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Proyecto Trauma por rayito de luz

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos mis queridos lectores!

 

Siento de verdad la demora, ¡ni yo me creo que ya haya pasado un año entero! Relmente pierdo la noción del tiempo a la hora de actualizar ^^U 

 

¡Perdón, perdón, perdón! No tengo excusas, pero es que ya estoy terminando la secundaria y ¡ya comienzo la Universidad! Todavía no lo asimilo y las tareas y trabajos inundan mi mente por completo.

 

No olvidé ninguna historia, sólo que lentamente actualizaré, al menos hasta que ordene mis tiempos de mejor manera u.u

 

¡No dejaré este fic sin un final! Aunque me llevé años xDD

 

¡Disfruten de la lectura!

 

Prince of tennis no me pertenece

Cuatro horas antes de que el video de Ryoma y Momoshiro fuera visto.

 

Se levantó como cada mañana. Se desperezó y bostezó. Sus cabellos estaban desordenados y sus mejillas sonrosadas, brindándole un aspecto adorable. Como pudo, se vistió y bajó a desayunar. Tomó un vaso con leche y una tostada. Recogió su bolso y marchó para la escuela. Se extraño que en trayecto no encontrase a Momoshiro.

“Se habrá quedado dormido” – Pensó cansadamente.

Llegó a su salón y se echó en el para darse una pequeña siesta.

 

Tres horas antes.

 

– Echizen – Una voz gruesa lo despertó –. Su video.

Oh, su tarea.

– Sí – Se lo dio. Casi pudo ver un la cara de sorpresa de su profesor, ¿era tan raro que él cumpliera a tiempo? Bueno, quizá todavía estuviese dormido y por eso sus ojos lo estaban engañando.

La clase dio inicio con un Ryoma prácticamente desvaneciéndose en su asiento. En la mitad de la hora, pudo escuchar la una voz familiar.

– Echizen, ¡despierte! – Abrió pesadamente sus ojos ­–. Acompañe a su compañero.

Con lentitud se levantó. Sintió la mirada de Momoshiro sobre él. Una vez caminaron un par de pasos, el mayor lo tomó por la muñeca y se lo llevó a rastras hasta un pasillo desierto.

– Ryoma – Comenzó hablarle seriamente, esto sorprendió al nombrado­ –. ¡Estamos en la horca!

Momo cayó de rodillas y comenzó a llorar como bebé. El pequeño príncipe quedó mirándole sin saber qué hacer. ¿Estaba drogado? ¿La abstinencia de unas horas le estaba matando las neuronas?

– ¿Eh? – De acuerdo, el sueño y el malhumor no eran buena compañía para pensar –. ¿De qué estás hablando Momo-sempai?

– ¡Del video, Ryoma! – Se levantó de un salto –. ¿Es que no lo viste? – Preguntó enojado.

– No me importa el video – Arrugó sus cejas. ¿Desperdiciaría horas de practicar tenis por una cinta grabada así nomás y sin ganas? No, por supuesto que no.

– Pues tendrías que haberlo visto… ¿Ya lo entregaste, cierto? – Casi le dolían pronunciar aquella pregunta.

– Sí.

– …

– …

– Ryoma… – ¿Cómo decirlo en palabras bonitas? –. En ese video, está grabado nuestra fusión de cuerpos producto del más sincero y puro sentimiento: el amor.

– …

– ¡Echizen, en ese video está nuestra sesión de sexo desenfrenado en las canchas públicas!

¿Había escuchado bien?

– ¡¿Qué?!

 

 * * *

 

Cuarenta y un minutos antes…

Después de haberlo pensado mucho y analizado las probabilidades y factores secundarios que influían en su futuro plan, lo había decidido: ¡Mataría al estúpido de Momo por tener esa pervertida – y morbosa – fantasía sexual!

– Todo es tu culpa – Murmuró con enojo el pequeño.

– No recuerdo que te resistieras…

Rayos, si tuviera su gorra podría cubrirse de ese sonrojo que ahora estaba en sus mejillas.

– ¡Te ves tan adorable! – Lo tomó de la cintura y lo besó.

- Momoshiro… – Su voz expresaba rabia.

– Jejeje… de acuerdo. ¿Tienes listo la “carnada loca”? – Preguntó seriamente.

Ryoma asintió. Aún no entendía por qué Momo se ponía serio y de mal humor cuando la rara de su compañera se acercaba aunque sea a diez metros de él. Bien, le había cortado un mechón de su preciado cabello mientras estaba dormido en su pupitre y sacaba fotografías a cada momento y en cada acción que hacía; pero aún así, ¿por qué le brotaba esa posesividad y furia? Muy dentro de él – ¡jamás lo admitiría en voz alta! –, le encantaba que pasara eso, porque no tenía precio las sensaciones que Momoshiro le brindaba cuando se lo cogía fuertemente y le susurraba con voz ronca en su oído que era suyo y de nadie más.

– Perfecto – Tomó su woki toki azul con franjas blancas –. Melocotoncito a Gatito, ¿están en posición? Cambio y fuera.

– ¡Gatito a Melocotoncito, estoy con Sonrisas en posición! Cambio y fuera.

Melocotoncito a Gatito y Sonrisas, estoy con Pequeño agridulce en posición; esperen la señal. Cambio y fuera.

El joven de segundo año, se levantó del suelo lentamente. Miró a su novio y tomándolo de los hombros le plantó el beso más pasional y lleno de amor que, el más pequeño juraba, era uno de despedida. Le acarició los cabellos con dulzura y lo alejó suavemente.

– Amor mío – Conteniendo un par de lágrimas, mordió su labio inferior –. Si… si algo llega a pasarme… recuerda que te amo con el alma…

Oh, ahora sabía por qué hacia aquél teatro de telenovela.

 

 * * *

 

Dos horas y vientres minutos antes.

Después de que asumiera la realidad en siete minutos, llegó a la devastadora conclusión de que su vida íntima sería revelada a toda aquella comunidad que, inútilmente, trataba de ignorar: su homosexualidad saldría del armario y con ella, su flameante novio. El pensamiento le dio un escalofrío. Lo que lo demás pensaran le valía tanto como las matemáticas y la pornografía barata – y heterosexual–, de su padre; temía de que locas y locos fueran tras él y su amado novio.

 – “Pero el resto de los titulares también podrían verse afectados…” ­– Y con ese pensamiento, su cabeza brilló más que la del mismísimo sol –. Tengo una idea.

Ambos se dirigieron al baño de hombres y encontraron a Fuji con su pareja. El menor carraspeó y los mayores voltearon. Uno sorprendido pero sin perder la compostura y el otro hecho un mar de nervios y completamente rojo. Ryoma golpeó el estómago de su acompañante para que despertara de su fantasía y bajara al infierno que estaba por ser su vida.

– ¿Qué se les ofrece? – Preguntó el castaño mientras que con un rápido movimiento abrochaba los botones de la camisa del inmóvil pelirrojo.

Bien sabido era de lo celoso y posesivo que llegaba a ser con Eiji, por lo que con respeto – y miedo –, giraron sus cuerpos dándoles así la espalda. Mas el tono de voz con la que Fuji había hecho la pregunta dejó en claro su enojo por la interrupción.

– Uh, ehm… s-sólo… queríamos solicitar su ayuda – Dijo Momo con un poco de nerviosismo; aún  amaba comer y hacer el amor con Ryoma.

– ¿S-sucedió algo, nya? ­– Parecía ser que Kikumaru-sempai recobró la voz. Mejor así, pensó el pequeño, podrá hacer que Fuji-sempai acepte.

Cuando los mayores oyeron la asolada historia de nuestros héroes: ¡En el video que entregamos – porque realizamos los dos juntos –, está grabada nuasjh dkajs dh seojt! (lo que Momo quería decir era: nuestra sesión de sexo. Pero como Ryoma no quería que eso se supiera, le tapó la boca). El castaño rió suavemente y dijo que les ayudaría.

– ¿Eh? Pero yo no entiendo, Fujiko – Bastó un susurro en su oído para que comprendiese –. A-ah… ¡Les ayudaremos, nya!

– Claro que nuestra ayuda tendrá un precio – Los menores asintieron con temor.

 

Cuarenta minutos después…

 

Luego de aquel pedido de auxilio, se alejaron corriendo a buscar el siguiente peón para su tabla de ajedrez. Encontraron a la pieza faltante en el pasillo. Traía una cámara de fotos. Takeshi se detuvo.

 – ¿Qué pasa?

 – Déjame a mí hacerlo…

 – Ya hablamos de esto. Yo lo haré porque… – Una mano le cubrió la boca gentilmente.

 – Lo sé, lo sé. Sólo procura que no te toque – Apretó los dientes –. O la mataré.

Afirmó sin despegar sus ojos de los violetas del otro. Su novio no mentía cuando enfrascado en celos estaba. Se acercó a la chica sin muchas ganas.

¿Cómo era su nombre? ¿Osaka? ¿Osada? ¿Molestia?

– Osaka… – Ni siquiera terminó y ya la tenía ante su preciosa presencia.

– ¿Sí, Ryoma-sama? – Juraría que veía corazones de distintos tamaños y molestos brillitos en sus ojos.

–  Ve al patio y espera cerca del árbol de cerezos en una hora.

– ¡Claro que sí! Haré lo que su alteza me ordene – Se tiró sin gracia al piso, en una especie de intento de reverencia exagerado.

– Ajá…

Sus piernas se movieron más rápido que un parpadeo y desapareció en el pasillo. Tomoka, al levantar su mirada, su príncipe ya no estaba.

– ¿Eh? ¿Será que tuve una visión? – Sus manos se dirigieron a su corazón –. ¡Los rituales de conexión de mentes y auras funcionan! ¡Somos el uno para el otro!

 

***

 

A sólo trece minutos de ver el video

 

– Momo…

En todo el rato que el Pequeño agridulce recordara con molestia los acontecimientos de las tortuosas horas y minutos pasados, el nombrado no dejó de dar un incómodo discurso.

– Aunque no pueda moverme por las mordeduras que la vida me de y los golpes me derriben, ten por seguro que mi amor por ti me levantará y sanará mis heridas, porque, como bien sabes, este sentimiento es lo más valioso que tengo…

– Momoshiro…

– Y no podría vivir sin ti. ¿Cómo podría seguir viviendo sin tener tu boca adictiva? ¿O tus piernas largas y suaves? ¿O esos gemidos que sueltas con tu rostro sonrosado y sudado?

– ¡Cállate, idiota!

– Eres cruel, no me dejas despedir como el protagonista Alfredo Montesco de la novela “El amor es la cura”, cuando su amadaMagnolia va a pedirle que no se marche pero él debe irse a Inglaterra para poder operarse del corazón y casarse con ella y poder vivir así una vida feliz, pero su malvada hermana gemela Narcisa le miente y le dice que ella lo odia y va a casarse con su mejor amigo: Fausto. Y entonces se separan por años y…

– Cierra la boca o no sentirás mis piernas y escucharás mis gemidos por tres meses.

– ¡Nooo! ¡De acuerdo, me callo!

 

Tres minutos para que el infierno informático comience…

 

Guardaron silencio y escucharon atentamente.

- Mi nombre es Ryoma Echizen La escuela no me gusta. Sólo en tenis y lo demás, es confidencial.

Tragaron saliva.

Mi nombre en Momoshiro Takeshi. Voy a octavo año. No me gusta inglés, Lengua, Matemáticas, Física…

 El momento estaba cerca.

 Haría que la comida de la escuela fuese comestible y en más cantidad. Y la privacidad de la vida de los alumnos no tendría que ser interrumpida…

 Momoshiro…

¡Era el momento! Momoshiro sacó su súper woki toki azul con franjas blancas para casos de extrema urgencia: – ¡Ahora!

Rápidamente desapareció de allí. Un bullicio comenzó a formarse afuera. Ryoma respiró profundamente; acomodándose la peluca y los anteojos – cortesía de Eiji –, entró a la oficina del director con cara de pánico.

– ¡Director, director! – Simulando desesperación, respiró unas cuantas veces, tratando de tranquilizarse –. ¡Afuera hay una pelea!

Tanto el Director como la psicóloga, abandonaron sus asientos y marcharon a toda velocidad hacia el núcleo del problema. Él los siguió. Momo aprovechó su lejanía y se introdujo en la oficina.

– Jejeje… soy un genio.

 

  * * *

 

El Director estaba que echaba humo de sus orejas. Primero, los jóvenes de hoy en día estaban cada vez más locos y lujuriosos, sin tener la menor pizca de querer incorporar conocimientos en sus cabezas. Segundo, ¡tenía que soportar sus comportamientos incivilizados y bárbaros!

Por su parte, la Señorita Ishida estaba preocupada. Quizá, los pequeños necesitarían una charla personalizada para cada uno. Seguro tenían problemas con el despertar sexual y la búsqueda de identidad que los obligaba a cometer actos semejantes. Con un poco de apoyo y cariño, estaba segura que superarían sus dificultades emocionales y lograrían encontrar los rieles de su vida.

 Dejaron de correr cuando se toparon con una pequeña multitud de adolescentes. Se acercaron gritando que se fueran a sus respectivas clases. Algunos obedecieron, otros los ignoraron olímpicamente. En el centro del barullo, estaban dos ¿jovencitas? Al menos una de ellas lo era, la otra le parecía conocida o conocido – el director trató de convencerse de que era producto de su imaginación –. La niña de primer año que reconoció como Osakada – la obsesionada con Echizen – estaba gritando a la pelirroja que se alejase de su futuro.

– ¡Apártate de mi Fuji-sempai! – Lo señaló con su dedo índice –. El dios Ryoma me lo dio ¡me pertenece!

– ¡Que él no es tuyo, nya! – La pelirroja con trencitas se abrazó al chico que mantenía una sonrisa y aspecto de estar disfrutando la escena –. ¡El es mío, mío, mío!

– ¡Pelirroja teñida mentirosa! ¡Por el nombre Ryoma-sama, pagarás por…!

– ¡Suficiente! ­–  El pobre hombre ya tenía canas del estrés –. ¡Usted jovencita deje de delirar y váyase a la enfermería por un sedante! ¡Ustedes dos dejen de crear disputas innecesarias! ¡Lárguense de mi vista, ya!

La pelirroja sonrojada tomó del castaño de la mano y se fueron abrazaditos y desparramando amor por doquier. La pequeña, en cambio, chillaba cual cerdo y molesto pitido.

– ¿Cómo puede dejarla ir con mi marido? ¡Usted es un insensible rompe corazones amargado y solterón!

Ishida-san opinó que era hora de que entrara en la conversación.

– Pequeña, hay cosas incomprensibles en la vida –Colocó una mano en su hombro, símbolo de apoyo –. Si al chico le gusta esa chica, es por algo ¿no crees? El amor es más fuerte que cualquier otra fuerza sobrenatural. Estoy segura que pronto encontrarás a esa persona que te transmita esos sentimientos maravillosos; todo a su tiempo.

– Sniff… e-está bien… ¡muchas gracias, Ishida –san!

Como si nunca hubiera pasado nada, caminó hacia la institución silbando una alegre cancioncita. Suspirando, se encaminaron de nuevo a la oficina. Ya no veían la hora de que el almuerzo llegara.

El video estaba pausado en la misma escena que dejaron perturbadas sus mentes. Se sentaron en el sillón de cuero y presionando el botón play, continuaron expectantes a lo que ocurriría después de que estuvieran en el piso y en una pose sugerente.

Apareció Momoshiro con unos lentes, un libro y una gran sonrisa.

–  Lo que se puede hacer en público son muchas cosas. Para nosotros significa que somos libres de la prisión que se hace llamar escuela y podemos disfrutar horas de tenis.  

De fondo, Echizen estaba jugando al tenis. Tomaba una ponta cuando descansaba y volvía a golpear la pelotita con su raqueta una y otra vez.

– Sentir la brisa y descargar las frustraciones con este deporte, nos ayuda a sentirnos mejor y encontrarnos con una parte importante de nosotros mismos. Ah, es tan hermoso cuando hallamos paz interior en nuestras almas…

 

Fin del video.

 

-  …

– ¡Vaya! ¿No le dije que esta actividad rendiría frutos?

Matsuda-san juraría que le estaban montando un fraude. No podía creerse eso. ¡Apostaría su alma al diablo con que eseno era el final de la cinta! Se levantó rápidamente y decidió prepara un café para que esos pensamientos pervertidos despejaran su mente. Su frágil cordura estaba por romperse en miles de pedazos y no estaba seguro de poder recomponerse si eso pasaba.

– S-supongo… – Y las palabras murieron antes de ser pronunciadas.

– Quedan unos cuantos de primero. ¿Después comenzamos con los de octavo año?

– De acuerdo, ¿quién lo comienza?

– Un tal Kaoru Kaidoh… –  Murmuró realizando algunas notas.

–  Bien, su video será para después del almuerzo.

– ¡Muy bien!

 

Continuará…

Notas finales:

¿Les gusto? ¿Continúo escribiendo a pesar de años de abandono de este fic? ^^U

Yo me divertí y espero que ustedes también.

El próximo video es de Kaoru >w< ¿Qué pasará?

Acepto sugerencias x3

Gracias por seguir leyendo esta historia :)

¡Besos y suerte!

Rayito de Luz


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