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Cold Love por zoe

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Notas del fanfic:

zoe: pues mas que lemon yo diría que es lime...aaa ¿que me está pasando wizz?

zoe: no lo sé; será que la perversion te abandona? *mirada ladina*

zoe: ¡Callate! Yo no soy pervertida wizz, solo mis escritos se devían un poco de la pureza (soke ¬¬)

DISCLAIMER: Hetalia ni sus personajes me perteneces -que poca madre tiene el destino- yo solamente los utilizo con fines de entretenimiento y para que se mojen las...¡mejillas! de lágrimas huahuahauhauhaua.

Cold Love.

Siempre era lo mismo, las cosas no podrían cambiar de una u otra forma. La verdad era que ya se estaba cansando de todo eso.

 

No es que odiara al danés, no es que no lo apreciara. Pero sí tenía que decir que no le era fácil admitir lo que sentía y su orgullo estaba por delante. Orgullo por el cual, Denmark no estaba ahí, a su lado; sino que se encontraba con “él”.

 

 

 

De tan solo imaginárselos juntos sus puños se apretaban instintivamente y su semblante se llenaba con una sombra de dolor que si le pidieran que lo explicara, no podría hacerlo. Simplemente no podía.

 

 

 

A pesar de que se había marchado con una sonrisa, sabía que en esos momentos estaba llorando en sus hombros, talvez ya se encontraban descansando en el lecho groenlandés después del “consuelo” que el territorio danés en América podía ofrecerle; y eso le dolía, le enfurecía, le entristecía, le marcaba el corazón de una forma que sentía que nunca se iba a poder recuperar.

 

 

 

“Estás a tiempo de recuperarlo”

 

 

 

El noruego ignoró por unos segundos la voz de su fantasma meditando en esa posibilidad; los vuelos a Groenlandia eran escasos, pero aún podía alcanzarle y hacerle volver a patadas.

 

Ya que cuando Den se ausentaba los hacía por casi dos semanas; aunque pensándolo bien, la última vez fue casi un mes entero. El peor mes de toda su vida; sin su molesta presencia,  sin las palabras de amor que el mayor le dedicaba cada fracción de segundo que podía, sin el calor de su cuerpo, sin su mirada azulada sobre la suya fría y distante, sin esa sensación de seguridad; y con el miedo, miedo que jamás volviera, que se enamorara del menor del norte y se olvidara totalmente de su persona. Persona que a pesar de rechazarlo continuamente lo necesitaba a su lado para poder seguir viviendo.

 

 

 

Aún recordaba su separación, había sido tan dolorosa. Había llorada cada noche de tormenta en el patio del castillo sueco sin abrigo mayor que el de la soledad sobre su cuerpo y la calidez de sus lágrimas derritiendo la nieve que sobre sus mejillas se posaba.

 

 

 

¿Y es que, qué más podía hacer por aquél que amaba? Nada, esa era la respuesta, nada podía hacer si ni siquiera se atrevía a afrontar las cosas como lo eran realmente y se encerraba dentro de su usual máscara de indiferencia forjada con orgullo.

 

 

 

-Dan –sus dedos viajaron hasta su broche en forma de cruz, antes de soltar un suspiro a la nada-. Idiota –completó la frase saliendo de su casa, no sin antes tomar su bufanda y unos guantes, salió azotando la puerta y dejando olvidado a su fantasma.

 

 

 

 

 

___________________

 

 

 

-…Y después me corrió de su casa sin considerar que estaba nevando y hacía un frío de los mil demonios… -el danés seguía con sus largas quejas, llevaban más o menos 36 horas “hablando” y ya estaba perdiendo la paciencia; cada vez era siempre lo mismo.

 

-Den…de verdad hermano, quiero dormir –el joven de aparentes 26 años, tez muy blanca –más que la de Isu incluso- ojos azules cual alta mar y su cabello grisáceo  casi albino corto al estilo del danés (tal ves un poco más largo) y despeinado; bajo sus ojos se mostraban las ojeras que representaban la falta de sueño. Observaba la botella de heering vacía sobre la mano del nórdico como si fuera la cosa más interesante.

 

-…Norge es muy frío. ¿Y sabías que siempre es cuando él quiera? Argus… no viviré mucho tiempo así…

 

-No me llames así Dan –sus grandes ojos azules se entrecerraron de forma amenazadora; le quita la botella de heering de sus manos y estaba dispuesto a tirarla. Si para poder dormir necesitaba echarlo a la calle, lo haría.

 

Talvez Dinamarca no tuviera nada que hacer; pero él sí, a pesar de no ser muy tomado en cuenta, no dejaba de ser una nación…y alguien ocupado como para estar perdiendo el tiempo de esa manera, escuchando las quejas amorosas de su hermano mayor.

 

 

 

El vikingo mayor se lanzó encima de la –permanentemente- congelada nación intentando recuperar su alcohol; pero perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo, en un hábil movimiento para evitar el golpe, Groenlandia giró dejando al mayor en el suelo con todo el daño sobre su persona.

 

 

 

-Hermano tonto, siempre tan pasguato tu jajajaja.

 

-¡Aaaarg! No te burles de tus mayores –dice al tiempo en que lo toma del cuello de la camisa para acercarlo más y morderle la nariz, el “Gran Ataque a la Nariz del Gran Rey de Europa de Norte”

 

 

 

_____________________

 

 

 

 

 

Tal vez, y solo tal vez, si Noruega hubiese llegado 2 minutos antes comprendería la situación; pero aquella escena era más que suficiente para creer en que sus sospechas eran ciertas.

 

Groenlandia encima de Dinamarca, Dinamarca al borde de besar a Groenlandia. ¡Había visto suficiente!

 

 

 

Se acercó a la “feliz pareja” y miró con todo su odio al groenlandés, de la mesa tomó una de las botellas vacías de heering y se la estampó en la cabeza a Den, le haló del cogote y se lo llevó arrastrando hasta la puerta.

 

Se detuvo en la misma y se giró para verlo una última vez.

 

 

 

-Este idiota –levanta al aturdido Den que no entendía mucho de lo que pasaba-, ¡solo es MÍO!, vuelve a poner un dedo sobre él y juró que no sólo invadiré tus regiones vitales, sino que te lanzaré al trópico para que mueras lenta y dolorosamente de insolación. –de un sonoro golpe la puerta se cerró dejando a un perplejo y fastidiado Groenlandia en el suelo.

 

 

 

-Lo que me faltaba, un vikingo tsundere, celoso y posesivo. Pensaré seriamente en convertirme en el “Estado 51” con tal de no verles las caras otra vez –en su rostro se posa una sonrisa ligera y se echa en el suelo de su casa dispuesto a dormir -¡Al fin!- después de tanto tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

El noruego avanzaba con algo de dificultad por la nieve y con un idiota que iba arrastrando; el idiota, digo, Dinamarca aún seguía procesando la información de lo que acababa de suceder en casa de su hermano menor.

 

 

 

Recapitulando:

 

 

 

1- Hace algunas horas el noruego lo había rechazado.

 

 

 

2- Se fue a casa de Groenlandia a beber y desahogar sus penas con  él quien –obligadanamente- lo escuchaba mientras conbebían con heering.

 

 

 

3- Después de casi un día y medio de borrachera, Argus le quita la botella.

 

 

 

4- Sin saber como ni porque, Noruega entra y lo golpea en la cabeza reventando una botella vacía de alcohol.

 

 

 

5- Noruega dice cosas extrañas y poco comunes en él, amenazando…¡¿Amenazando?! Al groenlandés.

 

 

 

6- Es llevado a rastas por el menor hacia quien sabe donde.

 

 

 

-No, no lo entiendo en absoluto –dice para sí mismo cruzándose de brazos mientras seguía meditando la situación.

 

Noruega no decía nada, es más, llevaba la cabeza gacha, sus puños bien apretados y tenía calor, demasiado calor que su cara se tiñó de un rojo mírame a fuercitas.

 

 

 

 

 

El tiempo había empeorado, así que no tuvo más remedio que rentar una habitación para pasar el tiempo, obviamente con el dinero que el danés aún no se terminaba de gastar en bebida.

 

 

 

-Está libre el baño –anuncia el menor una vez terminó de asearse, saliendo en bata –puesto que no llevaba una muda de ropa- y arrojando su cuerpo de forma lenta sobre la cama matrimonial que había ordenado –por capricho de Den-.

 

-Voy voy –el nórdico mayor se levanto del sofá donde estaba cómodamente sentado viendo una película cursilona de la era del caldo.

 

 

 

Su mente aún estaba dando vueltas respecto a la situación, dejó al agua caliente fluir sobre su rubia cabellera desapareciendo la espuma tan graciosa que formaba el shampoo, mientras encontraba una solución al comportamiento del noruego; sus opciones eran:

 

 

 

1-Norge perdió la razón.

 

2-Hizo algo (que no sabía que, pero lo hizo) que molestó de sobre manera al noruego.

 

3-Estaba celoso –se carcajeo ante esa posibilidad-

 

4-…

 

 

 

Ya no pensaba en una cuarta posibilidad, inmediatamente salió de la ducha y entró a la habitación gritando el nombre del cuarto nórdico.

 

 

 

-¡¿Qué quieres, imbécil?! –el color se volvió a apoderar de sus mejillas una vez levantó la cabeza para saber que le pasaba la idiota de Anko.- ¡Con un demonio! ¡Ponte algo de ropa! –le aventó un cojín a “aquella” parte.

 

-Noru, Noru, ¡Noru~! –se acerca peligrosamente a él con una sonrisa en sus labios.

 

-¿Q-qué?

 

-Te…des-cu-brí –antes de que el menor pudiese protestar o preguntar nada, los labios daneses se hicieron de los suyos en un profundo y demandante beso. Ni lentas ni mucho menos perezosas sus ágiles manos retiraron la bata blanca que cubría ese perfecto cuerpo, cuerpo que amaba, cuerpo que deseaba, cuerpo que le pertenecía y del cual se había hecho más de una vez . Las yemas de sus dedos apenas y rozaban la nívea piel del menor debajo suyo; lo sentía tan frágil, tal delicado, la verdad, lo amaba demasiado como para dañarlo; él sufriría más que nadie si algún día llegase a  haber una cicatriz en su Norge, si él se lastimase, quien sentiría el dolor sería Denmark, por eso no estaba dispuesto a permitir que eso sucediera.

 

 

 

-D-den… -apenas y puede pronunciar bien su nombre en un hilo de voz acompañado de un gemidito; sus mejillas estaban encendidas y sus ojos brillaban como cada vez que se amaban el uno al otro entregándose en cuerpo y alma.

 

-Shhh, no digas nada, Noru –la boca del mayor recorrió el cuello del rubio menor dejando de vez en vez marcas rojizas que después tornarían a un color morado; sus dedos seguían el trayecto inicial sin detenerse hasta que llegaron al semi-erecto miembro noruego, al cual estimularon de manera suave y dulce.

 

Espasmos de placer recorrían todo su ser a cada caricia danesa, y no pudo evitar soltar un gemido en el instante en que la boca de Danmark se hizo con una de sus tetillas y la pasaba de una a la otra.

 

 

 

Nunca podría negar que no disfrutara el ser amado por el Rey de Europa del Norte, y sería estúpido hacerlo porque su cuerpo reaccionaba solo ante su simple presencia. Anko, era la única persona capaz de atarlo de esa manera de pies, manos y lengua y mantenerlo manso, sin insultarlo, sin golpearlo; porque en ese instante, Dinamarca le mostraba a Noruega cuanto le amaba. Y noruega hacía exactamente lo mismo.

 

Sus blancos y tersos dedos recorrían la espalda fuerte y perfecta del nórdico mayor; esa musculatura que había ganado de su época de vikingo, cada marca en su piel tan perfectamente tallada. Ni el mejor escultor podría llegar nunca, ni siquiera acercarse, a esculpir estatua tan perfecta como lo era Dinamarca, era tan único, y eso le dolía; porque esa idiotez, esa mirada cálida y llena de dulzura, el cuerpo, la forma de sus labios y sus besos, su tacto, nunca nadie podría igualarlo ni una milésima. Por eso temía perderlo, porque Norge estaba totalmente convencido de que nunca encontraría un reemplazo para el dueño del hacha; nunca podría amar a nadie como lo amaba a él, a ese molesto, estúpido, lerdo, explosivo, impulsivo hermano mayor y mejor amigo…aunque en esos momentos, Den no era ni su amigo ni mucho menos su hermano. ¡Era su pareja! Y ¡era el hombre –nación- que amaba!

 

 

 

Su tacto se detuvo en una marca que no era natural del mayor, esa marca permanente en su persona, la huella de que lo habían herido. Lo recordaba muy bien, había sido su culpa. Porque ese rey vikingo recibía todas y cada una de las heridas que eran destinadas a Noruega. Si bien era cierto que a todos los nórdicos los defendía por igual, pero con Norge siempre tuvo un cuidado mayor.

 

Se miró a sí mismo, su piel estaba limpia, no había ni una sola marca, ni una mancha por el sol, ¡nada! Todo el daño dirigido a él, Dinamarca lo recibía. No pudo evitarlo, las lágrimas comenzaron a aflorar por sus orbes azul opaco, intentó alejar al mayor quien lo miraba desconcertado y tapó su rostro con ambas manos.

 

 

 

-Den…dejaste la llave abierta –era cierto, el danés no había percatado en ese detalle hasta que el menor lo mencionó; pero más importante que el agua cayendo, era el porqué Noru, SU Noru había comenzado a llorar de la nada.

 

-Nor…

 

-¡VE!

 

 

 

El mayor se alejó hasta el baño a regañadientes, “En la mejor parte” iba murmurando; mientras que Norge se abrazó a sus piernas intentando calmarse un poco y es que de verdad amaba demasiado al idiota ese. Una cálida mano se posó en su mejilla limpiando el rastro de lágrimas que la surcaban.

 

 

 

-Min Skat! ¿Qué te sucede?

 

-¡Déjalo así!

 

-No, dime que te sucede, Norge

 

-Irriterende –soltó al lado de un sollozo que no pudo guardar; de repente sintió su cuerpo apegado al de Denmark, y solamente logró abrazarse más, queriéndole sentir y fundirse a su lado, quedarse así de por vida.

 

-Norge, te amo –susurra sobre su oído provocándole escalofríos al menor, haciendo que su cuerpo reaccionara de formas que solamente Anko conocía y que sabía perfectamente que solo él y nadie más que él podían producir ese efecto en el nòrdico menor a su lado.

 

-¡Callate! Eres molesto –desvió su mirada hacia otro punto ajeno de su pareja. A pesar de lo que pensaba el danés, Norge tomó la iniciativa y lo beso; pero no cualquier beso, sino que era un beso tímido, pausado, y a pesar del frío de sus labios, era un beso cálido; que inmediatamente hizo reaccionar en cuerpo el danés con una coriente eléctrica que recorrió desde la punta de sus pies hasta su último mechón de cabello.

 

Con lentitud recostó el cuerpo del menor sobre la cama y volvió  retomar las caricias y pruebas de amor que se habían detenido por el miedo del rubio menor.

 

Besó su mejilla con dulzura y acarició su rostro con suavidad.

 

-No te preocupes por nada, Norge. –Las lágrimas amenazaban con retornar a esas orbes azul opáco mas Denmark lo impidió cubriendo sus ojos con besos.

 

-Tengo miedo Anko, tengo mucho miedo de perderte; de que me abandones algún día por él.

 

-¿Por él? ¿Por quién?

 

-¡Tú sabes! Groenlandia –desvió su mirada hacia cualuier otro punto más interesante tratando de distraere sobre el momento tan vergonzoso.

 

Den quería hecharse a reir por el comentario del menor y es que él y Argus, simplemente era imposible; él no era incestuoso… bueno, tal vez sí, ya que Noruega también era su hermano, pero con Noru era todo diferente, por él daría la vida. Estaba pensando en decirsélo pero pensándolo mejor lo dejaría así por un tiempo.

 

 

 

-Jamás, pero escuchámen bien ¡Jamás! Te voy a dejar y mucho menos por ese caprichoso de Argus.

 

-¿Me lo juras? –el danés asiente con la cabeza-. Nada más me estás mintiendo y te juro que te castraré con tu propia hacha y no conforme con eso, le diré a mi fantsma que te quite tu hombría y tu lugar como seme.

 

 

 

Por un momento, Denmark sudó frío, y es que Norge  a demás de ser muy cerrado y frío, daba miedo; pero lo que más amaba era ese lado suyo que nadie más que él podía ver; un lado que ni siquiera Isu conocía y eso no solo le inflaba el ego, sino que también se sentía más cerca de su pequeño Reino Noruego.

 

 

 

 

 

Las caricias se hicieron más constantes y los besos aumentaron de una manera más pasional pero sin quitarle el sentimiento que los unía. Los dedos del Noruega se clavababan en las sábanas y sus piernas se abrazaban a la fuerte cintura del danés, quién se movía de forma lenta pero profunda en el interior noruego.

 

Las perlas de sudor bañaban sus cuerpos unidos por la pasión y el amor que se profesaba, dándole un toque sensual al momento.

 

 

 

-Te…amo… -ese susurro inconsciente que salió de la boca noruega no fue pasado por alto por el Rey de Europa del Norte.

 

 

 

_____________________

 

 

 

-…Y así fue como todo tuvo un final feliz –la cara sonriente de Anko iluminaba la oscuridad emanada por el aura que inundaba la habitación donde el groenlandés intentaba dormir.

 

 

 

La puerta es azotada fuertemente dando paso a Noruega bastante molesto y sonrojado.

 

 

 

-¡Tú! ¡Maldito imbécil! No me dijiste que éste –señala a un muy hastiado Gronlandia- era tu hermano.

 

-Pero Norge, se supone que tu lo sabías –se excusa torpemente el mayor-. Fuiste tú quien lo descubrió.

 

-No fui yo, fue un renegado asesisno de mi país*

 

-¿Pero no te diste cuenta de que somos muy similares? Se nota que los celos ciegan.

 

-Sí, porque la estúpidez se pega no por otra cosa, ¡idiota! Si son idénticos, el mismo cabello, ojos, cara de estúpidos…

 

-Yo no tengo cara de estúpido.

 

-¡Ah! Claro que no, no tienes cara de estúpido… ¡Eres un estúpido, molesto, idiota, prepotente!

 

 

 

Groenlandia baja la cabeza bastante resignado.

 

 

 

-¡YA DEJENME DORMIR! ¡SON MOLESTOS!

Notas finales:

*En el año 982 el marino y explorador vikingo de origen noruego Erik Thorvaldsson (950-1001), llamado «Erik el Rojo» debido a que había sido proscrito de Islandia por el asesinato de varias personas, navegó hacia el oeste de Noruega descubriendo una enorme isla la cual llamó en idioma danés «Grønland» (en neerlandés: Groenland, en español: Groenlandia, y en inglés Greenland), cuyo significado en español es «tierra verde».


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