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Dropa por yuxiel usegui

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El murmullo de aquellas calles llegaba  a ser ensordecedor, los mercaderes y los compradores igualaban los tonos de voz, el ajetreo de las avenidas aledañas se sumaba al lado de los fuertes olores que inundaba su nariz con aquellos toques picantes que solo las especies de la Canela, el ajenjo, los chiles y el humo de automóviles y anafres por igual le daban a toda aquella aborigen de formas y colores.

 

Su atuendo chocaba con el de la mayoría de los transeúntes de la vía, pantaloncillos cortos, playeras holgadas en su mayoría con estampados florales en colores chillones, blusas vaporosas y faldas cortas, eran significativamente diferentes a su atuendo de Dandy de los años 30 que el forastero llevaba puestas, mas como un uniforme que como una uso decisión de él, la gabardina se pego un poco mas a su cuerpo producto del sudor por aquel abrazador bochorno que solo se produce al estar en un espacio tan pequeño pero sobre cargado a mas de su máxima capacidad, podía sentir como la fría brisa golpeaba en su rostro moviendo las vellosidades de su cuello besándole con aquel fresco viento que contrastaba con su sudorosa camisa de manga larga.

 

Odiaba las aglomeraciones de gente, frunció un poco mas el entrecejo, el cual se asomo un poco sobre aquellas obscuras gafas que sobre dejaban ver unos ojos color almendra y finas hileras de bello suave y sedoso color ónix por cejas, su paso se apuro un poco mas, divisando siempre 3 metros mas allá de su puesto, cosa que a sus entrenados instintos le costaron un poco entre tanta gente presente, la calle vio su fin abruptamente anunciado por una vuelta de 90 grados y el dio pie a contra corriente, logrando encontrar un puesto de techos de manta corroída y tan antigua que mas parecía un subvenir mas de los que allí el puestero ofrecía, escondido entre la pared de pedruscos color arena y un árbol de maguey seco desde antes de la conquista probablemente.

 

-         Hola. – Entono su mejor acento del idioma castellano que en aquel convento de monjas durante su educación en Italia pudo recordar.- ¿Es aquí Roberto Fernández?. – Él tendero frunció un poco las cejas, esperando hilar bien las frases que el “Americano” le acababa de decir, podía ser de cabellos obscuros, pero esa piel blanca, el acento inconfundible que reconocía en sus bastos años de atender en aquel puesto que tenia en Cuzco de collares y pulseras hechas de cobre y cristal semejante al cuarzo nunca le habían fallado.

 

-         No. – No sabía ingles y debido a que el “Gringuillo” le había dicho mal la oración dudaba que entendiera la basta explicación que respondiera su pregunta, su mente se ilumino y se llevo los dedos índice y el medio a la frente bajando la cabeza y haciendo la señal de la cruz, señal inconfundible tanto para paganos como para creyentes.

 

-         Merda. Maldijo a aquel monje en las montañas del Tíbet por su información caduca, dedico una mirada através de los cristales opacos al tendero de piel morena, ambigua y carente de expresión, pero llena de frustración, se inclino la ala del sombrero marrón a jugo con la gabardina y dio media vuelta, retornando por donde había llegado, en su mente solo un pensamiento se formo “Tanto para nada”.

 

Felipe miro extrañado cada movimiento de aquel que había pensado era americano pero que le había confundido de sobre manera al soltar aquella extraña palabra que pocas veces había escuchado, aquel hombre ilegible parecía que había subido la cima solo para ver al antiguo dueño del local, Don Roberto, le resulto extraño pues una caminata de 2 kilómetros y medio al cobijo del sol, y no ver las ruinas de Machu picchu era una peregrinación que el no aria por que si.

 

Y fue ahí que como un relámpago en lo mas hondo de su mente recordó la noche de hace tres meses cuando su Tío había sucumbido ante la Diabetes y confiándole una encomienda a juramento por la Santa Virgen, casi sintió las ganas de darse una palmada en la frente cuando corrió hacia la parte trasera del puesto, rebuscando entre un huacal de madera que entre muchas cosas contenía un amarrado de cuero negro con una soga de mecate fina y de solo 4 hebras haciéndola ver como si fuera hoja de maíz.

 

-         Señor, señor. –  Una vez con su cometido en manos salio corriendo detrás de aquel hombre, dándole ala canse a solo 2 metros de su anterior ubicación, se sostuvo entre sus rodillas, la edad y la mala vida daban cuentas y su condición ya no era la de a los 16. Reiden sintió que aquel hombre de antes lo llamaba podía reconocer su fuerte acento centroamericano y detuvo su paso, dándose la vuelta para encontrarse con unos ojos negro y mirada decidiosa pero esperanzada.

 

-         ¿Viene por lo de Dropa?. – Pregunto esperanzado de al fin poder cumplir lo que su tío pidiera antes de morir con tanto apremio, el hombre frente a el entendió solo un apalabra Dropa, su cabeza asintió y Felipe le entrego aquello que en sus manos llevaba, le sonrío y sin decir nada fue el turno de él de darse la vuelta y regresar a su puesto.

 

Reiden quedo extrañado de tan  inhabitual situación, pero por dentro sintió grandes ansias de develar lo que el cuero guardaba desde hacia años podía verse por el estado acartonado del cuero y las marcas del tiempo de aquel hilo que lo sujetaba, agradeció con un inclinamiento de cabeza aunque el otro no le viera y celosamente se llevo la mano derecha dentro del bolsillo de la gabardina asiendo con fuerza el paquete, debía verlo cuanto antes pero no debía ser en publico apuro el paso deseando que el camino se hiciera menos tedioso de bajada.

 

El murmullo del las gotas cayendo contra el suelo, y el sonido del viento en la ventana poco llamaron la atención de los ojos almendrados, estos se mantenían fijos en un solo objetivo carente de sentido y dejándolo solo en profunda obscuridad mas que cuando inicio aquella búsqueda infértil, se sintió furioso, abusado como si algo estuviera burlándose de el haciéndole perder su tiempo y sus energías. No pudiendo evitar preguntarse si el trabajo era realidad o solo una tomadura de pelo, arrojo el viejo pergamino sobre la colcha blanca de aquel hotel en medio de la nada y tomo el teléfono con poca delicadeza.

 

Espero a que el tono trasnacional llegara a la otra línea mientras sus dedos se tamborileaban de manera impaciente, dos, cuatro, seis tonos y la llamada no era respondida. – Hola.

 

-         ¿Qué demonios significa esto?. – Su tono fue enérgico y tajante, no mas, no volvería a empezar – Es un maldito juego acaso, te ríes de mi.

 

Dejo que el hombre se descargara, después con tono pacifico dejo que su voz fuera escuchada – Las pistas son contundentes, tienes que tener paciencia cada vez estamos mas cerca.

 

-         Más cerca, acaso bromeas, todos los indicios apuntan de nuevo al Tíbet, de hecho durante los dos últimos años no han hecho más que llevarnos allá y mandarnos a los confines del mundo una y otra vez.

 

-         Se que parece extraño pero, puede ser que aun no sea el tiempo.

 

-         ¿Tiempo?, quieres explicarte.

 

-         ….

 

-         Creo que por dos años de mi vida, merezco saber que es lo que estoy buscando

 

-         Una persona. – Sus dedos largos y lisos masajearon el puente de su nariz, respirando profunda y lentamente para dirigir la noticia que Marck le daba. – Me acabo de enterar. – No lo mencionaba como escusa, sino como información que era vital para el asunto. – Los informes llegan desde Praga, debes trasladarte allí de inmediato. – Después de sus ultimas palabras colgó la bocina, era peligroso hablar mucho tiempo vía satelital.

 

 

Se sentó suavemente en la amplia cama y tomo el pergamino ahora con mas delicadeza releyéndolo, desde hacia un par de meses la intrincada búsqueda de su mentor Marck había dejado de ser “La del Tesoro”, para convertirse en algo misterioso y sin sentido, algo que no lo gustaba en lo absoluto. En el pergamino amarillento por los años solo había 5 palabras; En el Tíbet tus respuestas. Dado su tamaño hubiera podido aseverar que algo más se encontraba ahí, pero debajo de capas y capas entre tela y pergamino el pequeño papiro de no más de 5x5 cm. Se encontraba, lo apretó en su puño con fuerza.

 

 

Su vista permaneció fija en el marco de la ventana viendo como la luna comenzaba a salir por entre la cordillera de aquellas montañas, imaginándose lo esplendorosa que debió de haber sido la vista en el tiempo de la antigua civilización que sobre estas mismas se herejía.

 

 

El Dorado, le llamaban algunos, la tierra perdida, aquella ciudad que por calles tenia plataformas de Oro y por piedras y escalones rubíes y esmeraldas, la ciudad mas codiciada por el viejo mundo, causante de matanzas y cruzadas sin sentido contra los nativos sobrevivientes a lo que su continente denomino Colonización, el reflejo de un rostro serio le veía desde un punto del cristal como un gemelo fiel, aquel rostro que a veces no llegaba a reconocer como propio, demasiadas arrugas y un pelo por aquí otro por allá en pigmentación blanquecina, los años le pasaban factura sin duda alguna.

 

 

Ya no era aquel graduado de Florencia, aquel muchacho que soñaba con grandes recompensas y un lugar en los libros de historia, no había mas secretos que la tierra guardaba ni culturas que esperaban ser descubiertas por románticos emprendedores, no había un Dorado al final del camino, aquellos pensamientos siempre lograban hacerle sentir impotencia y desosiego, pareciera que podía oír la vos del Márquez, diciéndole que desperdiciaba su vida, que tiraba su nombre por la borda – Hum.- Una sonrisa desdeñosa se dibujo en su piel madura  “Claro que no padre, mi compromiso con el saber va mas allá que tu insulsa vida de etiqueta” y fue ahí que con 22 años, un titulo en mano y la adrenalina bombeando por su sangre fue directo a estrellarse con la pared.

 

 

Suspiro frustradamente se había prometido así mismo que el favor a Marck seria el preludio a su retiro, hacia años que su amada historia le había defraudado, entregándole sus secretos a muchos antes que el, y le fue imposible pensar en como el maduro hombre de Yale había llegado a su vida hacia mas de una decena de años. Muerto de hambre, repudiado por su familia y con la amargura de una vida infructuosa un hombre de apariencia intelectual había llegado al banco al lado del suyo en aquel bar de Londres, aquella mullida pocilga en donde por un par de libras ofrecían licor de baja calidad, le extraño verlo ahí en la inmundicia del hombre, en la caricatura de un caído.

 

 

Se había sentido intimidado por aquel que le miraba por encima de su hombro, en aquella ilusión causada por que su cabeza estaba tan gacha que un par de centímetros mas y la hubiera posada en la barra pestilente, pero el era Reiden Malatesta hijo del Márquez de Malatesta antiguo gobernante de Barletta Italia, del que aunque ahora solo quedaba el nombre de abolengo, la sangre y nobleza de sus antepasados seguía fluyendo por sus venas día con día no se dejaría humillar por un aristócrata Ingles de mierda cualquiera, su mirada se agudizo, fría y pulcra fue como una lanza contra el caballero de mediana edad. El hombre de cabellos rubios le devolvió el gesto de forma pacifica, casi dulce que le embargo de una calma desconcertante.

 

 

Marck era su nombre se enteraría después, Marck el inquebrantable llamado por él mismo, por que la situación que fuera los ojos azules nunca se cubrían de tormentas desdeñosas o cielos nublados, siempre con la cabeza fría y actitud apacible. Sus manos se movieron despacio sobre el edredón en dirección a la punta, mientras dejo que su mente siguiera vagando libre por donde el hilo de sus pensamientos la llevasen, deseaba sentir la calidez y el confort de una cama tibia, la suavidad de las mantas cubriendo su cuerpo, abrazándole en su camino hacia el reparador y necesario sueño, pero mientras sus pies se descalzaban sin desabrochar las agujetas de los mocasines y su cuerpo se incorporaba para adentrarse al lecho, la masa de envoltorios de cuero y telas del pergamino callo sobre la alfombra color verde, como una lluvia de polvorosas dunas desérticas haciendo un sonido sordo al estrellarse contra la tela sintética del acabado.

 

 

Su iris rápidamente viajo al sonido y el destello que la lámpara de tocador a su lado dio sobre aquello que antes había obviado entre los sobrantes, cayo al suelo pero antes de que pudiera sentirse cómodo en su posición la pequeña esfera de cuarzo fue tomada por sus rápidas y ágiles manos, era increíble como había escondido su peso entre las capas, pero se recrimino a si mismo por no haberlo supuesto, era una forma de alejar a los indeseables de los secretos valiosos, un error que entre principiantes se admite pero en alguien como el es inadmisible, dejo los reclamos y las faltas para después. Aquella pieza era sutilmente inmaculada, tallada finamente sobre el cuarzo trabajada como si fuera un diamante del mas alto valor, sus ojos rápidamente se perdieron en su forma curva maravillándose ante su resplandor y los destellos que la luz lunar agregaba a al cuadro, era como una bella obra de arte, una Mona lisa enigmática haciéndote sentir confortable con su mirar pero advirtiéndote que nunca debelaras sus secretos, y fue la misma luna la que le dio la ultima sorpresa de la noche.

 

 

Sobre el ecuador de la esfera, grabado como si hubiera sido con la mas minuciosa herramienta del joyero del Zar, una inscripción semejaba una línea recta, la acerco mas a su rostro y abrió las cortinas totalmente para que la luz exterior entrara, era tan pequeña la grafía que era apenas perceptible, tanto que de no ser por la luz lunar que jugaba con las nubes a esconderse y ser debeladas por esas, jamás habría reparado en las diminutas sombras que las letras creaban. La noche era clara y el cielo se despejo en el instante permitiéndole que alcanzara a leer el mensaje que dentro había.

 

 

Suus sua suum domus suus sua suum lumen, suus sua suum stella plus brillante suus sua suum filius via devulta.

 

Oculus cæruleus suus sua suum origo itaque  dum finite.

 

Titan defendo sua Urantia  suus sua suum filius.

 

 

Su concentración se profundizo las neuronas comenzaron a consumir una cantidad de glucosa  extrema tratando de descifrar lo que sin duda era latín, a primera pasada todo parecía indicar alguna especie de profecía mítica, sin duda viera por donde lo viera el rumbo de los hechos no le gustaba en lo mas mínimo.

 

 

Releyó y releyó las líneas en latín antiguo.

 

 

En la casa de la luz, la estrella más brillante mostrara a su hijo el camino devuelta.

 

Los ojos verdes sabrán su origen y el tiempo abra terminado.

 

Solo el titán podrá defender a Urantia de sus hijos.

 

 

Continuara….

Notas finales:

 


Hola, espero les uste esta historia, mi primer intento serio de un fic Original, los hechos, cosas y lugares que aquí se dicen son tomados de hechos presuntamente ciertos, ya lo verán mas adelante.


 


Por cierto, la traducción del latín, no es totalmente fiel, use un traductor al cual no le tengo confianza (Google).


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