Duele verte
A medias
Pov Hiei
Llegamos al departamento en tiempo record, lo necesitaba conmigo, era más que una necesidad, como una especie de adicción. Entre más se alejaba de mi, cuando más tiempo pasaba el con ella, cada vez más lejos... yo necesitaba tenerlo más cerca, mas mío. Mi posesividad se adueñaba de mis pensamientos, y la inseguridad y los celos se transformaban en la más ardiente y hambrienta pasión.
¡Y era estúpido!; ¡Sentirme necesitado, asfixiado, o adicto a algo o a alguien cuando no le veía caso alguno!
Nos besamos como si no hubiera mañana, apenas sentí la piel de sus labios en los míos, tan cálidos, tan dulces, tan venenosos, como una droga. Mi cuerpo se pego al suyo, la piel me quemaba debajo de la ropa. Quería tenerlo mas cerca, sentirlo más, y lo estreche tanto que podía sentir como su corazón se aceleraba, y nuestras respiraciones se transformaban en un jadeo lleno de excitación. No queríamos demorar más nuestra necesidad, y lo inevitable estaba por cumplirse.
Mis pulmones reclamaban furiosos por aire, tanto que casi me quemaba la garganta, con un ronco gruñido nos separamos apenas.
Luego de reponer el oxigeno suficiente para otro ronda de besos, y nuestros labios a unos cuantos milímetros con el aliento acariciando mi lengua... nos interrumpió el maldito teléfono, sonaba de forma contante en la sala.
-Debo atender, puede ser importante - ¿que podía ser más importante que esto? ¿Que lo nuestro?... lamentablemente conocía la respuesta: Kitajima y el pequeño ser dentro de ella. No podía culparlo, pero tampoco podía reprimir el odio que sentía al saber que él nunca más volvería a ser completamente mío, y menos podía ocultar la tristeza que me invadía, pues yo sabía que lo estaba perdiendo. Perdía cada vez que le hacía a Kurama una escena de celos, cada vez que lo insultaba o lo hería. Alejándolo más de mí, acercándolo más a ella.
No sé en qué momento de mis divagaciones, se fue a atender la dichosa llamada. Mire la habitación a mi alrededor, era blanca y ordenada, era el único lugar donde él me hacia suyo, y él era mío. Algo sobraba en la habitación, destruyendo el orden. En unas de las esquinas de la cama, había un suéter de mujer... y olía a ella.
-No saques conclusiones apresuradas - dijo una voz detrás mío, al ver como yo tomaba esa maldita prenda - ayer vino a traerme la primera ecografía, y se lo olvido - ¿ahora venía a su departamento? eso no pasaba antes. Cada vez estoy más lejos - Lo deje allí para recordar que debo devolvérselo...
Seguramente había venido, lo había intentado seducir, tal vez conversaron de su futuro y el de su hijo, quizás ella lo beso, ¿y si habían estado juntos?...miles de imágenes se cruzaron por mi mente.
-¿Hiei? - Mi silencio lo estaba poniendo nervioso, aun así no hable, no podía - ¿debo empezar a preocuparme por tu salud mental?
-¿Que hicieron? - mi voz fue fría y talante, al principio me miro algo confundido, pero luego comprendió mi insinuación - ¡¿Que hicieron?!
-Deja de imaginar cosas, y no levantes la voz - al parecer era sincero, pero imaginármelo con ella me volvía loco - no empecemos otra vez con lo mismo Hiei, me está cansando esa discusión.
-¿Te estás cansando?¿Tu te estás cansando? - pregunte mientras me recostaba en la cama. Yo sabía que, últimamente las estúpidas peleas por los celos eran frecuentes, por no decir diarias.Pero tenía miedo que de verdad aprendiera a amarla.
- Te amo a ti - murmuro de forma sensual, acomodándose lentamente en la cama - y para mi es tan fácil amarte... no lo compliques...
Los labios de Kurama estaban calientes, su lengua bailaba en el interior de mi boca, yo estaba algo inseguro aun, y él lo sintió. Acaricio mis mejillas, borrando con sus manos todas mis dudas. Despacio fue relajándome, dejando que el beso nos consumiera. El Kitsune mordía mi piel, la saboreaba, grabándola, como si quisiera recordarla...no quería pensar en eso.
Mi saliva se mezclaba en su boca, y la suya en la mía. El zorro aprisiono mi pecho con su cuerpo, podía sentir lo esbelto pero musculoso que era. Con mis manos, recorrí su roja cabellera, me fascinaba su aroma, y acaricie su cuello, percibiendo la suavidad de su piel. El sabor de Kurama dentro de mí era algo inimaginable. E inevitablemente fue llenándome por completo.
-Ya no puedo más... - murmuro cerca de mi oído, su aliento jadeante me excito. Los dientes del Kitsune se dejaron caer en el lóbulo de mi oreja. Recibí un estremecimiento muy placentero provenir de mi entrepierna, desgarrándome todo el cuerpo. Y Kurama seguía lamiendo mi oreja, haciendo que me sonrojara aun más. El zorro era muy atrevido, y era por eso que me gustaba. Comenzó a descender por mi cuello, y mi corazón comenzó a palpitar demasiado rápido, estaba totalmente desbocado.
Clave mis uñas en un movimiento, a medida que Kurama acariciaba mi cuello. Y poco a poco la inseguridad y los celos se fueron disipando.
Baje mis manos por su espalda, la acariciaba con deseo. Mis manos percibían cada unos de sus músculos, apreté con fuerza mis dedos, provocándole algo de dolor, que se convertía en placer, en calor, en electricidad...
Cuando termino de jugar con mi cuello, me miro a los ojos, los suyos ardían en un puro y desenfrenado deseo, no sé bien que descubrió en los míos, pero de inmediato arranco mi camisa para jugar ahora con mi pecho.
-Eres mío... Kurama... - murmure con los ojos cerrados, miles de sensaciones me recorrían, pero el placer se percibía sobre las demás. El zorro me beso la mejilla, un hambre de él me invadió, mordí su cuello y comencé a besarlo. Sé que Kurama podía sentir lo caliente que estábamos, porque el sudor cubrió su rostro y el mío. Un estremeciendo recorrió su cuerpo, y sentí como descuidadamente me rozaba con su excitado miembro.
-Hiei... - gimió mi amante. El sonido provoco una reacción en mi, y un escalofrió paso por mi cuerpo. El placer, una endemoniada debilidad, me hizo su presa. Su camisa me estorbaba, y de manera torpe intente deshacerme de ella. Mientras sus manos se movían descontroladas en mí.
-Kura...Kurama - sentí sus manos debajo de mi ropa, me mareaba su tacto, cada caricia me excitaba mas.
Un rubor intenso cubría el rostro de mi zorro. Y contraía sus labios intentando reprimir gemidos al sentir como mis manos recorrían sus pectorales.
Sentí en su abrazo, como nuestras excitaciones se rozaban a través de la ropa.
-Esta incomodándome - el doble sentido era común en el zorro. Inmediatamente, la parte de arriba de nuestra ropa quedo en el suelo.
Atrapó mis labios, moviendo sus manos hasta mi cintura. El deseo se volvió más intenso a medida que demorábamos el placer.
Gemí entrecortadamente, al percibir los dedos de Kurama jugar con el cierre de mi pantalón, sin decidirse del todo a bajarlo.
-Hazme tuyo....-
Sentí una punzada, sus dedos jugaban en aquella zona de mi pantalón. La respiración, me costaba mantenerla controlada.
Otra punzada bastante fuerte al percibir sus manos deshacerse de mi pantalón, el movimiento provocó que gimiera .Su aliento caliente llegó a tocar mi rostro. La prenda quedó en el piso, al lado de su camisa. Deposito besos en mi piel. Su lengua me recorría, como si disfrutara del sabor y la textura.
Mi sonrojo se volvió más violento. Las manos de Kurama acariciaron mis muslos a medida que continuaba besándome.
Estaba excitándome cada vez más, y mi miembro lo percibía, al igual que a cada caricia suya. El Kitsune se dio cuenta de las palpitaciones que provenían de mi entrepierna. Descaradamente dejó que su mano cayera sobre mi sexo, provocando que se endureciera más. Gemí, sintiendo un dolor bajado desde mi ombligo.
Algo parecido a un grito se desprendió de mi garganta cuando sus dedos acariciaron mi carne con movimientos circulares. También pude sentir como su propio miembro presentaba una erección, la lengua del youko recorrió su labio inferior. Las esmeraldas brillaban de forma lasciva.
Y el mundo colapsó cuando la yema de sus dedos ejerció cierta presión sobre mi sexo, provocando otra punzada que logró estremecerme, hasta arquear mi columna.
-¡Kurama!- mi voz fue un estimulante para el zorro. Me apretó, tratando escuchar mis latidos. Su rostro descendió sobre mi cintura, besando cada rincón. Su mano continuaba acariciando mi miembro...
Sus dientes rasparon un tanto la piel, al mismo tiempo que dejaba que todo el peso de su mano presionara mi miembro. Mi espalda se arqueó, y mi cuerpo se llenó de espasmos.
Me agarre de su espalda, enterrándole las uñas. Kurama gimió.
Lentamente, el aire tuvo contacto con la carne caliente. Me estremecí, aferrándome con más fuerza. Los ojos del zorro contemplaban mi miembro erecto. Dejó que su boca saboreara la piel, lamiendo la punta. El movimiento lento me embriagó, gimiendo entrecortadamente. Sentí morir, cuando la boca del zorro se llevó todo mi sexo, la saliva caliente provocó en mí un sentimiento muy adictivo y placentero.
-kura....ma...- el líquido brotó con una velocidad rápida. Los rastros de semen adornaban sus labios.
Kurama se lanzó sobre mi boca, nuestras lenguas bailaron enredándose. Saboree mi propia esencia en aquella boca, y extrañamente me gustó.
Sus manos acariciaron mi espalda, las piernas de ambos se enredaban. Las gotas de sudor cayeron por nuestras frentes.
Su pantalón de mezclilla fue deslizándose de sus piernas. La prenda quedó tirada a una distancia bastante prudente de ambos.
Me sorprendió un poco cuando uno de los dedos de mi zorro se dirigió hasta mi parte inferior. Kurama me miró, pidiéndome permiso para lo que vendría. - Quiero hacerte el amor...- un estremecimiento que me perforó la columna fue desgarrador. El escalofrío atravesó hasta el último de mis huesos.
La yema de su dedo índice acarició mi entrada, tratando de relajarme. Vi como el cuerpo del Kitsune cambiaba la postura, y se iba acercando lentamente hasta mi pelvis.
El sentimiento se intensifico cuando me dirigió una sonrisa.
El corazón casi se me salió por la boca el sentir el miembro de Kurama dentro de mí. Con sus manos se afirmo en mi piel, acariciándola con cariño. Con bastante suavidad.
Las embestidas recibidas eran lentas. Al principio me dolió, pero luego me fue gustando. Sentí el cuerpo de Kurama pegado al mío, sus uñas se clavándose en mi pelvis, su miembro jugando en mi interior. Irremediablemente todo provocaba que me excitara más.
Era prohibido, desenfrenado y adictivo.
Los gritos de ambos se perdieron en el aire. Nuestros corazones latían a una velocidad estrepitosa.
El movimiento de las caderas fue aumentado, al igual que la fuerza de las embestidas. Kurama dejó que su cabeza cayera un poco hacia atrás, con la mirada dirigida hacia el techo.
Podía sentirlo...el orgasmo que estaba naciendo desde el interior de mi cuerpo.
Kurama gimió en el momento en que su miembro culminó. El líquido claro cayó en mi piel. Hice uso de la fuerza que me quedaba dentro, acercándome hasta la mejilla de Kurama y la lamí. Mi boca cambió de posición, hasta contactar los labios del zorro, la lengua de ambos volvió a enredarse. Escuchamos nuestros latidos retumbando en el fondo de la pieza. Acerque mis brazos hasta su cuello, el peso de mi cuerpo provocó que el zorro se volviera a estirar. Nuestras cabezas percibieron la suavidad de la almohada.
Lentamente Kurama dejó que sus parpados se cerraran, y escuchó vagamente como su corazón trataba de volver a su ritmo normal. Pero no se durmió, eso era raro. Me dio un mal presentimiento.
Mis parpados se cerraban, y me estaba durmiendo. Apenas podía percibir el exterior, cuando note sus esmeraldas sin brillo, contemplándome
-Hiei creo que no deberíamos volver a hacer esto- oh por favor no digas eso... rogué que todo fuera un sueño, porque ya estaba dormido.