Se levanta para llegar frente al rubio de ojos ámbar.
—¿Ryuichi?
—Sí. Es él—le muestra la carpeta y no duda en correr hasta donde el chico estaba.
Abre la puerta de súbito asustando al chico de ojos azules.
—Tohma—se extraña de encontrarlo. Había intentado ser cuidadoso de ir al hospital cuando el horario del rubio hubiese terminado.
—Por dios Ryuichi—hace el amago de acercarse más el aludido solo se apega más a la pared como si quisiera fusionarse con ella. En su mirada podía apreciar lo asustado que estaba.
Pasado unos momentos bajo un incómodo silencio.
—Tohma—jala al hombre al pasillo—No sé si yo sea la persona indicada para tratarlo, de hecho, quizás tú quieras hacerlo personalmente—el hombre le mira entendiendo perfectamente a lo que se refería, la frialdad y el sarcasmo que caracterizaban al joven doctor no era lo que el asustado chico necesitaba.
—De acuerdo—toma la carpeta gris y entra una vez más en la habitación a lo que el rubio ambarino regresa a su habitación.
—Tohma—vuelve a susurrar al ver que su amigo regresa.
—Ryuichi—intenta acercarse.
—¿Dónde está el doctor Uesugi?—pregunta inquieto.
—Eiri tuvo que irse, sus horas ya han terminado—intenta calmar al chico—Ryuichi…
—No—le mira directamente a los ojos—Tohma por favor no.
—Pero Ryuichi…—se le acerca lento y él abraza fuertemente sus piernas.
—Quiero al doctor Uesugi—esconde el rostro entre las rodillas. Deja la carpeta y suspira cerrando los ojos.
—De acuerdo—no estaba seguro del por qué pero si él se sentía más cómodo con la presencia de Eiri pues así sería.
Se encontraba en su oficina recostado cómodamente en la silla cuando el director irrumpe en su tranquilidad.
—¿Qué quieres Tohma?—abre los ojos y se sienta derecho.
—Ryuichi te quiere a ti
—¿Por qué?—esa afirmación le extraña un poco.
—No lo se
—No—se niega rotundamente.
—Pero Eiri—intenta, en verdad lo intenta pero sus esfuerzos son inútiles.
—No lo haré—se levanta, toma su abrigo y sale del lugar.
***
Miraba fijamente el cuadro abstracto que decoraba la habitación. Frente a él se encontraba una mujer, psicóloga la cual tenía todas las intensiones de escucharle pero él no quería hablar.
—Ryuichi háblame, sabes que voy a escucharte—su voz era tranquila.
—Yo no quiero que me escuche—gira el rostro hacia algún punto muerto entre esas cuatro paredes—¿Dónde está el doctor Uesugi?—tironea de su camisa como si se sintiera nervioso.
—¿Por qué quieres ver al doctor Uesugi?
—No lo sé—le mira de soslayo y regresa la mirada.
—¿Seguro?
—No lo sé—comienza a mover el pie de un lado para otro casi con desesperación.
—¿Cómo conociste al doctor Uesugi?—le mira con atención.
—No debería estar preguntándome sobre la violación en vez de cómo conocí al doctor Uesugi?—junta las piernas y contempla a la mujer.
—Tal parece que el doctor Uesugi es de tu interés, yo estoy aquí para hablar de lo que te interesa y ahora que lo mencionas, ¿por qué no me dices como fue?
—¿Cómo fue qué?—se acomoda en el respaldo de la silla.
—La violación, de eso me acabas de hablar.
—No quiero hablar eso—fija su atención en la puerta—¿Cuándo podré ver al doctor Uesugi?—la mujer cansada, se levanta para ir en dirección a la puerta y comunicarle a Seguchi los deseos de ese chico.
***
Se estaba quitando el abrigo cuando el rubio director entra de lleno en su oficina.
—No voy a ayudar a Mika—le aclara.
—No es por Mika por quien estoy aquí—el rostro del hombre se veía bastante preocupado.
—¿Entonces por qué?
—Por Ryuichi
—¿Ryuichi?—no entendía hacia donde se dirigía la conversación—¿A qué te refieres?
—Ryuichi quiere verte
—¿Por qué?
—No lo sé—gruñe algo molesto ante la respuesta dada.
—Pues yo no lo quiero ver
—A él no le importa eso, solo dice que quiere verte—eso no le estaba gustando nada—Eiri por favor, lleva horas encerrado con la psicóloga del hospital y no ha logrado sacarle una palabra, la única oración medianamente concreta que ha dicho es: “Quiero ver al doctor Uesugi”.
—¿Y por qué no lo intentas tú?—él estaba completamente al tanto la relación cercana que el chico tenía con el director, cabían más posibilidades de que él consiguiera algo.
—El no me quiere cerca—cada vez entendía menos a este chico. Sale de la habitación dejando al doctor de ojos verdes con la palabra en la boca. Pregunta a algunas enfermeras si han visto al chico o a la psicóloga.
Entra a la pequeña habitación que le correspondía a esa mujer encontrándose con una imagen bastante extraña.
La pobre mujer recostada en su silla con una expresión cansada y un muy contento chico que sonreía mientras en brazos tenía a un pequeño conejillo de color rosado.
—Ryuichi—la sola mención de su nombre le hizo voltear.
—Doctor Uesugi—apega el conejo a su pecho.
—Eiri—suspira la mujer.
—Yo me encargo desde aquí. Ven conmigo—le dedica una mirada fugaz y se aleja de allí sin siquiera fijarse si el chico le seguía o no.