Quisiera no verte más, ni en mis sueños, ni en mis fotografías de bordes amarillentos y olor a viejo. Quisiera no recordar nada de ti, ni tu tersa voz, ni tus caricias por debajo de la mesa, ni tu carácter de los mil demonios. Y, de paso olvidarme también de tus feos ojos negros, en los que jamás vi reflejado más que tu idiota ímpetu de venganza.
Es que, joder, ¿para qué recordarte, bastardo? Si lo único que haces es calarme hondo por saber que le fallé a Sakura, le fallé a la aldea, le fallé a mis amigos—sí, los que solían ser nuestros amigos—, me fallé a mí… y lo más importante: te fallé a ti. Aunque yo sabía, dentro de mi cabeza, que si habías decidido irte no iba a poder regresarte a Konoha; pero, sabes cómo soy: Naruto Uzumaki, el que se prepara silenciosamente para lo peor, pero clama a los cuatro vientos sus esperanzas por lo mejor.
Y, ¿de qué me sirvió ese día? De nada. Te perdí… y tú eras lo único que yo quería, la única persona a la que necesitaba. ¡Eres un puñetero egoísta, Sasuke Uchiha, un bastardo con el corazón de piedra! ¡Cabrón de mierda! Ese día te fuiste, o tal vez nunca estuviste… Como sea, me abandonaste, como si yo no fuese tu amante, tu amigo, tu hermano. Y te fuiste a perseguir a todas esas sombras que se erigían como una pared inmensa, infranqueable, frente a nosotros.
¡Ah, cómo te odio, maldito bastardo! Porque he pasado años buscándote, intentando encontrarte para saber si me puedo encontrar a mí mismo, recobrar los recuerdos de esos momentos dorados en que los dos éramos unos niños jugando a comerse al mundo. Y, si corro con suerte, también me devuelvas un poco de la sinceridad de mi sonrisa, porque te la llevaste y la tienes prisionera.
Quisiera que me devuelvas mi sonrisa, mi tiempo, mis ilusiones, y que reconstruyeses esos castillos en el cielo que me hice pensando que tú podías ser la persona diferente, la persona especial. Sin embargo no lo hiciste, e incluso fuiste más cruel conmigo que los que no me pueden ver más que como a un zorro de los mil demonios. Tú me viste como una puta herramienta más de tu interminable arsenal. Y quiero que me veas como una persona. Poderme reflejar en tus ojos, y que, por primera vez, me digas que me quieres, que has pensado en mí, porque lo necesito más que todas las cosas.
Quiero dejar de ser Naruto, dejar de ser cualquier persona digna de nombre y convertirme en viento para estar a tu lado. Porque no tolero lo que haces, ni tampoco esas ganas que tienes por vengarte de la muerte de tu familia, pero te amo. Y aprendí que amar no es comprender, sino apoyar.
Pero nuestros caminos están tomados, y tristemente se separan. Por eso quisiera olvidarme de que existes, de que exististe y de que te amé como sólo se puede amar a una persona; no toleraría encontrarme contigo mientras sigo torturándome con tus recuerdos, porque tú y yo sabemos que ese día tendremos que pelear. No como los niños que se entrenaban buscando ser mejores que el contrario, sino como los dos rivales eternos, los dos amantes separados, los dos amigos que se volvieron enemigos sin pedirlo ni quererlo.
Por favor, Sasuke, déjame olvidarte. Seguirte amando y a la vez arrancarte de mí, tenerte como una ilusión, un sueño… pero no recordar tu voz, ni tu rostro, ni los motivos que me alejaron de ti. Quisiera olvidarme de tu persona, pero no de la idea de ti, porque a ésa es, quizás, a la que nunca he dejado de amar, la que me corroe por dentro.
Quisiera no verte.
Quisiera no conocerte.
Quisiera no recordarte.
Quisiera no escucharte, no sentirte y no poderte ver.
Pero seguir acariciando la idea de quien fuiste, y amando a quien pudiste ser. Si yo no hubiera fallado, si tú no hubieses querido partir… Amar a quien no eres, sino a quien desearía que fueras.