Parado, en medio de la oscuridad de esta inmensa habitación, viendo el caer de la ligera lluvia. Llueve, aunque no fuerte parece que será infinita, que jamás parará. Tal vez sólo sea el reflejo de la lluvia que cae en mi corazón, una lluvia tan fuerte que lastima.
Levanto la mano para tocar el frío cristal, al contacto me estremezco, trayendo a mi mente aquel recuerdo de hace tan sólo unos días.
“Jamás te dejaré”. Me dijiste y te creí, ahora me pregunto si lo decías en serio.
Quería estar a tu lado. Quiero estar a tu lado.
Veo aquellas ondas que generan las gotas al caer en los inmensos charcos de agua, ¿Cómo una simple gota puede hacer todas esas ondulaciones en el agua? Tú hiciste lo mismo en mí, perturbaste mi interior, haciéndolo vibrar por completo con tan sólo una mirada. Con tan sólo una sonrisa.
Creí que sería para siempre, que jamás terminaría. ¿Por qué tuviste que irte? ¿Por qué me dejaste? ¿Acaso hice algo mal? Pienso en ello y no encuentro respuesta alguna. Tal vez te cansaste de esto, de mí. No estabas preparado para llevar una vida a mi lado.
Viendo las aves buscando un refugio de la lluvia recuerdo aquellos tiempos en los que eras libre. Cuando te vi por primera vez, tan sonriente y feliz bajo los árboles de cerezo, la tenue luz del sol bañando tu rostro. Eras feliz con tu libertad, la que yo te arrebaté y jamás te devolví.
“Yo no puedo sólo sonreír ante tu dolor, tú no puedes sólo sonreír ante mi fortuna” Fueron las primeras palabras que me dijiste al conocernos, acompañadas de una tierna sonrisa. Viste de inmediato en mí lo que la gente no puede siquiera imaginar, fui como hecho de cristal para ti.
Extrañas palabras para ser la primera vez en la que te escuchaba hablar, mas sin embrago, me enamoré de tu voz, así como de tu ser.
Al escuchar el viento silbar, meciendo las ramas de los árboles fuertemente mientras acaricia las hojas de éstas, haciendo caer a más de una, me sentí justo como las ramas cuando te alejaste de mí; abatidas en medio de una gran tormenta, sacudido por el enorme deseo de que todo fuese una broma, una pesadilla que pronto terminaría.
“Jamás lo olvides, eres lo más importante en mi vida. Te amo, nunca cambiará.”
Fue lo que escribiste en el último mensaje que me mandaste. ¿Todo es una broma para ti? ¿Crees que no me duele el leer esas palabras sabiendo que me abandonaste, que destrozaste mi corazón en mil pedazos? Siempre serás al que amo.
No pude soportarlo más, por eso estoy aquí, para aclarar las cosas, porque no es posible que después de que juraste amor eterno ahora te olvides de él en tan sólo unas horas. No Akira, tú serás siempre mío.
Escucho como abres la puerta de la habitación, ahora no veo el caer de la lluvia por la ventana, estoy viendo tu reflejo por el cristal. Ni siquiera volteas a verme, me doy la vuelta y te estremeces, quizá por el frío de ésta noche. Clavas tus hermosos ojos en los míos, te quedas inmóvil apenas unos segundos, viéndome, te das la vuelta sin más, cambias tu chamarra mojada por una seca y cálida, saliendo a toda prisa. ¿Es que no merezco siquiera una palabra? ¿Cómo es posible que me ignores cuando sabes que las cosas entre nosotros van mal? Sólo busco una respuesta, te esperé por horas, aquí, en tu habitación, pero parece que tienes algo más importante que hacer antes que hablar con tu amado sobre esto. ¿Desde cuándo cambiaste tanto Reita? ¿Desde cuándo dejo de importarte tu pequeño?
Te sigo por las solitarias calles, bajo la lluvia que nunca termina. Sigues un rumbo fijo, sin voltear ni una sola vez a ningún lado, como si nada te importara más que llegar a tu destino, sumido en tus pensamientos, me pregunto si en esos pensamientos hay tan sólo un pequeño atisbo de mí.
Te detienes a mirar la florería por unos minutos, te decides por entrar y yo espero fuera. ¿Quién es más importante que yo, que a él si le llevas flores, flores que yo no merezco?... ¿Es en ese alguien en quién piensas? ¿Es ese alguien por quién me cambiaste, a quién comenzaste a amar?
Por fin sales, con rosas blancas, un enorme ramo de rosas blancas, sabes que me encantan, ¿Cierto?, ¿Es que a él también? Continúo siguiéndote, pero cuando ya no puedo más, de mi interior sale el grito que contrasta con el sonido de la lluvia al caer: “Akira.” Te detienes de inmediato y das la vuelta, mirándome, como si miraras a la nada, me ignoras y retomas tu camino.
Después de un tiempo de estarte siguiendo, viendo tu apresurado caminar, como si ya no pudieses esperar más por verlo, ver a ese alguien que no soy yo. Me sitúo a tan sólo unos pasos detrás de ti. Ahora caigo en cuenta de donde estás: en el cementerio. Frente a la tumba de: Matsumoto Takanori.
Ahora entiendo todo. Nunca hubo alguien más. Ahora recuerdo y me doy cuenta que fui yo quien te abandonó por siempre, dejándote en este mundo para marcharme a otro. No quise darme cuenta, no quería abandonarte, por eso me aferré a creer que sigo vivo.
Sólo pensabas en mí.
Sólo me mirabas a mí.
Sólo yo te importaba.
Las rosas son para mí.
Sólo me amas a mí.
Como siempre ha sido, como siempre será. Tu amor es para mí, y el mío es para ti.
Me acerco a ti, te abrazo por detrás, te estremeces, de la misma manera en la que te estremeciste hace una horas en tu habitación, cuando me dirigiste la última mirada.
Bajas la mirada y puedo sentir que lloras, escucho tus leves y hermosas palabras:
“Taka-chan... te amo. Te amaré por siempre, nunca cambiará”
Inicio:
27-Julio-2010
the GazettE-Reila
12:15 am
Fin:
28-Julio-2010
Shiroki Yuutsu-the GazettE
1:29 am.
Saya Ni-Xao
“En un cáliz encontraste el significado de un corazón latente”