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Lo mejor de cumplir años por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Lo que es mío, mío es...Naruto no entra en esa categoría. 

 

Notas del capitulo:

Pues, lo prometido es deuda. Aquí el ItaSasu que les dije que subiría por el cumpleaños de Sasuke. Y es mi fic #100 :D estoy emocionada, y muy alegre. 

Lo mejor de cumplir años

Por: chibiichigo

 

La noche anterior, a Sasuke le había costado trabajo dormir. Sentía una sensación de vacío en el estómago, causada por las ansias que le corroían. ¡Estaba a unas horas de cumplir ocho años!

—Entre más rápido te duermas, más pronto será tu cumpleaños—le susurró Itachi con complicidad.

El pequeño asintió y cerró con fuerza los ojos. Quería que fuese su cumpleaños…

 

—Feliz cumpleaños, Sasuke— lo despertó Itachi, que estaba parado de lado de la cama.

El chico sólo quería dormir, tenía resaca de los mil demonios. Gruñó un poco en señal de agradecimiento y le indicó al mayor que se acostase a su lado. No le agradaba tener las sábanas frías del otro lado de la cama.

—Quédate aquí…—pidió, rascándose un poco la cabeza. Odiaba la sensación de despertar después de haber bebido. Tenía mucha sed, pero ya iría después por un vaso con agua… Lo primero era recibir una felicitación especial por parte de su hermano.

Se acercó a Itachi, que había introducido su cuerpo en las sábanas y se acurrucó en su pecho. Podía sentir su respiración rítmica y suave, como si fuera una canción de cuna. Pero ya no tenía deseos de dormir, sólo de estar ahí, tirado en la cama sin hacer nada. O, mejor dicho, recibiendo mimos y caricias por parte de su hermano.

—Sasuke, te amo tanto— le susurró Itachi con un poco de pesadumbre, como si le estuviese contando un secreto de Estado, algo que nadie podía saber jamás. Y, en cierto modo era cierto. Su relación era secreta, excitante y prohibida.

—Yo también a ti, Itachi— contestó él, mordisqueando y besando sensualmente su pecho.  Quería disfrutar de los beneficios que su hermano le daba, y era su cumpleaños, así que podía pedirlos descaradamente—Ahora, cógeme.

 

 

Así que, ¿tu mamá hizo pastel de chocolate, Sasuke?le preguntó Chouji , relamiéndose los labios frente a la perspectiva.

El moreno asintió, mientras era rodeado por los demás infantes. Todos ellos irían a su casa para comer las cosas deliciosas que le había preparado su madre. Bueno, y ramen, pero eso había sido porque Naruto sólo se callaba mientras comía eso.

Sasuke, ¿verdad que cuando seamos mayores te casarás conmigo?le preguntó Sakura, una niña de cabello rosado y las mejillas rojas por haber corrido.

El aludido sólo hizo una mueca. Era el día de su cumpleaños, y todavía era muy joven como para estar pensando en casarse. No, él jamás se casaría. Las chicas eran feas…

—¿Ves? Te dije que no se iba a casar contigo— se burló una pequeña de cabellos rubios, haciendo que la otra empezara a sollozar.

Todos los niños se encogieron de hombros. Las niñas eran seres tan incomprensibles y raros… Por eso nunca las invitaban a jugar. Y menos a la fiesta de cumpleaños de Sasuke. No, ése era un lugar para que sólo los niños asistieran.

 

 

 

Se encaminó a la facultad, sintiendo todavía una extrañeza en su entrada. Pero no le molestaba en absoluto, de hecho, le gustaba. Le recordaba a Itachi, y que su cumpleaños había comenzado con el pie derecho… Siempre que estaba con su hermano, todo estaba bien con él, y el mundo que se jodiera.

—¡Sasuke!

No había que ser un genio para adivinar de quién se trataba. Se volteó y saludó a Naruto con un poco de hosquedad. Desde hacía muchos años, no disfrutaba los abrazos, incluso si venían de sus amigos, pero… No podía hacer mucho por evitarlos tampoco.

—¡Feliz cumpleaños, bastardo!— su mejor amigo le dio unas fuertes palmadas en la espalda, casi como si le estuviese haciendo alguna maniobra de rescate por ahogamiento. Pero, no le importó.

—Gracias— se limitó a contestar. Nunca se había sentido particularmente cómodo siendo el centro de la atención, por lo que se limitaba a evitarla lo más que le fuese posible. Pero en su cumpleaños nunca corría con tanta suerte. No comprendía cómo había gente que podía recordar ese día, y más si no era adicto a esas horribles redes sociales, pero tampoco podía dar brazadas contra la corriente.

Se encontró con el resto de sus colegas a lo largo del día, o recibió mensajes de texto y llamadas. Los abrazos, las felicitaciones y los buenos deseos llegaron por montón, pero los que más le alegraron el día fueron los de sus amigos de infancia —además de la de su amado hermano—. Era reconfortante saber que existían personas que, pese al tiempo, seguían soportándolo y teniéndole una mínima cuota de afecto, aunque coincidían con que su carácter era una mierda.

 

—Jamás pensé que ir al bar en jueves podía tener consecuencias tan nefastas el viernes, a la hora de clase. Es problemático— le compartió Shikamaru, el único que sus camaradas que no se había deshecho en buenos deseos y francas esperanzas. Con él, todo era sereno y ordinario, es decir, un verdadero respiro a lo agitado del día.

—Yo también amanecí de resaca. Tomé una de esas bebidas con electrolitos, me la recomendó Itachi, y sirvió bien.

—Iré a comprarla… Tengo miedo de que me salgan branquias, con la cantidad de agua que he bebido.

 

 

 

Su hermano pasó a recogerlo a él y a sus amigos a la escuela. Estaban todos muy emocionados por la fiesta de cumpleaños y no dejaban de hablar de todo lo que se divertirían, y de lo felices que estaban porque no hubiese niñas en la celebración. Las niñas lo arruinaban todo con sus lloridos y quejidos.

Chicos, ¡qué alegría verlos a todos!salió a recibirlos Mikoto, con una sincera sonrisa.

En algunas ocasiones, Sasuke se preguntaba si su madre se emocionaría más que él por su cumpleaños. Más de una vez la había visto emocionada hasta las lágrimas cuando él soplaba las velitas del pastel.

“Lloro de emoción, querido. Es que, sólo una vez en la vida mi pequeño cumple siete años” le había dicho el año pasado, cuando él le había preguntado si estaba triste porque las velitas se consumían.

Comieron rápidamente, mientras intercambiaban diálogos sueltos. Querían salir a jugar al lago, o ponerse a jugar futbol en el patio. Quizás jugar a los ninja o esconderse en el bosque… En fin, tenían todo el día por delante para divertirse y celebrar a su amigo.

Al salir, optaron por jugar a los ninjas. Los habían visto en televisión y ahora todos se peleaban por ser el mejor ninja, el Hokage.

Yo quiero ser Hokagegritó Naruto.

No, Sasuke debería serlo porque es su cumpleaños y porque su madre cocina deliciosoapuntó Chouji. El involucrado se limitó a encogerse hombros.

Por mí, Naruto puede ser el Hokage. Yo quiero ser el ninja malvado.

Estaban decidiendo los roles de cada quien en el juego, cuando Mikoto le llamo a su hijo desde la casa.

Mira, ya llegó Sakurasonrió mientras les llevaba a la niña.

—Pero, ¿por qué vino? Es una fiesta de chicos, mamá— se quejó el cumpleañero entre dientes, llevándose a su progenitora a un lado.

—Me encontré a su madre y me pareció buena idea decirle. Además, las niñas podemos hacer lo mismo que los niños. Sé bueno con ello y no hagas berrinches— le dio una suave palmada en la espalda, que claramente quería decir “O ya verás”.

Sasuke suspiró y se unió a sus amigos. Aparentemente, también los días perfectos se ensombrecían.

—Miren, vino Sakura—intentó sonar gentil— Estamos jugando a los ninjas.

—Pero, eso es de niños, ¿podemos jugar mejor a algo más?

¡Ash! Las niñas eran, francamente detestables.

 

 

 

Saliendo de clases, se escabulló de todos alegando que tenía cosas qué hacer. A decir verdad, sólo quería que llegase la noche para estar con su hermano, charlar con él y disfrutar de lo que quedaba de su aniversario de nacimiento, al lado de la persona que más amaba y con quien lo había pasado todo.

Es más, quizás fuese al trabajo de Itachi y  lo haría tomarse la tarde libre. Esa idea no sonaba nada mal…

Marcó su móvil.

—“¿Qué ocurre, Sasuke?” —lo saludó Itachi del otro lado de la línea. No era particularmente expresivo, y menos por teléfono. El menor sabía que la situación en que estaban era delicada, pero que a su hermano lo hacía sentirse verdaderamente mal.

—Quiero que vayamos a comer. Anda, tómate el día.

—No puedo. Estamos haciendo el reporte financiero y  me tengo que quedar. Pero,  ¿te parece si te llevo a cenar?

El menor bufó un poco. No quería cenar, quería comer y quería hacerlo ahora mismo

—Está bien. Te veré en casa.

Se hizo un molesto silencio en la línea, durante el cual el menor se debatió entre colgar o no el teléfono. Sin embargo, la voz de Itachi volvió a llenar el vacío.

Y Sasuke…te amo—susurró antes de cortar la comunicación.

Sonrió de medio lado mientras se guardaba el móvil en el pantalón. Él también lo amaba, y lo amaba muchísimo. Era el único que se había quedado con él en los momentos más oscuros de su vida, como cuando sus padres habían muerto. Era el que se quedaba con él cuando, de niño, le daban miedo los monstruos del armario y se encargaba de asustarlos. Era él quien lo conocía mejor que nadie, más que todos… Al único con quien no tenía reservas, con quien nunca las había tenido.

 

Caminó por el centro de la ciudad un rato, intentando encontrar algo en qué emplear las horas que faltaban hasta que su hermano saliera del trabajo. Estaba aburrido y estaba nublándose, pese a que el calor lo abrasaba.

Sonó su móvil y él contestó rápidamente, sin fijarse en el número, trasminando un poco de la ilusión que tenía de que fuese Itachi.

—¿Sí?

—Sasuke, amor, ¿cómo estás? —la voz aguda de Sakura lo saludó desde la otra línea.

—Bien— no se esforzó en ocultar la decepción que sentía, pero a la chica no pareció importarle y siguió con su perorata.

—Te invito a por un café. Así platicamos y pasamos tiempo de calidad, que ya casi no me hablas— y siguió hablando, pero el moreno ya sólo escuchaba un débil blah blah blah.

—Sí, está bien— le cortó la perorata—pero tiene que ser rápido, porque tengo planes.

No era que Sakura le cayera mal, de hecho, podía llegar a ser una grata compañía cuando no estaba sobre él como un perro celoso de su territorio. Tristemente, la mayoría del tiempo parecía querer orinarlo para que las demás personas se dieran cuenta que era suyo. Y, claramente, él no era de ella. Si había aceptado ser su novio era, más que nada, por ocultar la relación que mantenía con su verdadero amante.

Si la sociedad tenía problemas con la homosexualidad y la bisexualidad, no se imaginaba el lío que se armaría si se presentaban abiertamente como incestuosos. Los quemarían en la plaza pública, cuando menos. Y no era que a él le importase mucho, si había de ser sincero, pero Itachi había intentado dejar  las cosas bajo el agua, sin levantar sospechas. Él se sentía una especie de monstruo abusador, y aunque no lo compartiese con Sasuke, el pequeño no estaba ciego. Podía ver cómo las facciones de su hermano se descomponían cuando veía alguna nota sobre la pederastia y sobre la “cura a la homosexualidad”. Se sentía mal, diabólico, enfermo… Y él no deseaba que su hermano se sintiese así.  Porque él era lo mejor que le había pasado.

 

 

—¿Qué tal estuvo el día, pequeño?—le preguntó su hermano en la noche, ya que todos se habían ido.

Lo único que no le gustaba a Sasuke de su cumpleaños, era que su hermano no estaba a su lado. La universidad exigía demasiado de él, y no podía faltar a clases para estar en su fiesta. Pero, como siempre era bueno, le había guardado un poco de pastel que había dejado lejos de Chouji.

—Bien, me divertí mucho. El profesor Iruka hizo que me cantaran “Feliz cumpleaños a ti” y por la tarde estuvimos jugando. Lo único malo es que llegó Sakura…Esa niña está loca, dice que se quiere casar conmigo. Pero yo ya le dije que tengo ocho años y no estoy listo para el compromiso.

El de coleta no pudo reprimir una risilla, de esas que sólo emitía cuando estaban a solas.

—¿De qué te ríes, hermano? — el pequeño infló los mofletes.

—De que algún día no tendrás ocho años y quizás “estés listo para el compromiso”. Encontrarás una chica y harás una familia— el semblante de Itachi se volvió un poco nostálgico.

—Eso no es cierto— se defendió el niño, un poco ofendido—Las niñas son feas. No me gustan… y no quiero hacer una familia, no si tú no estás en ella.

—Eres pequeño, no sabes lo que dices— el mayor le revolvió los cabellos y se fundió con él en un cálido abrazo—Pero, por hoy, feliz cumpleaños, ochoañero.

 

 

Llegó a casa cansado y harto. El servicio en la cafetería había sido pésimo y  la asquerosa perspectiva de tener que fingir amor por la e cabellos rosa lo enfermaba. Pero, era lo que tenía que hacer si quería proteger, aunque fuese sólo u poco, a su hermano. Sabía que al de coleta le frustraba terriblemente tener a Sakura como cuñada,  y que su lado bondadoso le gritaba que ella no merecía ser usada así, pero era un pequeño sacrificio para un bien mayor. Y,   a ella le gustaba recibir esas diminutas migajas de afecto por su parte, así que ¿qué era lo que estaba mal?

Se sentó en el sillón e inició la lectura de un libro. Todavía tenía unos minutos antes de que llegara el que lo llevaría a cenar.

—Ya llegué— lo sorprendió la cansada voz de Itachi.

—Hola. Estoy en la sala— anunció, quitando la vista de su lectura.

El mayor entró a la estancia y se sentó a su lado, para pasarle el brazo por lo hombros. Se sentía tan cómodo entre sus brazos. Lo protegían.

—Y, ¿qué tal el día?

—Bien. No mucho.

—Yo sé cómo arreglar eso— una mirada cargada de lujuria se asomó en ambos.

Cenar ya no sonaba tan tentador.

Notas finales:

Espero que les haya gustado casi tanto como a mí escribirlo.

¿Les dije ya que es mi fic #100? No me gustó el final, me quedó cutre, pero quizás luego lo edite. 

 

Bueno, espero ansiosa sus comentarios. 

Kissus,

c.


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