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Esperandote por Mainsi

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Notas del fanfic:

Una persona cercana a mi, y que sabe que mi nivel de romanticismo en la vida real es nulo. Me dijo que no sería capaz de contar esta historia de manera romántica. Y casi que tiene razón, pero bueno..., se ha hecho lo que se ha podido.

Espero que os guste.

Notas del capitulo: Esta historia está inspirada en hechos reales. He cambiado todos los nombres, y que yo sepa no he puesto ninguna referencia que pueda delatar a los protagonistas en la vida real. Aclaro que yo no lo presencié, y por supuesto estoy segura de que no fue tal y como yo lo cuento, ni mucho menos.
Fermín se sentó en un escalón de la grada del campo de futbol, ya estaba cansado de esperar de pie, y eso que solo habían pasado cinco minutos desde que acabó el partido. Lo peor de todo es que sabía a ciencia cierta que como mínimo le quedaba otra media hora de espera.
…l equipo de Andrés había ganado por tres goles de diferencia y eso solo significaba que los jugadores se quedarían más tiempo en el vestuario para festejarlo. Aún así esperaría a su amigo pacientemente, como siempre. Además cuando era él el que ganaba y tardaba en salir, Andrés siempre se quedaba esperándole, y nunca se había quejado.

En el otro lado de las gradas un grupo de chicas estaban entretenidas hablando entre ellas, supuestamente habían ido allí para animar a sus novios, esos mismos que habían perdido estrepitosamente, pero no por ello parecían menos contentas. Estaba visto que iban solo para hacer acto de presencia y cotillear, como que el futbol no les interesaba demasiado.

Cuando una de aquellas chicas reparó en Fermín, este se regañó mentalmente por haberlas estado mirando, seguro que ahora pensaban que estaba interesado en alguna de ellas.
Siempre le pasaba lo mismo, cuando había chicas esperando al otro equipo, tarde o temprano, acababan fijándose en él, y siempre le mandaban a alguna que aún no tenía novio para ver si tenía suerte y se lo ligaba. Cierto es que en algunas ocasiones las chicas eran monas, incluso en ocasiones especiales eran simpáticas y todo. Pero lo cortes no quita lo valiente, y Fermín no podría estar menos interesado en ellas. Puesto que hace muchos años ya que se sabe enamorado de su mejor amigo, Andrés.
Reconocía que no había ningún futuro en ello, incluso era consciente de que nunca encontraría el coraje suficiente para confesarse, pero eso no cambiaba en nada sus sentimientos.

Fermín y Andrés se conocieron diez años atrás, cuando ambos coincidieron en la misma clase del instituto, y desde entonces se hicieron inseparables. Todo el que los conocía sabía que cuando veía a uno, el otro no podía andar muy lejos. Por eso mismo a mucha gente le extrañaba que jugasen en equipos diferentes de futbol. Esto se debe a que ambos decidieron en su día, que sería más divertido jugar como rivales que como compañeros, ya que si algo les gusta más que estar juntos es competir. Además, así es mas cómodo, al menos para Fermín, ya que se libra de que le pillen mirando de forma comprometida a Andrés en las duchas.
Pensando en aquello Fermín se puso a recordar lo mucho que ambos habían cambiado, desde que iban al instituto.

Cuando tenían doce años, Andrés era el más alto de los dos, y también el más extrovertido. Con su talento natural para hacer amigos pronto se convirtió en uno de los chicos más populares del instituto. Como también era guapo, rubio, de ojos marrones y traviesos, y tenía carita de niño lindo, la mayoría de las chicas se colaban por el irremediablemente.
Por el contrario Fermín no era nada del otro mundo. Bajito, algo gordito y con el pelo negro siempre pegado al rostro por culpa del sudor. Poca gente sabía que debajo de aquel flequillo apelmazado, y de las gruesas gafas que para entonces usaba, se escondían unos ojos de un inusual verde oscuro. Y difícil era descubrirlo considerando la costumbre de este de ir encorvado mirando al suelo, pero es que la seguridad en si mismo no era precisamente una de sus virtudes.

Con los años la pubertad se cebó con ellos provocando increíbles cambios a su paso. Andrés ganó atractivo hasta convertirse en un auténtico bombón de pelo rubio y cuerpo atlético, aunque sin llegar a perder su aspecto travieso y juvenil.
Fermín por el contrario creció de forma desmesurada haciendo que los kilos que le sobraban desapareciesen como por arte de magia, siendo engullidos por una envidiable masa muscular. Al dejar de estar gordo también dejó de transpirar en exceso ayudando a que el pelo antes grasiento y apelmazado ahora sea sedoso y brillante.

Tan metido estaba Fermín en sus pensamientos que no se dio cuenta de que ya no estaba solo hasta que oyó como la chica que se había sentado a su lado empezó a hablar.

- ¿Me escuchas? – La chica se veía impaciente y molesta por partes iguales.

- Disculpa, estaba en mi mundo ¿Querías algo? – Intentó dar a entender con el tono de voz que no estaba interesado en hablar con ninguna desconocida.

- No importa, solo te preguntaba si tenías hora. – La chica sonrió melosamente agitando con la mano su melena lisa y oscura – Me llamo Rebeca, creo que no nos conocemos.

- Soy Fermín. Y lo siento, pero no llevo reloj – Intentó de nuevo hundirse en sus pensamientos a ver si la chica pillaba la indirecta y se quitaba de en medio.

- ¿Y a quien esperas? ¿A tu hermano quizás?

Fermín miró de nuevo a la chica con desgana, estaba visto que a menos que se lo dijera claramente esta no se daría cuenta de que no le interesaba.
Por el rabillo del ojo vio como el grupito de chicas de antes no dejaba de mirarles mientras reían una y otra vez sin ningún disimulo.
Aunque las ganas no le faltaban, le dio reparo mandar a la tal Rebeca a freír espárragos delante de sus amigas. Por lo que optó por responder a la pregunta que esta le había formulado.

- Estoy esperando a un amigo.

- Pues yo he venido acompañando a una amiga, es que su novio juega en el equipo que ha perdido. ¿Le conoces? Se llama Oscar.

- No le conozco. – Pensaba que contestándole lo justo para no dar pie a una conversación se acabaría cansando, pero evidentemente se equivocaba.

- ¿Y como se llama el amigo al que esperas? Quizás le conozca.

- Andrés – La voz de Fermín empezaba a sonar de molesta.

- ¿Andrés? ¿Es el que llevaba el número nueve en la camiseta verdad? El chico rubio.

- Si, ese – Esta vez se tomó la molestia de mirar a Rebeca a la cara, no le sonaba la chica de nada, y el conocía a la misma gente que Andrés. No por nada siempre estaban juntos - ¿Le conoces?

- De oídas solamente. – La chica sonrío creyéndose haber conseguido por fin el interés de Fermín. Cuando en realidad acababa de perderlo definitivamente.

Tras un rato en silencio en el que Fermín no volvió a hablar, y a la chica no se le ocurrió nada nuevo que contar para iniciar una conversación, esta empezó a sentirse incómoda y a mirar de soslayo a sus amigas al otro lado de las gradas.
Los del equipo perdedor empezaron a salir del vestuario saludando a sus chicas y largándose medio cabreados por la derrota.

- Me están llamando mis amigas. Creo que tengo que ir con ellas. Encantada de conocerte.

- Hasta otra – La chica se fue volviendo la cabeza de tanto en tanto para dedicarle sonrisas a Fermín, sonrisas que no fueron correspondidas.

Mas tranquilo al verse solo de nuevo Fermín siguió con sus pensamientos por donde los había dejado antes de ser interrumpido.

Cuando iba al instituto no es que fuese antipático, pero tampoco era muy sociable, eso siempre se lo dejaba a Andrés. Era una de las cosas que siempre le había llamado la atención de su amigo, la facilidad que tenía para ganarse a la gente. …l en cambio era más bien callado y reservado.

- Fermín, mira te presento a mi amiga Susana – Fermín se sobresaltó al ver que Rebeca había vuelto a la carga, y esta vez además había traído refuerzos.

- Hola – Una chica de mirada dulce y llamativos tirabuzones castaños le miraba intensamente.

- Hola – Devolvió el saludo solo por educación, ya que la situación empezaba a serle de lo mas desagradable.

- Como me has dicho que estabas esperando a tu amigo, he pensado que sería una buena idea si saliésemos los cuatro a tomar algo – Rebeca le quiñó un ojo a un pobre Fermín que no sabía donde meterse.

- No se yo si eso va a ser una buena idea.

- ¿Por qué no? No seas aguafiestas, seguro que tu amigo esta de acuerdo con nosotras – La chica se agarró del brazo de Fermín a modo de suplica.

Justo en ese momento empezaron a salir Andrés y los demás del vestuario. Al ver a Fermín esperándole, Andrés se dispuso a saludarle con una sonrisa de oreja a oreja, pero al ver la situación en la que este se encontraba le cambio la cara y se quedó estático en la puerta del vestuario.
Fermín se dio cuenta y se desembarazó de la chica para ir hasta donde se encontraba el otro. Cuando estaban frente a frente notó que Andrés parecía molesto, algo raro teniendo en cuenta que su equipo había ganado el encuentro.

- ¿Pasa algo? Tienes mala cara.

- ¿Quiénes son esas chicas Fer? ¿De que las conoces? – El tono de Andrés era un tanto exigente.

- Se me acaban de presentar, las muy pesadas quieren que salgamos los dos con ellas esta tarde. Yo les he dicho que no es una buena idea, pero ellas insisten.

- ¿Y por qué no es una buena idea? – Fermín le miró apenado, por lo visto Rebeca tenía razón después de todo y Andrés si que estaba interesado en salir con ellas.

- Bueno… si tu quieres salimos con ellas. – Andrés suspiró y miro hacia las dos chicas que les estaban esperando.

- Sigues siendo demasiado tímido Fer, si lo que quieres es salir con ellas deberías decírmelo y ya está. Yo no me voy a enfadar. – El rubio miró a Fermín de forma comprensiva – Esa chica morena que estaba contigo es muy guapa. Entiendo que prefieras estar con ella a ver una peli conmigo en tu casa.

- Claro…, como si el hecho de que la chica del pelo rizado te este mirando mientras se le cae la baba no tuviese nada que ver. – Normalmente Fermín nunca contestaba de mala manera, y mucho menos a Andrés, pero le molestaba la escusa que le había dado. Prefería mil veces ver una película con Andrés que tener que ver como este ligaba con una chica en sus narices. – No pongas palabras en mi boca cuando eres tú el que quiere salir con ellas. Por que si por mi fuera las mandábamos a la porra y nos íbamos a ver la película.

- Pues entonces no hay problema, por que yo también lo prefiero – Ahora Fermín se sentía culpable, solo atinaba a pensar que por su culpa Andrés había rechazado el plan de las chicas.

- ¿Estas seguro?… Si en realidad prefieres ir con ellas pero por mi culpa… - Como Fermín miraba al suelo mientras hablaba no pudo ver la sonrisa que apareció en la cara de Andrés al verlo tan azorado y avergonzado.

- Te recuerdo que lo de la peli fue idea mía. Y además llevo meses esperando a que la saquen en alquiler. – Fermín se apenó aún mas pensando que todo eso no eran más que excusas para hacerle sentir mejor.

- Pero, lo digo en serio, si tú prefieres…

- Prefiero estar contigo a estar toda la tarde aguantando a un par de niñatas, tú deberías de saberlo mejor que nadie. – Al fin Fermín levantó la mirada para enfrentarla con la de Andrés. Al pensar en lo que acababa de oír y ver la sonrisa que le dedicaba el otro, no pudo evitar sonrojarse.

- Yo… yo… - Fermín respiró hondo y trato de tranquilizarse, pensando que su amigo solo quería ser amable, y nada más. – Vale, pero hay un problema – Andrés le miro curioso - ¿Cómo se lo decimos a ellas? Por que te aseguro que no se van a conformar con un no. Se van a poner pesadas hasta que les digamos que saldremos con ellas.

Andrés sonrió divertido ante la inseguridad de Fermín, con lo grandote que era y seguía sin ser capaz de enfrentarse a un par de chicas. Sabía perfectamente que lo que Fermín quería era que fuese el mismo a rechazarlas, ya que con su labia nunca quedaba mal con nadie, incluso cuando se trataba de rechazar a una chica siempre sabía como manejar el asunto.

- Se me ocurre una idea para que sean ellas mismas las que decidan no salir con nosotros. – Fermín le miró totalmente intrigado.

- ¿Cómo… - No le dio tiempo a decir mas.

Al principio Fermín no sabía si lo que estaba sintiendo era real o solo una mala jugada de su imaginación. Lo que si sabía es que los labios de Andrés sobre los suyos se sentían suaves y calidos, mas de lo que podía haber llegado a imaginar nunca.
Antes de que pudiera reaccionar, el beso se había terminado y Andrés seguía frente a el mirándole con los nervios pintados en el rostro. La cara de Fermín en cambio era todo un poema, con sus ojos verdes abiertos a más no poder y la mandíbula tan rígida que se le blanqueaba el labio inferior por la fuerza con la que lo apretaba contra el superior.
Ambos se quedaron así un rato más, mirándose sin decir nada. La cara de Fermín sin variar ni un ápice, mientras la de Andrés se iba ensombreciendo poco a poco hasta que acabó por apartar la mirada y mirar avergonzado al suelo.

- Chicos, nosotras nos vamos que se nos hace tarde. Otro día nos vemos si eso. – En lo alto de las gradas las dos chicas se despedían riendo nerviosamente para después salir de allí a toda velocidad y sin atreverse a mirar atrás.

La interrupción de las chicas les sacó de su embotamiento y se dieron cuenta de que eran el centro de atención de todos los que aún quedaban en el campo. Aún así no se movieron del sitio.

- ¿Por qué has hecho eso? – El tono de Fermín no era de reproche, pero fue así como lo entendió el otro.

- Lo siento – Andrés cerró los puños con fuerza, estaba seguro de que lo iba a pasar mal, pero ya era hora de aclarar algunas cosas – Si ya no quieres verme mas lo entenderé. Pero antes quiero que sepas algo. – Haciendo un esfuerzo sobrehumano levantó la mirada para ver a Fermín, y se encontró con que este le miraba confundido - No me mires así. De todas formas te lo pensaba decir después de ver la película. – De nuevo Andrés bajó la mirada - Estoy enamorado de ti, pero aunque después me odies, quiero que sepas que en parte es por tu culpa, me tratas de forma especial, a veces eres tan cariñoso y tierno que consigues que me haga esperanzas, pensando que quizás algún día tendré alguna posibilidad contigo. Se que suena estúpido pero…

Esta vez fue Andrés quien se quedó con la frase a medias por culpa de un beso. Aunque en esta ocasión no fue un simple roce, sino un beso en toda regla, uno bastante apasionado a decir verdad.
Fermín le había cogido por la cintura mientras le agarraba de la nuca obligándole a levantar la cabeza, y así salvar los centímetros que los separaban. Andrés por su parte rodeó con los brazos la espalda del moreno apretándole con fuerza, como si temiese que lo que estaba sintiendo fuese una ilusión y en cualquier momento se fuese a desvanecer.

- ¡Tíos, iros a un hotel! – Al oír la voz de Carlos, uno de los compañeros de equipo de Andrés, tanto este como Fermín se separaron en el acto mirando avergonzados a los que aún presenciaban su espectáculo.

- Mejor nos vamos nosotros y los dejamos solos, que se hace tarde y mi novia luego me regaña por dejarla esperando. – Los que aún no se habían marchado cogieron sus cosas y se encaminaron a la puerta - ¿Veis como yo tenía razón? Os dije que no les daba vergüenza besarse en público, que se aguantaban solo por respeto a nosotros, por si nos molestaban y eso… - Aquello fue lo último que Fermín y Andrés oyeron de Santiago, otro de los jugadores que ya salían por la puerta, ya que la distancia amortiguaba la conversación.

- ¿Tú crees que se nos nota tanto? – Andrés miró divertido a Fermín que aún seguía rojo de la vergüenza por lo que acababa de suceder. – Por que por lo visto todos sabían que estamos juntos excepto nosotros dos. Bueno, nosotros dos y las chicas de antes mejor dicho.

- Andrés… ¿De verdad te gusto? ¿No es una broma? – Fermín, con todo lo alto, maduro y enigmático que era, o por lo menos así es como Andrés le veía, ahora parecía totalmente desalentado. Cosa que hizo que el corazón de Andrés quisiera derretirse dentro de su pecho.

- No me gustas – Fermín de pronto parecía estar a punto de llorar. –Te conozco lo suficiente para saber que no me gustas…, lo que siento por ti es diferente, te quiero.

Las lágrimas salieron de los ojos de Fermín con una lentitud exasperante. Le avergonzaba llorar de esa manera y mas aún estando delante de Fermín, pero no podía evitarlo. Un cúmulo de nervios, miedo e ilusión le impedían comportarse de otro modo.
Intentó corresponder a la declaración, y decirle a Andrés que él también le quería. Pero un nudo en su garganta le impedía pronunciar cualquier cosa entendible. Por ello optó por abrazarle de forma desesperada y ocultar el llanto en su dorado cabello.

- No puedes hablar ¿Verdad? – Fermín le confirmó a Andrés lo que este ya sabía moviendo la cabeza a modo de negación - ¿Y besarme? – La voz de Fermín no sonó tan segura como a él le hubiese gustado, pero la risita ahogada en llanto que oyó le confirmó que había conseguido el efecto esperado.

Se besaron de nuevo, y esta vez no era ni un insignificante roce, ni un beso inexperto y apasionado, este nuevo contacto era un beso de enamorados. El típico beso que solo comparten los amantes que se saben correspondidos y se sienten seguros y a gusto con ello.
Cuando se separaron se sonrieron mirándose a los ojos entre lágrimas y emoción.

- ¿Al final vas a venir a mi casa a ver la película? – Fermín dejó de sollozar y se limpió la cara con la manga del jersey.

- Pues claro. – Andrés le acarició a Fermín las mejillas borrando todo resto de humedad que pudiese quedar.

- ¿De verdad me ibas a decir… que me quieres después de la película? – Fermín se avergonzó de preguntar tal cosa y decidió mirar al suelo esperando escuchar una respuesta.

- ¿Tu no sabes de lo que va la película de Brokeback Mountain verdad? – Fermín miró a Andrés confuso, no sabiendo a que se refería con ese comentario.

- Es de vaqueros ¿No? – Ante la mirada divertida que le dedico el otro, no tuvo más remedio que confesar que no tenía la más mínima idea del argumento de la película. – Solo se que llevas meses esperando a que salga en alquiler. Tendría que haberme dado cuenta de algo ¿Verdad?

- Vámonos a verla, y sabrás que es lo que te estoy intentando decir.

Ambos chicos recogieron sus cosas y salieron del campo de futbol. No era una escena muy diferente a la que se había podido ver otras veces, con la diferencia de que ahora, Andrés y Fermín, iban radiantes, ilusionados, y cogidos de la mano.
Notas finales: En resumidas cuentas la versión real:

Mi novio salió del vestuario y vio que uno de sus compañeros de equipo (Andrés en la ficción) estaba discutiendo con un amigo que había ido a verlo (Fermín en la ficción). Por lo visto estaban discutiendo por una chica (Rebeca, la otra me la he inventado) que se había acercado a Fermín mientras Andrés estaba en el vestuario. En este punto, todo el mundo pensó que la chica era novia de Andrés o algo así, y que por eso discutían. Pero todo quedó aclarado cuando los dos se dieron un beso en toda la boca. La chica en cuestión salió de allí despavorida. Y Fermín y Andrés se fueron cogiditos de la mano bajo la incrédula mirada de todos los presentes.
Luego cuando les preguntaron, ambos admitieron que se gustaban de antes, pero hasta ese día no se habían decidido a dar ese paso, de amigos a algo mas.

Yo conozco a este par desde el instituto, pero solo de vista. Y por desgracia os confieso que no son exactamente como los he descrito. Los dos son morenos y de ojos marrones, como to quisqui. Guapetes son, pero nada del otro mundo, y lo de que Fermín era gordito y ahora esta hecho una masa de músculos… no es tanto así, si que es cierto que ha dejado de estar gordo para estar fibroso, pero no por arte de magia, si no gracias al gimnasio, que nada en este mundo es gratis.

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