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Ayer te vi por Higary

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Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! Aquí esta loca autora trayéndoles su primer oneshot itadei XD Desde hace tiempo tenía ganas de escribir una historia con base en la canción Ayer la vi de Angel&Khris (Kyuu: La única canción de reggaeton que le gusta ¬¬). Originalmente iba ser sasunaru, pero un día divagando en mis malévolas ideas se me ocurrió que quedaría mejor con estos dos como protagonistas. Bueno, mejor me dejo de rodeos y espero les guste. Ya saben que como siempre serán recibidos sus reviews con saludos, quejas, jitomatazos, felicitaciones, pedradas, flores, cebollazos, amenazas, bombas y demás (Kyuu: Zapatazos no, porque no queremos sentirnos como Bush ¬¬). Ah, sí, ¡muchas gracias por los reviews para el final de Cosas de familia!Sin más que añadir: ¡¡a leer!!

 

Disclaimer: Los personajes y la canción pertenecen a sus respectivos autores. Yo sólo los tomé prestados para divertirme un rato con ellos.

AYER TE VI

 

Uchiha Itachi era un joven y talentoso empresario de veinticinco años, simpático, inteligente, sumamente atractivo, en fin, el soltero más codiciado de la ciudad. ¿Y por qué semejante hombre no tenía pareja? Sencillo, porque no la deseaba. Él era feliz así como estaba, ocupado con su trabajo, divirtiéndose con sus amigos, cuidando a su hermano menor y burlándose de él porque a pesar de su orgullo y obstinación ahora se encontraba estúpidamente enamorado.

-Creo que por hoy ha sido suficiente –dijo Itachi en su oficina-. Ya no hay juntas importantes este día, ¿verdad?

-No –contestó Kisame, su mejor amigo y secretario-. ¿Qué te parece si vamos a comer?

-Excelente. Hace tiempo que no visitamos a los chicos.

 

Fueron al restaurante Akatsuki, lugar donde trabajaban sus viejos amigos de la universidad.

-Itachi, Kisame, bienvenidos –recibió Konan, la anfitriona-. Qué milagro verlos por aquí.

-Al jefe le entró nostalgia –se burló Kisame

-Eso y tenía hambre. Aunque admito que a veces me da miedo probar la comida de Hidan.

-Oye, él es un buen cocinero y lo sabes –reprochó la chica

 

Los guió hasta una mesa y tomó su orden.

-Hey, Konan me dijo que estaban aquí.

-Hola, Pein.

Nagato, mejor conocido como Pein o Líder (por haber sido el líder obligado de su pandilla) era el gerente del restaurante. Tras él venía su tacaño amigo Kakuzu, el administrador del lugar.

-Hubieras traído a tu junta de ejecutivos –dijo éste último-, así sería más dinero para nosotros.

-A mí también me alegra verte, amigo –contestó Itachi con sarcasmo

 

Un rato después salieron del restaurante. Por lo general Itachi prefería que su amigo lo llevara y recogiera del trabajo.

-¿Quieres que tu chofer te lleve a casa? –preguntó Kisame

-No, gracias, tengo ganas de caminar un poco.

-¿Y cómo piensas regresar?

-Tomaré un taxi, tranquilo. Hasta mañana.

-De acuerdo. Cualquier cosa me avisas.

 

Itachi le dio su saco, el maletín y luego se fue. Caminaba despreocupadamente por las calles; a lo lejos se escuchaba música de reggeaton. El moreno arrugó el ceño, no le gustaban ése tipo de canciones. Mientras avanzaba miró a un chico de largo cabello rubio usando un delantal mientras entregaba folletos afuera de una florería. Itachi estaba deslumbrado, aquél joven era bastante atractivo. Vio a un raro sujeto vestido de planta llegar tras él y ponerle una flor en la cabeza, cosa que molestó al rubio porque lo golpeó, y justo como si fuera un designio divino, escuchó la letra de una canción muy particular.

 

Ayer la vi por ahí

De camino a la ciudad.

Tenía una flor en el pelo,

Todo un sueño,

Y una mirada llena de bondad.

 

Sacudió la cabeza, le lanzó una última mirada al chico rubio y decidió irse a toda velocidad. Por las calles se encontró con tiendas rebosantes de chocolates, corazones, globos y demás adornos, ya que faltaba poco para San Valentín. Llegó a su mansión todavía contrariado, incluso distraído, por lo que no se fijó en las personas que estaban en la sala.

-Hola, Itachi.

Reaccionó al ver al joven que tenía enfrente. Era rubio, de ojos azules muy lindos y unas curiosas marcas en sus mejillas. Su nombre era Uzumaki Naruto, de veinte años, su querido cuñado.

-Ah, hola, Naruto.

-¿Te sucede algo?

-No, me encuentro perfectamente.

-Oye, Naruto –llamó otro joven-, vamos.

Era alto, de cabello azabache y ojos negros. Uchiha Sasuke, su hermano menor de también veinte años.

-De acuerdo. Hasta luego, Itachi.

-Regreso en un rato, nii-san.

-Claro, tengan cuidado.

Los vio alejarse, platicando animadamente. Antaño Sasuke era igual que él, muy reacio respecto al amor. Pero todo cambió cuando a los diecisiete años Naruto llegó a su escuela. Al principio se la pasaban peleando, sin embargo gracias a la convivencia diaria comenzaron a hacerse amigos y su hermano terminó estúpidamente enamorado del chico. Encendió la radio mientras sonreía recordando cómo el orgulloso Sasuke gritó delante de toda la escuela que le gustaba Naruto y quería que fuera su novio. Al pensar en su cuñado inevitablemente llegó a su mente la imagen del chico de la florería. Y justo en ese momento escuchó la continuación de la canción que oyó en la calle.

 

Ella era sí

Bella como el sol y el mar

Así, así, imposible de olvidar

Ella era sí

Bella como el sol y el mar

Así, así, imposible de olvidar

 

-¡Arg, ya basta! –gritó, apagando el aparato

Se desordenó el cabello con frustración. No entendía por qué seguía pensando en ése joven. Bien, admitía que era bastante atractivo, pero ni siquiera sabía su nombre, mucho menos había conversado con él. De modo que no encontraba sentido para seguir sin quitárselo de la cabeza.

 

Al día siguiente se encontraba en su oficina. Todos los empleados lo notaban pensativo, distraído, pero ninguno se atrevía a preguntarle lo que le ocurría. Excepto Kisame.

-Oye, Itachi, ¿qué te pasa?

-¿De qué hablas?

-Vamos, te conozco casi desde que usábamos pañal y he notado que  pareces ausente.

-No me pasa nada –se puso de pie-. Encárgate de la oficina un rato, saldré a tomar un poco de aire.

-Por supuesto. Eh... ¿No olvidas tus llaves?

-Tengo ganas de caminar.

 

Itachi anduvo hasta llegar a la calle de la florería. Se detuvo a varios metros viendo cómo el chico rubio repartía folletos igual que el día anterior. El moreno estaba tan concentrado que no se dio cuenta que al fondo habían vuelto a poner música hasta que escuchó otra parte de aquella canción tan desesperante.

 

Algo me está sucediendo

Te lo puedo describir

Al amor le estaba huyendo

Pero tengo que admitir

Que desde que te vi...

Supe que eras para mí

Supe que eras para mí

Supe que eras para mí

 

Casi le da un infarto. ¡No! ¡Ésa estúpida canción debía estar equivocada! ¡A él no podía estarle pasando eso!

-¡Ni loco! –gritó frustrado y jalándose el cabello

La gente alrededor se le quedó viendo raro, de modo que se acomodó el traje, dio media vuelta y decidió irse a su oficina a toda velocidad. Pero aquellas personas no eran las únicas que se habían percatado de su actitud.

-Oye, Deidara –llamó un pelirrojo-, ¿qué sucede?

-Mmm… no, nada.

-Bien. Zetsu dice que puedes tomar un descanso.

-Gracias, Sasori –volteó una vez más hacia la calle por donde vio a un pelinegro alejarse y luego entró a la florería

 

Los días siguientes Itachi continuó con su rutina. Aprovechaba su hora de comer para ir y espiar al chico rubio que tanto le llamaba la atención. Esa actitud tan sospechosa preocupaba a Kisame, quien al no saber cómo enfrentarlo decidió consultarlo con el resto de sus amigos.

-Y así ha actuado toda la semana –terminó de explicar

-Mmm... Raro en Itachi –admitió Hidan

-Vamos, chicos –habló Konan-, es obvio, ¿no?

Los demás la miraron sin comprender, de modo que rodó los ojos.

-Idiotas despistados. ¡Es obvio que Itachi está enamorado!

-¡¿Qué?! –preguntaron, incrédulos

-Oye, Konan, es de Itachi de quien estamos hablando –le recordó su novio

-Sí, el hombre que dijo "Yo no creo en el amor, eso es para débiles" –lo imitó Kakuzu

-¿Y? Eso lo dijo porque nunca le había pasado –contestó ella-. Seguro debe estar confundido y no sabe qué hacer.

-Bueno... Si lo pensamos detenidamente será algo benéfico para él –comentó, pensativo Pein

-A menos que lo rechacen –sugirió Hidan

Tal escenario pasó por la mente de todos.

-Jajaja, suena cruel, pero sería muy gracioso –reía Kakuzu

-Jajaja, aunque no creo –dijo Kisame-, Itachi es muy terco.

-Entonces sólo nos queda esperar –puntualizó Konan-. Ay, espero que todo le salga bien.

 

Itachi estaba en la sala cambiando los canales de la televisión, aunque en realidad no prestaba atención a ninguno pues su mente seguía divagando en el chico rubio.

-Hey, nii-san –llamó Sasuke, pero fue ignorado-, nii-san. ¡Maldita sea, Itachi, te estoy hablando!

-Ah, hola, Sasuke. ¿Dijiste algo?

-Idiota. Ten esto.

Le entregó un folleto en el que anunciaban el festival anual de San Valentín que iban a hacer en la plaza de la ciudad dentro de dos días.

-Vaya, qué raro que tengas algo como esto –dijo con burla

-Cállate, lo que pasa es que Naruto quiere ir. Él me pidió que te lo entregara, dijo que tal vez te serviría para distraerte un poco –arrugó el ceño-. Has estado actuando tan raro que mi novio está preocupado por ti.

-Huy, qué celoso –sonrió-, ni que te lo fuera a robar sólo porque él se comporta como un buen cuñado. Dale las gracias de mi parte, pero...

Se quedó callado, ya que una idea acababa de cruzar por su mente. Tendría que dejar su orgullo de lado, sin embargo ¡al diablo su orgullo! Necesitaba saber por qué ése joven le despertaba sensaciones tan raras.

-¿Nii-san?

-Sí –lo miró-, dile que ahí estaré.

 

Al día siguiente de nueva cuenta Itachi veía al empleado de la florería. Los dueños de los locales cercanos ya lo miraban con desconfianza, seguramente estaban a un paso de denunciarlo a la policía por asechamiento y acoso. El rubio sonreía mientras repartía los folletos. El Uchiha odiaba quedarse tan embelesado ante él, pero no podía evitarlo. Observó cómo algunos chicos intentaban coquetear con su objetivo y apretó los puños. Eso sí que no, nadie se metía en territorio Uchiha; los pretendientes de Naruto lo vivieron en carne propia con su hermano, así que él les demostraría a esos ingenuos que no debían acercarse más a aquél joven.

 

Caminó con decisión hacia el ojiazul, pero mientras más se acercaba, su seguridad se iba esfumando. Al pararse frente al otro se sonrojó sin querer. ¡Genial! Por fin se animaba a acercársele y tenía que ser ése momento en que por primera vez en su vida se sonrojaba y ponía nervioso.

-¿Sí? –preguntó el rubio

-Yo... Me llamo Uchiha Itachi –tomó aire-. ¡Quisiera que fueras al festival de San Valentín conmigo, por favor!

El rubio también se sonrojó mientras lo miraba con sorpresa.

-¿Eh?

-Es que... desde hace varios días te he estado observando y... pues en realidad me gustas.

Timidez, ¡hablaba con timidez! Seguramente si sus amigos lo vieran en ese momento nunca dejarían de burlarse de él.

-Qué curioso –dijo el chico-. La verdad es que... yo también ya te había visto de lejos –desvió la cara con pena-. Y también me llamaste la atención.

La cara de Itachi era un poema radiante de alegría, confusión y muchas cosas más.

-¿De verdad?

El rubio asintió y le extendió la mano.

-Mucho gusto, soy Deidara y me encantaría ir contigo.

 

Llegó el tan ansiado festival. Había puestos de comida, globos, flores y un sinfín de parejas por doquier. Improvisaron una pequeña zona para hacer una pista de baile y a orillas de esta se encontraban los fieles amigos del moreno.

-Se los dije –decía Konan con alegría-. Mi sexto sentido nunca se equivoca.

-Hay que admitir que tiene buen gusto –comentó Hidan, recibiendo una mirada de odio de su novio Kakuzu

-Con razón salía tanto a tomar aire –rió Kisame

 

Itachi y Deidara estaban más que felices de la vida bailando, hasta que pusieron una melodía que le puso los pelos de punta al moreno.

-¿Qué pasó? –preguntó el rubio

-Esa canción... no sé si odiarla o amarla.

-¿Por qué?

-Digamos... que aparecía en los momentos más indicados e inoportunos y eso me molestaba.

 

Algo me está sucediendo

Te lo puedo describir

Al amor le estaba huyendo

Pero tengo que admitir

Que desde que te vi...

Supe que eras para mí

 

-Tu hermano se ve feliz –comentó Naruto

Él y Sasuke también bailaban a unos metros de la pareja mayor.

-Es cierto –sonrió al escuchar la letra-. Supongo que al final a ambos nos pasó lo mismo.

Naruto correspondió la sonrisa, recordando lo parco que su novio solía ser acerca del amor.

 

Supe que eras para mí

Supe que eras para mí

Supe que eras para mí

 

FIN

THE END

OWARI


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