- Near...
Esa voz.
Aún cuando no es más que un sutil susurro, es inconfundible.
Esa manera tan tuya de hablar. El especial cuidado al pronunciar mi nombre.
¿Puede ser posible?
O, tal vez, esto no es más que una alucinación.
Hace frío...
Parece como si todo a mi alrededor, se hubiese sumido bajo un manto de escarcha.
Y me estremezco sin voluntad.
- Near...
Mi cuerpo está paralizado.
Me creo incapaz de abrir los ojos. Como si un peso externo, se encargase de mantenerlos cerrados.
Como si el murmullo de esa distante voz, me hipnotizara.
- ¿Mello?- Interrogo, aún estando seguro de la certera respuesta.
Y el frío persiste...
Ansío abrir los ojos. Ansío poder observar más allá.
Ser capaz de verte...
Más, a pesar de las indómitas ansias de poder moverme asechando a mi razón, no lo logro.
Porque el toque cálido de un roce sobre mi mejilla, frena cualquier asomo de movimiento en mi cuerpo, dejando nula a mi mente.
Tu roce, tu caricia.
Eres tú, lo sé...
- Near.- Ya tu voz se ha vuelto más clara, pero aún suave y un tanto lejana.- Debo irme.
- No...
Por auto reflejo, cada fibra de mi ser reacciona, ambicionando poder tocarte.
Pero no me lo permites.
El peso sobre mi cuerpo continúa inmovilizador, imposibilitándome el responder a tu caricia.
¡No lo soporto!
Deseo... Necesito sentirte piel con piel.
- Por favor...
- Shh...- Murmuras, acallando mi somnolienta voz.- Duerme, pequeño.
Te oigo tan cerca, te siento tan dentro de mí.
Más es inútil. No logro tocarte...
- Mello...- Escucho mi propio susurro al llamarte.- Por favor, no te vayas.
- Shh...- Me vuelves a callar, haciéndome sentirte cada vez más cerca.- Near, no tengo mucho tiempo.
Y a pesar de estremecerme ante tu frío, la continua caricia en mi rostro me invade de calidez. Soy consciente de la proximidad con que me hablas, más ahora me aterra despertarme y que ya no estés.
- No te vayas...- Repito asustado, percibiendo el vapor que expiden mis labios al hablar.- No me dejes otra vez...
Oigo ahora una casi imperceptible risa, eludiéndote sagaz.
El sólo imaginarte sonriendo, con ese ángel tan propio en tu ser, me ilumina de una manera inimaginable, forjándome a sonreír en silencio también.
Y lo entiendo. Te has vuelto tan mío...
- Eso no pasará nunca.- Me aseguras, susurrando estremecedor a mi oído.- Lo prometo.
Suspiro alucinado.
Si esto de verdad es un sueño, a causa de extrañarte tanto, no deseo despertarme jamás.
- Aunque no me veas, siempre estaré dentro de tí.
Un fuerte escalofrío, recorre con vehemencia mi espina dorsal.
¡Tus labios han rozado los míos! Puedo firmarlo con sangre.
Más, prisionero de este letargo ilógico, se me hace inútil intentar corresponderte.
Entonces, luego de una inexplicable brisa, el frío cede.
Y al recobrar el control sobre mi cuerpo, comprendo que te has ido ya...
Pero, aún cuando no te vea, el recuerdo de tu promesa permanece marcado, latente dentro de mi corazón... Induciéndome una sonrisa, de esas que, sólo tú, constantemente me viste mostrar.
- No importa lo que pase, siempre estarás dentro de mí.- Susurro al vacío, observando un punto fijo en mi desolada habitación.
Siempre...