre lo intentabas, ¿te acuerdas? la verdad es que tienes el tacto y la sensibilidad de una cuchara, te gustaban todas no me sorprende que no consiguieras ninguna. Recuerdo cómo te enojaste cuando anduve con esa chica Britney en 9no grado, no te agradaba que estuviéramos tanto tiempo juntos y te la pasabas insultándome, estabas celoso de que yo ya tuviera mi primera novia y que aparte pasaba más tiempo con ella que contigo.
Al final cortamos y no duramos ni siquiera un mes. Tu lo celebraste diciendo que de todas maneras ella era una rubia tonta... carajo si tu también eres rubio.
¿Recuerdas ese fin de semana en tu casa? ¿Cuándo Britney me mandó al diablo? Estábamos discutiendo en la sala ya no me acuerdo de qué tontería, yo estaba dando mis argumentos cuando de repente me besaste, fue rápido luego me dijiste que me callara y te fuiste. Me quedé sin habla, ¿ese fue tu primer beso, cierto? Después de ello hice como si nada hubiera ocurrido, creo que eso te dolió pero nunca me lo dijiste.
Mucho tiempo después cuando teníamos 17 fue la primera vez que nos peleamos enserio, ¿te acuerdas? Desde que te conocí, siempre, toda tu vida me trataste mal: era tu costumbre insultarme, burlarte de mí, tratarme como basura, inclusive así nos conocimos. Yo rara vez me enojaba por eso, esa es tu forma de ser y la verdad es que soy un tipo muy tolerante que no le gusta pelear, tu lo sabes “pacifismo al 100%”.
Pero la verdad es que ya estaba cansado, esa mañana en la clase literatura inglesa yo me sentía orgulloso de mi redacción sobre la novela que habíamos leído en la materia, estaba enfrente de la clase explicado mi opinión de la obra cuando te burlaste de mi, insultaste mi trabajo y me llamaste “nerd mariquita”, el salón empezó a reírse pero eso no me importo, justo antes de que la profesora te dijese algo, recuerdo que me paré y por primera vez en mi vida te confronté públicamente, todos se habían quedado callados incluso la profesora y tu como siempre le restaste importancia.
No te hablé en el resto del día, cuando las clases acabaron te me acercaste y me dijiste que no fuera llorón pues no era para tanto.
Esa situación había sido la gota que derramó el vaso, simplemente no pude perdonarte, je, pero no aguantaste ni 3 días cuando fuiste a buscarme. Había ido al baño entre clases y me seguiste para pedirme perdón, por todo lo que me habías hecho desde que éramos amigos, fue la primera vez en toda mi vida que te disculpaste conmigo, y la segunda y última vez que te vi llorar.
A mi tampoco me gustaba estar peleado, recuerdo haberte abrazado y que algo pasó; me besaste por segunda vez, pero en esa ocasión te respondí.
Incluso después de eso nada entre nosotros cambió, ¿te acuerdas? Seguimos llevándonos igual, ambos ignoramos lo que había pasado. ¿Creo que tuviste miedo de lo que podía ocurrir si tu y yo estábamos juntos, me equivoco?
En el fondo no sé quién es más idiota si tu o yo: me enamoré de ti y apenas ahora me estoy dando cuenta, debí saberlo antes, debí haberte lo dicho, yo siempre supe que te gustaba. Pero no creo que eso hubiera cambiado el hecho de que te fuiste, al fin y al cabo es tu trabajo, y creo que lo odio tanto como tu.
Ser asesino para una compañía internacional debe ser agotador.
Tus padres también lo fueron, pero una traición les cobró la vida. Recuerdo que tu ni siquiera estabas al tanto de lo que hicieron, ni siquiera lo estabas acerca sobre los verdaderos ideales de la International Communications of the Capitalism. Ellos nunca te informaban sus acciones, solamente te daban los trabajos y tenías que hacerlos, a cambio te pagaban tus cuentas, la escuela y un bono. No les molestó que yo supiera lo que hacías, aparte cuando me enteré sólo tenía 12 años.
Recuerdo que nunca me hablaste gran cosa de esos trabajos, excepto para quejarte sí habían resultado difíciles, solías salir de la ciudad para cumplir el encargo pero jamás llegaste a durar más de una semana fuera. La verdad es que nunca actuabas como si eso te afectara, muchas veces olvidaba lo que hacías para ganarte la vida, a veces me costaba creer que Renee Bradley, mi mejor amigo, el flojo, desinteresado, ególatra pero divertido, era un en secreto asesino a sueldo.
Ni siquiera parecía afectar tu vida o la mía, fuera del hecho de que vivías solo.
Justo después de nuestra graduación, 3 días antes de que recibiera mi carta de la Universidad de Michigan tu recibiste la noticia: ibas a irte de la ciudad, te transferían, te alejaban de mi quizá para siempre, ibas a convertirte en un profesional y eso requería muchos viajes.
Me lo dijiste por teléfono, tuve que manejar hasta tu casa en el auto de mi padre y allí estabas tú haciendo una maleta, intenté alegar todo lo que pude pero ni siquiera me mirabas a los ojos. Simplemente saliste por la puerta principal, dejándome al borde de las lágrimas en una casa vacía.
¿Te extraño sabes?
Atte: Alex
PS: No voy a enviarte ésta carta pues ni siquiera sé dónde estas, solamente me ha gustado imaginar que tu la leías. Renee; aún eres mi mejor amigo, y en verdad, en verdad te extraño.
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NOTAS POR HANS MORRISON SECRETARIO [clase F] DE LA ICC :
Esta carta fue encontrada en la casa de Alexander Ebersold localizada en Ann Arbor, Michigan, y registrada por agentes de [clase R] dos días después de su muerte en un accidente automovilístico, a la edad de 24 años el 10 de septiembre de 1986.
La carta está dirigida al agente [clase S] Renee Bradley, quién falleció el 21 de agosto de 1985 en una misión en conjunto de [clase S] localizada en El Paso, Texas, a la edad de 23 años.
Exceptuando este documento el cual no ha sido modificado, no se tiene más evidencia de que Alexander Ebersold halla sabido de las misiones de [clase S] de la ICC, ni de que halla tenido más encuentros con el agente [clase S] Renee Bradley luego de que éste fuera transferido a Washington el 18 de junio de 1980.