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Odio a mi vecina. por Mirelle

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Notas del fanfic:

No me pertencen los personajes. ^^

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

Odio a mi vecina.

 

 

 

Odio a mi vecina de abajo.

 

 

 

Es una mujer morena de ojos verdes y pelo corto de unos cincuenta años. Su nombre es Sakura y es una pesada que me hace la vida imposible y no me deja en paz. No me extraña que su marido la haya dejado. Pero no obstante, también siento lástima por su hijo adolescente, Sasuke, que tiene que convivir con ella.

 

 

 

Odio a mi vecina.

 

 

 

¿Motivos?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lunes: 5 de la tarde.

 

 

 

Ella se encontraba durmiendo la siesta mientras su hijo jugaba a la wii en su cuarto. ¿Qué como lo sé? Por que estaba observando atentamente como se movía jugando al tenis y como su cuerpo sudaba y gemía. Pero bueno, eso es otro tema. El caso es que después de que el chico se tendiese sobre su cama, cansado, yo había empezado a jugar con una pelota de tenis, tirándola contra una pared y recogiéndola.

 

 

 

Cuando de repente, la pelota por arte de magia cambia de trayectoria y va directamente contra la ventana de la casa de mi vecina de abajo, rompiendo la ventana y entrando en el salón.

 

 

 

La mujer, asustada, se levantó al oír el ruido de cristales rompiéndose.

 

 

 

Llamé a la puerta y me abrió con cara agria.

 

 

 

-Hola, buenas. ¿Puedo pasar a recoger mi pelota…?

 

 

 

Como estamos en horario infantil no voy a decir las barbaridades que llegaron a salir de su boca. Total, ¿para qué? Para que me echase de su casa de una patada y no me devolviese mi pelota.

 

 

 

¿Eso no se llamaba robar?

 

 

 

En resumen, odio a mi vecina por no dejarme entrar en su casa y robarme.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Martes: 3 de la mañana.

 

 

 

Resulta que esa noche no podía dormir a causa del calor del verano y tenía el tic de la lavadora. Empezaba a dar vueltas en la cama como un centrifugado. Bueno, me levanté soñoliento y mis ojos se posaron en la guitarra eléctrica que descansaba en el salón.

 

 

 

La cogí y la observé con una sonrisa.

 

 

 

Para entretenerme y cansarme, empecé a cantar heavy metal mientras saltaba y tocaba la guitarra eléctrica con el volumen de la música “un poco demasiado” alto.

 

 

 

La mujerzuela vino a llamar a mi puerta a las tres de la mañana (ya me puedes ir contando qué hacía ella despierta a las tres de la mañana) y me empezó a gritar, muy pero que muy enfadada. ¿La habría interrumpido en medio de su masturbación nocturna? Nunca lo sabría…

 

 

 

En resumen, odio a mi vecina por no dejarme entretener.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Miércoles: 1 del mediodía.

 

 

 

Era una tarde aburrida de verano y no daban nada bueno en la televisión, así que decidí divertirme un rato.

 

 

 

Me colé por la ventana rota de mi vecina de abajo (no, todavía no la habían arreglado) y me encontré en el salón. Antes de dar un paso, una voz me detuvo.

 

 

 

-¿Qué haces aquí? – preguntó una voz demasiado hastiada como para ser la de ella. Me giré y vi al adolescente que tenía como hijo, que me miraba esperando una respuesta, pero no demasiado interesado.

 

 

 

-Divertirme.

 

 

 

Le enseñé el pote que llevaba en mi mano.

 

 

 

-Mamá te va a matar… - gruñó fulminándome con la mirada. – Pero adelante, un capullo menos.

 

 

 

Sonreí con decisión.

 

 

 

Me colé en el baño y dejé el potecito de tinte en la reja, junto a sus productos cosméticos.

 

 

 

Y desde ese día, Sakura llevó el pelo de color rosa.

 

 

 

¡¡La muy bruja estuvo a punto de denunciarme a la policía!! Pero claro, no tenía pruebas de que yo había cambiado su tinte marrón por el rosa. Así que, quedé impune.

 

 

 

Pero desde ese día, odio a mi vecina por no dejar que me divierta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jueves: 7 de la tarde.

 

 

 

Aquella vez no estaba dañando a nadie.

 

 

 

Me encontraba aburrido en el sofá y por casualidad, observé unas plantas que tenía abandonadas en el balcón. Las pobres estaban bien muertas. Me dieron pena. Fui a la cocina y agarré una jarra, donde puse agua fría.

 

 

 

Me acerqué al balcón y las empecé a regar.

 

 

 

Sonreí cuando vi que estaban volviendo a la vida poco a poco.

 

 

 

Un poco de agua (un chorro de nada) sobrante iba cayendo al piso de abajo, al jardín de mi vecina, con tan mala suerte de que le cayó encima mientras tomaba el sol.

 

 

 

¡¡No sabéis el pollo que me montó por lo fría que estaba el agua y lo maleducado que era al no respetar que ella estuviese tomando el sol tranquilamente!! ¿¡Y a mí qué?!

 

 

 

Yo ya le contesté que hubiese preferido que el agua hubiese caído sobre su hijo y así que le hubiese podido ver esos dulces pezones marcados en la húmeda camisa, pero me partió la cara.

 

 

 

En resumen, odio a mi vecina por no dejarme regar las plantas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viernes: 9 de la mañana.

 

 

 

Me había levantado con un poco de dolor en la espalda, seguramente causado por dormir con el ventilador enchufado toda la noche.

 

 

 

Me levanté cansado y para mejorar mi estado, me dispuse a hacer ejercicios matutinos. Nada complicado, sólo unos cuantos saltos, flexiones… lo típico.

 

 

 

Pero la mujer subió a mi casa y me dijo entre gritos que despertaron a todos los vecinos que no podía ponerme a pegar saltos a esa hora por qué la despertaba a ella y necesitaba descansar por qué trabajaba de noche.

 

 

 

Maldita puta…

 

 

 

Pero sonreí al ver como detrás de ella aparecía un soñoliento adolescente moreno en pijama bostezando delicadamente. Al irse la mujer, me sonrió.

 

 

 

-Si quieres la próxima vez me despiertas y hacemos ese ejercicio juntos. Yo también dormí mal.

 

 

 

Sasuke era tan bello…

 

 

 

Pero bueno, limpiándome la baba, puedo asegurar que…

 

 

 

Odio a mi vecina por no dejarme ejercitar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sábado: 12 de la mañana.

 

 

 

El día anterior había pensado que el baño de mi casa era horrendo.

 

 

 

No me gustaba en absoluto.

 

 

 

Llamé para que viniesen a cambiarlo y hacer unas reformas, y así vinieron el sábado a las doce de la mañana.

 

 

 

¡¡Y yo qué sabía que a esa bruja le molestaba el ruido de la taladradora!!

 

 

 

Le dije que se pusiera tapones y se fue enfadada.

 

 

 

Total, que no reformé el baño.

 

 

 

Maldición.

 

 

 

Odio a Sakura por no dejarme hacer reformas en mi propia casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Domingo: 4 de la tarde.

 

 

 

Era festivo y yo había bajado a la piscina del edificio. Era pequeña, pero por lo menos era refrescante y mía. Bueno, de la comunidad…

 

 

 

Bajé tan tranquilo con mi bañador, pero decir que me volví loco sería quedarme corto. Ante mí, hallé la imagen más hermosa del mundo. Bueno, y de hecho todavía no la he olvidado…

 

 

 

Ante mí se encontraba Sasuke, en un bañador pequeño que le dejaba ver ese delicioso torno que había soñado besar, jugando con el agua, tirándola fuera y formando figuras con el dedo mojado de agua.

 

 

 

Sin dudarlo (estas cosas no se dudan ya que son oportunidades que surgen una vez en la vida y si tienes suerte) me tiré de bomba a la piscina y empecé a jugar con él, que se quejaba a cada remojón que le daba. Estuvimos así hasta que el calentón subió y le estampé contra la pared, poniendo mi pierna entre las suyas.

 

 

 

-Esto…

 

 

 

Le acallé besándole.

 

 

 

Era tan excitante.

 

 

 

¡Sabía tan bien!

 

 

 

Nos separamos y le observé el rostro sonrojado.

 

 

 

Sonreí.

 

 

 

Pero eso fue todo.

 

 

 

Todo lo que vi después fue de color negro.

 

 

 

Sakura me acababa de dar con una sartén en la cabeza y quedé desmayado sobre el agua mientras Sasuke repetía que me había intentado avisar e intentaba sacarme del agua.

 

 

 

Sakura no volvió a dejar a su hijo a solas conmigo.

 

 

 

En resumen, odio a Sakura por no dejar que me ligase a su hijo.

 

 

 

Y yo soy un buen chico y un buen vecino. La convivencia conmigo no cuenta nada.

 

 

 

¿Por qué tengo que soportar a esa horrenda vecina?

 

 

 

¿Me entienden ya?

 

 

 

¿La odian también?

 

 

 

 

 

 

¿O me odian a mí…?

 

 

 

Fin

Notas finales:

¿Merezco... REVIEWS?


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