Era de noche en la suntuosa ciudad de Tokio, las calles se veían iluminadas por marquesinas y anuncios de neón. Recientemente la ciudad había adquirido un estado de prosperidad y la mayoría de la gente no se podía explicar la razón de aquella situación. Pocos eran los que conocían la verdad oculta detrás de aquel súbito apogeo... que diferentes grupos pandilleros eran los que manejaban todo lo que sucedía ahí, habían unido fuerzas y convertido al alcalde en su marioneta personal.
Pero como en toda ocasión de que se tenga memoria, el poder terminó no siendo suficiente para aquellos que se hicieron de él, ocasionando que esa alianza se desmorone poco a poco hasta quedar fraccionada en dos frentes, ambos liderados por las cabecillas de las dos pandillas más influyentes de la urbe. Los Red Falcons, encabezados por Kadesh Akayoshi y Maia Katsura; y Kuroi Dragoon, con un frío e insensible líder oculto en el anonimato al mando.
Aunque la mayoría de las personas pudiera pensar que ambos jefes eran de igual actitud, había algo primordial que los diferenciaba ampliamente, pues mientras que el desconocido hacía cada uno de sus movimientos buscando beneficiarse a sí mismo, las razones que impulsaban a Kadesh eran en pro de aquellos entre los que creció, los más desfavorecidos.
Akayoshi, un joven pelirrojo de inquisitivos ojos verdes cual jade, era a sus 20 años, el líder más joven que hubiese tenido la pandilla, había "heredado" dicho liderazgo tres años atrás y ahora lo compartía con aquel que en un principio fuera su más asiduo rival; Maia Katsura, quien por azares del destino era ahora no solo el co-líder, sino también su prometido.
Por su parte, el misterioso cabecilla era un hombre de mediana edad, de esos a los que ves caminar por la calle y no sabes si la sonrisa que te dedica es gesto de galantería o porque algo trama. Se hizo del poder al prácticamente arrebatárselo a su mujer, mediante una trampa como las que sólo los hombres de su calaña saben fraguar. Cayó preso años atrás pero aún así dirigía las operaciones de su gente desde el penal en el que estaba recluido hasta hace poco cuando consiguió salir, con sólo una idea en la mente... venganza.
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Justo en estos momentos cada uno de los líderes buscaba la manera de ganar terreno en esta "guerra de pandillas" que ya eran más bien pequeñas mafias. Y mientras Kadesh buscaba una solución que afectara lo menos posible a los demás que no estaban inmiscuidos en el conflicto, su rival ideó un rápidamente una estrategia que no sólo era eficaz ante sus ojos, sino también extremadamente cruel.
El pelirrojo daba vueltas en su habitación cuando repentinamente sonó su celular, avisando que tenía un nuevo mensaje. Al leerlo simplemente suspiró derrotado y tomó su abrigo, ocultando debajo de éste el arma semiautomática y la navaja que siempre llevaba consigo, detestaba las armas pero su "madre" y anterior líder de la pandilla le enseñó que nunca está de más la protección extra, y mientras ella le enseñó a disparar con una puntería excelente, su oneesan lo instruyó en el manejo diestro de las armas blancas.
Una vez listo, subió a su motocicleta y emprendió el camino, el mensaje lo citaba en los muelles dentro de veinte minutos. Llegó a su destino con tiempo de sobra, sin embargo ya había allí alguien esperándole, mas no era a quien creería encontrar. En el lugar donde el esperaba toparse por primera veza cara a cara con su enemigo, se encontraba un chico prácticamente de su edad.
-Se puede saber que haces aquí?... por qué tu jefe no me da la cara?- inquirió de inmediato el de ojos verdes a un muy nervioso peliplata.
-El... él me envió en su lugar, dice que ya es hora de que aprenda el "negocio familiar"- respondió con un tono bastante inseguro, incrementando las sospechas que desde un inicio surgieran en la mente de Kadesh.
Pero antes de que tuviera tiempo de hacer o decir algo más, desde su espalda se escuchó un sonido atronador, al mismo tiempo que sentía una punzada en su espalda, a la altura prácticamente del corazón. Después de eso su vista se nubló, antes de que todo se volviera tan negro como la noche...