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Juegos por Hisue

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Notas del capitulo:

Bueno, siguiendo con el experimento...

El día comienza como todos los días, con el sonido del despertador. Alguna vez se debería inventar un despertador que toque algo mejor que el chillido intermitente que tocan ahora.


Estas en casa. Comes. Vas a la universidad. Hablas de las mismas cosas todos los días. Regresas a casa. Un perfecto circulo vicioso.


Una chica que no recuerdo como se llama me coge el brazo y mira el tatuaje y me pregunta que significa. Quiero decirle “es para no olvidar el día en que me follo un tipo”, pero eso pondría mi de por si mala imagen peor aun. Jenny ha hecho su trabajo muy bien. Supongo que será una excelente esposa.


Le digo que no lo sé, pero que me gusto la imagen y ella parece feliz por eso.


Han pasado dos semanas desde que me hice el tatuaje.


Jay está sentado delante mío con un libro en las manos.


-¿Sabes que no estoy del todo de acuerdo con Freud?- me pregunta.


Lo miró sin darle importancia y me concentro en mi propio cuaderno lleno de apuntes de administración, para descubrir sin demasiada sorpresa que en realidad me importa un bledo lo que hay allí escrito.


-Si eso fuera cierto, todos los niños violados serian psicópatas y no podrían elegir otro camino. Esa teoría le resta individualidad a la individualidad de las personas.


Digo que estoy de acuerdo con Freud, aunque no sé de qué teoría está hablando.


-Las personas no son individuales, Jay- digo- Se comportan estandarizando su comportamiento en grupos, eso les resta individualidad a su individualidad.


Paso de la conversación fingiendo interés en mis apuntes y Jay se marcha después de un rato.


Cuando el día termina, descubres que en realidad no has hecho nada nuevo y por un instante leve sientes que no sirve de nada que estés vivo. Lo malo es que mi instante dura mucho tiempo. Quiero ser la causa de algo, o el fin de algo, pero la verdad lo único que quiero es no sentirme como si me asfixiara en mi vida deslucida. Jay dice que es porque no puedo conformarme con nada, dice que tengo un problema de adaptación social. La voz de Jay suena algo adormilada por el teléfono y le digo que los demás están demasiado adaptados. Jay dice si quiero divertirme y asiento aunque él no puede verme.


Estoy en una calle que se ve bastante elegante con las manos en los bolsillos y me pregunto qué demonios estamos haciendo por enésima vez mientras sigo a Jay y él me lleva hasta un garaje de dónde saca una moto de color negro.


-Es lo bueno de tener padres con dinero y que no se ocupan de ti- dice y monta- ¿Qué quieres hacer, Matt?


-Correr- digo. Admiro la moto por un momento y recuerdo el libro que Jay me recomendó leer, ese de dónde sacaron el Club de la Pelea. Recuerdo que nunca vi la película- ¿Alguna vez has estado en un accidente?


Si la supervivencia es una capacidad inherente humana, entonces ¿qué es la autodestrucción? Jay conduce por la autopista rebasando el límite de la velocidad permitida y el viento me congela el rostro y hace que los mechones de cabello castaño de Jay choquen en mi cara y que el abrigo revolotee en mi espalda. Tengo en mis oídos el ruido del motor de la moto y del viento. Le digo a gritos que gire a la izquierda y la mota derrapa y rebasa a un taxi. Escucho la maldición del taxista perdiéndose en el aire. Vamos en sentido contrario. El pulso se acelera, la respiración igual y los músculos se tensan y mientras vamos de frente contra un auto que suena el claxon incesantemente el miedo se mezcla con el sonido de los latidos del corazón en tus oídos y te ahogan y el estomago se te encoje y sientes que tienes el control del universo.


Jay dice que no se va a quitar. Le digo adelante y aprieto los dedos en su camisa. El auto frena y se desvía y pasamos ilesos y me doy cuenta que estoy riendo, con la cabeza echada hacia atrás y mi risa suena un poco demasiado histérica para alguien cuerdo y el paseo termina. Cuando Jay deja la moto en el garaje dice que si seguimos con esto nos vamos a matar.


-Supongo que sí- le digo y pienso que es mejor que la opción de vivir, simplemente vivir.


Cuando la sensación excitante de estar a punto de morir pasa, todo vuelve  a ser de un deslucido tono gris. He decidido que no me gusta el gris. El garaje es uno de esos lugares para gente súper rica y está vacío a excepción de los autos guardados allí. Una idea recorre mi cabeza, y no lo pienso porque pensar es lo que hago siempre.


Me acerco a Jay y le beso en la nuca, justo por debajo de su cabello. Paso la lengua por la línea que marca el hueso de la columna y él se da la vuelta y me sonríe. Lleva un dedo hasta mis labios y los acaricia y yo lo lamo y al instante él me empuja. Mi espalda choca contra un auto. Jay posa una de sus manos en mi miembro, acariciando sobre la ropa, apretando hasta que logra que cierre los ojos y jadee. Se separa de mí, le reprocho con la mirada y él dice que mañana tiene que levantarse temprano y debe irse.


Yo llevo mi mano hasta el pantalón y me bajo el cierre y tomo mi miembro con una mano y lo acaricio. Jay me sonríe y se apoya en la moto. El juego cambia, pero es igual de excitante. Por lo menos no hay peligro de morir. Una mano no parece ser suficiente y llevo la otra y la muevo sobre mi miembro, consciente de lo que me excita en realidad es que él me está mirando y no hace nada por ayudar. Me mira con una sonrisa de superioridad, mientras recarga su cuerpo en la moto, como si estuviera viendo un programa matutino en la tele y no a su mejor amigo masturbándose. Un gemido escapa de mis labios mientras mi espalda se arquea y siento que mis piernas tiemblan. Jay se acerca, me da la vuelta, me baja el pantalón y hunde dos dedos dentro de mí y yo gimo más fuerte y luego le ruego. Durden dice que tienes que caer hasta lo más bajo para reconstruirte y yo estoy casi arrepintiéndome de haber leído el libro y tener más ideas encima de mis ideas.


-Por favor- digo- hazlo, por favor.


Estoy en el fondo. Ruego por sexo. A mi mejor amigo. Y él saca sus dedos dentro de mí y dice no en mi oído y se pega a mi cuerpo para que pueda sentir su miembro endurecido y luego vuelve a voltearme. Estoy en el fondo. Me arrodillo, porque mis piernas no me sostienen y él se abre el pantalón. En el fondo, hacerle sexo oral a un tipo no es tan malo. Lo pongo en mi boca, lo lamo, succiono y uso una mano para masturbarme y luego Jay me coge del pelo y empieza a mover mi cabeza y el trozo de carne caliente en mi boca palpita y se pone más duro si cabe y él se corre y yo hago lo mismo en mi mano. Jay me dice que me levante y yo lo hago, me arreglo la ropa y nos vamos y una pequeña parte cuerda dentro de mi cerebro dice que todavía es pronto y puedo salir del fondo y yo la ignoro.  


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