Al inicio no lo comprendí, no quise ver la verdad tal vez fue el miedo paralizante, las cosas pasan de un modo tan misterioso, tuvo que pasar todo un lío para poderlo comprender, la magia me ayudó, pero no debió haber sido tan difícil, yo lo odiaba, su actitud hacía mí era tan rara, pensé que él también me odiaba y por eso lo odiaba más, entonces pasó, al despertar de mi siesta, me había convertido en gato, traté de comunicarme con mis padres pero ellos no entendieron y me sacaron, estaba desconcertado vagué sin rumbo ¿cómo fue que de todas las personas existentes en el planeta fuera él el que me encontrara? No lo sé, pero me llevó a su casa, en un inicio yo no quería, luego pensé que sería una excelente forma de torturarlo, desde que llegué a su casa y lo traté mal, muy mal lo rasguñaba y mordía, orinaba sus cosas o les hacía algo peor y cuando su familia le cuestionaba les decía: -es sólo un gatito, no lo hace por maldad -sí, quizá tengas razón, pero sólo te lo hace a ti -quién sabe, a lo mejor hay algo en mí que lo pone nervioso -Siempre me excusaba ante su familia y amigos.
Empezaba a verlo triste y decaído, y cada día era peor, creí que era porque ya no aguantaba más, que mi venganza estaba teniendo resultado, ese día lo descubrí, él estaba llorando y me acerqué con obvia curiosidad, me abrazó y se desahogó, lo que dijo, jamás lo hubiese imaginado, yo tenía un poco de razón, si lloraba por mí, pero no por la razón exacta que imaginé, sino por mi ausencia, me extrañaba, todos me daban por perdido, mi imagen estaba pegada en carteles de búsqueda ¿por qué lloraba él? ¿Por qué por mí? Descubrí que no me odiaba, nunca me había odiado, todo lo contrario, me amaba, su actitud rara hacía mí se debía a eso, al miedo al rechazo, sus lágrimas notoriamente sinceras despertaron algo en mí, algo que no había notado jamás y me entraron unos enormes deseos de decirle "no llores, estoy aquí, soy yo, y soy tuyo, tu gatito, cálmate, no estoy perdido, físicamente sé donde estoy y el camino de vuelta a casa" o algo parecido, realmente verlo así me estaba partiendo el corazón, aunque entonces me dije a mí mismo: "bueno y ¿es que no era así como querías verlo? ¿sufriendo, llorando?" sí, eso quería, antes, ahora ya no y siendo sincero en realidad nunca quise eso, sólo me convencí de que sí, me arrepentí completamente por todo lo que le había hecho así que me decidí, yo lo apoyaría, como amigo claro está, me arrimé a él, me senté en sus piernas para ser más exactos, y me restregué contra él mientras ronroneaba, esperando a que eso ayudara a calmarlo, no tuvo efecto inmediato pero sirvió, no entendí porqué pero eso me hizo sentir inexplicablemente bien, mejor de lo que me hubiese llegado a imaginar.
A pesar de todo mi esfuerzo él iba decayendo, aunque conservara una fachada, yo me volví capaz de ver a través de ella. Llegó un día en que todo volvió a cambiar, empezaba a atardecer, él suspiraba tristemente, me coloqué en su regazo y volteé a verlo, vertía lágrimas en silencio así que me paré en mis patas traseras y empecé a lamer el rastro que dejaban, un extraño deseo me invadió y lamí su boca, lo que pasó a continuación fue digno de un cuento de hadas, recuperé mi forma humana, obviamente él quedó pasmado, y no puedo culparlo pues yo aún tenía mi lengua en su boca.
Explicarle todo lo ocurrido significó un problema, pero conseguí que me creyera, con el resto, como mis padres, compañeros etc. no fue nada fácil y el hecho de que les ocultara detalles no ayudaba, nadie más me creyó, aunque eso me tenía sin cuidado claro que eso no fue el final, después de todo en la vida no los hay, aunque aquí me refiero a otra cosa. Pese a todo lo sucedido y aunque ya me había dado cuenta de que no le odiaba, seguía sin querer ver lo que en realidad sentía por él.
Fue una época muy dura para los dos, ya que no nos dejaban en paz sus familiares, y en fin todos sus conocidos, y como no creían en mi palabra surgieron variedad de hipótesis, si había huido, si él me había secuestrado para quién sabe que cosas XXX entre otras cosas todas una sarta de boberías, y yo en medio de todo ese lío sin poder controlar ni querer terminar de entender mis sentimientos que amenazaban con desbordarse de un momento a otro, y es que uno debe controlarlos no reprimirlos y yo había estado haciendo lo último, de hecho lo seguía haciendo, aunque en menor medida, es decir antes lo hacía y lo ocultaba tras una fachada de odio, ahora sin fachada la "presión" era menor, pero al no querer terminar de aceptarlos tampoco estaban fluyendo libres, yo no me daba cuenta de lo malo que esto era y las consecuencias que podría traer, pero uno no es adivino, si lo fuera juro que no lo habría hecho y todo hubiera sido diferente, lástima que el hubiera no existe ni se puede retroceder el tiempo para cambiar las cosas, a lo hecho pecho, no obstante debo admitir que al final la cosa no salió tan mal, igual es increíble como uno se ciega ante algo cuando no lo quiere ver pues si bien ya no lo trataba mal, ya no lo torturaba, había empezado a esquivarlo y mi actitud hacia él era una mezcla entre respeto frío e indiferencia, obviamente lo advirtió así que un día se acercó a preguntar: -oye, tú ¿sabes lo que siento por ti, cierto? -si, lo oí siendo gato - ¿estás enojado por eso? -no -Tal vez lo pensó por el tono en que le respondí -pero no me correspondes -ni loco - ¿y tu actitud tan fría? -me eres indiferente, punto -ya veo lamento las molestias -Se fue, su mirada mostraba dolor, y eso me hirió en lo más profundo, me dije a mí mismo "sólo es lástima, pobre" pero no era sólo eso, una pequeña parte de mi gritaba desconsolada "no te vayas, vuelve, te amo" pero no le hice caso.
Si ya lo había visto un poco decaído por lo ocurrido, ahora parecía en la depre total, y debo añadir que se notó en la boleta, de ambos, donde nuestras calificaciones bajaron, a 20, 10, la máxima era de 30, como extraño la secundaria, en que no te ponían menos de 5 en la boleta, que aquí equivaldría a 50, mis padres me metieron una regañiza y me echaron todo un discurso que ya no oí ni supe de que trataba por andar en mi mundo, sólo estoy seguro de que tardaron un montón, según mi reloj casi una hora.
En la escuela la cosa no mejoraba, ah, tanto tiempo perdido, sin abrazarlo, ni besarlo, ni nada, hace que me dé tristeza, un poco, probablemente esto habría podido continuar así por un tiempo, pero la profesora de desarrollo humano II nos puso a hacer un trabajo por parejas y nos tocó juntos, ahí yo sentí que el alma se me iba a los pies, quedamos de hacerlo en mi casa, donde mis padres nos dejaron solos a última hora por un imprevisto diciendo que volverían ya noche, eso fue una tortura, la verdad no recuerdo bien como pasó, pero casi lo violo ahí mismo y digo casi, no porque me haya contenido, sino porque una vez que empecé él siguió y no sólo no opuso resistencia, si no que me incitó, hasta un condón sacó de quien sabe donde, suerte que al día siguiente no había clases, cuando recuperé la razón y caí en la cuenta de lo que había hecho fue un gran impacto, él estaba en mi cama, junto a mí, abrazándome con algo de posesividad, me preguntó que era lo que significaba para mí lo que acababa de pasar, si me arrepentía y yo, claro está, no supe que decir, él estaba mirándome intensamente y de forma fija, atento a cada uno de mis movimientos, yo boqueaba como pez fuera del agua, sentía que las mejillas me ardían además de una inmensa vergüenza, él sonrió y dijo -hay que lindo, estás todo rojo -Me quería poner a llorar pero me contuve, no lo soporté más y bajé la vista, mientras murmuraba -lo siento pero yo, no estoy seguro de nada en este momento -está bien, esperaré hasta que lo estés, con la certeza de que me corresponderás, lo vi en tus ojos, estoy seguro -perdón -Sentí que los ojos se me humedecieron -no te disculpes eso es... feo, yo quise, no es como si me hubieses violado -supongo que no lo es -y no llores -no lloro -ajá.
Bueno, como no avanzamos mucho en el proyecto, no como habíamos planeado en el organigrama, tuvimos que reunirnos más veces, si soy sincero no sé que era lo que me contenía para no lanzarme a sus brazos sólo de verlo, tal vez la pena, sí, probablemente haya sido eso, ya no podía seguir cerrando los ojos ante lo evidente, yo sentía algo por él, algo que me turbaba, que me nublaba el juicio que me hacía estar tan bien a su lado, y sí, al final tuve que admitir que me había enamorado, no fue fácil, tampoco, o mejor dicho, menos lo fue admitir que en realidad jamás lo había odiado, eso último no se lo dije, sólo que me gustaba y que lo ocurrido en mi casa había sido algo muy importante, definitivamente eso lo puso muy feliz, ahora somos pareja, nuestras calificaciones han mejorado notablemente, nos apoyamos en todo, nuestros padres lo aceptaron mal que bien, también nuestros amigos y compañeros, él se ha vuelto un fan de los felinos más de lo que ya de por si era, aunque nuestra vida no ha sido exactamente color de rosa, siempre surgen problemillas por ahí, como una maestra que no nos quería pasar a pesar de tener todos los apuntes, trabajos y tareas, pero eso es otra historia, que tal vez les cuente otro día.