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Coraza por Aprileneko

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Notas del capitulo:

Mi primer fic de Bleach, con una de mis parejas favoritas. Espero que les guste

Lo encontró sentado detrás del salón de química, donde siempre estaba despejado y silencioso. Era el lugar perfecto si querías alejarte de la gente, como sabía que buscaba hacerlo el Quincy. Solía buscarle a la hora del descanso, para tratar de integrarle al resto del grupo. No por mera cortesía, sino por compañerismo. Aquél, que sin habérselo propuesto, había nacido y crecido a lo largo de las batallas. Sin hablar, sino con las palabras mudas que surgen de la voluntad de las almas cuando luchan codo a codo en la guerra.  No sólo entre ellos dos, claro está. También estaban Inoue, Chad, Renji y Rukia; todos ellos que habían peleado por una sólo y única causa: proteger lo que amaban.

Aún así, Ishida, se alejaba del grupo; como sí tal lazo nunca hubiera existido. Al menos eso pensaba Ichigo, al ver la actitud distante de su compañero. ¿Acaso llevaba tan lejos eso de ser enemigos? o ¿era por lo que había pasado en Las noches? Pensar en esto último le hacía entristecer. Pero, si era así, entonces que lo hiciera por los demás, quienes también querían que se uniera al grupo.

Ishida, por su parte, no lo hacía por lastimarlos a propósito ni porque no sintiera esa unión. No, solamente le gustaba estar a solas, leyendo un libro, cosiendo o estudiando. Además, no se sentía con las suficientes habilidades sociales como para llevar una conversación amable y entretenida con los demás. Se sorprendía a sí mismo contestando con monosílabos, interrumpiendo el ritmo de la conversación con comentarios fuera de lugar o haciendo ademanes que hacían parecer que no le importaba el tema que se trataba. Por eso prefería alejarse, era demasiado difícil lidiar con la gente. No le gustaba sentirse tonto o avergonzado frente a ellos. Por otra parte, últimamente, se había sumado un factor extra a esta fórmula de lo antisocial.

“Ishida”, escuchó que alguien  le llamaba. “¿Qué quieres Kurosaki?”, preguntó fingiendo fastidio. El shinigami se acercó, le miraba de manera extraña, y de repente le preguntó con desenfado: “¿Porqué no te integras al grupo?”.  “Quería acabar de leer éste libro”;le respondió después de un breve titubeo y mostrándole un tomo viejo que había sacado hace días de la biblioteca. “¿Y no puedes hacerlo en tu casa?”, le replicó Ichigo.  Buscó una excusa rápidamente: “tengo que entregarlo el viernes y ya lo resellé una vez. Tal vez otro día Kurosaki”. Cuando vio que el mencionado iba a preguntarle algo más, le detuvo diciéndole: “Se hace tarde y ya va a empezar la clase”. Con esta frase terminante, se dirigieron al salón sin decir nada más.

 De camino a casa, el Quincy, pensaba en lo que había pasado y en su comportamiento; tratando al mismo tiempo de justificarse. Meditaba en lo que le hacía sentir acompañar a los demás en el almuerzo y las horas libres. Los nervios y la incomodidad de sentirse fuera de lugar le llevaban a quedarse callado, pero eso sí, siempre aparentando calma. Quería ser parte de ellos pero parecía algo muy difícil. Se animaba diciéndose que si lo lograba, entonces tal vez tuviera una oportunidad. Detuvo esos pensamientos con fuerte movimiento negativo de cabeza, como si quisiera que sus ideas se volvieran más coherentes.

¿Desde cuándo tenía “esos” pensamientos acerca de “esa” persona? Realmente no recordaba cuando empezó a verlo de ésa manera, tal vez desde el principio y no se había querido dar cuenta. No importaba ya. Aunque al principio eso le hubiera atormentado, sintiéndose culpable por lo que implicaba. Después de un tiempo empezó a aceptarlo. Era malo inventando pretextos pero ésta vez le sirvieron. Se dio cuenta que pensaba cada vez más en él. Cuando le veía en la escuela a lo lejos por los pasillos o en los jardines le daba un vuelco el corazón, esto se volvía pero sí el susodicho se daba cuenta de su presencia y le saludaba o le dirigía la palabra. Claro que por fuera permanecía inquebrantable, nadie hubiera podido descifrar lo que pasaba realmente por dentro.

La imagen que con más fuerza retenía en su memoria y le hacía desbordar las emociones, era aquélla  de la pelea contra Ulquiorra. No cuando Ichigo estaba fuera de sí y le había herido, sabía que en parte había sido su culpa y nunca pensaba echárselo en cara al shinigami. La imagen de Kurosaki totalmente sorprendido al verle herido con su propia arma, y arrepentido al saber la verdad, era más fuerte que el dolor que había experimentado. De sus entrañas desgarradas se originó una sensación de tristeza y de aprehensión, que volvía a sentir cuando lo recordaba.  En aquel momento le hubiera gustado poder abrazarlo y decirle que todo estaría bien, que sabía que no era realmente él e incluso aceptar su responsabilidad en el asunto. Eso no podía olvidarlo nunca.

Ahora entendía aquella frase que había leído en un poema: “la culpa es de uno cuando no enamora y no del tiempo y los pretextos”. Tantos obstáculos ponía para acercarse a él, y también con sus amigos, que podría perder su oportunidad. El fantasma de Inoue, que sabía que estaba perdidamente enamorada del mismo chico que él, rondaba por su cabeza. Decidió que no pensaría más en el asunto.

 

……………………………………………………………

 

Los días que pasaron fueron  bastante normales, decidió mantener su cabeza ocupada con las materias y los trabajos que debía realizar. Además, para no tener tiempo de distraerse con pensamientos “inútiles”, sacó más libros de la biblioteca para poder entretenerse en los momentos de ocio.  Todo eso resultó insuficiente, seguía viendo al shinigami en la escuela y con sólo eso “la loca de la casa” se ponía a trabajar en ensoñaciones amorosas.

No tenía que ocultar lo que le pasaba, de todas maneras siempre era un poco “raro”; por lo que nadie se dio cuenta de que lo que realmente le afectaba era el amor. Amor adolescente.

Pero algo malo tenía que pasar, siempre algo llegaba a arruinar las ilusiones que se había hecho sin proponérselo.

Esa semana se dio cuenta de que no servía de nada esconder lo que sentía y, que si no era correspondido, de amor nadie se moría. Tenía que arriesgarse, aunque no fuera partidario de ése tipo de pensamientos optimistas. Así que decidió acompañarlos a almorzar, dejando a todos muy sorprendidos cuando se apareció  en la azotea del edificio B, donde solían juntarse.

A pesar de que tenía que aguantar a Asano y sus gritos ensordecedores, le pareció agradable estar con ese grupo. Además de que podía estar más cerca de cierta persona, y que no había sido tan difícil porque Inoue se portaba muy amable y atenta con él. Esto al final del día le hacía sentirse miserable de nuevo, porque sentía que estaba traicionando su amistad. Entonces pensaba en no volver a parase por ése lugar de nuevo.

El momento fatal llegó en jueves, ese día intentó perderse por la escuela para no ser encontrado por ninguno de sus amigos. Era la única hora libre que tenían antes de salir, después literatura como última clase. Cuando ya faltaban unos cuantos minutos para que acabara, decidió ir a la biblioteca para entregar el libro de Dumas que estaba leyendo y sacar otro. No sabía porque le había traído tanto ése autor. Andaba entre los estantes dedicados a la literatura europea, los cuales casi siempre estaban vacíos entre semestre y más en horas libres,  cuando los vio en el siguiente pasillo. Fue por un fragmento de segundo, pero esa imagen iba ir a dar a los archivos imborrables de su mente, tal vez modificada y más detallada por su febril imaginación.

Salió corriendo de la biblioteca, sin siquiera sacar el libro que había ido a buscar. Entró en el salón cuando algunos de sus compañeros ya se dirigían también hacia ahí, se sentó en su pupitre y se puso a repasar las notas de la clase anterior y la lectura que había dejado de tarea la profesora. Sentía algo de pesadez en su estómago y una sensación de pesadumbre le iba invadiendo el cuerpo. A la vez que trataba de mantenerse ocupado para evitar visualizar la imagen intitulada ichigoyorihimebesándose, porque si duraba más de cinco segundos pensando en el asunto seguramente lloraría.

Cuando vio entrar a Inoue y al ente anaranjado, al que odiaba en ése momento, mantuvo su vista en los cuadernos haciendo como si no existiera nadie más que él. Pero, al entrar, Ichigo reparó en la presencia del Quincy:

- Hey, Ishida. ¿La lectura que dejó la profe era para hoy?- Preguntó.

-Si,  Kurosaki.- Se limitó a contestar sin voltear a mirarle.

Ichigo se dirigió a su lugar y se sentó. Pensaba en lo que había sucedido minutos antes en la biblioteca. Y eso que había ido a buscar otra cosa en ése edificio, donde pocas veces había entrado.

La clase transcurrió lentamente. Al parecer la mayoría no había leído el texto que se había dejado en clase. La mayor parte de las preguntas eran contestadas por Inoue e Ishida. Al ver la apatía del resto del grupo, la profesora, empezó a preguntar al azar. Su primer objetivo fue Kurosaki, quien sorprendió a todos contestando puntualmente. Lo que no sabían era que si había hecho la lectura, pero que no se atrevía a contestar las preguntas, no por pena sino porque no quería sentirse ñoño. Ya que poco le importaba lo que pensaran los demás.

Al finalizar las clases, Ishida salió apresuradamente del salón. Quería estar solo en su casa, tirarse en su cama y comportarse como un emo hasta quedarse dormido. Sabía que tenía tarea para el siguiente día, pero la haría más tarde. Recapacitó en lo tonto que era hacerse ilusiones sobre una persona sin hacer nada realmente para conquistarla. Se sentía muy mal consigo mismo. Pensaba que Inoue se merecía estar con el shinigami, pues ella había sido sincera en sus sentimientos y  consigo misma. Luego venía el enojo en contra de Ichigo, que ni siquiera se había dado cuenta de sus sentimientos, que solo le veía como un compañero. El mismo coraje le hacía desviarse a juicios ilógicos, como el pensar que nunca le haría caso porque no era una bella chica con senos grandes; pero inmediatamente se reprendía por pensar así de sus dos amigos. Era el despecho hablando por él.

Mientras tanto, en la clínica de la familia Kurosaki, las cosas no iban tan mal. Ichigo pensaba en llamar o no a Inoue, quería decirle aquellas cosas que se guardó cuando pasó lo de la biblioteca. Era una chica realmente hermosa, de la que nunca hubiera imaginado tal declaración de amor y aquél  beso tan entusiasta. Durante la batalla le había tomado un cariño especial, cuando en el pasado apenas si hablaban. Le contaba entre sus mejores amigos y le estaba muy agradecido por su ayuda. En el presente, sin embargo, se veía en una situación complicada; quería saber cómo estaba ella pero no se atrevía a tomar el teléfono. Al final se decidió, y hablaron por un rato; hasta que Yuzu le habló para que bajara a comer. Cuando se disponía a sentarse a la mesa, su padre (como siempre) no se contuvo de hacerle bromas acerca de la llamada que había hecho. Por lo que comió deprisa para refugiarse en su cuarto (después de patear a su tonto padre), y pensar acerca de lo que le había dicho Inoue por teléfono. 

 

Notas finales:

Gracias por tomarse el tiempo de leerlo. Me alegraría mucho sus comentarios y sugerencias. bye :)


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