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"Entre la Cocina y el Espacio Estelar" por Ddai

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Notas del capitulo:

Hace mucho que no nos vemos, han pasado muchas cosas pero no es importante ahora.
Finalmente puedo seguir con esto y esta vez espero no tardar años en subir un nuevo capítulo.

Gracias por esperar todo este tiempo.

Puede que haya alguna diferencia entre la forma en la que escribía antes y en la que escribo ahora, la verdad no lo sé ya que no lo he notado.

Espero que lo disfruten.

"Entre la cocina y el Espacio estelar"

Capítulo XVII

“Errores”

 

Hacer un trato con Ulquiorra había sido un poco complicado, principalmente porque ese enano testarudo no pensaba ceder sobre algunas cosas. Al final había funcionado hasta cierto punto, pero el enfoque de Grimmjow estaba en el resultado y lo que iba ganando, de lo que su acompañante no tenía que enterarse en este momento.

Ir a la convención por solo sesenta minutos de su tiempo, sin objeciones ni quejas, un almuerzo nada más, parecía un buen trato considerando que era el chef en ese momento por lo que dudaba que Ulquiorra sospechara de plan. Al menos esperaba que todavía no.

 

Muy aparte, estar en ese vagón del metro era una locura y no por la cantidad de gente que tenía, eso era casi lo de menos. Había desde “oficiales” hasta los peores enemigos de una gran variedad de personajes de Star Trek y eso no era ni una quinta parte del vagón, había un buen número de personajes de los cuales no tenía idea de quienes eran o de donde provenían, no es que le importara pero era algo incómodo, sentía que estaba en la salida del ala más trágica de un manicomio. Él mismo había recibido un disfraz por parte de este idiota que lo había arrastrado a esta estupidez. “Comandante Data”, no tenía ni idea de cómo era pero habían elogiado a Ulquiorra por su interpretación de dicho personaje. Verlo con el cabello castaño y los ojos amarillos había sido extraño, no es que le quedara mal, pero había sido extraño, en definitiva, los ojos verdes le convenían más y eso le hizo pensar… es decir, ya se notaba que no era realmente japonés no era solo cuestión de su nombre, pero era japonés por parte de su madre, según recordaba heredar el color de ojos que tenía no era muy común, pero estaba divagando.

 

Él aún no le decía que se iría, prefería no tener que hacerlo. No porque se fuera a molestar de hecho era todo lo contrario. No había gritado sus sentimientos hacia él, pero tampoco había sido precisamente discreto, lo deseaba realmente, el sexo era bueno y podía ser aún mejor, pero… Él sabía que había más, profundo, debajo de sus costillas había esa sensación. Nunca iba a recocer que no era la primera vez, pensó en Kurosaki Ichigo por unos momentos, no era igual, pero era parecido, pero entonces era mucho más joven y tenía muchos problemas. Desvió la mirada del muro blanco del vagón hacia Ulquiorra.

¿Qué era? No era su piel pálida, no era su cuerpo a pesar de que le parecía sexualmente atractivo sabía que no era eso, podían ser sus ojos, algo en ellos y en el tono de su voz. Lo había estado pensado hace poco y las reflexiones no parecían lo suyo, pero la verdad es que él pasaba bastante tiempo reflexionando sobre las cosas que podía o no hacer, esa era una de las cosas que había dejado de hacer cuando huyó de la casa de sus padres. Tía lo había ayudado a centrar sus ideas y comenzar a avanzar, pensar en el pasado lo había estancado, los pecados de sus padres no eran los suyos, lo sabía, pero no lo había entendido. Y se preguntaba si, quizás, si podía decirle eso a Ulquiorra…

 

Era algo nuevo, querer ayudar a alguien a mejorar porque quería verlo mejorar, no había experimentado algo así, esa sensación en su pecho. Antes no es que quisiera ver que Kurosaki mejorara, quería saber si llegaría a superarlo incluso si disfrutaba de aplastarlo pero era algo así, así pero diferente. Podía darle nombre a este sentimiento, pero no quería hacerlo.

La voz de Ulquiorra lo sorprendió más no demostró que lo había agarrado con la guardia baja.

 

—¿Qué? — no pretendía ser brusco, era su manera de responder a las amenazas y Ulquiorra era una especie de amenaza para él, de la mejor forma sin duda, pero no le gustaba ser sorprendido.

 —Algo te está molestando— Ulquiorra no le dio importancia ni al tono amenazante de Grimmjow ni al destello de su mirada cuando le habló.  Lo estaba mirando desde hacía rato casi sin parpadear, pero de alguna manera parecía que miraba algo más allá de él y eso lo molestaba bastante. No le importaba lo que pensaba, simplemente quería establecer que estaba enterado de que algo pasaba, ya sea que le dijera o no, eso era trivial, lo importante era destacar que sabía que algo pasaba. Hacerle saber que no podía mentirle era una manera de mandarle el mensaje para que no lo hiciera.

—No estoy molesto, sólo estoy pensando—, comentó en un murmullo, a pesar de que interrumpió sus pensamientos él aun mantiene una de las ideas más arraigadas en su mente, lo malo es que no sabe cómo es que debería plantear lo que quiere decirle.

—No tienes la capacidad intelectual para pensar— Ulquiorra comentó en otro murmullo mientras lo miraba a la cara, deleitándose al ver como Grimmjow se enfurecía y dejaba de distraerse con lo que sea que estuviera en su cabeza, eso sí, no demostró nada en su rostro.

 

Grimmjow prefirió no contestarle aparte del ligero gruñido que emitió. Podía decirle muchas cosas, pero eligió no hacerlo, sería simple dejarse llevar por su juego sin embargo sabía que podía ser mejor, podía no dejar que la manipulación de ese enano funcionara y reírse al final, al menos eso era una ventaja de madurar.

 

Cuando llegaron al departamento de Ulquiorra continúan con su discusión del vagón, terminan en la cama, besándose y forcejando, buscando dominar al otro. Él acaba sobre Grimmjow, montado sobre sus caderas, gimiendo silenciosamente, sin darle importancia a las palabras de su amante que seguía hablándole en francés.  

 

Grimmjow se fue temprano al día siguiente, tenía muchas cosas en las cuales trabajar y productos perecederos caros, patrocinados por los padres del enano, con los cuales explayarse. Cocinar algo cinco estrellas no era importante, él sólo deseaba experimentar con esos ingredientes y servirle a esa familia era una mera excusa, podía sacarle provecho a esto aun si se trataba de Ulquiorra y su familia.

 

Estuvo en la cocina desde temprano preparando la conocida como la mejor carne del mundo, filetes de carne Kobe con una guarnición adecuada para algo tan fino, algo con papas, queso parmesano y trufas, un plato exquisito y digno de la realeza, en su propia humilde opinión. Se encargó de las bebidas también desde luego.

 

Era cuestión de esperar, esperar a que llegaran y esperar que todo saliera medianamente bien, no era mucho pedir, bueno, con que se comieran la comida sería suficiente, quizás comer algo tan bueno sería suficiente para sostener una conversación cuando menos, probablemente, pero estaba divagando.

 

Ulquiorra llegó después del medio día tal como Grimmjow le dijo, olía muy bien, todo estaba en silencio ya que aún no se abría la público. Las mesas estaban desplegadas y todo se veía en su lugar... hasta que vio la mesa. Apretó los puños recordando que Grimmjow le do que serían sesenta minutos los que debía quedarse a la mesa y comer, se lo había recordado por algo, no porque fuera estúpido. Bien era el pendejo más estúpido sobre la faz de la tierra.

En la mesa estaban sus padres, mirándolo con algo de sorpresa. Esto era una emboscada, una traición vil, sucia y definitivamente planeada con la peor de las intenciones. Sus padres le llegaron al precio.

 

Miró a Grimmjow quien estaba justo en la entrada de la cocina, su intercambio de miradas lo decía todo, ninguno sonreía.  Tenían un trato y debía cumplirlo, aun si esto era una traición. Nunca le iba a dar el placer de decirle que no cumplió.

 

Grimmjow no tenía ni idea de las fuerzas que estaba moviendo, esto definitivamente le iba a costar.

 

Ulquiorra ignoró los saludos de sus padres y sus agradecimientos por presentarse. Tomó asiento y los miró a los ojos y los saludó con su fría cortesía por primera vez en mucho tiempo.

 

Las entradas se sirvieron primero, esto era una comida en toda regla y Grimmjow iba a servirla como se debía. Ignoró todo lo que ocurría en el comedor porque era sólo el mesero y chef de todo el asunto, no estaba ahí para emitir ninguna opinión en sus caras, porque lo que pensaba de todo eso se lo iba a reservar. Cuando sirvió el plato principal estaba seguro de que todo eso fue en vano, los padres de Ulquiorra habían estado hablando de ellos, de los cambios en sus trabajos, evitaban hablar de sus vidas personales porque quizás su hijo no quería saber o quizás no querían que usara eso en contra de ellos pero a cambio Ulquiorra solo asentía y comentaba con un murmullo de vez en cuando, era obvio que no estaba interesado en nada de ellos.

 

Una hora era poco tiempo pero transcurrió tan lento porque no quería estar ahí. Dando los sesenta minutos se puso de pie ignorando a sus padres que estaban tratando de invitarlo a otra comida, en otro lugar si prefería o quizás un viaje con todos.

 

Grimmjow estaba observando, esperaba que Ulquiorra al menos esperara el postre, se esforzó en hacerlo y estiró el tiempo tanto como se pudo, pero el chico pálido estaba decidido a no perder más tiempo del que debía. Le dijo a sus padres que había estado ahí porque se vio obligado, no le interesaba verlos, no le interesaba saber nada de sus vidas y mucho menos aún quería seguir cerca de ellos, si se trataba de dinero podían dejar de pagar por sus cosas y su educación, no los necesitaba.

 

Su madre comenzó a llorar y se puso de pie para seguirlo, su padre la secundó pero no fue suficiente, él salió del restaurante bastante furioso y siguió caminando. Su padre lo tomó por el brazo antes de que pudiera salir del restaurante, fue repentino y brusco, también fue una decisión.

 

Ulquiorra se había girado en el momento en el sintió el tirón y había soltado el golpe con su mano izquierda que había estado deseando darle a Grimmjow desde que entró, solo que fue su padre quien recibió el ataque lleno de ira. Se miraron a los ojos y le dijo a su padre que no se atreviera a tocarlo nuevamente.

 

Su madre corrió a ver su su ex esposo estaba bien, ella miró a Ulquiorra y su reclamo murió antes de poder salir de sus labios. Sus ojos no expresaban ira, ni dolor, eran fríos y apagados. Los miraba como si ellos no fueran más que cosas bajo sus pies.

 

Ulquiorra salió entonces y todo se quedó en silencio hasta que el llanto desolado de su madre llenó ese vacío.

 

Para Shawlong el peor escenario sería que los padres de Ulquiorra quisieran demandar por ese ataque pero no fue así, ellos le agradecieron a Grimmjow haberles dado esta oportunidad aun si no salió bien—eran los únicos culpables de esto y estaban conscientes— y estaban muy  apenados por todas las molestias. Lo felicitaron por ser un chef con mucho talento y ella le pidió que por favor cuidara de su hijo, sabía que se había puesto en una posición muy difícil con Ulquiorra pero realmente le suplicaba que no se rindiera con él.

 

Grimmjow no dijo nada, no había nada que pudiera decir para darle consuelo, no sólo porque se iría muy pronto sino porque estaba seguro de que él no era capaz de cuidar de nadie, no es que se menospreciara simplemente no se puede cuidar a quien no quiere ser cuidado y él mismo podía admitir muy en el fondo que también necesitaba de alguien que lo cuidara y ese no era Ulquiorra.

 

Ulquiorra llegó a su departamento pronto, ya no estaba tan enojado, haber golpeado a su padre había sido amargo y medio saludable para su estado de ánimo pero la verdad es que ya no significaba nada para él, estaba vez su ira no fue hacia sus padres sino hacia ese estúpido de cabello azul y al resto de los que trabajaba ahí. No tenía ningún derecho a forzarlo a pasar tiempo con esas personas.

 

Se sentó lentamente en su sillón para respirar lentamente y dejar que esas emociones le llegaran, era extraño tener todo esto llenándolo y vaciándolo al mismo tiempo, era un poco ilógico pero era lo único que tenía algo de sentido.

 

Había pasado tantos años sintiendo ese odio visceral, esa ira, pasó tanto tiempo despreciando y también alejándose de sus padres, minimizando todo lo que sentía bueno hacia ellos, deseando su venganza frustrada y pensando en que nunca la tendría que, en algún punto, realmente dejaron de significar algo para él.

 

Sí, estaba muy enojado, realmente furioso, pero no por su presencia ahí, no era por ellos, estaba enojado por la traición de Grimmjow y pensar en todo esto lo estaba afectando.

 

Estaba esa parte que le decía que todo estaba bien, había superado todas las cosas de su infancia de alguna forma, esos recuerdos, esas personas, todo el pasado ya no significaba nada. Era liberador darse cuenta que en verdad no esperaba nada más.

 

No los necesitaba.

 

 Por le otro lado estaba esa sensación ahogadora y horrible. Sentimientos que habían nacido, se habían alojado en un punto ciego de su lógica, sin permiso, que estaban amenazando con salir violentamente de la caja en la que deberían estar encerrados.

 

Por eso estaba tan enojado.

 

Por eso se sentía tan traicionado.

 

Por eso sentía que quería llorar, gritar y asesinar a este estúpido.

 

Si no hubiera sentido alegría no habría ira, si no hubiera sentido confianza no habría traición...

 

¿En qué momento todo eso comenzó a  brotar e su interior?

 

Podía pensar en algunos momentos en que se miraron, había visto esos ojos conteniendo ciertas emociones y también derramando otras. Emociones crudas y desagradables que tenían una sola pregunta:

 

“¿Por qué?”

“¿Por qué?”

“¿Por qué?”

“¿Por qué?”

 

Se la había hecho tantas veces cuando era mucho más joven, a pesar de conocer la historia de sus padres de forma corta— los detalles no hacían falta— siempre se hizo esa pregunta y nunca pudo ser respondida... “¿Porqué yo?”

 

Y se dio cuenta de en dónde realmente había visto esa mirada, era la misma que le espejo siempre le devolvía cuando se miraba por laguna razón trivial.

 

Maldita sea la empatía por la tragedia de los animales callejeros. Maldito sea ese hombre y maldito sean todos.

 

Le gustaba pensar que no era humano, que no tenía nada que ver ellos ni con nadie, que podía pasar de todos ellos y que no tenía emociones, pero era un maldito humano estúpido con emociones, con alegrías y tristezas, con defectos más que virtudes y lo odiaba cada momento.

 

Realmente deseaba ser de otro mundo y tener la capacidad de dejar de sentir.

 

Se dejó caer al pido y se cubrió los ojos con uno de sus brazos.

 

Se sentía miserable, usado, se sentía estúpido por dejar que esas emociones le ganaran, dejar que crecieran y no notarlas. No había cura para esta enfermedad, ser humano era el peor de todos los padecimientos.

 

Después de un tiempo, quizás minutos, quizás horas, miró al techo dejando caer su brazo por encima de su cabeza.

 

Ahora sabía que le pasaba, sabía qué es lo que estaba mal con él así que podía actuar en consecuencia y solo había una manera de lidiar con esto, necesitaba analizar todo, desmenuzar cada cosa que pasó y pensar con frialdad.

 

Grimmjow, junto con todos los del restaurante, habían urdido esta traición —claro que sus padres también tenían la culpa pero con ellos ya había tratado y ahora que sabía como hacerles daño no necesitaba gastar tiempo en pensar en ellos—. Estaba casi seguro que en algún momento ese estúpido se presentaría a su puerta o se cruzaría con él porque no se planea algo así para no ver el resultado de sus acciones.

 

¿Qué estaba pensando? ¿Por qué planeó todo eso?

 

Motivos poían haber muchos pero si pensaba en todo lo que había sucedido desde que llegó hasta ahora... Había sido todo un carrusel inconexo desucesos y situaciones, la aparición de Kurosaki Ichigo había signficado un golpe duro y luego Tía Harribel. Algo estaba pasando.

 

Analizaría todo lo que sabía, todo lo que había escuchado y... a decir verdad ellos mismo había tenido una conversación  en la que Grimmjow había dicho algo...

 

“¿CREES QUE IR A GOLPEAR A ESE HIJO DE PUTA LO VA A SOLUCIONAR TODO?”

“¿Crees que es fácil ir a golpear a tu maldito padre?”

 

Y después de todo eso comenzó a cambiar...

 

¡Ese maldito infeliz!

Esto nunca se trató de ir sobre sus problemas y tener su venganza. Grimmjow, maldito cobarde...

 

Se levantó lentamente mientras dejaba que otras emociones que solía contener asomaran un poco, sonrió un poco mientras pensaba en su respuesta.

 

Podía imaginarse de qué iba a querer hablarle, las palabras que dijera no iban a importar, su maldito camino de regreso a su vida era todo lo opuesto a lo que Ulquiorra le había dicho en aquella conversación.

 

Tenía algunas cosas que verificar, ese maldito bastardo había estado hablando con muchas personas y posiblemente había dejado alguna pista en algún lado porque era un imbécil.

 

Lo aplastaría como al maldito gusano que era la próxima vez que se vieran.

Notas finales:

Hasta aquí llega el capítulo, no espero RR pero si los hubiera los constaré a la brevedad posible.

Y pues ya saben,no está finalizado pero ya no falta mucho tampoco. 

Gracias por leer.


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