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La Mecánica del Corazón. por SamHellsing

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Notas del fanfic:

Este ees mi primer fic en Amor-Yaoi, no había tenido tiempo de escribir un Fanfic aquí porque no me había dado el tiempo posible para poder continuarlo. Pero desgraciadamente la inspiración no me deja en paz, así que no pude resistirme a escribir este fic.

Esta extraña historia está basado en el libro "The mechanics of the heart" que pertenece a su respectivo autor. Lo mismo con los personajes de Naruto, no me pertenecen, ya que son propiedad de Masashi Kishimoto. Yo sólo los tomo por fines de entretener a la gente.

 

Notas del capitulo:

Advertencias: Lemon, AU (Universo Alterno), Ciencia Ficción, un poco de OoC.

Aclaraciones: Orochimaru no tendrá la misma edad que en realidad, será dos años mayor que Sasuke y Naruto.

Cursiva-pensamientos.

Esto es un SasuNaru.

Los personajes de Naruto y la trama del fic pertenecen a sus respectivos creadores-autores.

La Mecánica del Corazón.

 Por: SamHellsing

 Capítulo 1.

 Nieva sobre Konoha el 23 de julio de 1874. Un frío gélido azota la cuidad. Los viejos especulan que podría tratarse de día más frío de la historia. Diríase que el sol había desaparecido para siempre. Sin embargo también era un día lluvioso, el más lluvioso mejor dicho.  Las nubes estaban teñidas de gris, gotas de lluvia se estrellaban en el suelo convirtiéndose parte del barro y tierra mojada. No se encontraba ningún aldeano en las calles, quienes se encontraban solitarias con los faroles inútilmente prendidos. Uno que otro gato corría por los callejones en busca de refugio.

Pero no todo era igual en una parte alejada un poco de la cuidad, más arriba de la colina, se encontraba una pequeña choza, propiedad de la "bruja de la aldea" o como se hace llamar ella, la doctora Tsunade, a los que los aldeanos la tildan como loca, una mujer avanzada de edad que sin embargo aún conserva su belleza juvenil. El fulgor de sus ojos permanece intacto pero tiene un gesto contraído en la sonrisa. Mujer de la que todos temen, por el simple echo de que es algo rara, además de que ayuda a las prostitutas que siempre llegan a ella con sus vientres hinchados apunto de dar a luz. La doctora Tsunade trae al mundo a los hijos además de las prostitutas, de las mujeres desamparadas, demasiado jóvenes o demasiado descarriladas para dar a luz en el circuito clásico. Además de los partos a la doctora Tsunade le encanta remendar a la gente; es la gran especialista en prótesis mecánicas, ojos de vidrio, piernas de madera. Uno encuentra todo en su taller. Algunos aldeanos la desprecian, por ese hecho. Estamos a finales del siglo XIX, por lo que no es difícil convertirse en sospechosa de brujería. En la cuidad se rumorea que la doctora Tsunade mata a los recién nacidos y los transforma en seres a los que esclaviza.

Ese día era el día más lluvioso del año y mi nacimiento.

En este lugar mi joven madre estaba dando a luz, mientras se esfuerza en parir, observa a través del cristal cómo los pájaros y los copos de nieve se estrellan contra la ventana silenciosamente. Sus pensamientos derivan hacia la melancolía; sabe que no podría quedarse conmigo. Apenas se atreve a bajar la vista hacia su vientre. Cuando mi nacimiento es inminente, sus ojos se cierran sin crisparse. Su piel pálida se confunden con las sábanas y su cuerpo se derrite en la cama.

-¡Puja, puja!

-¡Ahhhh!

Aquella era mi madre, una de las otras prostitutas, con cuerpo de adolescente, pero con carácter de una mujer adulta.

-¡Puja Mikoto, puja!-decía la doctora Tsunade, mujer de cabellos rubios atados a dos coletas, pechos prominentes y carácter un poco bipolar.

-¡Eso es lo que estoy haciendo... ahhhh!-sus manos se aferraban a las sábanas de la cama, Tsunade se encontraba entre sus piernas, tratando de recibirme.

Por la ventana se podía ver que la lluvia se había combinado con los copos de nieve, que poco a poco comenzaban a teñir el suelo de blanco.

Podía sentir a mi madre tensarse y gritar con todas sus fuerzas, mi cabeza salió y fue tomada por dos grandes manos.

Mi madre siguió pujando a regañadientes, gracias a la doctora Tsunade, quien me sacó fuertemente de las entrañas de mi pobre y exhausta madre.

-Ya está afuera, Mikoto,  ¡ya está afuera!-gritaba emocionada, la rubia, mientras me tendía en la cama-. Es tan blanco...-susurró.

Lo primero que vieron mis ojos fue a una rubia de pechos prominentes, me sentía un poco cansado, aún no había podido acostumbrar mis ojos a la pequeña luz.

Mi madre dio un vistazo rápido para después desviar la mirada de mi ser con desprecio.

-¿Quieres abrazarlo?-me tendió, enfrente de mi aún exhausta madre.

Mi madre abrió los ojos rápidamente para después poner sus manos como una barrera ante mí.

-¡Aléjalo, no es más que un bastardo, no lo quiero!-gritó furiosa, tratando de alejarme con sus manos-¡No quiero ver nada! ¡No quiero saber nada!

-Pero...-Tsunade la vio con ojos desorbitados.

Sentía como mi cuerpo se ponía cada vez más frío, mi sangre se congelaba.

-¿Qué...?-la rubia bajó la mirada, creo que había sentido mi piel que en un momento se había enfriado.

Me soltó encima de la cama con delicadeza, y comenzó a palpar mi minúsculo pecho, su cara de desfiguró para pasar a una cara fruncida de preocupación, no dejó de palpar mi pecho, que por una razón extraña me dolía. Tsunade miró a mi madre quien me miraba con desprecio por encima de los hombros.

-¡Dios mío, Mikoto, tu hijo tiene el corazón congelado!-gritó Tsunade desesperada.

Mi madre por un instante se encontró sorprendida, pero de nuevo frunció el ceño, furiosa.

-¡No es mi hijo, además yo igual tengo el corazón helado!-gritó fuertemente, se encontraba enojada, al parecer no quería saber nada de mi existencia.

-¡No seas estúpida, Mikoto, hablo en serio, el corazón de este niño está congelado de verdad!-respondió furiosa para llevarme a una pequeña camilla, y tomar una maleta de extraños utensilios.

Mi madre seguía con la mirada todas las acciones de la doctora Tsunade.

-No me interesa, por mi que se muera, sólo me estorba-dijo fríamente.

Tsunade la ignoró por completo pero pude ver un leve ceño fruncido en su frente. Sacó de su extraño y gran maletín un objeto perfilmente puntiagudo y filoso. Sin dudarlo lo acercó a mi pecho e hizo un corte vertical en mi pecho, pude sentir como cortaba poco a poco los tejidos de mi piel, apenas y lo sentía, mi cuerpo se encontraba frío. Mis ojos entrecerrados se fijaron en lo que hacía Tsunade.

Desesperadamente buscaba entre los cajones de su escritorio, y sin ningún éxito, comenzó a pensar desesperadamente, hasta que dentro de un poco tiempo pude notar que su mirada se relajaba y tomaba un extraño brillo de felicidad. Mi cuerpo derramaba un poco de sangre coagulada, tenía el pecho abierto, pero eso no importaba, lo único que quería hacer era gravarme la imagen de mi madre, ya que extrañamente tenía el presentimiento de que no la volvería a ver más.

Tsunade me sacó de mis pensamientos cuando se me acercó con una extraña cosa en su mano, era pequeña y de color café, era un pequeño reloj de cuco, sus grandes engranajes sobresalían del pequeño reloj junto con las agujas. Tsunade me abrió levemente la piel cortada, para después meter sus finos dedos dentro de mí junto con unas filosas tijeras, corto, y corto, no supe que cortaba hasta que sacó un extraño objeto de color rojo pero a la vez café, a la vista podía verse duro y congelado, rápidamente me metió el reloj dentro de donde  antes estaba mi corazón real.

Conectó arterias y venas, pronto pude sentir como la sangre corría por mi cuerpo, los finos dedos de la doctora Tsunade ajustaron las agujas de mi reloj-corazón hasta las doce en punto,  los soltó, pero no ocurrió nada. Mi corazón lleva demasiado tiempo sin latir. La cabeza me da vuelas; me siento como en un sueño extenuante. La doctora toca ligeramente los engranajes para provocar una reacción y que así, de una vez por todas, comience el movimiento. "Tic-tac" hace el reloj. "Bo-bum", responde el corazón, y la arterias se colorean de rojo. Poco a poco, el tic-tac se acelera, el bo-bum también Tic-tac, bo-bum, tic-tac, bo-bum. Mi corazón late a una velocidad casi normal. La doctora Tsunade aparta suavemente sus dedos del engranaje. El reloj se ralentiza. Y ella agita de nuevo la máquina para reactivar el mecanismo; pero en cuanto  aparta los dedos el ritmo del corazón se debilita, pero después vuelve al ritmo normal.

Las primeras señales luminosas del amanecer rebotan contra la nieve y viene a hilvanarse entre las cortinas.  Después de lo sucedido con mi nacimiento, la doctora Tsunade se encontraba un poco agotada. Yo me he dormido; aunque tal vez esté muerto ya que mi corazón ha estado parado demasiado tiempo.

De repente el canto del cuco en mi pecho resuena fuerte que me hace toser.

Sin perder más tiempo sentí como aquel gran corte se cerraba gracias a un hilo.

Y para seguir con vida, cada mañana tendré que darme cuerda a mi corazón. A falta de lo cual, podría dormirme para siempre.

La doctora Tsunade, dejó escapar fuertemente un suspiro de alivio mientras se quitaba con el antebrazo el sudor que bajaba por su frente, se dio la vuelta y miró a mi madre, quien se encontraba ausente.

-Mikoto...

-Es tan... pálido-hizo una pausa-. Como la nieve...

Mi madre me dice que parezco a un gran copo de nieve con agujas que lo atraviesan, a lo que Tsunade responde que ese es un buen método para encontrarme en caso de un extravío en una tormenta de nieve

-Sí, lo es-me dio un rápido vistazo para luego pasar sus ojos miel a los ojos oscuros de mi madre.

-Quédatelo... yo no puedo tenerlo.

Ya es mediodía. La doctora había acompañado a mi madre hasta la puerta. Mi joven madre avanza muy despacio, le tiembla la comisura de sus labios. Se aleja con su paso de vieja dama melancólica y cuerpo de adolescente.

Al mezclarse con la bruma, mi madre se convierte en un fantasma de porcelana. Desde aquel día extraño y maravilloso, no la he vuelto a ver, por lo menos pude gravarme muy bien su imagen, jamás me olvidaría de ella.

Notas finales:

Espero que les haya gustado el primer capítulo, esperaré ansiosa sus comentarios, me gustaría saber sus gustos sobre este fic.

La actualización depende de los reviews que manden.

Eso fue todo. Nos leemos, en el próximo capítulo.


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