Esos ojos… llenos de dolor…
La mancha de sangre en la blanca pared, contrastaban perfectamente…
El rostro de la mujer que amo, desfigurado… sus labios rojos que siempre se curvaban graciosamente, destrozados… Su cabello castaño y sedoso, que se movía armoniosamente con el viento, opaco, sin vida, al igual que ella…
Un silencio sepulcral se formó, antes de que rezumbara su risa macabra, entre sollozos…
-Este… también será tu destino…
El sonido de la bala chocar contra su corazón, la sangre regada por todas partes…
Me gustó…
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Todas las personas que quieres… Terminan traicionándote...
Soy Akira Suzuki, tengo 15 años y está la sexta que vez que mi padre me cambia de escuela en el año por su trabajo.. Me he acostumbrado, no socializo con nadie, ya que sé que no valdrá la pena.
En fin, supongo que ahora me siento ¿Feliz? Creo que no, más bien siento nostalgia, ya que ahora regresaré a donde viví mi infancia, mi triste y trágica infancia. Kanagawa.
-Ya llegamos.-. Ambos bajaron del auto a la que sería su nueva casa.
Entré a la casa, era grande, subí y recorrí las habitaciones hasta llegar a la del fondo. Las paredes estaban pintadas en negro y había dos grandes ventanales en ellas, las cubrían unas cortinas rojas las cuales hacían que se viera aún más oscura la habitación.
La cama era grande y estaba en medio, la colcha era roja aterciopelada. El escritorio estaba a un costado de la cama, y encima había una computadora.
-Akira, eh… este no es tu cuarto.
Akira:- ¿Eh? Entonces ¿De quién?
-El tuyo es el de enfrente.
Akira:- ¿De quién es este?-. Preguntó extrañado, su padre no respondió y se fue.
Esto es raro, ¿Para qué hay dos cuartos? Me dirigí al de enfrente, era completamente igual al otro, a excepción de que este tenía cortinas grises.
Empecé a desempacar mi ropa, la puse en el closet y todo eso. Acabé de poner mi cuarto como a mí me gustaba, se había hecho de noche muy rápido. Me acerqué a la ventana y me recargué en el marco.
La noche era bella, siempre me ha gustado el destello de la luna hacia la oscuridad, y había mucha ya que por estos lugares se respira el aire de inseguridad.
Vi la esquina, estaban asaltando a un chico, o bueno más bien intentaban, el chico se defendía, aunque no se ve mucho, parece de unos 13 años por su estatura. Es sorprendente les dio una paliza, los tipos eran enormes y muy fornidos no como él.
Venía caminando tranquilamente hacia acá, tenía cara de niño, el cabello rubio, llevaba una playera gris con una chamarra negra encima, pantalones grises entubados y unas botas negras. Seguí mirándolo, algo en él se me hacía extraño, no podía dejar de verlo… Hasta que volteó, estaba en frente de la casa y se dio cuenta de que lo estaba mirando.
Sus ojos… ¡Esos ojos! ¡Yo los he visto antes! Están… llenos de… tristeza… No supe como ni porqué, pero en un momento ya iba bajando las escaleras a toda velocidad. Abrí la puerta de entrada, no había nadie…
Sus ojos…
Suspiré pesadamente, no puedo dejar de pensar en su rostro, sentía dolor…
Subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto, me recosté en mi cama, mañana vuelvo a la escuela Pff… Cerré mis ojos, ese niño no salía de mi mente. No dejé de dar vueltas en la cama, resignado me dormí, sin olvidar a ese niño…
Desperté, la luz apenas si se filtraba por las cortinas, tallé uno de mis ojos y di un bostezo. Me levanté con pereza y me dirigí al baño, me di una ducha rápida, salí del baño y sequé mi cuerpo. Me puse unos bóxers limpios y el uniforme feo de mi nueva escuela. Hasta eso creo que está mejor que los otros que me he puesto. Era una camisa negra con corbata roja, un saco de satín rojo, pantalones negros.
Me miré al espejo y comencé a arreglar mi cabello, delineé mis ojos y me puse mi bandita, no, no me operaron, es sólo que mi nariz es muy pequeña, me avergüenzo de ella, así que mejor la cubro, además me veo aún mejor.
Tomé mi mochila y bajé, encontrándome con una nota de mi padre.
“Akira, fui a trabajar, regresó en la tarde. Come algo en el camino”
Que profundo… Salí de la casa con un pan en la boca. Caminé hasta la escuela, no estaba tan lejos.
Llegué y entré, todos se me quedaban viendo, los ignoré y entre al que sería mi salón. Me senté hasta atrás, saqué mi IPod, cerré los ojos y me puse a escuchar música.
-¿Akira?-. Oí una voz llamándome, abrí mis ojos y vi a… ¿Una castaña? No, era un hombre, aunque parecía chica.
Akira:- ¿Sí?-. Respondió extrañado, el castaño lo miraba emocionado.
-Soy Shima-. Dijo apretando los libros contra su pecho.
Akira:- ¿Shima?-. Preguntó frunciendo el seño, no conocía a ese chico.
Shima:- Ue-chan…-.Susurró sonrojado.
Akira:- ¿Shima-chan?-. Preguntó a lo que el castaño asintió. Emocionado se levantó a abrazarlo, siendo correspondido al instante. No podían creerlo, su gran amigo de la infancia, que hace años no habían vuelto a ver, estaba ahí.
Shima:- Ue-chan ¿Por qué te fuiste?-. Dijo acongojado.
Akira:- Perdóname, mi padre lo decidió y no pude hacer nada, además me asustaba la idea de despedirme-. Respondió igual.
Shima:- Eres un tonto, te extrañe mucho-. Dijo mostrando una sonrisa.
Akira:- Yo igual-. Dijo sonriendo también, en eso llego el profesor, comenzando la clase.
La clase terminó y ambos se pusieron a platicar de todo lo que había pasado en sus vidas, felices de su reencuentro.
Pasaron las clases y llegó el receso…
Bueno, supongo que no estaré solo en mi estadía aquí, mi padre dijo que sería larga, así que no me preocuparé. Seguí hablando con Shima, hay tantas cosas que contarnos, me llevó con un chico de un grado menos… Esperen… ese niño… ¡es el de ayer!
Shima:- ¡Hola Taka!-. Le saludó al llegar.
Taka:- ¡Hola Shima!-. Respondió alegre, mirando de reojo al rubio.
Shima:- Akira él es Takanori, Taka él es Akira mi amigo de la infancia.
Taka:- ¡Hola! Shima-chan me hablado mucho de Ue-chan.-. Saludó alegre.
Akira:- Ho-la… Takanori-. Pronunció nervioso. ¿Takanori? Así que así se llama, sus ojos, no son como los de ayer. Reflejaban tristeza, dolor, rabia y mucho odio, pero ahora… lo único que puedo ver es alegría, un momento, no es verdad, en sus ojos no hay alegría, sólo es una máscara…
Shima:- ¿Akira?-. Le llamó haciéndolo salir de su trance.
Akira:- ¿Ah? ¿Qué pasa?
Shima:- ¿Te sientes bien?
Akira:- Sí-. Respondió sin dejar de ver esos ojos.
El día terminó, Akira iba de regreso a casa…
Takanori, no pude concentrarme en todo el día por él, sus ojos, son ellos los que no salen de mi mente. La tristeza y dolor que se reflejan en ellos es algo muy profundo, no sé cómo explicarlo. Desde niño he sabido saber los sentimientos de las personas con sólo una mirada, pero nunca había visto unos como los de él…. Bueno, creo que si los he visto, pero no vale la pena sacar ese tema.
*Suspiro* La felicidad y alegría que se refleja en ellos, aunque sea una máscara, es amarga… Me dan escalofríos de sólo recordarlo…
Llegué a mi casa, abrí la puerta…
Akira:- ¿Takanori?-. Dijo sorprendido al ver al rubio sentado en la sala, mirándolo fijamente.
-Akira, hay… algo muy importante que debo decirte…-. Dijo su padre con nervios.
Akira:- Te escucho.
-Sabes que nos mudamos aquí por mi trabajo, y además por Sayumi-. Dijo señalando a la mujer al lado del rubio.
Akira:- No entiendo.
Sayumi:- Lo que tu padre quiere decir, Akira, es que nos casaremos-. Comentó feliz, tomando las manos del hombre.
Akira:- ¿Qué?-. Preguntó impactado.
-Lo que oíste, la boda será en un mes, mientras tanto, Sayumi se vendrá a vivir con nosotros, con su hijo Takanori-. Explicó dejándolo aún más sorprendido.
Akira:- …
-Akira, él es tu hermano.
Akira:- ¿QUÉ?