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Compañía por karin_san

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Notas del fanfic:

ManiShionadaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Notas del capitulo:

Un pequeño fic que surgio releyendo mi parte favorita del manga que es la de Manigoldo de Cáncer. Amo su relación con su maestro Sage!!!

 

Nada se movía esa noche en el santuario, incluso las nubes grises parecían haberse estancado en el cielo desde hacia ya tres días. Shion suspiró con dificultad debido al dolor en su pecho, no le gustaba la lluvia, al menos no esa lluvia que no cesaba de golpear el mármol frío de la entrada al recinto de los doce templos, esa que no daba tregua a la luz del sol ni de las estrellas lejanas, esa que no permitía respirar mas que el olor mortuorio a tierra mojada y piedra húmeda, esa que olía a frio y soledad y que siquiera el aroma delicado de las rosas del doceavo guardián conseguía menguar. Todo parecía morir bajo esa catarata imperturbable de hilos cristalinos, sí, todo parecía morir, sobre todo su ánimo. Era como si la llama de su espíritu temblara agotada por el pesar al que le sabía la lluvia, porque esa para él era la esencia de la lluvia: pesar, angustia, tristeza. La lluvia sabía a tristeza porque arrastraba recuerdos y a él no le gustaba recordar.

-Dicen por ahí que andas enfermo.

Reconoció la voz de inmediato, por ello, no se molestó en voltear hacia su visitante, no tenía ni el ánimo ni la paciencia para discutir. Se limitó entonces a indiferente dejar caer su cabeza en la columna junto a la cual se hallaba sentado observando la noche gris y lluviosa.

Manigoldo crujió los dientes ante la indiferencia, cerró los ojos, inspiró hondo, se calmó y por fin acercó su mano a la frente del menor que abrió los labios sorprendidos pero no consiguió articular ninguna palabra.

-Tienes fiebre ¿por qué no estás adentro?-insistió el mayor.

-Estoy de guardia- respondió  secamente el primer guardián. Irritado el santo de Cáncer contuvo en la punta de la lengua una oleada de ocurrentes insultos y optó por pasar al plan "B". Sacudió la capa de su rango y extrajo una delicada caja labrada en roble. Luego se sentó, la abrió y en silencio extendió el antiquísimo tablero sobre el suelo de mármol.

Shion intrigado lo observó hacer.

-Sage te matara-soltó por fin siguiendo atentamente el  tosco modo en que el cuarto guardián colocaba las piezas sobre el tablero de ajedrez.

-El viejo no tiene porque enterarse ¿no?-respondió socarronamente el mayor- ¿blancas o negras?

-¿Quieres jugar conmigo, Manigoldo?-inquirió divertido el rubio fijando sus iris almendras en los azules y cristalinos como lluvia-eres pésimo-le recordó-ve a descansar, sólo es un poco de fiebre-murmuró finalmente posando la vista en el cielo gris, conmovido por el gesto de querer acompañarlo.

-¿Me tienes miedo?

El rubio se volvió con el ceño fruncido hacia él y luego  esbozó una amplia y presumida  sonrisa a la vez que se acomodaba de cara al juego.

-El  alfil no va ahí y la torre...-corrigió ordenando las piezas mal colocadas-¿sabes que no tienes chances, no?

-¿Qué apostas? ¿Lo hacemos como en los viejos tiempos?

Shion miró nuevamente hacia el cielo gris antes de asentir con una sonrisa, a veces la lluvia arrastraba buenos recuerdos también...

 

***

El adolescente lo miraba con sus ojos azules y profundos sumamente irritados, mordiéndose a la vez el labio inferior molestó. El niño rubio, al contrario, se veía sereno y concentrado mientras estudiaba las piezas. El aire se podía cortar con una navaja pensaba el anciano patriarca dando vueltas en círculos alrededor de los dos jóvenes santos dorados. Finalmente, el mayor se quedó quieto detrás de su discípulo. Manigoldo debía ejecutar la siguiente jugada, él ya tenia en mente al menos veinte posibles salidas a la maravillosa red en que el ariano había atrapado al rey de su discípulo, esperaba que Manigoldo tuviera al menos una en mente.

-¡Muere!- amenazó el italiano moviendo su caballo hacía la reina de Shion.

El gran salón quedo en silencio, el rubio arqueó una ceja confuso acerca de las intenciones de la jugada del santo de Cáncer.

-¡Idiota!-gruñó el patriarca de pronto a la vez que golpeaba la cabeza de su discípulo.

-¿Pero qué hace, viejo?- se quejó el adolescente frotando su cabeza.

-¡No actúes sin pensar! ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

 Shion esbozó una sonrisa, salvó a su reina y se llevó de camino una torre. Luego, retiró con su mente la última pieza dorada que revestía al cuarto guardián, haciéndolo sonrojar con la ligera caricia de su cosmos en su rostro.

-Jaque.

-¡Rayos!-masculló Manigoldo.

-A este paso te vas a quedar desnudo-suspiró el patriarca ordenándole con un gesto de su mano cederle el lugar.

A Sage no le llevó mas de tres jugadas emparejar la situación y de seis revertirla completamente a su favor.

-Parece que alguien está perdiendo- se burló el italiano mientras retiraba rudamente el casco del primer guardián.

-Es un gran jugador, patriarca- dijo sonriéndole encantado por la partida al mayor y a la vea que ignoraba al italiano que no paraba de mofarse.

-Ser patriarca implica, entre otras cosas, ser capaz de proveer todas las jugadas de tu oponente. Sin embargo, no voy a negar que tienes un talento nato para este juego, Shion, algo extraño considerando que te enseño mi hermano. Hakurei siempre fue pésimo, una partida entre el y Manigoldo no duraría más de cinco minutos.

-Creo que está siendo amable, patriarca.

-¡oigan! ¡Estoy aquí!

Los tres guardaron un instante de silencio antes de echarse a reír a carcajadas, en compañía las tardes de lluvia pasaban rápidamente.

***

Una gota de sudor resbaló por el torso desnudo del italiano. Tenía frío pero proteger su casco ya era cuestión de honor, además había llegado demasiado lejos para rendirse. Finalmente, se le ocurrió  una jugada y movió su pieza.

-Jaque-sonrió confiado.

Shion le devolvió la sonrisa mientras acariciaba su mentón pensativo, ciertamente sólo le quedaba el faldón y las piernas doradas de la armadura, quizás Manigoldo si había mejorado o quizás sólo estaba tomando ventaja de la fiebre que no lo dejaba pensar con demasiada claridad, sin embargo, perder no era una opción. Recorrió una a una cada pieza concentrado, descubrió una fisura, se inclinó sobre el tablero, sujetó el mentón del cuarto guardián con la punta de sus dedos y luego lo atrajo hacia él. Depositó un beso suave y caliente sobre los labios fríos y húmedos del italiano a la vez que con una suave caricia  retiraba el yelmo dorado.

-Lo siento-murmuró fingiendo pena mientras daba mate al rey contrario.

-No, espera, es trampa ¡aaaaaaaachus!

-¿Te enfermaste? todo porque actúas sin pensar- le recordó el menor.

-Bah, un poco más y esta vez te dejaba desnudo.

-¡Si, claro!-ironizó el rubio mientras con su mente colocaba su capa en los hombros del mayor.

Los dos se echaron a reír mientras por fin las estrellas encontraban pequeños huecos desde donde alumbrar. En compañía la lluvia pasaba rápidamente, sabía a vida.

Notas finales:

Grax por leer!!!


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