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Falling por Inary

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, y el fanfic, por supuesto, a mí.

[UA/WAFF/Lemon/OTP/Two-shot][M 16+]

Es una historia romántica con final feliz, que pretende dar una sensación reconfortante.
Así que: aquí no hay padres ni hermanos muertos, ni venganza, ni odio desmedido. Tan sólo un par de chicos masomenos normales, con vidas no tan complicadas y sentimientos medio confusos. 

Notas del capitulo:

Bueno, no tengo mucho que decir mas que:

Gracias a mi querida lectora/amiga/autora favorita por betearme este fic, hacerme ese hermoso resumen e inspirarme a seguir. Proyecto1143 (Daniela).
Definitivamente, de las personas mas lindas que he conocido.

Dedicado a mi querida Chou Akai que cumplió años éste 2 de septiembre. Por que con todo el apoyo que me has dado, esto es lo mínimo que te mereces.

Pasen, que leer es gratis.

Falling


Capitulo 1

 

Apretó la mochila entre sus manos, viendo a través del cristal cómo a lo lejos el atardecer se coloreaba sobre la ciudad. Cuando las sombras de aquellos postes de electricidad empotrados en la vía pública pasaban, podía mirar fugazmente sus ojos azules reflejados en el vidrio. Una y otra vez.

Se sentía ausente, se sentía solo, y más que nada, se sentía confundido.

Ya atardecía, y muy a su pesar, regresaba a casa. Y es que el tiempo se le había ido volando, apenas salió del colegio corrió a casa de Ero sennin para preguntarle un par de cosas. Un par de cosas que le respondió con otras muy incomodas.

«Ero sennin casi se había atragantado cuando se lo dijo, y daba gracias a que la abuela Tsunade estaba a esas horas trabajando en el hospital, por que sino…

—¡¿Que has hecho qué, muchacho?! —Le oyó casi gritar, apenas cuando le estaba contando el “pequeño” problema que tenía.

—Si ya sabes, sólo fue un beso 'ttebayo —Con un notorio sonrojo en la cara hizo un ademán como restándole importancia, “el drama que haría si supiera lo que pasó después”, pensó.

—Pero ha sido un beso con otro muchacho, ¡con un hombre, joder! —Exclamó Jiraiya, alzando los brazos como si algún tipo de fuerza divina retrocediera el tiempo y en vez de lo que había escuchado, su nieto le dijera que le iban las tetas grandes y que ya tenía nueva novia.

—No —Rectificó—  Lo peor es que ha sido tu mejor amigo —y luego puso una mueca de contrariedad
— Pero, ¿y cómo se lo ha tomado él?

Vaciló unos instantes, viendo que el tema se redirigía al asunto principal. Rascó nerviosamente su nuca, sin saber muy bien si había hecho lo correcto al ir precisamente con Jiraiya. Era hora de hacer la pregunta.

—Ni se ha aparecido y no me ha dicho nada desde que pasó “eso”. No se si buscarlo 'ttebayo —. Prefirió omitir cierta parte de la historia, no era “eso” lo que le preocupaba y es que ya hacia tiempo de aquello, sino en realidad el otro “eso” que vino después.

—¿Qué debería hacer, Ero-sennin?

—Primero, dejar de llamarme de forma tan desagradable, mocoso maleducado —
El viejo sólo frunció el ceño mientras le regañaba, pero luego dejó de hacerlo y le puso una mano sobre el hombro, intentando darle por fin, un poco de seriedad al asunto.

—Segundo,  pregúntate que deseas de él. Busca en tu corazón —. Jiraiya señaló con el dedo índice hacia su pecho, exactamente en cierto punto del lado izquierdo.

El tono de voz con que se lo decía era calmado y con cierto toque reconfortante, casi como si le aconsejara sobre cómo declarársele a una chica. Claro, sólo que esta vez, no se trataba de una declaración y tampoco de una chica.

—Y tercero; Sé hombre. —Miró entre dolido y confundido al viejo. Se le desencajó la cara y por muy poco se contuvo de gritarle que él era un HOMBRE y no una “nenaza”, pero su abuelo pareció entender y negó con la cabeza, como exasperado
—. Me refiero a que seas hombre y lo enfrentes. Dile lo que tenga que saber, y con eso habrás hecho tu parte, lo demás es decisión de él.

Lo más seguro es que Jiraiya pensara que aconsejándole eso, Sasuke le rechazaría de a una y él retomaría el “buen camino”.

»Quizá el viejo tenía razón. Tomó una decisión. Aunque no tuviera ni idea de que decirle, y supiera perfectamente que NO sería nada  sencillo encontrarlo. Hablaría con él y se lo pondría bien en claro. Naruto Namikaze nunca se rendía, y como no era un cobarde, Sasuke  le escucharía aun si tuviera que atarlo de pies y manos.

Echó la cabeza hacia atrás en su asiento.

Ésta última vez... ¿Cuánto tiempo tenía ya que no miraba a Sasuke? Un par de días, quizá ya una semana.

Habían estado en una situación así, pero el teme lo había solucionado, y ésta vez se sentía tan frustrado de no saber que hacer.  Volvió a estrujar la mochila, ahora con más fuerza.  Con furia nuevamente  pegó su frente en la ventana y cerró los ojos.  ¡Maldito Uchiha!, era un cabrón por huir tan de pronto y ya no aparecer.  

—Y por dejarme las cosas más difíciles justamente a mí 'ttebayo —
Murmuró. Pero en vez de siquiera tranquilizarse, lo soltó casi como un  gruñido, que chocó contra el cristal.

Abrió los ojos despacio y agachó la mirada, intentando darle sentido. ¿Enfrentar a Sasuke?, ganas no le habían faltado. Pero… ¿Decirle qué?

Mientras disipaba sus pensamientos, contempló con una mirada hacia fuera de nuevo; el sol descendía poco a poco, escapándose por detrás de las montañas y el cielo parecía apenas colorearse. La gran ciudad,  el manto de bosque que la rodeaba y ese toque casi mágico que la cubría, le relajaban de cierta manera.

Sabía que la línea del viaducto elevado le dejaba un poco más lejos de su casa, pero le daba ansiedad ir en el metro subterráneo. Todo tan encerrado y oscuro, como si aquellos túneles bajo tierra le quisieran tragar.

Soltó en un sonoro suspiro todo el aire que guardaban sus pulmones,  pegando la frente a la ventana, como si el frio del cristal pudiera enfriarle aunque sea poco la cabeza.

¿Y ahora qué?, Cómo se suponía que encontraría a…  ¿Sasuke?

Abrió la boca sorprendido y llevó las dos manos al vidrio de forma inconsciente, como si eso le acercara un poco más al cuerpo del joven que cruzaba la calle.

¡SASUKE!

Estaba ahí, justamente frente a sus narices.  Con el uniforme del colegio, su cabello negro en punta y la piel  blanca, casi pálida, que había tenido siempre. Fueron tan sólo unos segundos de los que luego se le perdió de vista. Pero de cualquier forma, no pudo evitar que se le formara una enorme sonrisa en los labios.

¡Era él!, Sasuke había cruzado la calle en el mismo camino que tomaban juntos a cada día cuando el moreno le acompañaba de vuelta a casa, exactamente  entre el par de calles que debían cruzar luego de salir del…  sub.

La sonrisa se le borró al instante.

No puede ser… —. Justamente lo entendió, igual a si le hubieran dado un flechazo a mitad de la cabeza. Si no se equivocaba, Sasuke iba directo a su casa a buscarle.  ¡A él!

 
¡Rayos! —Masculló.

Precisamente su “querido amigo” había elegido buscarle en el día que él  había tomado la línea que llegaba a la parada más alejada de su casa. Y la verdad es que hubiera podido saltar e ir en su búsqueda, sino fuera por que transitaba  a una altura que, si no lo mataba, le mantendría  inmovilizado en cama por al menos medio año.



•••



Apenas entrar al local, había caminado directo hasta la vitrina donde  sabía que estaba aquel pequeño objeto. Aquel que no podía quitarse de la mente desde hace días. Pero apenas llegar hasta allá, toda su decisión se había esfumado.

La encargada se acercó hasta él, una muchacha castaña con una sonrisa deseosa en los labios. Vaciló sintiéndose fuera de lugar e ignoró a la muchacha, poniendo la cara más seria e inescrutable que sabía. No le agradaba que alguien viera el caos que guardaba dentro en esos instantes.

Siguió mirando el colgante con piedra de jade que tenía al frente y algo de inseguridad se le instaló dentro. «¿Qué carajos hago aquí?» Pensó. Sí, era lo mismo que se preguntó tiempo atrás -aun antes de que sucediera “eso” con Naruto-, mientras le comentaba a su hermano sobre aquello que, incansable, le rondaba en la cabeza.

«Notó como los ojos de Itachi le escudriñaban de arriba hacia abajo, buscando algo que no entendió.

Así que… Comprar un colgante para Naruto.

Esa es la idea —Asintió, ahora no muy convencido—.

Y, ¿por qué precisamente para Naruto?

«¿Por qué?» Quiso no haberse sorprendido, pero es que la verdad había pensando en todo, menos en “eso” específicamente. Contuvo la seriedad en su rostro lo más que pudo, pero Itachi ya había curveado las comisuras de sus labios casi imperceptiblemente. No pudo evitarlo, se quedó callado y frunció el ceño, molesto consigo mismo por no darse cuenta antes.

Bien —dijo, como si ya supiera algo que él no. Y cuando a Itachi la sonrisa se le notó más, supo que estaba en lo correcto.

No se que te estés imaginando, pero deja de hacerlo.

Tonto hermano menor, ¿Me recuerdas el por qué llegaste tarde la último vez?

Ya les expliqué a ti y a padre que Kushina-san me obligó a quedarme a comer con ellos y el dobe —. El otro tensó los labios y un brillo de acierto le llameó en la mirada— Sabes de antemano como es ella.

No entendió a que venía tanta insistencia con el tema, hasta que lo vio casi retorcerse internamente de regocijo. Y cayó en cuenta de que había dicho “Con ellos y el dobe” en vez de decir simplemente, “con ellos”. ¡Era un grandísimo idiota! Olvidó que debía dejar de hacer tanto énfasis en Naruto.


Sí, la conozco y también a ti.

¡¡Maldito Itachi!!

Tanto que, sé por qué intentas darle el colgante —Definitivamente ya no estaban hablando de Kushina.

Te dije que dejaras de maquinar cosas extrañas en…

Te gusta Naruto-kun —dictó, sin siquiera dejar lugar a dudas.

En ese preciso momento, todas las defensas se le vinieron abajo. El aire se le atoró a mitad de camino y la boca se le resecó de tal forma que no pudo ni tragar saliva.

Es mi mejor amigo, como mi hermano —rezongó. Y en cierto punto era verdad, incluso el dobe se la pasaba diciéndoselo a cada momento. Pero a su hermano eso no le bastaría.

Naruto-kun no sabe de hermanos y tú Sasuke, no me andas regalando colgantes, menos en fechas no importantes.

TOUCHÉ

»Por suerte su madre oportunamente habló a Itachi para que le ayudara a bajar unas cosas de los estantes altos de la alacena, y él aprovechó para escabullirse del perspicaz de su hermano mayor.

Volvió a mirar la vitrina y el collar dentro de ella. ¿Qué pensaría Naruto si se lo diera?

¿Deseas que te lo muestre? —Preguntó la chica. Parecía un poco desesperada de que él no dijera o hiciera algo más que mirar atentamente el estúpido collar.

Asintió y ella se acuclilló deslizando la puertita para sacar el colgante. Cuando se lo entregó en las manos, sintió un leve cosquilleo en el cuerpo, quizá de nerviosismo. El collar era algo demasiado sencillo, pero a Naruto le había gustado y la verdad podía asegurar que no debía valer mucho; se componía de un cordón negro de plástico, una piedra alargada de jade, aunque la piedra verde se miraba fina y especial. Y por último, la adornaban dos bolitas de plata, cada una al lado de la piedra.

¿Es para tu novia? —Preguntó, esperanzada de que no fuera así.

«Algo así, pero no precisamente una novia y tampoco una chica» Pensó. La verdad es que en cierta -retorcida- forma  le hacía gracia que pensaran que era para una chica.

No —contestó. La chica pareció satisfecha y él un poco más seguro.

No, no era para una novia, era para Naruto.



•••



Aquí tienes. Gracias por tu compra y que vuelvas pronto—Se despidió la encargada. Agitaba la mano en forma de despedida una y otra vez, aun con esa sonrisa deseosa, que no hacía más que incomodarle.

No respondió y ni siquiera cambió la expresión seria con la que había llegado. Lo último que escuchó, fue la campanita que sonaba al abrir la puerta y el sonoro suspiro que soltó la chica. Se quedó parado en medio de la acera y miró hacia ambos lados de la calle. Podía hacer dos cosas; regresar a casa y esperar el momento indicado para dárselo después ó cruzar la calle e ir a buscar al dobe.

Naruto, Naruto... ¿Cómo se las apañaba para complicarle tanto la existencia?

No.
No podía seguir dejando todo para después, debía hacerlo ya y quitarse ese problema de encima. Al fin y al cabo era cuestión de cómo lo tomara el dobe o que decidiera. Ya sería problema suyo, y él por mientras podría volver a vivir en paz.

Se acomodó el portafolio-mochila al hombro derecho y la bolsa pequeña de su compra la tomó con la mano izquierda, esto para poder cruzar la calle y no se le fueran cayendo ninguna de las dos cosas. Volteó de nuevo para cerciorarse de que no viniera algún auto mientras cruzaba, pero todo se veía muy solo, lo único que perturbaba el silencio era el pasar del metro en el viaducto elevado.

Se le quedó viendo mientras pasaba, recordando lo mucho que Naruto prefería viajar en ese que en el subterráneo. Pero que siempre terminaba convenciéndolo de ir en el último porque era mucho más rápido, y entre más rápido llegaran, más tiempo se podía quedar en casa de Naruto antes de que él tuviera que volver a la propia.

Ninguno había mencionado nada sobre eso, pero los dos lo sabían perfectamente.

Siguió caminando, esta vez a paso lento, recordando como es que había surgido el problema con su querido rubio amigo.

«El ambiente en el colegio se sentía mucho más calmado, el periodo de exámenes y evaluaciones acababa de terminar, ya sólo quedaba recibir los resultados. Aunque a él nunca le acongojó, no tenía nada de que preocuparse, más que nada porque no dudaba de si mismo, ni de su nivel académico.

»Para los demás era exactamente lo contrario. Convertían el tema en el centro de todo; compartían su angustia con otros y no dejaban de hablar de eso aun cuando ya sabían sus resultados. Y Naruto nunca fue la excepción.

Ahora mismo terminaba la última hora clase del viernes y todos salían, apresurados y satisfechos por el fin de semana. Él no hizo alboroto, tan sólo se dedicó a guardar sus cosas calmadamente en el portafolio y a esperar que todos se fueran para no tener problemas al salir.

»Al iniciar ese curso escolar, dividieron y reorganizaron grupos. Cada uno terminó en un grupo distinto, y quizá eso hizo que Naruto tomara una actitud de apego hacia él que no creyó capaz. Ahora el rubio buscaba cualquier cosa para estar junto a él, incluso en sus tiempos libres prefería acompañarlo que estar con sus otros amigos, algo totalmente anormal en Naruto, definitivamente.

»Por eso no le extrañó escuchar que alguien corría y empujaba a todos en el pasillo con tal de llegar hasta el salón donde él se encontraba. No, Naruto nunca fue la excepción.

¡¡SASUKE!!

Aun seguía medio inclinado guardando sus cosas, cuando el otro llegó recargándose en el marco de la puerta, agitado y sudoroso, vestido con el uniforme deportivo y con la adrenalina bulléndole por el cuerpo. No tuvo mas que levantar la mirada para comprobar que su amigo venía hecho un desastre, pero con una de sus radiantes sonrisas y una papeleta en la mano.

Naruto corrió hasta él y prácticamente se le abalanzó encima. No tuvo tiempo de pararlo, o de sofocar la emoción del otro, y picarle con algún comentario mordaz, como siempre hacía. Al contrario, sintió como algo muy distinto se avecinaba.

Se enderezó como pudo. Naruto le pasó los brazos sobre los hombros, y con un entusiasmo excesivo lo envolvió en un abrazo que no duró más de unos segundos. Pero fue lo suficiente para sentir los latidos desbocados del otro cuando el pecho de su amigo chocó contra su cuerpo.

Por un momento pensó que lo soltaría, pero no fue así. Naruto le miró directamente a los ojos y sólo se despegó unos cuantos centímetros de su cuerpo para con sus manos, tomarle cada lado del rostro. Notó con pánico que los ojos azules de su amigo se perdían bajo los parpados y que cada vez estaba más cerca. Quiso retroceder, pero no lo logró.

La papeleta que Naruto llevaba en mano se deslizó por su espalda y cayó, meciéndose en el aire, hasta llegar al suelo.

Los labios de su mejor amigo casi hermano tocaban los suyos en un gesto que ahora a él le desbocaba el corazón. Cada latido lo sentía retumbante y férreo dentro de su pecho. Cuando terminó y se separaron, estaba con los ojos bien abiertos, y las mejillas le ardían. De pronto sentía mucho calor.

Naruto por su parte, lo miraba aterrado y con una expresión indescifrable en la mirada. Conservaba un furioso sonrojo y parecía querer decir algo, pero las palabras no le salían.

»En ese momento se sintió contrariado. Enfadado de que Naruto hiciera ese tipo de idiotez sin pensar en lo que a él le provocaba o sentía. Pero ni siquiera alcanzó a externar la molestia porque al parecer, el rubio no se había cansado de hacer estupideces.

Lo vio tropezar un par de veces y salir corriendo a lo más que daban sus piernas, avergonzado en su máxima expresión. El rechinido de las zapatillas deportivas de Naruto se escuchó en el pasillo mientras se alejaba.

»Después, todo quedó en silencio.

Seguía caminando, la casa de los Namikaze-Uzumaki no estaba lejos y quizá sólo le faltaba caminar un par de calles más. Y recordó algo más.

Ese día, habían tenido un testigo.

«Kakashi Hatake, profesor  de historia. Asesor del grupo en el cual estaba Naruto. Ese hombre había visto todo.

Seguía ahí parado, a mitad del salón y con el ritmo cardiaco tranquilizándosele. Estupefacto, y con el gesto de incomprensión aun marcado en la cara.

Unos pasos tras de él le pusieron en alerta y volteó, defensivo.

Vaya, parecía conmocionado —habló—. Pero, con lo impulsivo que es, no me sorprende.

Sabía que gustaba de traer a clases su novela erótica, pero no que le gustara espiar al alumnado —rezongó, frunciendo el ceño mientras le enviaba una mirada de advertencia.

Le molestaba de sobremanera que alguien más supiera de aquellos momentos impulsivos e íntimos del dobe. Eso sólo traería problemas.


No es culpa mía que hagan ese tipo de cosas mientras estoy en el armario buscando un par de libros —. Señaló un cuartito adyacente donde guardaban materiales y libros. Desgraciadamente, ese tipo de almacenes tenían la “ventaja” de que conectaban un salón con otro.

Después de todo, tenía sentido.

Escuché un par de ruidos y mi deber como profesor es cerciorarme de que todo vaya bien con los alumnos —El mayor se encogió de hombros, restándole importancia al asunto—.


No es mi intención molestarte Sasuke.

No importa, me voy.

Pero el profesor se le adelantó y cerró la puerta, dándole una silenciosa señal. Quería hablar con él. Lo vio recargarse sobre el escritorio y sacar su “Icha Icha Paradise”.

Naruto aprobó la materia de Ibiki Morino.

Observó sorprendido a Kakashi, quien no apartaba la mirada de su libro erótico mientras con su mano izquierda abanicaba la papeleta, que antes traía su amigo.

Es un buen chico, algo tozudo y cabeza hueca, pero tiene buenos sentimientos.

¿A dónde quiere llegar, Kakashi-sensei? —Interrumpió, en tono serio.

Eres un chico inteligente, Sasuke —dijo como si nada— El chico te aprecia, todos se dan cuenta de eso. Y si resulta que ese aprecio es algo más, deberías estar consiente de actuar de la forma correcta.

Yo…

Mantener una relación es difícil y más aun si es con otro hombre —Le interrumpió, al igual que Sasuke lo había hecho antes.

¿Por qué asegura que le corresponderé?

Por que no soy tonto. Cualquiera hubiera reaccionado distinto si esto le repugnara —respondió— Así nos educaron en la sociedad y a ninguno le gusta poner en duda su hombría.

Miró inexpresivo a Kakashi, asimilando la información.

Pero también tenemos sentimientos, y uno no escoge de quien enamorarse.

»Esa vez, huyó Naruto.
El dobe después de tantos años de amistad prácticamente se le había abalanzado, besándole, sin considerar ni pros o contras. Días después fue él quien lo buscó y los dos fingieron que nada sucedía. Que su amistad estaba intacta y podían pasar de ello, como si fuera irrelevante en sus vidas

«Pero era tan sólo una gran y estúpida mentira».

Llegó a casa de los Namikaze-Uzumaki; le hacía gracia llamarlos así por la plaquita color bronce que colgaba al lado de la puerta. Cuando era niño no entendía porque los padres de Naruto insistían en llamar a su hijo por los dos apellidos. Él sólo tenía uno -Uchiha- y todos en su familia lo portaban, incluso su madre. Por eso le provocaba tanta curiosidad que Kushina-san se llamara Uzumaki y no como su esposo.

Luego de pasado el tiempo, su hermano le explicó que la madre de Naruto era una mujer con un carácter un tanto peculiar; no tardó mucho en darse cuenta de lo cierto que era eso. Naruto y su madre eran idénticos en lo que a eso se refería. Quizá por eso, él fue su primer mejor amigo y el único que...

Suspiró. Ya se estaba yendo por las ramas.

Echó un vistazo rápido a la casa y se dio cuenta que no se miraba nadie ahí dentro. Quizá Naruto se encontraba dormido y sus padres no estuvieran, o al menos era lo única razón posible para que todo estuviera tan calmado. Miró la pequeña bolsita que llevaba en la mano izquierda y se pensó la posibilidad de irse, pero... sería un gran desperdicio ir hasta allá, para luego devolverse a su casa y no entregarle el collar.



•••



¡Maldita sea!

Todavía le faltaban unos diez minutos para llegar: menos de un par de minutos para encontrarse en la parada y otros tantos para correr hasta su casa y alcanzarle.

Alcanzarle y pedirle que no se fuera... «Nunca más»

Bajó de los vagones con un salto y empujando a todo el que se le cruzara en el camino, salió de ahí. El corazón le bombeaba con fuerza y sentía que el estomago le hormigueaba por todos lados. Cogió la mochila que no hacía mas que estorbarle con tanto golpeteo y se la cruzó por encima de la cabeza para el otro hombro y que así no se le cayera.

Corría con fuerza a todo lo que le daban sus piernas; entonces una sensación de Déjà vu le recorrió con algo extraño que le sobrecogió. Como si de pronto lo recordara.

«Cuando terminó el abrazo observó fijamente sus ojos negros, con una sensación de vértigo, como perdiéndose en ellos. Con sus manos moviéndose solas, la fría y blanca piel de su mejor amigo entre sus dedos, y sus labios, sus pálidos labios contra los suyos en una caricia que sólo podría suceder en sus mejores sueños e incluso, en sus peores pesadillas.

Se separó de él y lo primero que logró notar, fueron en lo oscuros y profundos que se convirtieron los ojos de Sasuke, llenos de algo que no supo interpretar. Y en ese momento, tuvo miedo; temor de sus propios sentimientos.

Las mejillas le ardían y quiso decirle algo, gritarle que todo eso era un error, pero se sentía tan idiota que las palabras no le salieron. Retrocedió no sabiendo que otra cosa podía hacer, terminó chocando con bancas o dando traspiés, y con los pies tan torpes como nunca, agradeció que al menos logró correr.

Bajó los escalones con un salto y empujando a todo el que se le cruzara en el camino, incluso sus amigos o compañeros, salió de ahí, de ese maldito colegio. El corazón le bombeaba con fuerza y sentía que el estomago le hormigueaba por todos lados mientras corría con fuerza con todo lo que le daban sus piernas».

Siguió a prisa, cruzando calles sin respetar altos o semáforos y esquivando a todo lo que podía. Faltaba poco, lo sabía. Aquella vez huyó él por que tenía miedo de sus propios sentimientos, pero su mejor amigo le perdonó.

La siguiente; fue Sasuke quién lo hizo. Prácticamente le abandonó.

Y ésta vez era su turno de hacerle entender a Sasuke que era su amigo, su hermano y que le perdonaría todo...

Incluso si se aprovechara de sus sentimientos.



•••



Se dio cuenta que el cielo había cambiado de color. Dorados, naranjas, rojos, rosados, violetas… Estaba atardeciendo y aun no tomaba una decisión, seguía ahí parado en el mismo lugar, esperando que algo le diera el “empujón” que necesitaba para tocar el timbre y hablar con Naruto.

Aunque, si lo pensaba bien aquellos impulsos eran los mismo que desde un principio le habían traído hasta ahí. Los mismos que habían reavivado el problema y que le habían obligado a tomar el mismo camino que su mejor amigo en un principio. Recordaba perfectamente lo que hizo gracias a su estúpido ímpetu en aquel momento.

Las cosas entre ellos se habían tranquilizado, o al menos eso quiso pensar.

«Todo seguía mas o menos igual. Naruto era el mismo gritón, tesonero y dobe de siempre, aunque ya no le demostraba tanto afecto o se le acercaba tanto como antes; parecía nervioso de que él le fuera a rechazar de alguna manera. Eran pequeños momentos, y aun si fingía no darse cuenta, lo sabía perfectamente. Y eso lo molestaba. Naruto intentando ser “prudente”... No era Naruto.

»Fuera de eso, todo estaba bien; seguían juntos en las caminatas de vuelta a casa, en los desayunos, en las salidas en fin de semana. «Juntos en las buenas y en las malas». Pero él no podía sacarse de la cabeza aquel beso, la forma en que su mejor amigo le tomaba el rostro con sus manos mientras en el cuerpo le retumbaban los latidos de un corazón ávido y voraz.

»Detestaba que Naruto se comportara como si sus propios sentimientos fueran malos. Como si él le fuera a odiar por eso.

En ese momento iba caminando junto al dobe, rumbo a la casa Namikaze-Uzumaki. El otro no había dicho nada en todo el camino -algo extraño en él- y la verdad es que le estaba colmando la paciencia. Lo miró de reojo y más bien le notó pensativo, incluso cuando llegaron y abrió la puerta de forma automática.

Todo en casa lo encontraron silencioso. Lo que también era extraño.

Oe Dobe, ¿no hay nadie en casa? —Preguntó. El otro abrió los ojos sorprendido y corrió de un lado a otro, buscando culpables—.

Papá debe estar trabajando y mamá en el supermercado 'ttebayo

Mmh —Asintió. Dejaron las mochilas a un lado del sofá y sin que Naruto se lo pidiera, subió las escaleras directo a la habitación del menor.

eh, ¿a dónde vas 'ttebayo? —Volteó a medio camino y supo que el rubio le miraba con nerviosismo.

«Primera vez de quedarse verdaderamente a solas después de “eso”» recordó.

Mmh, a tu cuarto —Se encogió de hombros como si fuera lo más obvio del mundo—.

oh… bien —susurró, siguiéndole con paso lento.

Cuando subieron se sentó en la cama, pero su amigo no. Andaba de un lado a otro, como si la ansiedad le diera de saltos por dentro. Incluso fingía recoger sus cosas o guardarlas en el armario. Lo miró fijamente hasta que a Naruto se le acabaron las cosas que mover y pareció asustado de quedarse quieto.

Dobe, ¿qué haces?

Guardando cosas, tonto —Naruto le sacó la lengua de forma divertida y puso una enorme sonrisa, de esas que no había puesto en todo el día. «Quizá es fingida» pensó.

Para cuando salió de sus pensamientos toda la situación se palpaba bastante incomoda, ninguno decía nada y tan sólo se miraban fijamente, como buscando respuestas. Naruto ya no tenía la feliz expresión de antes, en cambio parecía que iba a escupir verdades en cualquier momento y él no esperaba nada más que eso.

Vio a su amigo caminar en su dirección, pero al contrario de lo que pensaba el rubio terminó por sentarse hasta el lado de la cabecera de la cama, dejando un espacio considerable entre los dos. Frunció el ceño. El idiota lo seguía haciendo; ¿cómo es qué el dobe no entendía que necesitaba más que eso para alejarse de él? MUCHO más que sólo eso, definitivamente.

Naruto... —le llamó en forma de susurro, acercándose hasta él lentamente.

Cuando volteó le retuvo el moreno rostro con las manos, igual a como Naruto lo había hecho con él aquella vez. Delineó con los pulgares las peculiares marcas que había  en su rostro y su corazón comenzó a latir cada vez más lento, pero estrepitosamente dentro de su cuerpo. Incluso le retumbaba en los oídos.

Su amigo, casi hermano, parecía inmóvil; tenía la expresión desencajada y los ojos casi aguanosos. Acercó sus rostros mirándole tan atento que no se dejó cerrar los ojos. Fue  desplazando su mano derecha hasta la nuca y entrelazó sus dedos con el cabello rubio de su compañero, tan ligeramente que parecía más una caricia.

Juntó sus labios y entonces se dio cuenta...

Los de Naruto temblaban.

Pudo sentir que un escalofrío le recorría de pies a cabeza y cómo un molesto cosquilleo se le arremolinaba en el estomago.

Naruto —Susurró, haciendo que su compañero se tensara cuando su aliento le chocó contra la piel.

Volvió a unir sus labios y ésta vez los movió un poco. Casi pudo palpar los sentimientos de su compañero. Sintió perfectamente cuando se desbordaban todos los sentires guardados de su pequeño amigo de toda la vida, y fue en ese momento que lo supo; No había vuelta atrás.

De un instante a otro fue correspondido. Naruto movía los labios con un tinte de desesperación y nerviosismo, casi como si el momento se le fuera a escapar de las manos. Él abrió un poco los labios y permitió que el beso se hiciera más profundo.

El otro le había pasado los brazos sobre los hombros, aferrándose a su cuerpo como si de un momento a otro fuera caer. Su mano izquierda que hasta ahora había estado estrujando la orilla de la sabana, ascendió por la pierna de Naruto, tocándole sobre él pantalón.

Fue trepando, sintiendo con la yema de sus dedos el espacio donde se levantaba la camisa y empezaba el abdomen de Naruto. Todas las sensaciones de pronto las encontraba demasiado sugestivas. Todo, absolutamente todo, hasta el más mínimo roce, podía sentirlo.

Separaron sus labios y los dos jadeaban un poco viéndose atentamente a los ojos, «habían olvidado respirar». Subió su mano hasta el brazo izquierdo de su amigo y lo acarició de forma suave. Quería seguir, deseaba tocarlo, pero no sabía cómo.

Se sentía necesitado, tan insaciable...

Insaciable de Naruto.

Seguían mirándose, pero Naruto agachó la cabeza rompiendo el contacto, y todo el flequillo se le vino a la cara. Estaba sonrojado.

Naruto… yo —balbuceó, no sabiendo que decir. Pero el otro levantó la cara y calló. Sus ojos azules se le clavaron como estacas. Su mirada era determinante y la veía con mucha más fuerza, e incluso mucho más decidida.

Eso lo asustó.

Como un balde de agua fría, la realidad se le echó encima hecha una furia. «¿Qué mierda estaba haciendo?»

» Aquella vez, Naruto huyó.
Esa vez... fue él.

»No supo cómo, no supo cuándo. Sólo se dio cuenta hasta que ya bajaba las escaleras de salto en salto con la mochila en mano. Abrió la puerta de un jalón y salió tropezando con las plantas de la señora Uzumaki. Volteó sólo una vez más y él estaba ahí, parado bajo el marco de la puerta, respirando agitado y sosteniéndose apenas con una mano.

Naruto agachaba la cabeza, y todo el flequillo se le venía a la cara.

Se sintió frustrado de no poder deshacerse de esa imagen en su cabeza, y siguió corriendo a todo lo que sus piernas le permitían, hasta que chocó con alguien y el golpe le desorientó. Era una mujer, y de sus manos resbaló una bolsa que al golpear con el piso reventó y de ella salió una caja de donde derramó la leche.

¿Sasuke-kun, estás bien?

¿Kushina-san?, lo lamento, no la vi.

La madre de Naruto le miraba sonriente mientras le acariciaba el cabello de manera cariñosa.  Sintió culpa; Naruto estaba allá atrás, dolido por su culpa y ella le dedica a él una hermosa sonrisa. Apretó los puños, enojado.

Sasuke-kun no te preocupes por esto. Aunque quizá Naruto se moleste por su leche —se rascó la mejilla, como pensativa—  Pero no te sientas mal, para la próxima vez no olvides traer una caja de leche. ¿De acuerdo?

Asintió, preguntándose si en realidad habría una próxima vez.



•••



Mientras más se acercaba, la sensación de tener las piernas de trapo aumentaba. Giró aun corriendo en la última esquina y los pies parecían adormecérsele. ¡Demonios! Estaba tan nervioso que todo su cuerpo parecía irle en contra.

Dio un par de zancadas más y lo encontró. A lo lejos estaba él, parado frente a su casa con la mochila colgando del hombro y con una bolsa pequeña en las manos. Sasuke estaba ahí.

«Sasuke regresó»

Sonrió, y un montón de sentimientos se le arremolinaron dentro, mientras su corazón bombeaba tanto que, pensó, en cualquier momento le iría a explotar.

De pronto sentía unas enormes ganas de gritarle, echársele encima y darle un buen puñetazo por ser tan teme. En cierto momento se preguntó si Sasuke no le había correspondido por lastima, sólo por no lastimar sus sentimientos, pero luego se dijo que si era así…  Ese maldito Uchiha era un idiota, pero era su amigo y la persona más importante que tenía.

Sasuke era SU idiota.



•••



Era inútil.

Soltó un suspiro profundo y sujetó con fuerza la bolsita en sus manos. No había remedio, tendría que dejarla ahí, ya quizás Naruto la encontrara después.

Dio un par de pasos, mirando el pequeño tapete que exhibía unas letras amarillas con flores rojas: “Bienvenidos” decía. Abrió la bolsa donde traía el regalo y se esculcó dentro de la mochila sacando una hoja con unas cuantas palabras escritas con buena caligrafía en el interior.

Dobló la hoja y la metió dentro de la bolsa. Era hora de irse. Quizá Naruto lo entendería, quizás no.

Realmente no esperaba una relación formal o ese tipo de cosas. ¿Para qué mentir?, él no tenía tiempo para eso. Naruto era su mejor amigo, casi como su hermano, pero en algo Itachi tenía razón... El dobe no sabía de hermanos.

Tal vez el usuratonkachi sólo se encontraba confundido y no sabía ni que sentía. Y él cayó redondito, ¡Joder! ... Frunció el ceño y estuvo a punto de no dejarle el estúpido collar.

«El dobe no tiene la culpa» Se recordó, intentando recobrar la poca calma que tenía.

Suspiró de nuevo. Bien, que sucediera lo que tuviera que suceder.

Se inclinó un poco alargando la mano para dejar el dichoso problema que ahora tenía entre manos... pero algo se lo arrebató.

«¿Pero qué mier...?»

Abrió los ojos lo más que se lo permitieron, estaba sorprendido y el aire se le había atorado entre los pulmones y la tráquea. Volteó lo poco que su rígido cuerpo se lo permitía.

Y ahí estaba. Su rubio dolor de cabeza estaba detrás de él, sudoroso, jadeante y sofocado, como si hubiera llegado de un gran maratón con obstáculos y todo. Además sostenía a duras penas la bolsita con su mano derecha mientras intentaba recuperar el aire.

Entonces, no supo que decir.

En unos segundos ya se había recuperado. Naruto lo miró con reproche y se puso a esculcar dentro de la dichosa bolsita, sacando el pequeño e insignificante collar que le había traído hasta ahí.

No tenía idea de cómo reaccionaría, pero no le pareció tan tonto cuando en sus ojos azules brilló el reconocimiento y luego lo observaron a él con duda.

Sasuke, ¿qué es…?

No contestó, tan sólo le dedicó una mirada inexpresiva y le señaló ligeramente con la mano que volviera a buscar dentro del envoltorio. Naruto frunció el ceño y metió de nuevo la mano sacando con ella la pequeña carta improvisada.

Para Naruto... —leyó— Esto es para si vuelves a huir te acuerdes que eres un idiota. Usuratonkachi, tus sentimientos no son malos.

Teme, ¿qué significa esto 'ttebayo?

Naruto se le quedó viendo cómo si aquello no tuviera sentido. Así que sólo se encogió de hombros, restándole importancia.

Alguna vez dijiste que tú y yo éramos iguales.

Naruto desabrochó el colgante para amarrárselo al cuello y sonrió de tal manera que sus defensas volvieron a caer como aquella vez.

Notó como los ojos de su rubio amigo se convirtieron en dos posos llenos de mar, el azul en ellos se hizo profundo y fue como si le quisieran absorber.

El vértigo le llenó los sentidos, y entonces supo que los sentimientos de Naruto fluían dentro de él, *como agua de lluvia en una tormenta.

 

*Como un diluvio en el que te hundes hasta el final.


I'm falling


Sí, Naruto era el único que podía hacerle caer.

 

To be continued...

Notas finales:

Muchas gracias por pasar a leer, y espero de todo corazón que haya gustado aunque sea un poco.
Nos leeremos en el siguiente capítulo.

*Éstas frases las he tomado de un doujinshi que recomiendo mucho. Su nombre es "Promesa de amor" y es propiedad de emi/10-RANKAI

"cayó redondito" = cayó en el engaño, fue engañado.

"I'm falling" = se traduce como: "estoy callendo". Pero lo interesante aquí es que, "falling in love" se traduce: "enamorarse" por lo que "I'm falling" en éste contexto sería como; "me estoy enamorando".

(Alguien me lo ha explicado así, por lo que también puede haber algún error).


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