Los tenues rayos de luna que entraban por la ventana incidían en su cuerpo, haciendo brillar las gotas de sudor que lo perlaban. Se apoyó en la pared y sacó del bolsillo del Jean su pitillera de cuero, cogió un cigarrillo y lo sujeto con los labios, sin encenderlo aún. Repasó con las manos los bolsillos y logró alcanzar su mechero:
-Algún día eso te matará...-entreabrí un ojo y le miré. Se veía hermoso, realmente hermoso, tenía el pelo corto, revuelto, de un castaño cobrizo bastante común, a juego con sus ojos, esos que ahora mismo me estaban repasando de arriba abajo.
-De algo hay que morir ¿No?-dijo con una amplia sonrisa de burla en su cara. Le fulminé con la mirada.
-Yo no quiero que mi novio muera-contesté inflando los mofletes y cruzándome de brazos. Conseguí lo que quería, Kevin dejó su cigarrillo en la repisa de la ventana, junto con el mechero.
-¿Y como piensa mi atrevido novio desengancharme de la nicotina?-cuestionó divertido. Tomé posición de pensar, si, aquella de la famosa estatua del Pensador, fruncí el ceño y me preparé para la oleada de locuras que podía abarcar mi cabeza de un momento a otro. Kevin se posicionó tras de mi, poniéndome nervioso, me mostré impasible y seguí con el revuelto de ideas en la cabeza. Notaba su respiración en mi nuca haciendo que cada vello de mi cuerpo se encrespara, no podía ceder ante él, al menos no en estos momentos.
-¡Lo tengo!-exclamé dando un pequeño brinco. Kevin me agarró de la cintura ayudándome a no caer del borde de la cama.
-¿De qué se trata?-arqueó una ceja.
Tragué saliva y me preparé para la locura que estaba a punto de decir.
-Si consigo pasar una semana sin hacer cosas pervertidas...¿dejarás de fumar?-le pregunté con cara de cordero degollado. Esperando que aceptase. Se mantenía callado, con la mirada fija en los dobleces de las sábanas. Me agaché para verle cara a cara.
-De acuerdo, de acuerdo...pero...¿Y si tú pierdes?-preguntó con una sonrisa pervertida adornando su rostro-Si caes derrotado quiero algo más que seguir con mi amado Fortuna.
-Si yo pierdo...-me acerqué a su oído y le susurré con el tono más sensual que me fue posible- quiero que por una noche hagas lo que quieras conmigo.
-Es una oferta muy tentadora., creo qué te haré perder-me dijo mientras se acercaba a mi y depositaba suaves caricias en mi cuello, a la vez que mordisqueaba el lóbulo de mi oreja consiguiendo que me estremeciera del placer. Intenté resistirme pero, joder, sus besos y caricias me hacían enloquecer de tal manera que olvidaba todo lo que ocurría a mi alrededor, pero está vez conseguí centrarme, le quería ver sin la pitillera de una vez por todas. Bajó delineando mis pectorales con el dedo índice hasta llegar al comienzo de mis bóxer, antes de que llegara a ese sitio tan sensible conseguí articular palabra:
-Al cuerno...empezaremos la apuesta mañana...que por algo el lunes...
Le besé salvajemente a la vez que le desabrochaba el pantalón y comenzamos lo que fue una noche de desenfreno antes de empezar con esa semana fatídica, al menos para mí.