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Lo que hace un partido por Narukun

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Notas del fanfic:

Oh, ¡hola a todos de nuevo! Hacía mucho que no me aparecía por aquí. He tratado de escribir estos días pero los exámenes y alguna tontería más habían robado toda mi inspiración. Sin embargo la he recuperado (no se cuanto me durará) y debo aprovechar.

Pues bueno, para comenzar, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad, pues escribí esta historia antes de la final Holanda-España, por lo que no sabía lo que iba a pasar ni mucho menos. Bueno, el pulpo Paul me dijo algo pero no le hice mucho caso (?).

En cualquier caso, para que mi fic llegué un pelín más lejos, no he hablado sobre ningún país/selección en concreto, por lo que cada uno puede introducir su preferida. Yo lo hice pensando en España, claro está, pero en verdad da igual.

Bueno, hablando un poco más del fic, se me ocurrió después de ver la fiesta que se montó en mi ciudad después de que España ganara. El pensamiento de Sasuke refleja un poco el mío propio, pero necesitaba del de Naruto para contrarrestar. Por lo que la trama de la historia es un pelín filosófica.

Y ya por último, el fic iba a ser mucho más corto, pero se me presentó la oportunidad de hacer un NaruSasu y ya que podía quería aprovechar y entrenar ya que no había hecho ninguno hasta ahora. He intentado lo máximo posible que los personajes no me quedarán OoC y creo que no me ha salido tan mal.

Bueno, creo que ya no me queda nada más por decir, no entretengo más, os dejo que leáis =).

Notas del capitulo:

Bueno, aquí no mucho que decir pues ya lo he dicho casi todo en las notas del fan fic. Simplente diré que está todo narrado en primera persona y en presente, y mientras escribía se me ha ido la pinza varias veces y he escrito en pasado. En la revisión que hago siempre, he corregido casi todos los fallos (seguramente me habré saltado alguno), así que si veis alguno y os aburrís pues me lo decís xD.

Bueno, sin más, espero que disfrutéis.

–¡GOL! ¡Sí! ¡Bien!

Para mí tan solo es un momento de subidón, de felicidad. Pero después ya nada.

Se empiezan a escuchar los cláxones de los coches y los gritos de júbilo de la muchedumbre en los bares. A los pocos minutos otra vez todo el mundo está en silencio, en tensión, parece que nos van a marcar un gol.

–¡BIEN!

El portero de mi país ha parado el balón, eso ha sido bueno. Me vuelvo a tumbar en el sofá tranquilo, pues me había erguido.

Y otra vez se oye a la gente gritar, festejando que nuestro guardameta haya detenido al atacante. Más gritos de júbilo, parece que se lo están pasando bien en la calle. De nuevo enmudecimiento total, nuestro equipo se acerca a la portería contraria.

–¡UY!

No lo hemos conseguido. Han detenido el avance. Ahora mismo estoy de pie y no me acuerdo cuando me he levantado, me vuelvo a echar sobre el sofá.

Ahora tenemos una variedad de gritos diferentes. Unos animan a nuestro país, otros insultan al país contrario, otros se dedican a comentar la jugada. Un pensamiento común al fin y al cabo: debemos ganar, debemos pasar a la final.

–¡SÍ, SÍ, SÍ!

El partido ha terminado. Sí, ¡hemos ganado! Hemos pasado a la final.

Estoy de pie en mi salón, con los brazos en alto, celebrando algo que nada tiene que ver conmigo. No sé que estoy haciendo. Ciertamente estoy contento porque haya ganado nuestro país, pero nada más. No es algo que repercuta en mi vida diaria.

Me dirijo a la terraza de mi casa, me asomo por la barandilla y puedo ver como innumerables banderas adornan todos los balcones. Lo que se va a producir en unos momentos va a ser espeluznante. Empiezo a ver salir a gente de sus casas y veo como las personas que estaban sentadas en los bares se levantan. Muchos de ellos portan estandartes del país, más grandes o más pequeñas, y los que no, van pintados con algo simbolizando a la selección. Se montan en sus coches y empiezan a dar vueltas a la ciudad haciendo sonar sus bocinas.

De repente empieza a sonar una música a todo volumen desde algún lado y la gente que se ha quedado en la calle empieza a saltar de alegría. Se abrazan unos a otros y charlan a gritos animadamente.

Cuando pasan de nuevo los coches veo como se gritan, los de a pie a los conductores, arriba la selección. Hay personas montadas en los coches con medio cuerpo sacados por la ventanilla, corriendo peligro pues seguramente la mitad de los conductores estarán ebrios. Sin embargo esto parece que les da igual.

–¿Cómo puede ser la gente tan feliz y durante tiempo debido al fútbol? –me pregunto yo en voz alta–. Y lo peor de todo, ¿por qué yo no me siento capaz de compartir ese sentimiento con todos los demás?

Sigo observando más a la gente desde el escondrijo de mi casa hasta que le veo pasar. En ese momento me asomó directamente por la barandilla y saco parte de mi cuerpo, en cualquier caso estoy en un tercer piso y no me va a ver.

–Naruto... –digo lentamente dejando que las sílabas fluyan una a una.

Ahí está, parado justo debajo de mi balcón, brincando y saltando como los demás, vestido de los colores de la selección. Se ve tan perfecto, si solo fuera tan solo una parte mínima de como es él no estaría tan solo.

–¿Por qué no puedo ser como los demás, como él?

De todas formas, ¿qué diablos estoy pensando? Yo no considero el fútbol nada importante, ni tampoco estoy ansioso por tener amigos, estoy muy bien solo. Tan solo lo quiero a él. Es verle y venirme tonterías a la cabeza.

–Pero es que lo veo así y me pone nervioso. ¿Por qué el fútbol es capaz de hacer que la gente se comporte de manera estúpida? Tengo que bajar a hablar con él.

Cierro la puerta de mi casa y bajo por las escaleras. Salgo del edificio y lo veo delante de mí. Él aún no me ha visto, está de espaldas. El sonido es ensordecedor aquí, y empeora cuando aparecen los coches. Me acercó a Naruto, pero en uno de sus saltos se para de cara a mí, me saluda y viene hacia mí corriendo. Se ve tan magnífico con esos colores, maldita sea. Tengo que ser firme, estoy preparado para soltar todo lo que tengo que decirle.

–¡Hola, Sasuke! Genial el partido, ¿verdad? –me pregunta emocionado.

–Sí sí. Ha estado emocionante, sí –le digo sin muchos ánimos, sin embargo parece que no se ha dado cuenta de este hecho.

–¿Te gustaría qué viéramos la final juntos?

No aguanto más.

–Naruto, ¿cómo te puede gustar tanto semejante tontería? Luego nos estamos quejando durante todo el año de que si el país es una mierda, que si estamos en crisis, que si el presidente no vale un pimiento. Pero luego llega un partido de fútbol y nos ponemos todos como borreguitos, que si banderas en los balcones, que si los brazos pintados, que si gritos, que si música. ¿Y qué pasa? ¿Nos hemos olvidado de nuestra situación actual? ¿Por qué os comportáis todos de manera tan hipócrita? Estoy seguro de que mucha de la gente que está aquí celebrando el partido que ha hecho nuestro país no para de quejarse de lo mal que va el país, o son unos independentistas, o simplemente no les gusta el fútbol. ¿Por qué comportarse de esta forma? ¿En qué os beneficia esta situación? ¿Os va a hacer ricos? ¿Va a ir a trabajar por vosotros? ¿Sois vosotros los que habéis marcado el gol?

Vaya, qué tranquilo me he quedado. Sin embargo Naruto me mira con cara rara, entre extrañado y asqueado.

–¿Pero qué dices, Sasuke? ¿Tú te has fumado algo hoy o qué? Mira, creo que no sabes de lo que hablas. Puede que tengas razón, que esto que ha ocurrido no nos beneficia en nada físico, pero si nos alegra un poco los corazones. Nos sentimos orgullosos de que nuestro país esté por encima de los demás en algo. Mira a la gente, Sasuke –me dice abriendo el brazo en abanico y señalando a todas las personas detrás suya–. Están todos contentos, felices. ¿Por qué no dejar que lo sean por un momento? ¿Por qué no hacer que se olviden de la mierda de la crisis por un momento? Míralos a todos, hablando unos con otros, haciendo amigos.

–Pero no tiene porque ser por un partido...

Me interrumpe.

–¡Qué más da por lo que sea! Mientras que no se peleen y estén todos contentos, orgullosos de ser quienes son, ¿por qué quitarles esa ilusión? ¿Por qué está relacionado con el fútbol y a ti no te gusta? Eso es algo egoísta. Lo que tú dices no tiene sentido, no es bueno generalizar. Cuando dejes de pensar de esa manera y si te apetece, me llamas y vemos el partido juntos.

Y sin más se da la vuelta sin darme oportunidad para despedirme y se aleja, dejándome aquí de pie, solo entre la muchedumbre. La gente sigue con la celebración, sin haber reparado ni por un momento en la discusión que se ha producido hace un momento.

Yo también me doy la vuelta y vuelvo hacia mi casa, me tumbó en el sofá y empiezo a pensar sobre lo que hemos hablado. Quizás yo haya sido un poco cerrado respecto a este tema. Yo he disfrutado del partido al igual que el resto de personas, que después no salga a celebrarlo no significa que yo haga bien y ellos no. Y que les guste el juego de la selección no quiere decir que no sigan pensando en la situación del país, una cosa no tiene nada que ver con la otra, quizás haya sido demasiado intransigente.

–Debería pedirle perdón a Naruto y de paso aceptar su proposición.

Cojo mi móvil y le llamo. Comunica, las líneas están colapsadas, le mandaré un mensaje, ya llegará.

Aunque me duela admitirlo, creo que llevas razón. No puedo pensar que la actitud de las personas en la calle indique su concepción sobre nuestro país. Además, no puedo generalizar pues yo soy un claro ejemplo de alguien a quien no le gusta el fútbol pero sin embargo ve este tipo de partidos. En resumidas cuentas, ¿te apetece que veamos la final en mi casa?

–Puede que finalmente... después del partido... con la euforia... –digo en voz alta, y después sacudo la cabeza intentando apartar diferentes imágenes en mi cabeza–. Será mejor que me acueste ya, es tarde.

Dejo el teléfono sobre la mesa y me voy a mi cuarto sin poder apartar de mi mente las ilusiones sobre el último partido. Y es que son muchas las cosas que pueden pasar si viene a verlo conmigo. Me acuesto, y por fin, pasado un tiempo, consigo conciliar el sueño, hasta que suena el móvil despertándome con un sobresalto.

Cuando consigo situarme y saber qué es lo que está sonando, me levanto y voy hasta el salón. Es mi móvil, acabo de recibir un mensaje cuando son las cinco de la mañana. Es de Naruto, vaya, todavía está de fiesta. Bueno, es comprensible, todavía puedo oír música en la calle. Si esto es por una semifinal no me quiero ni imaginar como será si ganamos el mundial. Su respuesta es simple: OK. Pero no por ello es menos significativa, va a ser un partido interesante.

Los días se suceden unos a otros, y mientras las expectativas sobre el próximo encuentro son cada vez más altas. En las noticias solo se habla sobre fútbol durante toda la hora, parece que nadie se ha muerto ni ha habido ningún accidente de tráfico, y si lo ha habido no lo han mencionado, parece que la competición es más importante. Durante uno de los informativos ha ocurrido algo muy gracioso, la presentadora ha dicho que esto que está sucediendo es algo histórico, y que si ahora sucediera cualquier otra cosa importante, ésta quedaría relegada a un segundo plano. Y yo me pregunto... si el día del partido ganamos, y además se descubre la cura contra el SIDA, ¿cuál sería la primera noticia al día siguiente? Al parecer es obvio, el resultado de la final.

Pero eso no es lo único, han pasado dos días desde que hemos ganado en la semifinal y ha ocupado un noticiario entero la información de que un pulpo alemán ha predicho el resultado del encuentro. Perdón, rectifico, un pulpo alemán y multitud de animales en internet que se han sumado a las distintas predicciones. ¿Pero es qué estamos locos? Puedo comprender que el partido sea importante, que sea un arte y por ello no haya que menospreciarlo, pero no comparto en absoluto toda esta obsesión. La gente está tirando la casa por la ventana con las apuestas y gastándose un dineral en vuelos para ver el partido en directo. Luego dicen que estamos en crisis, si tan mal estamos quizás debiéramos ahorrar un poco, o si por el contrario estamos algo mejor, ayudar a los más desfavorecidos.

He decidido no encender la televisión durante estos días pues me empieza a sacar de quicio. La mitad de los canales están con programación especial sobre nuestro equipo de fútbol, pero hay mejores cosas que hacer que verlos, como por ejemplo mirar el techo. Y así paso los días, haciendo vida normal hasta que llega el día del encuentro.

Me pongo a adecentar un poco la casa esperando a que llegue Naruto, sin embargo lo tengo muy claro, nada de adornos ni nada especial sobre la selección, es solo un partido, importante, pero partido al fin y al cabo.

Llaman a la puerta, debe de ser él. La abro. Mi amigo está justo enfrente de mí, ataviado con los colores de la selección y tres rayas a cada lado de la cara simbolizando la bandera de nuestro país. Lleva consigo una bandera gigante agarrada con los brazos en alto y cayendo por detrás de él. Sabía que vendría vestido de esta forma o parecido, sin embargo no puedo evitar estar estupefacto ante él. Pero por el contrario interpreta mi expresión de otra forma.

–¿Qué? Te gusta como voy arreglado, ¿verdad? ¿Y tú qué? ¿De azul? ¡Qué sosillo eres! ¿Dónde puedo poner esto? –me dice moviendo el brazo y señalando con la cabeza hacia la tela.

–Por lo general no me gusta la gente que se viste así, pero creo que a tí te queda bien.

Mierda. Creo que tanto pitido ha hecho que pierda varias neuronas. Voy a hacerle pasar rápido.

–Venga, entra, pasa al salón. Dame la bandera, ya encontraré algún sitio donde ponerla.

Me la entrega y vamos hacia el salón, la coloco sobre una silla y ambos nos sentamos en el sofá enfrente del televisor. El partido está a punto de comenzar y mientras tanto Naruto me habla sobre lo que hará si ganamos. Yo también estoy emocionado, estoy deseando que empiece ya a pesar de temer las repercusiones que esto tendrá durante días. Bueno, será algo que habrá que aguantar.

El encuentro da comienzo, todo está en absoluto silencio en la calle hasta que se da la primera oportunidad de gol a nuestro favor, un tremendo casi puedo ir desde la calle y desde mi compañero a pocos centímetros de mí. Naruto está expectante, inclinado sobre sí mismo en dirección a la tele, si continúa moviéndose se caerá al suelo.

Ya ha pasado media hora de partido y no ha ocurrido nada interesante, varias ocasiones de gol por parte de ambos equipos pero nada más. Un momento, un jugador de los nuestros se acerca a la portería contraria y... ¡MARCA! Mientras un ensordecedor grito de júbilo se escucha proveniente desde todas las direcciones, mi amigo y yo nos levantamos gritando gol y nos abrazamos. Él lo ve como algo muy normal, sin embargo yo estoy disfrutando aún más el enfrentamiento gracias a éste tipo de cosas.

Llega el descanso, no solo le hace falta a los jugadores sino también a los espectadores, que estamos cansados de tanto nerviosismo. Durante el intermedio charlamos animadamente de como ha sido el gol y de como queremos que sea la segunda parte. Cuando se agota la conversación decido levantarme e ir a por unas bebidas, estoy realmente sediento y supongo que no soy el único, lo que hemos gritado durante el partido no es normal.

Voy a la cocina, cojo los refrescos, y cuando regreso me encuentro a Naruto quitándose la camiseta y dejando al descubierto su torso al completo. Sudores fríos empiezan a recorrerme la espalda. Los ojos se me han abierto como platos pero intento que no se note que me parece bien lo que está haciendo.

–¿Qué haces?

–Lo siento, espero que no te moleste. Empezaba a tener mucho calor, y con todo esta excitación estoy más cómodo así. Fíjate, hasta se me está empezando a correr la pintura de la cara.

–Bueno, está bien, no tiene porque correrse nada. He traído algo para refrescarnos.

Mierda, un día de estos me debería arrancar la lengua. Por suerte la segunda parte acaba de comenzar y Naruto no ha reparado en lo que he dicho. Me siento y le doy un trago a la bebida, con tal visión de mi amigo se me ha quedado la garganta completamente seca.

El partido continúa sin incidencias y yo no puedo evitar dirigir mi mirada de vez en cuando al cuerpo del chico a mi lado, maldigo el día en el que decidí no comprarme un aparato de aire acondicionado. O no... pero es que no hago más que distraerme y al final se dará cuenta.

En una de mis miradas furtivas observo como Naruto grita y con el puño golpea el sofá con fuerza. Me pregunto qué es lo que ha pasado hasta que oigo un alarido exagerado proveniente de la calle. Algo ha ocurrido. Miro directamente hacia el televisor para ver la repetición de como el equipo contrario nos ha marcado un gol. Enfadado, le pego varias veces al sofá, pues si nuestra selección pierde yo también pierdo, ya que no habrá entusiasmo final ni nada. Mi amigo me mira indulgente y asintiendo con la cabeza como si me estuviera entendiendo, si supiera por que me he enfadado de verdad...

A partir de este momento estoy totalmente atento a lo que se estaba disputando en la televisión, esperando a que nuestro país marque un gol, sin embargo termina la segunda parte y nada ha sucedido. El comentarista nos dice que vamos a la prórroga y yo no puedo evitar estar más nervioso a pesar de mostrarme sereno.

–¡Vaya! Sí que está interesante el partido, ¿verdad, Sasuke? –me comenta dándome un golpecito en el brazo.

–Sí, sí que lo está –atino a decir, y después silencio entre los dos.

–Voy al cuarto de baño un momento –me dice después de unos minutos mirándome con el ceño algo fruncido.

Sé lo que está pensando, piensa “estoy viendo un partido con un pirado” pues no he apartado la mirada del aparato por más de un momento desde que empezaron los anuncios. Y sigo en esta postura hasta que Naruto sale del servicio, no me queda más remedio que mirarle a él pues ha aparecido revolviéndose el pelo mojado y sin la pintura en la cara. Multitud de gotas de agua recorren su cuerpo y partes de su pantalón corto están mojadas debido a las salpicaduras. Trago saliva.

–Me estaba asando de calor. Tanta expectación por la final me está matando. Llego a estar en mi casa y ya me habría quitado los pantalones. ¿Tú no tienes calor? Con el ambiente que hace aquí parece que estamos en un horno.

No me da tiempo a pensar, acierto a sacudir la cabeza de lado a lado y nada más. No estaría mal que se quitase los pantalones.

–Venga ya, Sasuke. Es tu casa, no puedo estar yo más cómodo que tú. ¿O es qué te da vergüenza? ¿No te atreves a quitarte la camiseta delante de alguien o qué? –me reta mientras me mira con superioridad y se ríe.

Soy yo o me está provocando. Sin embargo sigo sin poder pensar claramente. No sé si es el calor, mi propia calentura o mi orgullo, pero no ha pasado un momento desde que me desafió y ya me estoy quitando la camiseta y tirándola al suelo, dejando al descubierto la mitad superior de mi cuerpo y las perlas de sudor que bañan mi piel. Verdaderamente hace calor aquí, maldito verano.

–Así es. ¡Somos dos machotes! –exclama Naruto dándose un golpe en el pecho.

Yo no puedo más que mirarle de manera inquisitiva. No sé a lo que está jugando, pero si me pide que me quite los pantalones no creo que lo dude ni un segundo. Él se vuelve a sentar a mi lado y nos disponemos a ver la prórroga que ya va a comenzar

Media hora más de partido y media hora más de sufrimiento que me queda a mí por aguantar. No solo por esperar que gane mi país, si no porque estoy medio desnudo al lado del chico que me quiero tirar que también está semidesnudo. Esto no puede acabar bien. Debo controlarme.

Ambos equipos juegan y yo ya he decidido la manera de desfogarme, de desprenderme de toda la energía que tengo acumulada ahora mismo. Ya van dos veces que casi marcamos un gol y las dos veces casi hundo el sofá de la fuerza que le estoy imprimiendo a mis puñetazos. Cuando es al revés y nuestro portero para el balón me dejó la voz felicitándole, por encima de los gritos de la calle.

Naruto me mira raro, no me importa, más raro me miraría si no me desahogara y perdiera el control de mi cuerpo sobre él suyo. Nunca me había comportado así. Yo, con lo frío que soy siempre, no puedo evitar sentirme nervioso por lo que puede ocurrir, no puedo controlar la situación y eso me desquicia.

La prórroga ha terminado y ninguno de los dos equipos ha logrado meter un gol, eso significa que vamos a los penaltis. El chico a mi lado está completamente excitado y yo no puedo evitar estar pegado a lo que sucede en el campo de juego. Todos los jugadores se han ido a una portería y están decidiendo quien empezará primero. Al final lo han determinado, ellos harán el primer lanzamiento y después continuaremos nosotros.

Llega el primer tiro y con él el primer gol, seguido del grito de consternación de la gente de la calle sumado al de esta habitación. Ahora nos toca chutar a nosotros, siento como Naruto pone su mano en mi rodilla y aprieta con fuerza. Está nervioso pero no más que yo, que coloco mi mano sobre la suya y, entrelazando los dedos, aprieto con fuerza. A los pocos segundos vemos como hemos marcado nosotros también nuestro primer gol, un grito alegre proviene de fuera mientras que Naruto me corresponde al estrujón.

Así pasamos hasta que llegamos a la quinta y última tanda de penaltis. Vamos tres a tres y comienza con el lanzamiento del equipo contrario, que, tras unos segundos, vemos como falla. Ahora solo falta que nosotros marquemos este último gol y seremos proclamados campeones del mundo. Si no, habrá que hacer otra ronda de penaltis. Sin embargo esto no va a hacer falta ya que el jugador se dispone a tirar y, ¡MARCAMOS EL GOL DE LA VICTORIA!

El alarido que se escucha en toda mi casa es espectacular, pero no es solo nuestro, todo el edificio y toda la ciudad parece retumbar con fuerza. Sin embargo, estoy seguro de que no solo es esta ciudad, también estará celebrándolo todo el país y otros lugares del mundo que también apoyen a nuestra selección.

Naruto y yo nos levantamos para poder expresar nuestra alegría y en mitad de los saltos nos juntamos. Nos abrazamos con fuerza y en un momento en el que está desprevenido y con la boca abierta gritando aprovecho para besarle y meterle la lengua hasta la mayor profundidad posible. Él aparta la cabeza de la mía y me mira con incredulidad. Temo una respuesta negativa, pero no pasan dos segundos y es él el que ahora ha apresado mi boca y con fuerza me empuja hasta chocar con el sofá y caer los dos sobre el mueble, él encima de mí.

Puedo oír como la música empieza a sonar en las calles y los coches hacen sonar sus bocinas a modo de celebración, mientras que en la tele no paran de repetir la palabra gol a todo volumen y la frase por fin tenemos el mundial.

Todo esto me llega a mí amortiguado pues la sangre se me empieza a agolpar en mis oídos y con ello llega el sonido de mi corazón latiendo. Naruto está de rodillas, con una pierna a cada lado de mí, e inclinado hacia delante para besarme. Este es otro de los sonidos que puedo escuchar mientras que yo estoy tumbado y con mis brazos rodeando su espalda. El sonido de sus besos con los míos es mil veces mejor que el partido que acabamos de ver.

Pronto sus manos comienzan a delinear mi pecho y una de ellas se para en uno de mis pezones, apretándolo con fuerza, mientras, incorporándose un poco, mueve una de sus piernas de sitio hasta colocarla entre las mías, utilizando la rodilla para hacer presión en mi miembro ya completamente duro. La otra mano que tiene libre la usa para acariciarme el abdomen y ambos costados. Si ya con el movimiento de sus piernas y el juego con mi pezón hace que sienta que estoy en estado de ebullición, su suave roce con su otra mano en esas zonas sensibles de mi cuerpo hace que me estremezca por completo y trate de liberarme debido al exceso de placer. Sin embargo, el peso que ejerce sobre mí hace que no pueda hacer ningún movimiento.

Por consecuencia de estas caricias, que hacen que mi estómago se encoja y que mi cabeza de vueltas, bajo mis manos hasta meterlas por debajo del pantalón de Naruto y me agarro a su trasero fuertemente por encima de la ropa interior. Y con fuerza lo atraigo más hacia mí mientras que comienzo con una oscilación de mi pelvis para sentir mayor presión sobre mí. Placer llama a placer.

Con este último movimiento de empuje que he realizado sobre el chico que está encima de mí, éste se separa de mis labios y comienza a bajar lentamente dándome pequeños besos. Mientras que yo saco las manos de la prenda de ropa y las utilizo para agarrar su cabello. Tiro de él y lo obligo a que vuelva a besarme la boca. Con una mirada de lujuria se despega de nuevo y esta vez baja más rápido por mi torso, volviendo a colocar sus piernas a ambos lados de mi cuerpo. Yo ya le he soltado y he dejado caer mis brazos a ambos lados de mi cuerpo, expectante de lo que va a suceder a continuación.

Las manos de Naruto dejan de acariciar mi cuerpo y pasan a mi pantalón, quitándomelo con presteza, dejando con mayor libertad mi entrepierna bajo mis boxers. Él mismo acomoda mi erección hacia un lado y después de esperar un momento a que creciera la agarra con un mano y comienza a moverla lentamente siguiendo el sentido de mi longitud, haciéndome sentir el contacto con la tela, mientras que con un dedo de la otra mano me aprieta bajo la base de mis genitales.

Yo, a pesar de las convulsiones de mi cuerpo por el gozo, alcanzo a levantar una de mis piernas hasta oprimir el miembro de Naruto. Observo como, poco a poco, con mi roce, empieza a endurecerse bajo el corto pantalón elástico y como entrecierra sus ojos y aumenta la velocidad de su mano y la presión en mi perineo.

Bajo la pierna extasiado, ya no puedo controlar mis movimientos. Me tiene completamente dominado y no puedo hacer nada para evitarlo. Gracias a Dios que Naruto acaba de parar, me cuesta mantener la cordura y no abandonarme por completo al placer. A pesar de este hecho no puedo evitar quejarme, una vez que ves el cielo no quieres irte de allí. Sin embargo, olvido del todo mi goce anterior cuando veo como el chico que tengo sobre mí se quita lentamente los pantaloncitos, cediéndome la visión de su erección bajo los boxers, con los colores de la selección, sin posibilidad alguna de dejar nada a la imaginación.

Es en ese momento cuando se tumba sobre mí y comienza a besarme en los labios, introduciendo su lengua y subyugando a la mía, mientras que su pelvis danza sobre la mía y guía mis movimientos. Ahora mismo necesito tocar, necesito sentir cuanto más pueda de la persona que me esta produciendo tanto placer. En tanto que él tiene ambas manos apoyadas en el sofá para permitir mayor equilibro a la hora de mover sus caderas, yo utilizo las mías para meterlas por debajo de su ropa interior y palpar por fin su trasero.

Lo atraigo más hacia mí para poder sentir con mayor fuerza como chocan nuestras erecciones. Yo ya no puedo pensar, tengo la mente enteramente nublada. En una de sus oscilaciones hacia arriba, aprovecho que deja el culo en mejor posición para, con un dedo, acariciar mejor su entrada, se siente tan cálido ahí. Después, en otro de estos movimientos, consigo introducir uno de mis dedos en el interior, pero lo único que consigo es que el cuerpo de Naruto se tense y pare su movimiento. Ya la he fastidiado.

–¿Qué pasa? Pensé que yo... –digo tranquilo, pero molesto por el cese de la actividad.

El chico niega con la cabeza y se levanta del sofá.

–Levántate Sasuke, vamos a tu habitación. Me estoy dejando las piernas en ese sitio.

Me incorporo y me dirijo a mi cuarto, pero me paro en la puerta al ver que Naruto no me sigue.

–¿Tú no vienes? –le pregunto nervioso, a ver si por una tontería se va a estropear la noche.

–Sí sí, ahora voy, ve preparándote, espera unos segundos –me responde de manera nerviosa, no sé lo que le estará pasando por la mente.

No le doy más vueltas, llego hasta mi cama y me tumbo en ella, empezando a masajear con parsimonia mi propio miembro para que no disminuya mi erección. Hasta ahora no me he parado a escuchar, pero la música y los pitidos de los coches provenientes de la calle son ensordecedores. La fiesta que debe estar montada tiene que ser espectacular, aunque más espectacular es lo que hay montado aquí dentro. Sin embargo, Naruto no aparece y yo estoy empezando a ponerme nervioso. Poco después de pensar esto, asoma por el borde de la puerta una cabellera rubia seguida de una cabeza.

–Sasuke, ¿puedes ponerte bocabajo y cerrar los ojos, por favor? –me pregunta mirándome directamente a la zona baja de mi cuerpo y relamiéndose los labios, pues yo no había parado con mi movimiento.

–¿Qué quieres hacerme? – inquiero receloso–. No voy a dejar que me hagas nada a traición.

–Venga, hazlo. No te voy a hacer nada –me apremia con un cierto tono infantil.

No puedo evitarlo y accedo a su petición. Con algo de dificultad debido a la erección, me coloco con el cuerpo hacia el colchón y cierro los ojos. Escucho unas pisadas hacia mí y noto como se hunde el colchón por la parte en la que Naruto ha apoyado una rodilla. Entonces siento como con un dedo comienza a acariciarme desde la punta del pie, siguiendo por todo por la pierna, la espalda, produciéndome un estremecimiento, y llegando hasta mi cuello, donde pasa de pasear un solo dedo a la mano entera, creando descargas de placer que llegaban a todas las partes de mi cuerpo.

Pronto siento como una suave tela toca mi piel y me cubre por completo, seguidamente percibo como súbitamente las manos de Naruto me la anuda al cuello. Me doy la vuelta rápidamente, quedándome bocarriba y observo que lo que tengo atado es la bandera del país que él había traído consigo.

–¿Pero qué es lo que haces? –Le pregunto enfadado mientras él me mira de arriba a abajo sin perder ni un solo detalle.

–Esto me pone a mil –me dice con un matiz lujurioso obviando mi pregunta por completo.

No me puedo resistir al oír esas palabras y, agarrándolo del cuello, lo atraigo hacia mí para poder besarle la boca con pasión. El ya parece del todo decidido a terminar con toda esta acción, quiere que nos sintamos el uno al otro y no sé como va a acabar esta situación. Con una de sus manos llega a tientas hasta la parte baja de mi abdomen y desliza con fuerza mis boxers sobre mis piernas, dejando al fin libre mi entrepierna que pronto vuelve a estar aprisionada, esta vez, bajo su mano.

Se separa de mi boca y baja sin ninguna parada hasta la última parte de mi cuerpo en exponerse, atrapándola con sus labios. Él se posiciona justo en frente de mí, con las piernas flexionadas a ambos lados y el cuerpo hacia atrás, y comienza a succionar. Yo, en un último intento de sobreponerme ante la actuación, decido erguirme, sintiendo el suave toque de la tela contra mi espalda, y, echándome todo lo posible hacia delante, bajo los boxers de Naruto lo justo para soltar su miembro. Después de este hecho, caigo sobre la cama rindiéndome al placer.

Él agradece lo que yo acabo de hacer moviendo más rápidamente la cabeza arriba y abajo. Y, con los ojos entrecerrados, alcanzo a ver como Naruto inclina su cuerpo hacia abajo y, al mismo ritmo que chupa mi entrepierna, comienza a restregar la suya contra la bandera. Con este movimiento está pidiendo a gritos que le haga yo a él lo que me está haciendo a mí.

Me incorporo rápidamente pero Naruto me pone una mano en el pecho y me empuja contra el colchón. Se separa de mi longitud y me quita por completo los boxers dejándolos en el suelo, acto seguido hace lo mismo con los suyos. Entonces me levanta las piernas y comienza a masajearme el miembro con rapidez, produciéndome la necesidad de echar la cabeza hacia atrás y apretar con fuerza la tela que tenía debajo de mí.

De pronto comienzo a sentir como algo empieza a introducirse lentamente a través de mi cavidad. Levanto rápido mi cabeza asustado por la intromisión, pero los movimientos de la mano de Naruto hacen que vuelva a echar mi cabeza hacia atrás. Conforme va entrando más y más en mí empiezo a sentir una mezcla de sensaciones, entre placer y dolor. Cuando para tan solo siento placer, y mientras continúa son las dos cosas.

Ya la ha metido todo lo que ha considerado posible y yo apenas he sentido dolor. Sin embargo, estoy algo asustado pensando en lo que dolerá si la saca. Pero, por el contrario, me siento mucho mejor ahora que la está sacando. Quiero que lo vuelva a hacer, quiero que continúe. Le hago ver mi parecer moviendo mi cuerpo hacia él y, dándose cuenta, comienza a embestirme lentamente.

Ya apenas me duele, ahora siento un inmenso placer cuando roza cierta parte de mi interior. Es en uno de esos momentos cuando me abrazo a él, le beso, y le obligo a moverse más deprisa. La multitud de sensaciones que está experimentando mi cuerpo son indescriptibles, todo mi cuerpo se siente arropado, por un lado está Naruto, que aún sigue masturbándome, y por el otro la bandera que, como si fueran miles de manos, acarician suavemente cada parte de mi piel con cada arremetida.

Estoy seguro que si no estuvieran todas las casas de celebración, ahora mismo se podrían oír nuestros gritos en todo el edificio. Mis gemidos son cada vez mas seguidos y sonoros, ya estoy a punto de llegar al clímax. Sin embargo Naruto cesa su movimiento con la mano y sale de mi interior, yo intento pararle atrayéndole hacia mí, pero el aparta mis brazos y una vez más me lanza sobre el colchón.

Él se levanta de la cama, con un brazo me hace rodar sobre el lecho hasta quedar bocabajo, aplastando mi miembro, con la bandera sobre mí, y, terminando de guiar mis movimientos, me introduce la mano por el abdomen y me incorpora, indicándome que quiere que me coloque a cuatro patas. Él rápidamente se tumba en la cama colocándose bocarriba debajo de mí pero dado la vuelta. Por lo que él está bajo mi miembro y yo sobre el suyo.

No lo dudo ni un momento y agacho mi cabeza para lamer su erección, mientras que él coge la tela que cae sobre mis piernas hasta dejarla bajo su espalda, haciendo que se introdujera con fuerza entre mis nalgas, y seguidamente se apoya sobre uno de sus antebrazos para succionar mi entrepierna y con un dedo de la otra mano que tiene libre vuelve a presionar la base de mis genitales.

Yo ya estoy desde hace un rato a punto de llegar el clímax, por lo que Naruto, al darse cuenta de esto, separa sus labios de mi miembro y comienza a masturbarlo con su mano. No tardo mucho hasta que empiezo a expulsar todo el fluido que corre por mi interior y lo dejo caer sobre su cara. Yo entonces también me separo de él y entre mis gemidos puedo observar su cara de placer mientras cae mi semilla. Es por esto que con las espasmos de mi orgasmo comienzo a pajear su pene con mi mano lo más rápido posible, viendo por primera vez el estremecimiento por todo su cuerpo y sus ojos cerrarse.

Pronto empiezo a sentir su miembro palpitar y veo como su semen sale disparado cayendo en chorro hacia su torso. Con su culminación su mano comienza a moverse más rápidamente, produciéndome un enorme placer y haciéndome caer sobre la cama de lado por el cansancio. Abro los ojos para ver como pasa los dedos por su cara cogiendo mi simiente y la esparce por su cuerpo, mezclando la suya y la mía, y con la que se le queda entre ellos se lo lleva a la boca y empieza a lamerlos. Yo observo mi mano y me doy cuenta de que también tiene restos de su semen, me la llevo a la boca y la chupo, está salado.

Naruto se da la vuelta, se coloca a mi lado y se abraza a mí. Nos quedamos así unos minutos hasta que me doy cuenta que se está quedando dormido en mis brazos. Vuelvo a oír el ruido en la calle y es tan fuerte que no me deja dormir, pero, pensándolo bien, ¿por qué dormir tan pronto cuando aún se pueden celebrar muchas más cosas?

–¿Cuándo es el próximo partido? –Le pregunto intentando despertarle.

–¿Es qué te está empezando a gustar el fútbol? –Me pregunta con incredulidad abriendo mucho los ojos. Ya había conseguido despertarlo.

–No, pero si vamos a terminar siempre así veo los partidos que hagan falta –le respondo con una pícara sonrisa.

–¿Por qué esperar?

Naruto se incorpora un poco y mira hacia delante. Yo, curioso, hago lo mismo. Su miembro comenzaba de nuevo a endurecerse. Me levanto por completo y salto encima de él.

Lo que puede llegar a unir el fútbol.

 

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado. Y que mi nueva experiencia en el mundo del lemon me haya quedado potable. Y os hayáis fijado algo en mi reflexión filosófica acerca del fútbol.

Nos seguimos leyendo en los comentarios y en próximas historias.

Cuidáos ñ.n.


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