La uña índice del escorpión tejió un sendero de sangre por el eje de su espalda como venganza a la violenta y descuidada invasión hasta sus entrañas, hasta sus entrañas sentía su ardiente músculo quemar, hincharse entre sus paredes, latir como una bomba de tiempo a punto de explotar. Y la víctima era su cuerpo.
Pero le gustaba.
-Máaaaaaaaaaaaassssssssssssss
Lo complació por gusto y por deber. Necesitaba del condenado bicho y sabía que no arriesgaría su aguijón si no le diera la mejor noche de su existencia.
-Sólo hasta ahí jajaja creí que podías másss mmmmmmm
Sus provocaciones cayeron ante el ímpetu furioso de sus estocadas, inevitable, debió llevar sus manos, tocarse, mientras el mayor se deleitaba con la visión de sus labios mordidos para no jadear, de su pecho fornido y sudado, del dorado de su pelo pegado a su frente, de sus manos apretando y moviendo al ritmo en que sus caderas eran sacudidas.
Y el temblor. El desquite. La descarga.
El aire volviendo a los pulmones. Cada uno a un lado de la cama con la vista en el techo.
-Y bien ¿cuál es ese favor tan importante que necesitas de tu servidor?- curioso y malicioso inquirió el rubio buscando sentarse sobre su acompañante.
-Quiero que caces a alguien ¿es tu especialidad, no?
-Muerto, vegetal, demente ¿cómo lo quieres?
-Enamorado- la sonrisa cínica del escorpión se borró dando paso al arquear de cejas.
-¿Qué mierda planeas?
-Quiero que te lleves a Camus Aquarious a tu cama y tengas pruebas de ello.
-Estas loco- soltó el menor negando con su índice a la vez que se levantaba en busca de sus jean- no sé qué te metiste pero se te pudrió el cerebro, Kanon- habló nervioso mientras se colocaba una playera blanca e iba por sus zapatillas. El mayor simplemente lo miraba sin un ápice de inquietud desde la cama a la vez que el rubio iba hacía la puerta, bajaba el picaporte, lo dejaba subir, apoyaba su frente en la puerta- ¡maldito imbécil! dime para que mierda necesitas que haga eso, ese pendejo es el heredero de los Blue Warriors, si nuestro dueño o los de su clan lo descubren estoy muerto... y tú también porque te juro que te llevo conmigo al infierno, Kanon Geminum.
-¿Eso es un sí?- le sonrió el peliazul.
El silencio valió más que mil palabras.
***
1 MES DESPUÉS
Se acomodó la camisa y bajo las escaleras. Ya su familia lo esperaban en el restaurante donde se efectuaría el compromiso, la ama de llaves pellizcó su mejilla y le entregó la llave de su auto que buscaba y no recordaba, distraído como siempre, donde dejó. Acomodó su cabello en el espejo retrovisor y soltó un bufido notando que había dejado su bolso y materiales de arte en el asiento trasero. Ya demasiado atrasado giró las llaves y arrancó. Media hora después debido al tráfico de la ciudad llegó al lugar, iba a bajar cuándo sonó su celular, lo abrió divertido imaginando que su hermano Shion temía que se hubiera arrepentido del compromiso y por eso no llegaba, ya se imaginaba el escándalo. La sonrisa se borro de inmediato, conforme pasaba las imágenes que le habían llegado. Lágrimas tomaron su lugar. Dejó resbalar el aparato entre sus dedos mientras se aferraba al volante a llorar su dolor, su rabia, su desilusión, su impotencia.
¿En qué se equivoco?
¿Por qué?
Encendió el auto, aceleró. Con la vista nublada condujo sin rumbo. ¿Cómo le explicaría a su abuelo? ¿Cómo vería a ese infeliz? ¿Cómo se comprometería con alguien que lo engaño de ese modo? golpeó con su puño el volante mientras maldecía el nombre de Camus.
Frenó en pleno centro, necesitaba pensar, necesitaba tomar algo, necesitaba olvidar, si, sobre todo eso. Observó sus ojos hinchados en el retrovisor y se percató de su mochila. La tomó con desesperación, como si de ello dependiera su vida. Buscó su cuaderno de bocetos, encontró lo que buscaba, tomó su teléfono. Los arrojó a ambos regañándose a sí mismo. Se arrepintió, tembló, finalmente marcó el número apuntado.
***
Desvió su vista al verlo entrar a la vez que con su mano tomaba su vaso de cerveza.
-¿Qué pasó, Mu? me sorprendió tu llamada.
-Lo siento.
-Tranquilo, pero dime que...
Dos lágrimas descendieron por las mejillas del menor.
-No importa. Pediré algo y vuelvo ¿sí?
***
Entraron a los tropezones, a los besos, a las caricias. Los dedos de Kanon prendieron el interruptor, los de Mu lo apagaron acompañados de una risa traviesa.
-Te mentí- sopló a su oído el menor a la vez que acariciaba el pecho ya desnudo del mayor.
-¿Si?
-Sos más lindo que mi novio... ¡no! mi ex novio... pero ya no importa, el tiene a su rubio, que se vayan juntos hip... ¿qué decía? -se interrumpió sonriendo mientras se soltaba del abrazo de Kanon- ¿dónde está la cama?
-¿Para qué quieres la cama?
-Shhhhhhhhhh no te puedo decir, mira si se entera mi abuelo.
-¿Se enojaría el viejito?- inquirió abrazándolo por detrás y colando su mano en sus pantalones, acariciando el tierno sexo que despertó acompañado de un sonoro gemido.
-Vamos a la cama-susurró mareado el menor, acariciándolo ansioso con su aliento a alcohol
-Vamos... a dormir ¡es tarde!
-Jajaja no, yo no soy un nene, si quiero no duermo.
-Pero es mi casa y mando yo- aseveró Kanon arrastrándolo a la cama, desnudando su torso, respondiendo a sus besos- no insistas.
-Por favor-pidió el menor descendiendo su mano por su pecho, descendiendo más y más.
-¡Sos un peligro!- rió el mayor sujetando sus manos y aprisionándolo entre sus brazos y sus piernas hasta que dejara de patalear y reclamar y se entregara finalmente al sueño.
Entonces la falsa risa se borró.
Contempló con indiferencia a su enemigo.
Y extendió su mano en la mesita para tomar su celular.
"Excelentes fotos. Buen trabajo"
Ese fue el mensaje que recibió el celular del Escorpión.