El vuelo no había sido tan largo como la última vez que había viajado a Rusia. Fei Long acomodó el sombrero en su cabeza con cuidado, prestándole atención a que su cabello quedara oculto; así la gente no se fijaría en él mientras estuviera en público. Yoh asintió en cuanto se bajó del automóvil para abrirle la puerta. El joven estaba en Rusia desde hacía poco más de una semana, ocupándose de arreglarlo todo para que jefe pudiera realizar esa visita. Fei Long asintió en respuesta, asegurándole a Yoh—de nuevo—que confiaba en él.
Yoh le pidió a Fei Long que lo siguiera al lugar que había preparado para él e hizo una mueca. Todo estaba en su correcto lugar, e Yoh había tratado de que estuviera en un estilo tan chino como fuera posible. Fei long asintió esta vez mostrando su aprobación por lo que veía, y tan pronto como Yoh le vio hacerlo, salió de l habitación mientras que Fei Long caminaba hacia la que le habían señalado como su habitación.
Fei Long se quitó el sombrero y dejó que su cabello cayera libre por su espalda. Luego, una por una, se quitó sus prendas; sus guantes y su abrigo, luego la chaqueta y la camisa. Después de unos minutos sólo quedaba con sus pantalones puestos. Sonrió. En verdad era un ambiente cálido y agradable el que habían preparado para él.
Alguien carraspeó detrás de él en ese momento. No. No era un carraspeo como tal, sino que le decían que “él” estaba allí, lo cual hizo que sonriera. El chino se giró y de soslayo vio al que estaba en la habitación. Al hacerlo, se percató de que no había encendido las luces y de que la única que había era una luz roja que provenía de una lámpara de estilo chino. Fei Long no pudo reprimirse y se rió al ver a Mikhail sentado en medio de la oscuridad mientras sus ojos azules sobresalían tan brillantes que era lo único que podía verse con esa luz.
—Vaya entrada la tuya —. Dijo antes de girarse. La hebilla de su correa estaba abierta y sus pantalones caían hasta la cadera, dejando que su torso y la parte de arriba de su pelvis quedaran a la vista. Mikhail le miró y quedó absorbido por Fei Long de inmediato. Sus rasgos perfectos, que nunca eran femeninos, contrastaban con la delicadeza del cabello azabache que a su vez contrastaba con la blanca piel. Mikhail sonrió.
—Mikhail…—
—Shh… —el ruso le hizo callar. Mikhail se movió hacia delante para poder mirar a Fei Long con más detenimiento. Se fijó especialmente en su prístina piel y en la cicatriz sobre su pecho.
Respiró profundo y se apoyó en sus rodillas para ponerse de pie.
Ahora, Fei Long le estaba mirando con gran interés. El silencio de Mikhail—cuanto éste se dio—fue muy atractivo para el chino; y la manera como Mikhail le miraba, completaba la escena de forma inesperada. Quería terminar de cambiarse, ponerse sus atuendos chinos y sentarse a leer un poco y descansar. Además, tenía que llamar a Tao y saber cómo estaba. Fei Long caminó hacia la cama donde Yoh había dejado sus ropas, pero Mikhail lo detuvo.
Mikhail cerró la distancia entre ellos con habilidad y le agarró de la mano. Podía sentir la calidez de Fei; así que cerró sus ojos y la disfrutó; luego camino con lentitud, deteniéndose detrás de Fei Long. Así como el chino estaba, semi-desnudo, parecía aumentar el aroma de su cuerpo, haciendo que llenara a Mikhail aún más. El ruso no vio que Fei Long se estremeciera. Volvió a sonreir.
Un golpe en la puerta sobresaltó a Fei Long, por lo que Mikhail le abrazó desde atrás, manteniendo su mano en el plexo solar de Fei, apretándolo contra su cuerpo. Finalmente, Fei Long se rindió a la caricia y respiró profundo—o al menos eso fue lo que pensó Mikhail ya que no escuchó nada más de él.
—Amo Fei Long—. Yoh le llamó desde el otro lado de la puerta, pero él no pudo responder de inmediato. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que Mikhail le tocó o desde que se habían visto, que era simple: se sentía muy bien. Demasiado bien, pensó.
—Amo…
—Luego, Yoh—. Esta vez suspiró. Mikhail estaba oliendo su cabello y el suave toque de sus dedos en su espalda eran tan excitantes que su cuerpo comenzó a responder.
—¿Ya te dijo que casi le arranco la lengua? Mikhail preguntó mientras hablaba muy cerca de su oído.
—Tú no lo herirías—. Fei Long respondió con seguridad.
—¿Y por qué no lo haría? Mikhail preguntó divertido.
—Porque sabes que eso me haría enojar…mucho—. Fei Long respondió de nuevo pero ésta vez su voz era más un susurro. Mikhail estaba moviendo su mano sobre su abdomen mientras no dejaba de abrazarlo. Como siempre, Mikhail estaba jugando con él. Fei Long cerró los ojos y se permitió presionar su cuerpo contra el pecho de Mikhail. —Tienes mucha ropa puesta—. Susurró de nuevo, esperando que el ruso comprendiera.
Mika se movió hacia atrás lo suficiente para comenzar a desvestirse o al menos para igualar su desnudez a la de Fei. El chino se acercó a él y tocó su pecho desnudo, para luego mover su mano por él con libertad, hasta que Mikhail tomó algunos mechones de su cabello—. No quiero que vuelvas a ocultar tu cabello, ni siquiera si vienes a visitarme.
Fei Long fue quién sonrió burlonamente ésta vez. Sin embargo, luego de fijar su mirada con la de Mika, recuperó su compostura para seguir moviéndola hacia el ombligo de Mikhail y dejar que sus dedos siguieran deslizándose hacia abajo.
Mikhail sonrió siguiendo los dedos de Fei Long y respondió tomándolo por las caderas para traerlo contra su cuerpo mientras le hablaba de nuevo: —Me dan ganas de comerte entero, Fei.
Por supuesto, después de sentir los labios de Mikhail en su cuello y sus dedos enredados en su cabello, Fei Long no dijo una palabra más.
Ariadne - Octubre 28, 2008