Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternity por Aoi tsuki

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

¡Hola a todas/os! ¿Cómo están?

Espero que bien, yo aquí con una nueva historia como verán y ha salido nada más ni nada menos que del nuevo y maravilloso video de Super Junior, BoNaMaNa~ (si todavía no lo vieron, háganlo, me imaginé a los chicos con el peinado de ese video -cofysensualidadcof-) y también el Album esta muy bueno, si tienen oportunidad descárgenlo, es grandioso ^^

 

Hasta ahora este ha sido el One-Shoot más largo que he escrito, espero no aburra lol.

Dedicado a Crystal que ha seguido el fic mientras lo escribia y también a mi hermosa Ally~ 

Así que sin más, acá les dejo la historia. Los reviews se agradecen, ya sean buenos o malos. 

 

 

 

Y ahí estaba otra vez como siempre, sin poder oponerme. La situación ameritaba un nuevo déjà vu con sorprendente exactitud en mi inerte mente. La habitación, con paredes recubiertas de finas maderas de caoba, ocasionaba un ambiente tétrico ante la oscuridad de la noche pero a la vez acogedor. Estaba adornada con cuadros que había comprado en esa maravillosa sala de arte “HeeChulla Gallery” por aquel Octubre del año pasado, una mesita de luz ocupada por el despertador, un vaso de agua, unos papeles y un libro de Stephen King que me había prestado mí gran amigo HanGeng, amante del género de terror, mi armario se encontraba a medio abrir con un par de camisas y pantalones revueltos colgando de uno de los cajones principales y un par más de muebles esparcidos por el amplio lugar, como sillas y un escritorio hecho completamente un caos. Las cortinas blancas como la misma luna eran las únicas que brillaban en la estancia cegándome, dándose a resaltar ante los demás, siendo empujadas suavemente por la brisa que se filtraba por el ventanal que había dejado abierto como cada noche.

Esta estaba especialmente fresca, teniendo en cuenta que la temperatura del día había superado los 37º de temperatura y nos encontrábamos en pleno Julio. Siempre había odiado el verano, me sentía mejor en el frío invierno.

La presión, más fuerte que antes, me hizo volver en mí abandonando el recorrido de mi propia habitación, para ahora ponerle atención a aquella criatura que me abrazaba fuertemente con su brazo derecho de forma posesiva hasta el punto en que mis costillas, ante un vano intento de queja, comenzaban a sonar dolorosamente.

-Du... duele- formulé a duras penas, tu pecho apegado al mío me impedía respirar con normalidad y el dolor no ayudaba demasiado. Sentí como aminorabas la presión de tu agarre y acariciabas con tu mano libre mi cuello en señal de disculpa. Sonreí de medio lado ante tu acción. Sabía que lo que menos querías era dañarme, pero a veces el éxtasis que te conllevaba a estar haciendo tu deber en mi cuello con tanto ahínco te despojaba de toda cordura. Lo que podría llamarse cordura en alguien como tú, claro está.

Seguiste con tu trabajo mientras yo me dejaba hacer. Hoy, quizás, me necesitabas más que nunca, debía ser demasiado ciego si no me daba cuenta, y es que esas heridas en tu pecho, a pesar de ser tapadas por una camisa abierta hasta los tres primeros botones y un chaleco negro que te hacía ver por demás sensual en esta ocasión, no habían pasado desapercibidas ante mi vista y mucho menos al tacto. Podía sentir los profundos tajos rozando contra mi pecho como si no existiese ropa entre nosotros, hasta podía oler la sangre que emanaba de ellos perdiéndose en algún punto de la parte baja de las camisas y en el principio de los pantalones de ambos. ¿Por qué siempre terminabas de esa manera? “Es mi naturaleza, y así debe ser” era tu típica respuesta cada vez que formulaba esa pregunta en voz alta. No te importaba tener que pasar por eso por que era tu responsabilidad, pero a mí... a mí si me importaba y mucho. Con cada tajo o magulladura que apreciaba cada vez que te presentabas en mi habitación después de que esos enfrentamientos se llevaran a cabo era un tajo o una magulladura que se internaba en mi corazón hasta lo más profundo, sin oportunidad de sanar como las tuyas.

Inconcientemente llevé mi mano bajo tu camisa palpando la superficie pegajosa de tu bajo vientre, elevándola de a poco hasta casi llegar a la primera herida, pero tu mano gélida fue más rápida apartándola antes de que hubiese siquiera pestañado. Solté un sonoro resoplido en señal de molestia por mi fallida búsqueda mientras acercaba los dedos manchados a mis labios comenzando a lamerlos, sintiendo ese gusto a hierro que tanto me asqueaba, pero no podía evitarlo, tu sabor me enloquecía de una manera sin igual como el mío a ti. Era un humano ¿Cómo podía extasiarme simplemente al probar tu sangre si no me era un fluido vital para sobrevivir? Esa es otra de las preguntas que rondaba por mi mente cada vez que el aroma de ese líquido carmesí se instalaba en mi sistema olfativo y provocaba el deseo de querer probarlo una y otra vez.

Nunca me habías tocado, nunca habíamos pasado más allá del límite porque sabíamos perfectamente las consecuencias devastadoras que eso acarrearía. Las consecuencias de mi muerte y de tu asesinato. ¿Amor? Quizás. Pero de algo estaba seguro, en este estado humano en el que me encontraba no me era posible estar a tu lado. Una persona tan frágil, insignificante e indefensa como yo no podía ser poseedora de alguien tan fuerte, imponente e importante como tú. Esa era la ley de la vida... hasta el momento en que decidiéramos cambiarlo.

¿Realmente te importaba? ¿O me veías como una simple fuente de alimentación y rejuvenecimiento parcial? Eso me hizo sonreír mientras apreciaba tu mano recorrer mi cuerpo desde mi nuca hasta mi cadera, me sentía tu “El elixir de la vida” ante aquellos pensamientos y tan solo quise estallar en carcajadas por mi estúpida ocurrencia. Te importaba, sí... tanto era el cariño que me tenías -¿o amor?- que no querías ejercer presión por medio a romperme como cual copa de cristal. Tenías miedo de enfrentar la línea de nuestros mundos y cruzarla, tenías miedo a fallar y perderme por completo, tenías miedo de dar el primer paso y que todo se desmoronase debajo de ti. Pero si no nos animábamos ¿Qué sucedería? ¿Esperarías a que envejeciese y muriese como cual pasa de uva, arrugada y fea? En un acto reflejo, ante la imagen de un yo anciano en un ataúd siendo acompañado por un futuro tu tan joven y radiante como ahora, llevé mis pálidas manos hasta tu rubia cabellera, ejerciendo mayor presión sintiendo como te enterrabas cada vez más y más en mi cuello, sintiendo como los hilillos de sangre comenzaban a fluir con mayor caudal alrededor de tus blancos y afilados colmillos, descendiendo por mi cuello hasta morir en el comienzo de la camisa de mi pijama. La idea de perderte me atormentaba más que la idea de que no me amases, me aferré a ti de forma desesperada y sentí como me levantabas de la cintura y me apoyabas contra la cabecera de la cama en una postura más cómoda. Pequeñas lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro mientras mis manos acariciaban la parte baja de tu cuello y parte de tu cabello. ¿Qué sucedería entonces si moría, LeeTeuk? ¿Qué sucedería si te matasen? Me era algo imposible de comprender y analizar. La respuesta para mi era sencilla: no moriría y tu tampoco. Quería que me convirtieses, quería que de una buena vez olvidases esa preocupación estúpida de cuidarme, quería de una vez asegurarme la vida eterna a tu lado. ¿Tan difícil era de comprender? Veía que sí.

Estuvimos así unos segundos más, hasta que tus brazos aflojaron el agarre de los míos y sentí como poco a poco dejabas en libertad mi cuello, lamiste la herida cauterizándola con tu saliva para que dejase de sangrar para luego observarme directamente, con esa penetrante mirada que tanto te caracterizaba. Limpiaste las lágrimas que aún permanecían en mi rostro como pruebas de mi delito. Te prometí no involucrarme sentimentalmente contigo, pero me es imposible. Debimos preveer que esto pasaría ¿O en verdad lo sabíamos y tan solo optamos por ignorarlo? ¿Sientes lo mismo que yo o tan solo es un vil juego de mi imaginación para amainar el rechazo?

-Será mejor que lo dejemos hasta aquí, ya te he quitado bastante sangre en al semana- tan solo asentí como un niño obediente mientras intentaba retener nuevas lagrimas. Pasaste la lengua por tus colmillos limpiándolos para luego acercarte hacía mí y besarme con desesperación y desenfreno: estabas en las mismas circunstancias que yo, pero a diferencia mía, tú no entendías lo que sentías, podía casi palparlo. Te correspondí inmediatamente dejándote paso libre hacia mi cavidad bucal sintiendo como buscabas mi lengua como si de una droga se tratase. Comenzamos una lucha con nuestras bocas, pase mis brazos alrededor de tu cintura y te atraje hacía mí mientras me recostaba en la cama. Sentí como te apegaste más a mi cuerpo y con tus hábiles manos intentabas despojarme de mi pijama. Sonreí al tiempo que te quitaba tu chaleco e imitaba tu actuar, tu camisa estaba completamente apegada a tu cuerpo gracias a la sangre que emanaba de las heridas, con la pérdida de cordura en el momento en que tus labios tocaron los míos lo único que atiné a hacer fue abrirla de un fuerte tirón, dispersando algún que otro botón por la cama y el piso. No tenía tiempo para razonar, tan solo para actuar. Me abalancé hacia tu pecho como cual depredador hambriento, lamiendo delicadamente los cortes, eran aún más profundos de lo que había sentido e imaginado. Te sentí tiritar entre mis brazos al sentir el calor de mi boca chocar con tu fría piel y eso me extasió aún más, pero al tiempo en que dirigía mi lengua a la segunda herida desapareciste de mis brazos como vapor de agua. Cerré mis puños en un vano intento de contener mi ira. Siempre era lo mismo, siempre te frenabas en el mismo momento.

-No podemos. Sabes... que no podemos- miré al lugar de donde provenía tu voz y allí te vi, sentado al lado del ventanal con las piernas flexionadas y tus manos desordenando tu cabellera.- Si pasásemos de aquí, no habría vuelta atrás... no quiero...- mandaste tus manos atrás de tu nuca y apoyaste la frente en su totalidad sobre tus rodillas- No quiero perderte ni ser el culpable de tu muerte.- supe en ese momento que si tuvieses la facultad de hacerlo, estarías llorando. Me levante y me acerqué hacia ti abrazándote, las lágrimas nuevamente me golpeaban con violencia olvidando el enojo por un momento.

-Eso no es así- traté de sonar lo más tranquilo que pude, pero... ¿A quién quería engañar? Era sabido que los vampiros podían determinar nuestro estado de ánimo con tan solo oírnos. ¡Malditos sentidos vampíricos!- Sabes que podríamos llegar un poco más si nos lo propusiésemos.

-No, tú podrías llegar, pero yo... si yo llego hasta allí no podré contenerme. Terminaría acabando con tu vida por no poder controlar mi fuerza.- me separé un poco de ti y acaricié tu mejilla, juntando nuestras frentes mientras te observaba.

-Te amo Teukie- no podía evitarlo. Me correspondieses o no, debía decírtelo o sino explotaría. Nunca había pasado más allá de un ‘te quiero’. Tu mano se unió a la mía y un escalofrío me recorrió la columna, todavía no lograba acostumbrarme a tu frío tacto.

-Sabes que hace tiempo perdí la capacidad de sentir lo que es el amor ¿no?- te sonreí y bese delicadamente tus labios para después incorporarme y ayudarte a levantarte. Observé, ahora con mayor luz, tus heridas y pude notar que habían dejado de sangrar y se habían cerrado unos milímetros.- Tu sangre es increíblemente curativa para un vampiro- me dijiste al notar donde estaba centrada mi atención.- ¿Ves? Ya están comenzando a curar y eso que no han pasado más de treinta minutos- tu risa de bruja se hizo presente en la silenciosa habitación.

-¿No sería más fácil el cuidarme si yo fuese un vampiro también? Podría protegerme sin necesidad que tu o él estén al asecho las 24 horas alrededor de mí- vi como tu sonrisa se desdibujaba y tu rostro se tornaba lúgubre y carente de sentimientos- Podríamos estar juntos sin necesidad de que te preocupes por acabar con mi vida. ¿Por qué no lo piensas bien Teuk? ¡Sabes que tengo razón!

-¡Claro que no!- gritaste con una voz dos octavas más graves. Retrocedí un paso ante ella pero no me acobardé, esta vez no.- Ya hemos discutido a cerca de esto. ¡Tan solo eres un chiquillo de dieciocho años que aún no tiene las ideas claras EunHyuk! ¡No permitiré que te arruines la vida!

-¿¡Y acaso crees que tus doscientos años si tienen las ideas claras!? ¿¡Acaso estar a tu lado, querer amarte e intentar que vuelvas a sentir lo que es el amor conmigo es arruinarme la vida!? Pues si es así, entonces me la hubieses arruinado desde el momento en que me conociste a los ocho años y hubieses evitado el vigilarme hasta ahora por la sangre con efectos curativos que viaja por mis venas.- la ira me manejaba por completo, las lágrimas habían comenzado a resbalar nuevamente por mis mejillas sin que me diese cuenta- me hubieses quitado la vida en ese momento, porque el sufrimiento que me estas haciendo pasar ahora es más doloroso y punzante que cualquier muerte que se me pueda presentar. Tú arruinaste mi vida desde que tomaste la decisión de protegerme, no yo al elegirte como la persona que quiero junto a mí el resto de mi vida.

Tu rapidez me cegó como todas las veces que ocurría, cuando quise darme cuenta tus gélidos brazos me acorralaban sobreprotectoramente en un acto de desesperación pero a la vez de esperanza... esperanza para nuestro futuro.

-Nunca vuelvas a decir eso ¿Entendiste? No quiero volverte a escuchar pedir por tu fallecimiento- me aferré nuevamente a tu camisa por la espalda y finalmente deje libre mi dolor en un llanto completamente desgarrador. Había perdido a mis padres en un accidente hacía ya casi un año, y ellos eran los únicos que me mantenían aún en pie –Quizás podamos hacer algo- dijiste mientras acariciabas con infinita devoción mi cabello.

-¿Estas loco o es que este humano ya te logro enamorar cegándote de toda cordura?- su voz nos interrumpió y mi entrecejo se frunció en una mueca que bien se asemejaba al haber mordido el limón más ácido de toda mi vida. Giré mi rostro empapado en lágrimas hacia su figura. Ahí estaba él, observándonos... no sabía si su mirada de puro odio estaba dedicada a mi o al vampiro que yacía entre mis brazos en ese momento.

-Hae- dije manteniéndole la mirada, pude observar como su brazo estaba cubierto por un pedazo de tela de alguna remera rasgada y en la parte superior de su pecho y frente se podían apreciar las mismas heridas que poseía Teukie. Su remera completamente abierta dejaba ver un gran arañazo en su bajo vientre pero sin llegar a ser profundo -¿Por qué no tomas de mi sangre de una buena vez? Oh espera... cierto ¿No será que el quitarle la vida a personas inocentes te satisface más que beber de mí?- noté como su vista se agudizó y su posición cambiaba a una de ataque, sus labios se contrajeron dejándome una espléndida vista de sus colmillos.

-¡DONGHAE!- tu grito nos dejo bien en claro que, no solo la llamada de atención era para ese insensible asesino, sino que lo era para mí también. El nombrado volvió a su posición original sin dejar de mirarme suspicazmente. Aún recuerdo lo que Hae había despertado en mí la primera vez que lo vi. Si no fuese por su estúpido comportamiento, arrogancia, ironía y maldad, estoy seguro que él ocuparía un lugar en mi corazón y no LeeTeuk, pero lo que el segundo me da con su infinita devoción y ternura cuidándome de los demás vampiros que desean obtener mi sangre es de lo que el primero me despoja, con su maldita forma de no tomarme en cuenta y simplemente evitar un acercamiento conmigo.

-Tan solo creo que si se lastiman y ponen en peligro para salvar mi vida, como mínimo ambos deberían de curarse bebiendo mi sangre ¿Por qué lo haces tan difícil Hae? ¿Tanto asco te doy?- aunque lo intentase, no podía comprender su actitud hacia mí. Desde que lo conocí fue así y todavía en ese momento no teníamos una relación demasiado cercana como para haberle hecho algo que provocase el nacimiento con tanta fuerza y caudal de ese odio hacia mí.

-Ya te lo he dicho, no eres de mi gusto- se volteó hacía el ventanal observando la ciudad que se abría paso ante sus ojos dándome a entender que su discusión conmigo terminaba en ese momento.

-¿Estás seguro de que lo quieres hacer?- la voz de LeeTeuk me sacó de mi trance acaparando, una vez más, toda mi atención en él. Lo noté y el darme cuenta de ello me atemorizó más que si hubiese visto una negativa en su mirada: estaba dispuesto a transformarme esta misma noche. Sin poder articular palabra asentí con mi cabeza al tiempo en que sentía que me llevaba hacia la cama y me sentaba en ella.- Bien... no voy a mentirte, dolerá y mucho-tragué duro ante su comentario, la adrenalina se liberaba rápidamente por mi torrente sanguíneo aumentando el palpitar de mi corazón al punto en que sentía que en cualquier momento dejaría de trabajar por tan arduo ejercicio- Te morderé liberando un veneno que se introducirá en tus venas ocasionando un efecto mucho más rápido, sentirás que poco a poco el calor corporal te va abandonando para ser reemplazado por el frío de un no-muerto, vas a notar que tus músculos comienzan a fortalecerse hasta un estado semi-condensado y tus sentidos se empiezan a agudizar hasta siete veces más de lo que son tus sentidos humanos. Tan solo vampiros podrán lastimarte- señalaste tu pecho mientras me seguías observando penetrantemente- ni las armas humanas ni nada que se le parezca podrán dañarte. Tu corazón seguirá palpitando pero será únicamente para mantener el flujo sanguíneo que, de ahora en adelante, se convertirá en tu razón para mantenerte en pie. Tan solo deberás ocuparte de que ese flujo se mantenga continuo y eso es alimentándote con sangre, ya sea de otro vampiro, humana o de animal- te escuchaba atentamente, aunque hacia casi cuatro años que estaban a mi lado, nunca me habían sido revelados estos misterios. Tan solo atinaba a sacar deducciones por mi cuenta junto con la ayuda de las típicas historias vampíricas que leía de niño, tu boca como la de Hae ante esos temas parecía sellada con el más potente pegamento- Si ese flujo comienza a disminuir hasta casi desaparecer, la sed te envolverá haciéndote perder cualquier rastro de cordura y razón, comenzarás a matar cualquier cosa que tenga un sistema circulatorio lo bastante atractivo como para atraerte hacia él y vaciarlo por completo sin prestar atención a las consecuencias que esos actos puedan desencadenar- hiciste una pausa y luego continuaste- ¿Estás seguro de querer hacerlo?

-Más que nunca- te conteste sin dudarlo y me sonreíste, depositaste un casto beso en mis labios y acariciaste mi cuello con suma delicadeza.

-Voy a extrañar esta calidez tuya- dejaste tu rostro a unos cuantos centímetros de mi cuello, mi respiración estaba más que acelerada, sentía la palpitación de mi corazón retumbarme en mis oídos y como en cualquier momento mis fuerzas me abandonarían cayendo de lleno sobre la cama. Tus palabras me contrajeron el estómago en un sentimiento de vacío -Relájate- me aconsejaste antes de introducir una vez más esos colmillos en mi cuerpo, perforándome la piel con suma maestría, sintiendo sin ninguna duda como el espeso veneno se adentraba en el interior de mis venas, llegando rápidamente a mi corazón comenzando a quemar todo a su paso. Grité... grité tan fuerte que no me hubiese sorprendido que en cualquier momento mi acción quedase a medio efectuar a causa del desgarro de de mis cuerdas vocales. Comencé a retorcerme sintiendo los ‘síntomas’ que anteriormente me habías nombrado. Los músculos, los sentidos, el dolor... el inconfundible y penetrante dolor, la carencia de calor y sin lugar a dudas como todo se teñía de rojo ante mi expectante contemplación del techo mientras que los colmillos comenzaban a crecer. No podía más que gritar, era insoportable, pero lo mantendría porque era el precio que debía pagar para estar a tu lado. Te observé, apartando mi mirada del techo, y el dolor disminuyó tan solo unos momentos al contemplarte mientras tratabas de mantenerme firmemente contra la cama. Te veías aún más hermoso ante mis nuevos ojos, mis sentidos permitían captar lo que anteriormente no podía y sin lugar a dudas, cuando uno conoce la ‘supuesta’ perfección, a largo o corto plazo se da cuenta de que si sigue buscando aquella perfección se tornara imperfecta al encontrar una nueva capa más espléndida detrás de ella. 

Comencé a calmarme, el dolor aún seguía punzante, pero podía controlarlo. Era cuestión de tranquilizarme y mentalizarme. El verte me recordó el porque de todo.

Los sonidos llegaban a mi como estruendos molestos, los autos, las televisiones encendidas de los vecinos, un gato maullando a la distancia, las risas de un grupo de amigos que pasaban por debajo del apartamento a unos doscientos metros de distancia y... Hae.

-Eres un idiota- tu susurró me dio a entender de que aún no estabas conciente de mis cambios. No sabías que podía oírte. Giré mi cabeza hacía el ventanal, pero gran sorpresa fue la mía al no verte allí. Entrecerré los ojos y agudicé mi oído notando el acompasado latir de tu corazón a una distancia mayor a donde me encontraba, te hallabas en la terraza, dos pisos más arriba. La furia era casi palpable en tu timbre de voz, ahora más melodioso y grácil que antes. –Ja ¿Y por qué no bebo de tu sangre? Porque no podría soportar el verte sufrir por causa mía.- tus palabras eran liberadas al aire sin tener conocimiento de que yo me encontraba de testigo en ese momento y, más aún, LeeTeuk también. Sentí arder mis ojos y noté que esas eran puras ganas de llorar, pero a causa de la pérdida de mi parte humana, eso ya se me era una tarea imposible. Entendí rápidamente en ese momento que este sentimiento se disolvería con los años, olvidándolo en el cajón de los recuerdos mientras comenzaba a juntar polvo, eso volvió a crear una sensación de vacío en mi estómago.

Dirigí mi contemplación nuevamente hacia ti con incertidumbre “¿Siempre lo supiste?” reclamaba mi mirada, y tú tan solo pudiste asentir lentamente.

-Ya ha pasado... puedes aflojar un poco el agarre Teuk- te dije y al instante sentí como DongHae se alejaba hacia el Oeste con rapidez, perdiéndose entre los edificios de la gran cuidad en la que nos encontrábamos.

-Ambos... ambos te queremos- te sentaste a un lado de mi cuerpo y acariciaste mi cabello mientras yo seguía en la misma posición sin siquiera mover un músculo- Pero él decidió apartarse, no quería dañarte... A pesar de que sus sentimientos fuesen más fuertes que los míos, sabes que no es muy paciente y en cuanto hubiese tenido la oportunidad te hubiese trasformado. Su actitud egoísta y avariciosa lo llevo a elegir lo mejor para ti... y lo mejor para ti soy yo- te observé tratando de asimilar en mi nueva mente las palabras que acababas de pronunciar.- Hasta ahora- continuaste- ahora eres un no-muerto, así que ya no tienes barreras para poder estar junto a él. Si eso es lo que quieres, yo te respetaré.- volví mi mirada hacia el techo. ¿Realmente le amaba a Hae o te amaba a ti? Definitivamente ambos despertaban sentimientos diferentes en mi interior, pero sin lugar a dudas conllevaban a un fin único: les amaba a ambos.

-Yo...- dije titubeante, volví a observarte y noté esa mirada que tanto amaba- yo no puedo elegir, no ahora que me doy cuenta de todo y sé la verdad- los ojos me ardían nuevamente, los restregué para poder aminorar la molestia, aunque bien sabia que no serviría de nada. Tu mano atrapo la mía entrelazándolas, dí un respingo al notar la temperatura. Era normal, cálida, ya no sentía ese frío glacial.

-No te voy a forzar a elegir, es tu decisión y sea cual sea la aceptaré- me incorporé y te abrasé. La sensación fue maravillosa, por primera vez sentía que estaba abrazando a un igual y no a un ser frívolo. Ahora que yo era un vampiro como tu, sentía que había encontrado por fin mi destino.

-No puedo elegir- volví a repetir- los amo a los dos- me separé un poco de ti y llevé mi mano libre a tu cuello. Por primera vez aprecié la sed al sentir la sangre bombear a través de tus venas y la vista se me tiñó de un rojo aún más brillante.

-Entonces no lo hagas- dijiste mientras me acomodabas entre tus piernas dejándome a ahorcajadas entre ellas- creo que podríamos llegar a un acuerdo entre los tres- y sin más empujaste con delicadeza mi cabeza incitándome a beber de tu sangre como era debido. Sin dudarlo abrí mi boca y enterré mis colmillos en un movimiento certero sobre tu carótida, estaba demasiado sediento y ni siquiera lo había notado. Aquél líquido carmesí entró en contacto con mi lengua, haciéndome entrar en una especie de trance en donde tan solo podía pensar en obtener más y más de aquella sustancia. Gemiste bajo mi acción y note que mi feroz ataque te había gustado en demasía. Sonreí mientras seguía con mi labor, ya era hora de que los papeles se invirtieran ¿verdad Teukie?

Luego de unos minutos en los que sentí que mi cuerpo ya estaba satisfecho, libere tu cuello y lo quedé mirando con confusión.

-No te preocupes, ya aprenderás a controlar las toxinas que ayudarán a cauterizar las heridas. No te molestes por eso- noté como untaste tu mano con tu propia saliva y la pasaste sobre la herida que había realizado, ocasionando que instantáneamente ésta dejase de sangrar. Al momento sentí unos brazos rodearme la cintura por detrás, te observé pero tú aún seguías debajo de mi cuerpo sonriéndome angelicalmente, que si lo analizábamos con claridad, de ángel no tenías nada. Instantáneamente tomé esos brazos y los aferré aún más a mí alrededor intentando con esa acción de poder evitar las increíbles ganas que me incitaban a destrozar aquel bello rostro apoyado ahora en mi hombro derecho.

-El idiota eres tú- te dije mientras sentía como besabas lentamente mi cuello como jamás lo habías hecho, y el sentimiento de amor y odio hacia ti se agolpo más fuerte que nunca en mi mente y pecho.

-Lo lamento, en verdad... lo lamento muchísimo- giré mi rostro y pude observarte por fin, con unos rasgos aún más hermosos ante mis nuevos sentidos vampíricos,  te encontrabas sonriéndome de manera leve al mismo tiempo que acariciabas el dorso de mis manos tranquilamente. No eras DongHae, no eras aquél Hae antipático, cruel, frío y solitario que conocía. No, ahora... ahora eras mi Dongie. Mi segunda mitad, porque ahora sabía finalmente que yo no tenía un alma gemela, sino dos. Estiré mi cuello y besé la comisura de tus labios, olvidando mis instintos asesinos que me atacaban, entregándome a aquella sensación tan reconfortante, pudiendo sentir por primera vez cariño de tu parte, dulzura pura y extasiante hasta el mismo abismo de la cordura y el comienzo de la locura.

-Lamento haber creído que eras un asesino despiadado- dije una vez nos separamos del contacto. La culpa por los pensamientos que tenía hacia ti comenzó a atacarme como cual estampida de fans a su ídol pop favorito. Me sentía la peor basura sobre la tierra al haber dudado de tu juicio sobre la muerte de vidas inocentes.

-Si para poder protegerte debía hacer que me odiaras. Entonces decidí convertirme en la imagen andante de tu odio... Era parte de la obra, estaba escrito en el guión y se me era imposible cambiarlo. Lo tomaba, o lo dejaba... no tenía otra alternativa Hyukie- mis oídos se deleitaron al escuchar aquel apodo con ese suave tono aterciopelado. A veces ni siquiera me nombrabas, tan solo te dignabas a tratarme como un desconocido en el mejor de los casos. Una nueva opresión, distinta a las demás, se arraigó con ahínco en mi estomago dejándome, si es que lo hiciese, sin respiración.

-Supongo que ahora... seremos un trío- te oí volver a reír con esa risa de bruja loca y sin tardarme un segundo te seguí al igual que Dongie.

-Sí, creo que las dudas y espacios vacíos se han despejado por completo dejando una vista por demás clara sobre el panorama que se nos presenta- sentí tus labios rozar nuevamente con el ángulo donde terminaba mi cuello y comenzaba mi hombro, haciéndome estremecer involuntariamente. A pesar de no verte, supe que una sonrisa se había plantado en tu rostro de forma maliciosa, sonreí al tiempo en que notaba como LeeTeuk se acercaba cada vez más a mi rostro.

La eternidad se hace más fácil cuando tienes personas que amas a tu alrededor con las cuales compartir tu existencia. ¿Qué más podría pedir yo si las dos personas más importantes y a las cuales más amo estarán a mi lado hasta el momento en que nuestras vidas se extingan como una llama que es apagada por una fría corriente de aire? Una eternidad sin fin...

 

FIN

 

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado!

No soy muy buena escribiendo historias vampíricas así que disculpen su deje partes inconclusas o algo similar XD *Se tapa para evitar tomatazos*

Espero que les haya gustado la pareja, en un principio iba a ser un TeukEun, pero no podía alejar al monito de su fishy lol. 

Gracias por leer, se los agradezco muchísimo ^^

Bye~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).