—Atardecer.
— ¿Qué pasa Saitō?— Me preguntó Kanon quien me miraba recargado en una de las paredes del pasillo donde se encontraba la sala de ensayos.
—Ayer…— Y le empecé a relatar lo sucedido, no mostraba ninguna expresión de asco, tan solo una tratando de consolarme y con una de sus oraciones otakus “Ya verás que todo saldrá bien” y yo tan solo le mostré una sonrisa, una sonrisa amarga.
—Vamos a ensayar, tal vez puedas arreglarte con él ahí.
—No encontramos a Teruki.— Nos dijo Miku a mí y a Kanon quienes íbamos llegando al salón de ensayos, me asusté al oírlo y Kanon me miró alterado.— Lo llamé toda la mañana para reunirnos con el manager pero nada, Spark también lo llamó pero ni rastro de él.
Me asusté, salí corriendo a buscarlo no me importaba si tenía que pasar mucho tiempo buscándolo, tenía que encontrarlo ¿Dónde? No lo sabía pero si sabía que tenía que hacerlo. Recorrí los lugares más cercanos a su vivienda pero nada y los recuerdos de ayer me llegaron a la mente.
— ¡No! No podemos Saito, si les decimos nos odiaran, nos echaran de la banda. — Teruki no estaba enojado, estaba furioso.
— ¡Pero Teruki!— Reclamó el guitarritas. — Tienen que saberlo, tienen derecho a saberlo.— Bou subió su voz cosa que nunca hacía.
—No Bou ¿Qué no lo entiendes? Nos echarán si les decimos. — Seguía con lo mismo.
—No, lo que yo no entiendo es que no tienes el suficiente amor hacia mí que no puedes decírselo a las demás personas. — El chico empezó a llorar y se agachó cubriendo su cara con sus piernas.
—Me voy, no pienso quedarme más tiempo aquí. — Y salió del departamento de Kasuhiro.
Mi celular empezó a vibrar ya que lo tenía como tal y con la esperanza de que fuera el conteste pero…
—Kanon ¿Qué pasa?— No se escuchaba nada bien parecía como si estuviera llorando. —No…— No, el no podía simplemente esfumarse, era una broma, tenía que ser una broma. — ¡No puede haberse esfumado!— Colgué.
—Saitō.— Y una voz detrás de mí se escuchó, muy conocida para mí y me volteé para verificarlo.
—Te—Teru—ki.— Mis piernas temblaron y de un momento a otro ya lo estaba abrazando, llorando mientras el tocaba mis cabellos rubios como si me estuviera consintiendo.— Creí que me dejarías, que me dejarías solo y no volverías nunca más.— Mi llanto no cesaba pero no me importaba, estaba frente a mí, no necesitaba más.— ¡Lo siento Teruki! ¡Lo siento de verdad! No debí haber dicho eso, no debí haberte reprochado que debíamos sacar a luz nuestra relación, yo…—levante mi cabeza mostrando mis ojos cristalizados por el llanto tratando de explicárselo directamente pero tú, como siempre me callaste con un beso, uno de esos tantos besos que me dabas todos los días, los que tanto me gustaban y me gustan.
—No Saitō, yo debo pedirte perdón por todas las cosas que te dije ese día y estoy de acuerdo con decirles a los chicos sobre lo nuestro. — Me decía sonriendo, esa sonrisa que tanto me gustaba ver en tu rostro, aquella sonrisa que me enamoró. — Saitō. — Me llamó y yo lo miré.— ¿Sabes qué día es hoy?— Y yo lo miré confundido.— Hoy es tu cumpleaños.— Lo miré sorprendido, tenía razón ¡Hoy era mi cumpleaños! Y no me acordaba, todo…por ti.
—Es verdad. — Me separé un poco de él pero aun lo abrazaba.—Es tu culpa que no lo haya recordado, estuve todo el día pensando en lo de…—Y otra vez, tú me callaste con un beso pero después lo cortaste y me dijiste:
—Saito, no lo recuerdes, me da vergüenza. — Decía abrazándome, teniéndome muy pegado a él, acción que me gustaba. —Sólo quiero estar así, por unos minutos más.—Me dijiste y pusiste uno de tus manos en mi cabeza pegándome aún más, como si nunca me fueras a dejar ir.—Lo que nunca voy a olvidar, será el que te voy amar siempre.— Me dijo y yo empecé a llorar otra vez, de alegría esta vez.
—Yo también Teruki, nunca lo dudes. — Ambos nos sonreímos el uno al otro y nos dimos cuenta de algo “El atardecer” estaba ahí, justo frente de nosotros.
—Es por eso que me encantan los atardeceres, siempre traen algo positivo.— Tenía razón, siempre traen cosas positivas.