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"Entre la Cocina y el Espacio Estelar" por Ddai

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Notas del capitulo:

No preparé ninguna nota por lo que, sólo puedo esperar a que lo disfruten y nos vemos en la próxima


(Quizás esto se tornará algo confuso? No sé qué decirles al respecto xD)

 


 


“Entre la cocina y el Espacio estelar”


 


Capítulo XIII


Primeros Pasos


Rukia había podido hallar a Renji en el restaurante al día siguiente, claro que no volvió a su casa, le dijo a su hermano que se quedaría en casa de una amiga, por mensaje desde luego porque seguía aplicándole la ley de hielo, fue una bendición que Inoue estuviera de acuerdo con ayudarla a pesar de que acababan de conocerse hacía unas pocas horas. Ella entró en el lugar antes de que abrieran porque Shawlong había dado permiso a Renji después de escuchar un breve resumen de lo que había pasado.


La chica estaba sentada en una de las mesas, bebiendo un malteada sencilla de fresa, se veía como una niña regañada, sus ojos no se habían separado del mantel en lo que esperaba a que el pelirrojo terminara de acomodar el resto de las mesas, eso únicamente porque Renji la estaba dejando tomar la malteada antes de que hablaran para que ella pudiera organizar sus pensamientos. El pelirrojo la había visto casi al borde del llanto y por eso le ofreció la malteada, no le gustaba ver a las niñas llorar, era un hombre ¡Demonios! ¡Nunca haría llorar a una chica apropósito!  Por fortuna ella parecía estar mejor unos minutos después por lo que él se acercó a la mesa, tomando asiento, ya en su uniforme por supuesto.


—Espero que no te haya molestado esperarme mientras terminaba con las mesas— él sonrió, la chica le caía muy bien desde el mismo día en que la conoció, si le gustaran las chicas sin duda ella sería su tipo.


—No, no te preocupes por eso, soy yo quien vino a molestarte en tu trabajo— ella respondió con seguridad pero con el semblante un poco triste, sus cejas estaban juntas, pero parecía más preocupada que enojada.


—¿Te gusta la malteada? No soy un experto así que espero que al menos haya tenido buen sabor— realmente hacerla no era la gran cosa, pero las de Shawlong eran mucho mejores sin duda alguna.


—Sí, estaba muy bien…— lela respiró profundamente y luego lo miró directamente a los ojos —Renji, yo quiero disculparme por lo que pasó con mi hermano, sé que él es… Una persona muy difícil de entender, pero no es una mala persona y aun así, él no tenía por qué actuar de esa manera, así que…—


—No lo hagas— ella interrumpió antes de que ella pudiera seguir, él parecía enojado ahora, pero no era con ella en realidad —No tienes por qué disculparte, tu hermano es un tipo odioso y engreído, no me gusta la gente que es así, lo dije en ese momento, él debe aprender a tratarte como una persona. ¡Nunca debes dejar que nadie te trate de esa manera!— él había acabado gritando sin querer y se dio cuenta en ese momento —Lo siento, no quería gritar…Solo… eres una buena chica, Rukia, mereces que te traten bien, no importando quien sea, no debes dejar que te traten así— ella estaba sonriendo ahora, tímidamente pero al menos ya no estaba triste o al menos no lo parecía.


—Mi hermano no es una mala persona, Renji, es que ha pasado por muchas cosas. La muerte de nuestra madre lo afectó más que a nadie, porque ellos eran muy cercanos —el pelirrojo ya sabía que su madre había fallecido así que no fue una sorpresa —Él se preocupa profundamente por mí y a veces no sabe cómo demostrar lo que siente, es algo que les pasa a todos los hombres de mi familia. “Un hombre de verdad no llora y nunca muestra debilidad” —ella parecía estar triste de nuevo, pero se trataba de un recuerdo lejano lo que se reflejaba en su mirada —Él tiene miedo de perderme a mí también, lo sé—


—No es una excusa válida para mí, Rukia— el pelirrojo comentó, mirando hacia un costado. Lo entendía, él también sabía de perder a seres queridos y del miedo a perder a más, pero nunca se había comportado de esa manera, claro que él había crecido con la libertad de llorar y gritar cuando lo necesitaba —Sólo…—no estaba seguro de cómo decirle que de todas formas no debería dejar que la traten así sin hacer ver a su hermano como el imbécil que era —


—Gracias Renji— ella sonrió ahora, realmente estaba mostrando una sonrisa que salía desde el fondo de su corazón —Por preocuparte por mí, tenía miedo de que ya no quieras ser mi amigo— como el resto de las personas que ella había conocido, pero las decepcione nunca la habían abrumado tanto como para dejar de tratar, su madre le había hecho prometer, antes de morir, que sin importar las veces que la gente la lastimara no iba a rendirse, porque en algún momento  hallaría amigos de verdad y genta que la amara.


—Eso no va a pasar, nosotros seremos amigos para siempre— él sonrió, tomando las manos de ella, que estaban en la mesa, apretándolas con unas de las suyas con suavidad —Siempre que necesites de un amigo voy a estar ahí para ti, es una promesa— estar con ella era como conocer a una amiga o una hermana de otra vida, no sabía por qué, simplemente la había querido desde que la conoció y no quería verla triste jamás.


—Gracias— ella sonrió, devolviendo el apretón con fuerza —Yo también estaré ahí para ti, siempre Renji, siempre— ninguno de los dos sabía que alguien les había tomado una fotografía a través de la ventana.


Ella se retiró unos pocos minutos después, ya que se suponía que debía de estar en la universidad. Renji terminó de barrer y justo cuando estaba por trapear llegó Yylfort, luciendo nervioso y agitado, ese rubio solía tener arranques repentinos de histeria, como cuando su cabello se vio “accidentalmente” manchado con huevo, o de vanidad, como cuando adulaban lo largo y hermoso de su dorada melena, pero ese comportamiento era de lo más inusual, hasta había chocado con la puerta justo antes de entrar y eso que ésta no era de cristal.


—¿Te pasó algo?— Renji preguntó consternado, porque era la semana en la que a todos les pasaba algo y recitaban de “un amigo” para ayudar. Él estaba dispuesto a ayudar sin ello todos estaban felices.


—No, nada, para nada ¿Por qué? ¿Tendría que haber pasado algo?— se rio nerviosamente, mostrando una sonrisa perfecta y ensayada.


—No, creo que no, solo… Te vez un poco nervioso ¿Seguro que todo está bien?— no quería preguntar directamente sobre el peliazul porque eso seguro que dejaría al rubio como a todos los demás que trabajaban ahí, con el ánimo por los suelos.


—Ah, sí, sí, son solo cosas con mi hermano, no te apures— esas eran las palabras mágicas para que todos lo dejaran en paz, ellos conocían que él y Szayel tenían una relación más que de fraternal de la cual sus padres no sabían nada y que, en realidad, era más como un juego que algo real o al menos eso es lo que Yylfort siempre había dicho a todos.


—Está bien— Renji lo dejó pro la paz, no era algo que quisiera saber, no desde ese día en el que Yylfort se había quejado pro que su “querido hermanito” estaba saliendo con un demente y se había olvidado de él.


—¿El jefe no esta verdad?— él estaba mirando a todos lados, sabía que cuando Shawlong llegara no iba a poder mentirle por mucho tiempo y Grimmjow había dejado muy claro que no quería que nadie más supiera.


—No, salió a comprar, pero ya no tarda, creo— lo que sea, él iba a trapear y luego a sacar la carne que Shawlong le había indicado.


—Bien, entonces… ¿Dejó dicho algo para la cocina?— tal vez sí podía con eso y salirse de toda sospecha si pretendía que nada pasó la noche anterior. Renji le dio las instrucciones que su jefe indicó y él se puso de inmediato a dejarlo todo listo.


Grimmjow se había quedado solo de nuevo, Ulquiorra había salido a hacer no-sé-qué-encargo para un vecino o algo así, había mencionado a un conejo, estaba seguro, pero no que le pareciera importante. Había tenido tiempo de reflexionar sobre varias cosas, sabía que tenía que poner en orden algunas para poder seguir con su vida, aunque su principal preocupación en ese momento era el rubio, Yylfort, no quería que nadie más supiera en dónde estaba, incluso lo había amenazado con si le llegaba a decir a alguien le sacaría la lengua dolorosamente.


El peliazul no tenía nada en contra de ellos, de ninguno, pero no quería verlos, ellos no lo habían encontrado, lo había hecho un chico que nada tenía que ver con él, no antes al menos. Bueno, no estaba seguro si él representaba algo para Ulquiorra, además de un “caso de caridad” y tampoco quería pensar en ello.


Volviendo a lo que era importante, tenía que organizar algunas cosas en su vida,  como el conflicto interno que tenía y… Era momento de dejar de atrasar esa parte y simplemente tomar el teléfono. Él marcó el número que se sabía de memoria, tendría que explicarle a Ulquiorra después esa llamada, pero dejaría eso para después, de cualquier forma no era como que él necesitara saber que estaba haciendo una llamada internacional.


Espero durante varios timbres hasta que le contestaron.


—Allo— la voz se escuchaba cansada, no era para menos, ahí aún era de madrugada.


—¿Te desperté?—  a él se le había olvidado que habían bastantes horas de diferencia entre un lugar y otro, pero colgarle ahora iba a ser mucho más grosero que haberla despertado muy temprano.


 —¿Grimmjow?— la voz de ella se cortó, como si estuviera a punto de ponerse a llorar, porque él estaba hablando en japonés y no en francés, ella estaba casi segura de que se trataba de él —¿Dónde estás? ¿Cómo?—hubo unos ruidos, ella seguro se estaba poniendo de pie, estaba rebuscando entre sus cosas, desesperada, él lo podía apostar, la conocía muy bien — ¡Puedo ir a buscarte en dónde sea! ¿Dónde estás? ¿Estás bien?— ahora estaba llorando, mientras trataba de no demostrarlo.


—Estoy bien, muy bien, de verdad— a pesar de las cosas entre ellos terminaron mal la última vez él no quería hacerla llorar, la amaba mucho y, con toda honestidad, la había extrañado, no había dejado de pensar en ella cuando estaba en ese callejón —Volví a Japón, me estoy quedando con un amigo —lo que no era una mentira exactamente, pero ella no tenía por qué saber —¿Cómo has estado?—


—Volviste a Japón…—ella susurró, llorando ahora con fuerza, él podía oír sus quejidos y la forma en la que le costaba trabajo respirar —Estaba tan preocupaba, yo…— no pudo seguir hablando, solo estaba llorando.


—Lo sé, pero estoy bien, lo prometo— él se quedó escuchando, respirando despacio para mantener al clama, aún tenía un rencor contra ella, aún quería gritarle hasta cansarse, pero una parte de él, la más retorcida, estaba feliz de escuchar que ella había sufrido su ausencia, no era correcto pero al menos era una muestra de que ella lo amaba tanto como él había creído años atrás, tal vez entre ellos las cosas aún podían componerse. Nada volvería a ser igual, pero una esperanza era mejor que nada.


Ulquiorra había salido a realizar algunos de los pagos de su senpai,  después había ido a ver a Cirucci, ella se había reído cuando él le había reclamado por su pobre manera de ayudarlo, pero que al menos había ayudado un poco. Ella se había mostrado preocupada por la forma en la que su último encuentro había ido, ya que, según sus visiones, ese hombre que Ulquiorra estaba buscando lo lastimaría, tal como le había dicho cuando le consultó por ese sueño, ese hombre iba a matarlo. Ella parecía muy preocupada, todavía, por lo que le dio un par de talismanes y varias recomendaciones, como mantenerse lo más alejado posible de ese tipo.


Ulquiorra se hubiera reído de no ser porque eso arruinaría su fachada de indiferencia. Él ni siquiera sabía por qué había ido a verla en realidad, quizás por que pretendía contarle de su ultimo sueño, en el cual se había visto a sí mismo, siendo enterrado en un ataúd negro, había muchas personas que no conocía llorando en su funeral, además de que era un servicio religioso cristiano y, bueno, sus padres no eran religiosos, él tampoco. Decidió no decirle nada al ver lo exaltada que estaba, quizás en otra oportunidad.


Él caminó varias cuadras en el centro, casi al azar, no estaba pensando en nada, salvo quizás en las cosas extrañas que habían pasado, conocer a Grimmjow fue inesperado, pero nada era exactamente así en su vida. ¿Significaba él algo para él? No, debía de ser honesto, Grimmjow no significaba nada, solo existía entre ellos una “química”, atracción sexual, tensión, magnetismo, eran polos opuestos después de todo, él podía admitir eso, pero no habían sentimientos ahí, solo sexo. No era la primera vez que lo sentía, aunque nunca había experimentado algo tan intenso antes.


Según Cirucci se debía que, tal vez, era una de sus almas gemelas… Sí, el concepto era ridículo, pero eso es lo que ella había dicho y sí, había dicho “una de…”, lo que había sido hilarante, pero no se rio en su cara. Ella había insistido en que cada persona tenía, al menos, tres o cuatro “almas gemelas”, quienes al conocerse creaban una colisión, pero eso no era algo necesariamente bueno, después de todo “alma gemela” no quería decir que estuvieran destinados a estar juntos o que estuvieran destinados a tener un “romance de película”, no. Un alma gemela era “simplemente” alguien que era como parte de uno mismo, para bien o para mal. Un concepto muy distinto a “Tu amor predestinado”.


Ulquiorra se metió a una plaza para reírse en el baño, de forma silenciosa, esa chica tenía las ideas más estúpidas, “amor predestinado”, él no creía en semejante cosa. Pero en el fondo sabía que ella no se equivocaba, ella nunca se había equivocado en realidad. Tal vez la razón por la que se sentía tan atraído a Grimmjow era pro que él era “una de sus almas gemelas”, pero tal como la chica de ojos violeta le dijera, eso no necesariamente significaba algo profundo, solo que ellos se entendían en un nivel distinto de las palabras. No tenía que significar nada más si él no quería.


Ya había pasado mucho tiempo fuera de casa, tenía que volver y pasar un rato más en la cama, jadeando y sudando mientras el peliazul “golpeaba sus riñones” salvajemente, después de todo hoy tampoco tenía por que ir a trabajar y ya podría dejar que sus progenitores se hicieran cargo de sus gastos de ese mes.


Cuando llegó a su departamento vio al peliazul, vestido únicamente con esa bata de baño de nuevo, mirando por la ventana, vivir en el décimo piso le daba una vista del cielo bastante agradable pero no era como estar mirando por la ventana de la cocina, la verdad. Se veía tranquilo, diferente, era casi imposible pensar que era el mismo tipo desmoronado que había sacado de ese callejón. ¿Cómo había cambiado tanto en tan pocas horas? Quizás era ese tipo de personas que se movía igual que el viento, en la dirección que quisieran o tal vez era muy resistente, como las montañas que bajo sol o lluvia no se dejaban doblegar. O podría ser que Cirucci lo había llenado de conceptos estúpidos.


Sí, Grimmjow era un animal salvaje que no podía ser domado, lo había demostrado en el callejón. No tenía por qué seguir pensando en ello, debería contentarse con disfrutarlo y ya. En ese momento el peliazul se giró hacia él, posiblemente porque lo escuchó caminar o algo así. Le sonrió, mostrando los dientes, salvaje, agresivo, justo como lo había conocido… No, mejor que ese día, algo había cambiado, pero él no quería saber, Ulquiorra no necesitaba saber ningún detalle sobre Grimmjow, no quería saberlo.


Ellos no llegaron al cuarto, Grimmjow había derrumbado a Ulquiorra en la cocina, arrancándole las prendas eficientemente. Ulquiorra se había dejado arrastrar por su fuerza, dejándolo poseer cada parte de su cuerpo que quisiera, reclamando sus labios como si le pertenecieran a cambio de cederle todo lo demás.


Estuvieron en el piso de la cocina poco más de dos horas, sin separarse aun cuando había suficiente calor como para derretir las suelas de los zapatos. Ulquiorra se había bañado y luego lo hizo Grimmjow, ahora estaban en la sala, mirando cualquier cosa en la televisión, con los ventiladores puestos a menos de un metro de ellos y sin hablar palabra alguna.


Ulquiorra había estado mirando a Grimmjow con cautela, ahora estaba seguro de que algo estaba pasando, el peliazul parecía un poco nervioso, su actitud segura había cambiado justo después de que el propio Ulquiorra se había bañado,  parecía estar molesto por algo pero no se había quejado. No tenía por qué importarle pero… él no era del tipo de personas que se fuera metiendo en la vida de otros, aunque en ese punto hacerle una pregunta sobre su inquietud era nada en comparación con todo lo que ya había pasado.


Grimmjow estaba haciendo un esfuerzo para mantenerse calmado, él había revisado su celular, el cual ya había puesto a cargar, cuando Ulquiorra se estaba bañando y tenía varios mensajes nuevos, todos los mensajes que no había respondido de sus amigos, los que Yylfort le había mandado ese mismo día. Sin embargo ni la suma de todos ellos tenían el peso del que le había mandado su hermana. “¿Dónde estás?” fue todo lo que ella le mandó y nada más.


 Él la conocía, si no le respondía pronto ella estaría enferma de preocupación, porque ella ya sabía lo que había pasado, estaba seguro. “Estoy bien, en casa de un amigo” fue lo que él le puso y no recibió ninguna respuesta, eso era lo que realmente le preocupaba ¿Por qué ella no le contestó un “Bien” al menos? No, no le gustaba para nada, ella sólo se quedaba sin responder cunado estaba haciendo algo, el punto era que él no sabía qué era lo que ella estaba haciendo, tenía una idea, sí, después de todo ella podía hacer lo que quisiera con todo el dinero y la influencia que tenía su marido. Peor no quería pensar en lo que ella estaría haciendo.


Debería de decirle a Ulquiorra, advertirle, aunque tendría que irse apenas lo hiciera y eso era lo que no quería, podía al menos esperar hasta el día siguiente. O eso había pensado antes de que alguien tocara a la puerta de forma salvaje. ¡¡Maldita sea!!


Ulquiorra se levantó a atender y antes de que pudiera decir nada una mujer rubia, de tez morena empujó la puerta, apartándolo al mismo tiempo.


—¡Grimmjow!— Tia habló demandante, no gritando aunque su voz estaba cargada de autoridad —Nos estamos yendo en este momento—


—¿Quién eres tú y por qué irrumpes en mi casa de esa manera?— Ulquiorra se puso a la defensiva, por supuesto que su rostro seguía mostrando su máscara indiferente hacia ella, como si no le importara, pro no cabía duda de que estaba molesto, ¿Acaso era una novia de la que el peliazul no había dicho nada? Ese bastardo iba a enterarse si se había atrevido.


—Tia Hallibel— ella se giró hacia Ulquiorra, mirándolo directamente —Y soy la persona que se hará cargo de ese hombre— ella declaró, sabiendo que sus palabras podían causar una tormenta. No iba a retroceder, se lo llevaría a Tokio y después lo sacaría de ese país si hacía falta, pero no lo perdería de vista de nuevo.


 


 

Notas finales:

Bueno, nos vemos en una semana!!!

Gracias por leer.


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