Allí estaba yo sentado en la banca recordando cada miserable sentimiento, cada lágrima que derrame en este día, cada vez que me arrepentía, cada vez que sentí que lo amaba. La verdad creo que nunca me amó a mí como yo lo amé a él. Hoy lo vi en pleno acto y huyendo de él me acorde de cómo lo conocí:
Era una tarde solitaria; aunque yo ya estaba acostumbrado a que siempre fueran así; yo estaba en la esquina esperando el autobús que me llevaría a mi casa, cuando noté que a mi lado estaba sentado un chico de mi edad increíblemente guapo. Tenía el cabello más oscuro que la noche, ojos color almíbar, era alto, que más puedo decir: ante mis ojos él era perfecto.
Creo que notó que lo estaba mirando porque me sonrió de la forma más angelical que pudiera haberlo hecho. Yo sólo me volteé sin decir palabra alguna. Estaba demasiado nervioso ocultando mi sonrojo como para verlo.
Puede que suene exagerado pero nunca nadie me había sonreído de esa forma. Para mi suerte llegó el tan esperado autobús y lo abordé, no sin antes notar que él también lo iba a abordar. Rápidamente subí y me senté. Él se sentó a mi lado. Yo no sabía que hacer, estaba sudando, suplicaba por que no me dirigiera la palabra. Parecía que por primera vez el cielo escuchaba mis plegarias hasta que:
-¡Hola!- me dijo.
-Hola- respondí en un tono muy bajo.
-Noté que hace rato me volteaste a ver- dijo. Perfecto lo que me faltaba, él supo que lo veía- Me llamo Adrián- me sonrió encantadoramente.
Adrián…ese nombre tan maravilloso le quedaba muy bien. Lo que yo no sabía es que esa persona sería el causante de mis desgracias futuras.
-Yo me llamo Miguel- dije tímidamente.
-¡Hola Miguel!- se rió después de decirlo.
Yo no hablaba para nada, temía que algo indebido saliera de mi boca.
-Puedo ver por tu uniforme que eres del Bachilleres #15- me dijo.
-Sí- conteste, ya era hora de que dijera algo -Voy en 1° año.
-Oh- respondió sorprendido -Ya se porque te me hacías conocido.
-Ah- dije con emoción -Ya se quién eres, vas en 2° año.
Como no lo había visto antes, esta persona tan atractiva es el que siempre participa en eventos deportivos y gana.
-Si ése soy yo- se rió -Tu eres el que ganó el torneo de ajedrez hace unos días, de hecho te he visto en la biblioteca una par de veces- sonrió.
Yo me sonrojé, no quería hacerme notar en la escuela y mucho menos imaginaba que él me había visto. El autobús se detuvo:
-Bueno- exclame –Esta es mi parada.
-Oh- contestó sorprendido- Que coincidencia la mía también- me sonrió.
-¿Ah si?- dije tratando de disimular mis nervios lo más que pude. Mi corazón latía fuerte.
-Sí- me sonrió otra vez pero esta vez su sonrisa cambió. Se veía más…
dulce y contenta. Claro que yo ante este gesto me sentía entre feliz y confundido. Agaché mi cabeza todo el camino mientras platicábamos, si, al parecer Adrián vivía a solo una cuadra de mi casa.
El destino no podría haber sido más cruel.