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Una noche por duffkingofbeer

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Notas del fanfic:

Son felices, a pesar de estar en guerra, quizas a causa de ella cada segundo vivido en más intenso.

Ambientado una noche de navidad del 5º libro.

 

Es medianoche, las luz tenue de las farolas apenas ilumina las calles y aprieto el paso; no es que tenga miedo de las sombras, es que estoy agotado y helado, la nieve me ha empapado las botas y noto como me arden las mejillas.

El nº 13 de Grinmauld place destila malignidad; la propia casa debe odiar las tareas que sus habitantes realizan. Porque fue construida por magos tenebrosos y el movimiento que ahora se desarrolla entre sus paredes es pura vida, la lucha contra Lord Voldemort, esa guerra que les hace vivir con intensidad cada segundo; la presencia de Harry, Hermione y los Weasley por navidades, los jóvenes llenaban de alegría esa fría mansión.

 Además acogía bajo su techo al único miembro de los Black que siempre la había odiado, Sirius, que estaba muy animado con la presencia de Harry; Sirius que hacía un par de meses, por fin, había aceptado su amor incondicional. Sonrío levemente al recordar aquel momento. Azkaban había dejado una terrible huella en su amigo, cuando se reencontraron estaba tan lleno de oscuridad que le daba miedo, casi no podía mirar a esos ojos vacíos que antes habían sido su mundo, poco a poco con mucho dolor y paciencia por su parte (aún así, él conocía a Sirius y le necesitaba, necesitaba que se volvieran a amar, y nada sería demasiado para conseguirlo) fue derritiendo su hielo.Supo que lo había conseguido cuando volvió a casa después de una semana haciendo de espía para la orden; había tenido una disputa con otro hombre lobo y llegó sangrando, los ojos angustiados de su amigo se lo dijeron todo y a pesar del dolor, se sintió feliz. Canuto lo había lavado y vendado. Esa noche se habían besado por primera vez en catorce años, fue como si toda la tensión acumulada desapareciera y por fin todo volvió a estar en su sitio.

Abro con cuidado la puerta, no tengo intención despertar a la madre de Sirius, con cuidado para no tropezarme con ningún adorno de navidad, voy a la cocina. La luz está encendida, Molly, Arthur y Sirius están charlando tranquilamente con bebidas calientes entre las manos. Me emociono como siempre cuando el rostro de Sirius se ilumina al verme. Saludo educadamente aunque en ese momento me apetece más tirarme con Sirius en un sofá y leer el profeta hasta caer dormido.

-         buenas noches.

-         ¿Cómo fue la guardia?- se interesa Arthur, parece tan cansado como yo.

-         Nada fuera de lo corriente, lobos que persiguen a hijos de muggles, pero estoy agotado- suspirando me hundo una silla y me apoyo en la mesa.

-         Bueno Arthur, nosotros nos vamos a acostar, que mañana tienes que ir a revisarte la herida- su marido la sigue suspirando- Dormid bien queridos.

Tengo los ojos cerrados así que oigo claramente como Sirius arrastra su silla hasta colocarse a mi lado. Sin mediar palabra pone en mi mano un tazón humeante de sopa y comienza a acariciarme el pelo, suave y lentamente, tranquilizándome.

Cuando abro los ojos ahí está él, mirándome con esa mirada que me transmite todo y recupero las fuerzas para sonreír. ¿Cómo no hacerlo? Si no fuera por la ausencia de los amigos perdidos, esta sería la vida que llevaba soñando desde los 16 años. Volver a casa y saber que Sirius Black te espera en la cocina, no solo eso, que te espera en la cocina para llevarte a la cama, es toda la felicidad que necesito.

-         Merlín Lunático, parece que dormiste con un hipogrifo…dice Sirius con tono despreocupado (siempre ha fingido fatal). ¿Cómo fueron estas lunas fuera de casa?

-         No estuvo mal- siempre quitándole importancia, no sirve de nada decirle que esta vez Greyback había mordido a tres hermanos muggles, o que la manada había matado a un jovencísimo miembro por desobedecer a un lobo de mayor rango. Bebo la sopa y me concentro en el calor que llena mi estómago. No quiero que Sirius vea mi expresión.

-         Si genial, ya imagino, un par de vampiros, unas banshees y menudo fiestón- le vuelve a quedar mal ese intento de broma- joder Lunático odio no estar contigo cuando te transformas. Antes era…- se que se interrumpe porque va a hablar de Hogwarts y ahora no esta de humor para hablar de los buenos tiempos.

-         Sirius-le tomo la mano, apretando bien fuerte- yo también lo echo de menos, pero la vida es ahora, no podemos vivir en el pasado.

-         No lo entiendes- traga saliva y pone cara de sufrimiento- incluso cuando estaba en Azkaban perdida la cuenta de los días y las horas, solo , cada luna me acordaba de ti, en esa mierda de celda imaginaba que estarías haciendo, con quien, si habría alguna lobita…

-         Sabes que nunca hubo nadie- estoy temblando, pocas veces habla del tema, se que no quiere contagiarme la amargura de ese lugar. Tengo los nudillos blancos de lo fuerte que me agarro a él, necesito esa fuerza porque si le suelto en algún momento se ahogará y yo no le sobreviviría.

-         Lo se Remus- borra de su cara toda la amargura- se que tardé mucho tiempo en recuperarme- le escucho atentamente, nunca antes me había dado explicaciones de ese tipo- tu compañía era lo único que me unía a la cordura, estaba enfermo, loco y maldito. No podía cargarte así y vivir tan tranquilo- ve mi expresión, voy a protestar- ya ya lo se que no sería una carga, eso lo se ahora.

Me abraza buscando aire, y muy juntos lo encontramos, respiramos ese oxígeno que es el que nos hace falta. Nos besamos con todo el tiempo del mundo, apoyados en la pared de piedra de la cocina. Vamos a la cama Canuto.

Incluso subir las escaleras sigilosamente, todos están dormidos, incluso la habitación de los gemelos esta a oscuras y en silencio; de la mano es una experiencia a disfrutar, en esta casa muy pocos saben lo nuestro, algunos retratos sisean y murmuran con veneno pero no les hacemos caso.

El cuarto de Sirius es un reflejo total de su alma de adolescente, bueno total no, me acuerdo de aquella vez, la única que estuvimos invitados a su casa, en la muerte de su padre en 6º; yo le había dicho que porqué no quitaba a las chicas en bikini, no eran celos si no simple curiosidad, él me había contestado que ya le gustaría pero que tenían un hechizo de permanencia. Rió al recordar lo que “pasó” justo después.

Echa el pestillo cuando y me abraza por detrás, por el cuello, muy fuerte.

               - te he echado de menos Lunático- resopla en mi oreja. Y me obliga a mirarle. Nos quedamos así un rato, agarrados bien fuerte, sumergidos en los ojos del otro. La nube de sentimientos crece y se hace demasiado intensa. Mirar a Sirius me hace sentir un dolor intenso en el pecho, como si me fuera a estallar. También  su insistente mirada despierta mis instintos y me acalora. Se quita la chaqueta y las botas.

               -y yo a ti Sirius- ni siquiera Azkaban le arrebató esa expresión fiera y orgullosa, ese aire seguro y esa sensualidad escandalosa que me vuelve loco. Se quita la camisa, lenta, desquiciándome, sin dejar de mirarme y ya no aguanto más. Me lanzo a su cuello. Nuestros besos y caricias son las de dos personas que se conocen de toda una vida, no por ello menos excitantes, pero si más reconfortantes. Sus labios y sus manos suavizan mi alma dolorida, cuando me quita la ropa mojada comienzo a notar el calor que recorre cada célula de mi cuerpo y que aumenta como electricidad.

A trompicones sin dejar de quitarnos ropa nos empujamos el uno al otro, como luchando, hasta la cama. Ahora tenemos mucho más tiempo y nos controlamos mejor, cuando éramos adolescentes a veces ni llegábamos a la cama. En esa época cada momento a solas era bueno para encendernos. Y nos encendíamos, claro.

Le tumbo en la cama y me coloco encima. La cara de Sirius siempre me pareció la cosa más interesante del mundo, más incluso que su cuerpo desnudo, y si encima está llena de felicidad como ahora…le acaricio la mejilla, pero él muy traidor se aprovecha de mi debilidad y me quita de encima suyo. Luchamos otro poco por conseguir la postura dominante. Claro estoy demasiado débil, o me lo hago, muchas veces me dejo ganar, ganó más a cambio.

Canuto gruñe triunfante y me besa, me besa tomando todo de mí, ahogándome, matándome pero devolviendo más vida de la que me quita.

Ya sabe como enloquecerme, me acaricia el pecho, lamiéndome las cicatrices, por un momento temo cuando se detiene en las nuevas, pero no comenta nada.

Nos enredamos como nos gusta, intensa y ferozmente. Hacemos bastante ruido, los golpes, las exclamaciones y sobretodo los gemidos. Pero la casa nos oculta.

Cuando nos saciamos, por fin. Quedamos tumbados, exhaustos. Y abrazados, para estar lo más juntos posible, nos dormimos.

Mañana será otro día, con nuevos problemas, angustias por la guerra, pero también con alegría, los chicos están en la casa, y con la compañia de Sirius.

 

Notas finales:

Me gustan casi más de mayores que de jóvenes, da un poco de pena pensar en lo que fué Sirius y en lo que es ahora. Pero Lunático casi lo ama más ahora que antes. Espero que guste!!


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