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Notas del fanfic:

Naruto no me pertenece, solo lo tomé prestado ^^

 

¡Hey! Queridos lectores y lectoras, aquí estoy de nuevo...

Espero que les agrade esta nueva historia, es un poco diferente a lo que usualmente escribo, asi que tenganme un poco de paciencia ¿vale?

 

Gracias por leer de ante mano (:

Notas del capitulo:

Primer capitulo...

 

¿Nada es lo que parece verdad?

Bueno, algunos lo creen... otros simplemente se van por las apariencias.

 

La batalla había concluido.

  El cielo estaba sombrío y mi rostro, como un hierro oxidado, pareciera que hubiera perdido todo su brillo. Los pocos jirones de azul que habían podido verse durante el día se habían ocultado bajo espesos velos de nubes, que cubrían de un gris melancólico mi camino a los dormitorios.

  El examen de hoy había desgastado completamente mi interior.

 

Cuando bajé del tren, las calles, despejadas por una lluvia helada, parecían reflejar los resultados de mi esfuerzo. No sé porque insistía en estudiar una materia en la que no era bueno. ¿Y para qué? Reprobar y tener que repetir el examen.

  Baje la mirada a mis pies, que insistían en caer en todos los charcos hondos a medida que avanzaba con lentitud. Sería una verdadera molestia poder secar el uniforme para el día siguiente.

  Y hacer lavandería con este clima era absurdo. Pero a estas alturas, ¿Qué no lo era?

 

  Al amanecer, un par de golondrinas canturreaban justo fuera de mi ventana. Aquí y allá revoloteaban en un vuelo romántico que me alejaba de mis sueños. Recordándome que tenía que desayunar, y asearme antes de volver a intentar secar mi uniforme con una secadora de cabello.

Arrastre mis pies descalzos hasta la regadera, y con rapidez salí de ella después de unos minutos. Odiaba quedarme sin agua caliente.

 

  Despeje mi cabeza un poco mientras frotaba mi toalla en mi cabello.

Miré alrededor de mi pequeña cocina, y automáticamente fui a la estufa con una tetera, para calentar el agua. Un té a esta hora me relajaba, y daba ánimos para salir a tomar el tren que me llevaba al colegio. Aun en ropa interior, miré con desgana mi colgado y arrugado uniforme. Lo tanteé sabiendo que no estaría completamente seco, pero para mi sorpresa, solo se mantenía un poco húmedo.

  Un escalofrió corrió por mi espalda al ponerme la chaqueta del uniforme que estaba helado por la humedad, y corrí a apagarle a la tetera que chiflaba desesperada por el agua que hervía en ella.

 

  Un sorbo, y otro más. Tranquilizaba todo mi interior.

Silenciosamente deje todos los trastes sucios en el fregadero. Y salí del dormitorio tras ponerle llave a la puerta.

Los caminos entre las calles se mantenían con charcos de agua, que ahora reflejaban un cielo nuevo. Completamente azul y esponjoso de nubes blancas, como borregos traviesos, atravesando hasta muchos kilómetros a la distancia.

 

  Una multitud de cuerpos me rodeaba en la estación del tren. Muchos llevaban el uniforme de mi colegio, algunos me sonreían reconociéndome, otros gritaban mi nombre, y otros simplemente me miraban sin emoción alguna. Realmente aun seguía mas dormido que despierto y no reconocía a nadie. Así que solo mantenía mi energía a esperar el vagón.

  Dentro, seguía de pie, mirando por los ventanales de la puerta que se encontraba cerrada frente a mí. Fuera, en las calles ya había gente abriendo sus puestos y negocios. Saludando a sus vecinos, limpiando lo que tenía que ser limpiado. La misma rutina matutina.

 

  Saliendo de la atiburrada estación, muchos alumnos compañeros míos caminaban alrededor mío, hablando del buen clima que hacía, comparado con el de ayer.

Estando a solo un par de cuadras de la escuela, surgían ya de todos lados gente uniformada, formando una maleza del mismo color.

 

  De vez en cuando, parpadeando un poco más despierto, reconocía a mis amigos, que se reían de mi cara aun sumergida en la fantasía de volver a mi cama y dormir un poco más. Hasta que uno de ellos, me sorprendió dándome un amistoso empujón en el hombro izquierdo.

 

-¿Aun sigues dormido, Naru?- murmuro la cálida voz de Lee, que sonreía animado. Como todas las mañanas desde que lo conocí en el primer semestre.

-Un poco- admití entre risas.

 

  La prefecta anciana, que se hacía llamar <<Kala>> nos seguía a Lee y a mí con una mirada despreciativa. Susurraba en voz alta lo mucho que odiaba tener que lidiar con niñatos como nosotros. Y que no sentía ninguna simpatía por mí, o por nuestra puntualidad en las clases.

  Pero en un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos frente el aula de literatura, mientras que el profesor nos dejaba entrar, Kala señalaba un anuncio de detención para ambos. Torneé los ojos y asentí sentándome en un banquillo al lado de mi amigo.

 

  Fue entonces que al final de la fila, con sus vivos ojos de un azul acuoso, Uchiha Sasuke me miraba con un des serio detrás de uno de los libros que el profesor había ordenado que empezáramos a leer.

  Arrugue mi nariz en un mohín de desagrado e incomodidad, y giré mi rostro dándole la espalda.

 

  Odiaba en verdad que hiciera eso. Que me mirara con una determinación inmensa, tratando de ver atreves de mi piel. Adivinando mis pensamientos. Tratándome como un idiota. Burlándose de mí silenciosamente.

 

  Hacían varios días que había sido trasladado, y por ello él no tenía muchos amigos. Aunque era de esperarse, pues con esa cara de pedante y ‘majestuosidad’ nadie quería acercársele directamente.

Ni siquiera yo. En especial yo.

 

  Las manecillas del reloj que permanecía frente al aula, poco a poco avanzaron.

Mientras que todos leían, yo escribía en un pedazo de hoja arrancada el vocabulario que no le entendía a la lectura. Faltaban pocos minutos para que terminara la clase, pero para ello teníamos que terminar un reporte de 100 palabras, a lo que llevaba unas 73.

 

Y entonces lo escuché. Un gruñido hosco en voz baja.

Justo a un lado de mí, estaba de pie Uchiha, con aquel brillo en los ojos de superioridad. Mirándome como si fuera una hormiga. Estudiando como hacia mí caligrafía. Pero al notar que me había llamado la atención, alzando la mirada, siguió su camino como si nada.

 

  En mi interior algo se retorció. Mi orgullo, probablemente. Y mis dientes se crisparon, en un ataque de furia. No podía parar de mirarle con odio. Hasta que salió del aula con ese aire de pedancia.

  Baje, con lo poco de autocontrol que me quedaba, la mirada a mi reporte sin terminar. Apretando el pobre lápiz que estaba en mí poder. Con la posibilidad que lo quebrase por la mitad. Tragué saliva con dificultad y escribí las palabras que me quedaban tratando de no atravesar la hoja de papel.

 

  Metí todo de un tajo en mi mochila y de mala gana deje mi reporte en el escritorio del profesor, que me miraba sorprendido.

 

  Eran las 9:45 a.m. y ya estaba realmente hecho una furia.

 

  ¿¡Como se atrevía!?

 

  Troté por el pasillo hasta subir al segundo piso. Necesitaba volver a juntar mi optimismo, y no dejar que aquel magnate impertinente me arruinara mis días en el colegio. O terminaría con una ulcera bien buena.

Me quede a la mitad de las escaleras y suspiré sintiendo como mi corazón volvía a su velocidad normal. Era una sensación como si te derritieses por el placer de la tranquilidad. Momentos como estos, me probaba a mí mismo. Reconociendo mis habilidades sobre experiencias malas. Pésimas, en este caso.

  Cerré mis ojos, e inhalé lentamente el aire que necesitaban mis pulmones. Pero al exhalar, sentí una mirada, por lo que abrí los ojos con curiosidad.

 

  Para alimentar con nuevo coraje mis ánimos, allí estaba de nuevo, al final de las escaleras. Mirándome. Recargado en el barandal. Tomando uno de esos jugos en cajas pequeñas. Haciendo ese molesto sonido con el popote. Erizando hasta los bellos de mi nuca. Sacándome de quicio.

 

  Con cuidado, me levante de los escalones, y subí pasando por su lado. Controlándome para no soltarle un buen golpe. Deseando que el barandal se rompiera y callera hasta la primera planta. Sonriendo para mis adentros.

-Pfff...- ronroneó mientras yo ya estaba a unos pasos de distancia.

 

  Bajé la mirada, y me giré sobre mis talones para encararle.

 

-¿Qué cojones quieres?- escupí con coraje, mirándole a los ojos. Él simplemente alzó una ceja, despectivo. Y el brillo de sus ojos, cambio pensando la respuesta.

-Eres un idiota, es todo- respondió en un susurro neutro. Y se volvió a las escaleras, dejándome completamente helado. No solo porque era la primera vez que le escuchaba hablar, sino también por su estúpida oración.

  Bajé la mirada, y corrí al barandal, para mirarle desde arriba.

 

-¡Te odio, Uchiha!- grité con todas mis fuerzas, mirando cómo se encogía de hombros.

 

Tres horas después...

  Los representantes del nuevo cuerpo estudiantil, desfilaban por el pasillo.

Su número aumentaba innecesariamente en estos días, por todas partes estaban preparando los conventos y festivales de todo el año. Allí se encontraba Lee, que era presidente del departamento de banquetes.

  Me acerque a él, con un mohín de desagrado. Buscando que lograra aliviar un poco mi alma, que se encontraba perturbada por el imbécil del Uchiha.

 

-¿Qué sucede ahora?- me pregunto con un des angustiado.

Pero solo negué. Aclarándole que no quería hablar de ello por el momento.

-¿Te quedaras a alguna clase extracurricular después de que salgamos de clases?- trato de distraerme cambiando de tema, con una sonrisa tierna.

-Hoy no, no estoy de humor... Lo siento, Lee- murmuré con la mirada baja.

-No te preocupes, podremos irnos juntos otro día ¿te parece?- me animo, dándome un empujón amistoso. Asentí, y me despedí con la mano mientras me dirigía al primer piso para cambiar de cuadernos en mi locker.

 

  Hacía tiempo que no me había sentido tan mal como en la mañana. Pero era inevitable, ahora con solo mirarlo, mis nervios se entiesan y mi estomago se retuerce de coraje.

Otra, sus ojos me desagradaban. Aun no sabía porque, pero cada vez que los miro... Siento que me roba parte de mi alma. Me incomoda. Y me pone nervioso.

 

Como ocurría desde la primera vez que lo conocí.

Maldito Uchiha.

 

Nadie nunca me había puesto así.

 

¡Maldición!  

Notas finales:

Gracias por leer, dejen RR ¿va? (:

 

Atte. Petit


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