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Sin luz. por Mirelle

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Notas del capitulo:

Espero que les guste... ^.^

Sin luz.

 

 

 

Axel y Roxas se encontraban en casa del primero. Roxas había ido a pasar la tarde con su amigo pelirrojo y se había quedado a cenar. A las diez de la noche en punto, empezó una buena tormenta y a las once todavía no había terminado.

 

 

 

La verdad es que a ninguno de los dos le agradaba la idea de quedarse solos, ya que ambos sentían una atracción el uno por el otro, y habrían preferido seguir cada uno su camino, pero al rubio le asustaban mucho esas tempestades. Además que ninguno podía salir a la calle así.

 

 

 

Así que se encontraban los dos sentados incómodamente en el sofá y parecía que una de esas películas aburridas que hacen los sábados por la noche se había vuelto la cosa más interesante del mundo.

 

 

 

-¡¡Pero si ni siquiera me conoces!! ¿Cómo dices que te has enamorado de mí? – exclamaba una mujer pelirroja mientras lloraba a lágrima viva. El hombre se le acercaba lentamente con la mirada serena.

 

 

 

-Te amo. – dijo el hombre al mismo tiempo que Axel bostezaba enérgicamente.

 

 

 

Cuando el hombre de la televisión estaba a punto de besar a la mujer, se fue la luz. Axel y Roxas estuvieron unos segundos en silencio, sin ver nada y en completo silencio. Sólo el ruido de la lluvia al caer y algún que otro rayo interrumpían el silencio. Roxas había aguantado las ganas de saltar sobre su compañero y abrazarlo sólo por orgullo. Estaba muerto de miedo.

 

 

 

Entonces, el pelirrojo habló para liberar un poco la atención, pero sólo complicó las cosas.

 

 

 

-¿Sabes que nueve meses después de una de estas apagadas los índices de natalidad suben como la espuma?

 

 

 

Roxas tragó saliva, nervioso. Axel se dio cuenta de su metida de pata y tragó duro.

 

 

 

-¿Quieres hacer algo? – preguntó intentando arreglar la solución, pero al instante se dio cuenta de que la tensión de la sala volvía a subir.

 

 

 

-Podríamos jugar a algo… - susurró el rubio. – Bueno… ¡No me refería a eso, eh! No mal pienses… Quiero decir… que yo… Mejor me callo. – suspiró bajito, apenado. Axel soltó unas risitas y el rubio oyó como su compañero se levantaba. - ¿Dónde vas? – No era para ponerse histérico, pero le asustaba mucho que le dejasen solo.

 

 

 

-Sólo voy a por unas velas, no sufras. – rió el pelirrojo mientras buscaba a tientas acariciarle el pelo a su amigo, pero entre la oscuridad, lo único que consiguió fue meterle un dedo en el ojo y darle una bofetada.

 

 

 

Roxas se quedó sentado, quejándose del dolor en el ojo y en la mejilla cuando de pronto oyó los ruidos de platos cayéndose y la exclamación de dolor de su compañero.

 

 

 

-¿Estás bien? – preguntó sin levantarse. Al no recibir respuesta, se empezó a impacientar. Se levantó con cuidado y fue a tientas hasta la cocina, chocándose dos veces contra una pared y tirando varios objetos a su paso. - ¿Axel? ¿Hola? ¿Estás bien?

 

 

 

Llegó a la cocina y al no haber luz, no vio que había algo a su paso. Tropezó y cayó. Sorpresivamente, no se hizo daño. Extrañado, se sentó sobre el bulto que le había parado la caída y empezó a tocar. Era calentito y tenía formas raras.

 

 

 

-¿Quieres dejar de manosearme? – preguntó una voz delante de él. Demasiado cerca. ¡Estaba sentado sobre las caderas de Axel! Sonrojado y emitiendo un gritito se intentó levantar, con tan mala suerte que volvió a caer, esta vez sobre su torso, quitándole el oxígeno a su compañero. - ¡Roxas! ¡Me ahogas!

 

 

 

Cuando los dos se levantaron, el pelirrojo se disculpó por preocuparle. Los dos empezaron a buscar las velas en los cajones, ya que ninguno sabía donde poder encontrar las malditas velas.

 

 

 

-¡Encontré algo! – gritó Roxas al notar entre sus manos algo cilíndrico. Axel acudió a su lado para comprobarlo, pero vio que sólo era un pote de pastillas. Siguieron buscando un rato más hasta que Axel tocó algo raro. Así, se asustó al descubrir que se trataba de un consolador. Se sonrojó inmediatamente y dejó el objeto en su sitio, buscando en otra parte. ¡¡Que conste que era de su madre!! Qué asco…

 

 

 

-¿Has encontrado algo? – peguntó Roxas.

 

 

 

-Ajá.

 

 

 

-¿Las velas?

 

 

 

-No.

 

 

 

Buscaron un rato más, hasta que a Roxas se le ocurrió una genial idea.

 

 

 

-¿No será que no tienes velas o que no están en la cocina? – preguntó mientras se reía por la estupidez que acababa de soltar. No obstante, un silencio les invadió y luego Axel se puso a reír a carcajadas.

 

 

 

-Pues tienes razón. JA JA, toda la razón. No quedan velas. De hecho, creo que nunca he tenido… - siguió riendo y empezó a buscar a tientas la salida. – Ya podemos volver al salón, cerebrito…

 

 

 

-¡No me llames así! – se quejó. Sonrió e hizo lo mismo que su compañero, tropezando unas cuantas veces más, cayendo unas cuantas veces más, tropezando más y gimiendo más de dolor. Al llegar al salón, se volvieron a sentar en el sofá.

 

 

 

-Pues casi prefiero no acabar de ver esa maldita película. Me estaba aburriendo. – comentó Axel. Despreocupadamente pasó un brazo por el cuello de Roxas y bostezó. Roxas se quedó en el sofá rígido, notando el brazo de su compañero en su hombro.

 

 

 

-¿Recuerdas cuando nos conocimos? – preguntó el rubio. El pelirrojo atrajo hacía sí a su compañero y le abrazó cálidamente. - ¿Qué es lo que pensaste cuando me viste por primera vez?

 

 

 

-Felicidad. – besó su frente. – Atracción. – besó sus mejillas. – Cariño. – su nariz. – Amor. – finalizó, rozando ambos labios. Roxas aceptó gustoso el beso que el otro no quiso dar y lo hizo posible.  Ambos jugaron el uno con los labios del otro, suspirando por ese amor escondido tanto tiempo. - ¿Y tú? – preguntó cuando se separaron por falta de aire.

 

 

 

-Que acababa de conocer al hombre más perfecto del mundo. – rió Roxas. Volvió a besar a su compañero, pero con más pasión, lujuria, posesión. Axel empujó despacio a su compañero sobre el sofá y empezó a morder sus labios, su cuello. Esa piel que deseaba tocar desde hacía tanto tiempo.

 

 

 

-Axel… cuando estoy contigo… creo que lo demás ya no me importa… Es como si los dos viviésemos en un universo donde lo demás no existe, sólo tú y yo… - respiró contra sus labios y movió la cabeza para que su compañero pudiese morderle el cuello más fácilmente.

 

 

 

-A mí me cuesta esconder mis ganas de tenerte cuando estás tan cerca… - rió el pelirrojo. Sonrió complacido cuando Roxas dejó escapar unos gemidos lastimeros. Ambos se fueron hacia la habitación y allí terminaron de hacer sus cosas.

 

 

 

Y es que, en una noche sin luz, Axel y Roxas se dieron cuenta de que se pueden hacer muchas cosas, pero de todas ellas, la más divertida sin duda es explicarse los sentimientos los unos a los otros.

 

 

 

Fin.

Notas finales:

¿Reviews o tomatazos??


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